"Sumérgete en el océano de emociones tejido por palabras, donde cada verso es un eco del alma y cada estrofa es un viaje hacia la profundidad del corazón: Bienvenido al santuario de la poesía, donde los sueños danzan entre líneas y los sentimientos florecen en cada palabra."

domingo, 31 de marzo de 2013

LA DICHA



No. ¡Basta!
Basta siempre.
Escapad, escapad: sólo quiero,
sólo quiero tu muerte cotidiana.
El busto erguido, la terrible columna.
el cuello febricente, la convocación de los robles;
las manos que son piedra, la luna de piedra sorda
y el vientre que es sol, el único extinto sol.
¡Hierba seas! Hierba reseca, apretadas raíces,
follaje entre los muslos donde ni gusanos ya viven
porque la tierra no puede ni ser grata a los labios,
a esos que fueron —sí— caracoles de lo húmedo.
Matarte a ti, pie inmenso, yeso escupido
pie masticado días y días cuando los ojos sueñan,
cuando hacen un paisaje azul cándido y nuevo
donde una niña entera se baña sin espuma.
Matarte a ti, cuajarón redondo, forma o montículo,
materia vil, vomitadura o escarnio,
palabra que pendiente de unos labios morados
ha colgado en la muerte putrefacta o el beso.
No. ¡No!
Tenerte aquí corazón que latiste entre mis dientes larguísimos,
en mis dientes o clavos amorosos o dardos,
o temblor de tu carne cuando yacía inerte
como el vivaz lagarto que se besa y se besa.
Tu mentira catarata de números,
catarata de manos de mujer con sortijas,
catarata de dijes donde pelos se guardan,
donde ópalos u ojos están en terciopelos,
donde las mismas uñas se guardan con encajes.
Muere, muere como el clamor de la tierra estéril,
como la tortuga machacada por un pie desnudo,
pie herido cuya sangre, sangre fresca y novísima,
quiere correr y ser como un río naciente.
Canto el cielo feliz, el azul que despunta,
canto la dicha de amar dulces criaturas,
de amar a lo que nace bajo las piedras limpias,
agua, flor, hoja, sed, lámina, río o viento,
amorosa presencia de un día que sé existe.


Vicente Aleixandre

sábado, 30 de marzo de 2013

INAUGURACION DE UN MONUMENTO



 
A Vicente Aleixandre

                                                                      
     
     Los hombres graves desaparecieron
después de haber clavado al mediodía
su bastón de solemnidad.

     Quedó sola la estatua. y quedó el niño
a su sombra, riendo. Era evidente s
como la hoja verde; inexplicable
también como la hoja verde.

     ¿Qué hacía el niño aquel? ¿Quién era? ¿Cómo
vino hasta allí? y ¿por qué? Súbitamente
el niño desapareció.
Y no como los hombres de antes, esos
del canto llano del discurso.

No: como un ángel o una melodía;
así fue: como el viento o el amor.

La estatua aquella señalaba
hacia el lugar justo del hombre,
el que rompía sus cadenas, lágrima
a lágrima. Y su exvoto era la propia
estatua, cincelada verso a verso,
imán para el recuerdo, testimonio
liberador, inmortalizador.
Allí, donde indicaba el brazo. Allí
estaría el poeta, el hombre, oculto,
acechando su gloria, imaginando
lo por venir. Detrás de los arriates
estaría su vida clara,
sin peso. Entré...

                                    Allí estaba
el niño. Y comprendí.



José Hierro

viernes, 29 de marzo de 2013

TARDE MAYOR




Tostada cima de una madurez,
Esplendiendo la tarde con su espíritu
Visible nos envuelve en mocedad.
Así te yergues tú, para mis ojos
Forma en sosiego de ese resplandor,
Trasluz seguro de la luz versátil.
Si aquellas nubes tiemblan a merced,
Un día, de un estrépito enemigo,
Mescolanza de súbito voraz,
Oscurecidos y desordenados
Penaremos también. Y no habrá alud
Que nos alcance en la ternura nuestra.
Esos árboles próceres se ahíncan
Dedicando sus troncos al cénit,
A un cielo sin crepúsculos de crimen.
Si tal fronda perece fulminada,
Rumoroso otra vez igual verdor
Se alzará en el olvido del tirano.
Y pasará el camión de los feroces.
Castaños sin Historia arrojarán
Su florecilla al suelo —blanquecino.
Un ámbito de tarde en perfección
Tan desarmada humildemente opone,
Por fin venciendo, su fragilidad
A ese desbarajuste sólo humano
Que a golpes lucha contra el mismo azul
Impasible, feroz también, profundo.
Fugaz la Historia, vano el destructor.
Resplandece la tarde. Yo contigo.
Eterna al sol la brisa juvenil.

Jorge Guillen

jueves, 28 de marzo de 2013

DEJAME EN PAZ



Ciego que apuntas y atinas,
Caduco dios, y rapaz,
Vendado que me has vendido,
Y niño mayor de edad,
Por el alma de tu madre
—Que murió, siendo inmortal,
De envidia de mi señora—,
Que no me persigas más.
Déjame en paz, Amor tirano,
 Déjame en paz.
Baste el tiempo mal gastado
Que he seguido a mi pesar
Tus inquïetas banderas,
Forajido capitán.
Perdóname, Amor, aquí,
Pues yo te perdono allá
Cuatro escudos de paciencia,
Diez de ventaja en amar.
Déjame en paz, Amor tirano,
 Déjame en paz.
Amadores desdichados,
Que seguís milicia tal,
Decidme, ¿qué buena guía
Podéis de un ciego sacar?
De un pájaro ¿qué firmeza?
¿Qué esperanza de un rapaz?
¿Qué galardón de un desnudo?
De un tirano, ¿qué piedad?
Déjame en paz, Amor tirano,
 Déjame en paz.
Diez años desperdicié,
Los mejores de mi edad,
En ser labrador de Amor
A costa de mi caudal.
Como aré y sembré, cogí;
Aré un alterado mar,
Sembré una estéril arena,
Cogí vergüenza y afán.
Déjame en paz, Amor tirano,
 Déjame en paz.
Una torre fabriqué
Del viento en la raridad,
Mayor que la de Nembrot,
Y de confusión igual.
Gloria llamaba a la pena,
A la cárcel libertad,
Miel dulce al amargo acíbar,
Principio al fin, bien al mal.
Déjame en paz, Amor tirano,
 Déjame en paz.


Luis de Gongora y Argote

miércoles, 27 de marzo de 2013

SONETO XXIII




En tanto que de rosa y de azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;
y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.


Garcilaso de la Vega

martes, 26 de marzo de 2013

PRECIOSA Y EL AIRE



Su luna de pergamino 
Preciosa tocando viene,
 
por un anfibio sendero
 
de cristales y laureles.

El silencio sin estrellas,
 
huyendo del sonsonete,
 
cae donde el mar bate y canta
 
su noche llena de peces.

En los picos de la sierra
 
los carabineros duermen
 
guardando las blancas torres
 
donde viven los ingleses.

Y los gitanos del agua
 
levantan por distraerse,
 
glorietas de caracolas
 
y ramas de pino verde.
 

Su luna de pergamino
 
Preciosa tocando viene.
 
Al verla se ha levantado
 
el viento que nunca duerme.

San Cristobalón desnudo,
 
lleno de lenguas celestes,
 
mira la niña tocando
 
una dulce gaita ausente.
 

Niña, deja que levante
 
tu vestido para verte.
 
Abre en mis dedos antiguos
 
la rosa azul de tu vientre.
 

Preciosa tira el pandero
 
y corre sin detenerse.
 
El viento-hombrón la persigue
 
con una espada caliente.
 

Frunce su rumor el mar.
 
Los olivos palidecen.
 
Cantan las flautas de umbría
 
y el liso gong de la nieve.
 

¡Preciosa, corre, Preciosa,
 
que te coge el viento verde!
 
¡Preciosa, corre, Preciosa!
 
¡Míralo por dónde viene!
 
Sátiro de estrellas bajas
 
con sus lenguas relucientes.
 

Preciosa, llena de miedo,
 
entra en la casa que tiene,
 
más arriba de los pinos,
 
el cónsul de los ingleses.
 

Asustados por los gritos
 
tres carabineros vienen,
 
sus negras capas ceñidas
 
y los gorros en las sienes.
 

El inglés da a la gitana
 
un vaso de tibia leche,
 
y una copa de ginebra
 
que Preciosa no se bebe.
 

Y mientras cuenta, llorando,
 
su aventura a aquella gente,
 
en las tejas de pizarra
 
el viento, furioso, muerde.
 

Federico García Lorca


lunes, 25 de marzo de 2013

EL CANTO DE LA MIEL



La miel es la palabra de Cristo,
el oro derretido de su amor.
El más allá del néctar,
la momia de la luz del paraíso. 

La colmena es una estrella casta,
pozo de ámbar que alimenta el ritmo
de las abejas. Seno de los campos
tembloroso de aromas y zumbidos. 

La miel es la epopeya del amor,
la materialidad de lo infinito.
Alma y sangre doliente de las flores
condensada a través de otro espíritu. 

(Así la miel del hombre es la poesía
que mana de su pecho dolorido,
de un panal con la cera del recuerdo
formado por la abeja de lo íntimo) 

La miel es la bucólica lejana
del pastor, la dulzaina y el olivo,
hermana de la leche y las bellotas,
reinas supremas del dorado siglo. 

La miel es como el sol de la mañana,
tiene toda la gracia del estío
y la frescura vieja del otoño.
Es la hoja marchita y es el trigo. 

¡Oh divino licor de la humildad,
sereno como un verso primitivo! 

La armonía hecha carne tú eres,
el resumen genial de lo lírico.
En ti duerme la melancolía,
el secreto del beso y del grito. 

Dulcísima. Dulce. Este es tu adjetivo.
Dulce como los vientres de las hembras.
Dulce como los ojos de los niños.
Dulce como las sombras de la noche.
Dulce como una voz. O como un lirio. 

Para el que lleva la pena y la lira,
eres sol que ilumina el camino.
Equivales a todas las bellezas,
al color, a la luz, a los sonidos. 

¡Oh! Divino licor de la esperanza,
donde a la perfección del equilibrio
llegan alma y materia en unidad
como en la hostia cuerpo y luz de Cristo. 

Y el alma superior es de las flores,
¡Oh licor que esas almas has unido!
El que te gusta no sabe que traga
un resumen dorado del lirismo. 


Federico Garcia Lorca

domingo, 24 de marzo de 2013

ANTE EL PALIDO LIENZO DE LA TARDE



Ante el pálido lienzo de la tarde, 
la iglesia, con sus torres afiladas 
y el ancho campanario, en cuyos huecos 
voltean suavemente las campanas, 
alta y sombría, surge. 
La estrella es una lágrima
en el azul celeste. 
Bajo la estrella clara, 
flota, vellón disperso, 
una nube quimérica de plata. 


Antonio Machado

sábado, 23 de marzo de 2013

GLOSAS EN HOMENAJE A J.G.


Sí:

la realidad propone siempre sueños,
mas sólo uno entre muchos elige la mirada.

De quien madruga a verla,
y no del sol,
procede
—aunque él no se lo crea—
la luz
que ordena y fija el mundo
en sus formas más bellas:
Damas altas, calandrias...

Vistas así las cosas,
iluminadas por amor tan claro
¿cómo van a negarse?
Dóciles, entregadas
a su más alto vuelo,
se demoran, esperan, se eternizan.

II

Cazadoras al filo de la aurora.

Cobrar la plenitud, guardar el canto
como trofeo y ¡a volar las alas!

Contra un mundo fugaz, esquivo y raudo,
que salta a su «seré» de el «ya he sido»,
pupilas aún más rápidas
lanzan dardos certeros.

Difícil blanco ofrece hoy la mañana:
escorzo de cristal que pasa huyendo
de no sé qué jaurías invisibles.
¿Un instante del iris?
Rasga el silencio y...
¡Luz ilesa!

He ahí la eternidad, en dos palabras.



Angel Gonzalez

viernes, 22 de marzo de 2013

QUISIERA SER EL AIRE QUE AMOROSO...



Quisiera ser el aire que amoroso
se mezcla en tus suspiros y en tu aliento;
quisiera ser la luz de tu aposento,
de todas tus miradas codicioso. 

Quisiera ser el eco misterioso
que recoge su música a tu acento;
y tu imán para todo movimiento,
y tu tranquilo lecho de reposo. 

Quisiera ser el alma de tu vida
y tu sangre de tus venas extendidas,
por ser todo en tu ser y en tu belleza.
Y por verme feliz y a ti dichosa,
devolviendo a tu cuerpo la pureza,
quisiera ser el Dios que te hizo hermosa. 


Alvarez Quintero

miércoles, 20 de marzo de 2013

PAZ A ESTE HOMBRE



Algo debía haber después de mil
novecientos setenta y nueve.

Quizá,
detenidos al borde
del precipicio,
quisimos creer que
habría algo en el fondo, pese a todo.

Hubo, quizá, un error de planteamiento.
No consigo acordarme.
La memoria, esa mano vacía.

Y va hacer calor.
La humedad
cala los huesos.

(Empiezan a asustarme algunos días.)


Francisco Domene




martes, 19 de marzo de 2013

HILANDERA



Hilandera que tejes
con tus tristes designios
el hilo de la vida.
Mira como avanzas y avanzas
con el tiempo
cual implacable máquina.
Mira como arrastras
con paso indiferente
todo el clamor humano.
Hilandera desteje,
o al menos,
detén la rueda hostil
pues aún vive la esperanza.
 
Cristina Maya

lunes, 18 de marzo de 2013

CARICIAS...





Suaves, como la brisa
nacen desde el alma…
como manos, como miradas
como besos, como sonrisas.

Como palabras o notas…
que en la música vibran,
que hilvanan versos…
y letra a letra, palpitan.

Tibias, dóciles, comprensivas,
las manos que se acercan,
la piel que anima…
fuego que enciende y no lastima.

Bocas que tocan, que rozan…
susurran cual gualquirias…
labios que son alas que a volar
a los suspiros invitan.

Miradas que son sabias, amorosas,
audaces, tan transparentes, tan atrevidas
preludio de instantes felices.
musas que el dolor alivian.

Agua perfumada de amor,
agua de fresca llovizna
agua viva del cielo que fluye
de fuentes cantarinas.

Caricias…..
pasión y amor…
de corazón a corazón,
con alma y vida.


Cristina Mallea




domingo, 17 de marzo de 2013

CANCION DE LA MUJER ASTUTA



Cada rítmica luna que pasa soy llamada,
por los números graves de Dios, a dar mi vida
en otra vida: mezcla de tinta azul teñida;
la misma extraña mezcla con que ha sido amasada.

Y a través de mi carne, miserable y cansada,
filtra un cálido viento de tierra prometida,
y bebe, dulce aroma, mi nariz dilatada
a la selva exultante y a la rama nutrida.

Un engañoso canto de sirena me cantas,
¡naturaleza astuta! Me atraes y me encantas
para cargarme luego de alguna humana fruta.

Engaño por engaño: mi belleza se esquiva
al llamado solemne; de esta fiebre viva,
algún amor estéril y de paso, disfruta.


Alfonsina Storni

sábado, 16 de marzo de 2013

LA JAULA


 
Afuera hay sol.
No es más que un sol
pero los hombres lo miran
y después cantan.

Yo no sé del sol.
Yo sé la melodía del ángel
y el sermón caliente
del último viento.
Sé gritar hasta el alba
cuando la muerte se posa desnuda
en mi sombra.

Yo lloro debajo de mi nombre.
Yo agito pañuelos en la noche y barcos sedientos de realidad
bailan conmigo.
Yo oculto clavos
para escarnecer a mis sueños enfermos.

Afuera hay sol.
Yo me visto de cenizas.


Alejandra Pizarnik


viernes, 15 de marzo de 2013

YO CANTARÉ DE AMOR TAN DULCEMENTE



 
Yo cantaré de amor tan dulcemente
el rato que me hurtare a sus dolores,
que el pecho que jamás sintió de amores,
empiece a confesar que amores siente.
 
Verá como no hay dicha permanente
debajo de los cielos superiores,
y que las  dichas altas o menores
imitan en el suelo su corriente.
 
Verá que ni en amar alguno alcanza
firmeza (aunque la tenga en el tormento
de idolatrar un mármol con belleza).
 
Porque si todo amor es esperanza,
y la esperanza es vínculo del viento,
¿quién puede amar seguro en su firmeza?




Gabriel Bocángel y Unzeta

jueves, 14 de marzo de 2013

SONETO DE ODIO Y AMOR A ESPAÑA



Te recuerdo cruel y misteriosa
me alboroto pensando en tus mamones
la más guapa de todas las naciones
eres bella y con ojos de viciosa.
Al pegarme te vuelves más hermosa
con tus azotes y tus mojicones,
rompiéndome la crisma a bofetones
mi niñez la forjaste dolorosa.
Si en tus labios acerté con tanto tino
en tus cejas mi pubis se alojaba.
En el sur de tu piel me desatino
distribuyes tus besos con la lava,
representas belleza en batería
¡ay que patria tan causa de manía!


F. Arrabal 
 


miércoles, 13 de marzo de 2013

LLUEVE EN SILENCIO



Llueve en silencio, que esta lluvia es muda
y no hace ruido sino con sosiego.
El cielo duerme. Cuando el alma es viuda
de algo que ignora, el sentimiento es ciego.
Llueve. De mí (de este que soy) reniego...
Tan dulce es esta lluvia de escuchar
(no parece de nubes) que parece
que no es lluvia, mas sólo un susurrar
que a sí mismo se olvida cuando crece.
Llueve. Nada apetece...
No pasa el viento, cielo no hay que sienta.
Llueve lejana e indistintamente,
como una cosa cierta que nos mienta,
como un deseo grande que nos miente.
Llueve. Nada en mí siente...



Fernando Pessoa

martes, 12 de marzo de 2013

ROSALÍA TIENE QUINCE AÑOS





Quince almendros en flor, tus quince años.
¡Qué blancura el paisaje de tu alma!
Blanca como la nieve, cual la hoja
de papel en que escribo: toda blanca.

Todo es blanco: año nuevo y álbum nuevo;
yo escribo para ti blancas palabras.
Me rodea lo blanco, todo en blanco
como si fuera en una gran nevada.

¡Quince arbolillos tienes, Rosalía!
Y el viento viene, y los acariciaba...
Ya nieva el mundo flores, flores, flores;
ya nieva flores, blancas, blancas, blancas.


Damaso Alonso

lunes, 11 de marzo de 2013

NUEVO DIA




Después de tantos días sin camino y sin casa
y sin dolor siquiera y las campanas solas
y el viento oscuro como el del recuerdo
llega el de hoy.
Cuando ayer el aliento era misterio
y la mirada seca, sin resina,
buscaba un resplandor definitivo,
llega tan delicada y tan sencilla,
tan serena de nueva levadura
esta mañana...
Es la sorpresa de la claridad,
la inocencia de la contemplación,
el secreto que abre con moldura y asombro
la primera nevada y la primera lluvia
lavando el avellano y el olivo
ya muy cerca del mar.
Invisible quietud. Brisa oreando
la melodía que ya no esperaba.
Es la iluminación de la alegría
con el silencio que no tiene tiempo.
Grave placer el de la soledad.
Y no mires el mar porque todo lo sabe
cuando llega la hora
adonde nunca llega el pensamiento
pero sí el mar del alma,
pero sí este momento del aire entre mis manos,
de esta paz que me espera
cuando llega la hora
—dos horas antes de la media noche—
del tercer oleaje, que es el mío.

Claudio Rodríguez

domingo, 10 de marzo de 2013

LA MUSA ENFERMA



Mi Pobre musa, !ay! ¿qué tienes este día?
Pueblan tus vacuos ojos las visiones nocturnas
Y alternándose veo reflejarse en tu tez
La locura y el pánico, fríos y taciturnos.

¿El súcubo verdoso y el rosado diablillo
El miedo te han vertido, y el amor, de sus urnas?
¿Con su puño te hundieron las foscas pesadillas
En el fondo de algún fabuloso Minturno?

Quisiera que, exhalando un saludable olor,
Tu seno de ideas fuertes se viese frecuentado
Y tu cristiana sangre fluyese en olas rítmicas,

Como los sones múltiples de las sílabas viejas
Donde, reinan Por turno Febo, padre del canto,
Y el gran Pan, cuyo imperio se extiende por las mieses.


Charles Baudelaire

sábado, 9 de marzo de 2013

LOS HERALDOS NEGROS




Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!

Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos,
como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido se empoza,
como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé! 


Cesar Vallejo

viernes, 8 de marzo de 2013

RIMA XLI



Al ver mis horas de fiebre 
e insomnio lentas pasar,
 
a la orilla de mi lecho,
 
        ¿quién se sentará?
Cuando la trémula mano 
tienda, próximo a expirar,
 
buscando una mano amiga,
 
        ¿quién la estrechará?
Cuando la muerte vidríe 
de mis ojos el cristal,
 
mis párpados aún abiertos,
 
        ¿quién los cerrará?
Cuando la campana suene 
(si suena en mi funeral)
 
una oración, al oírla,
 
        ¿quién murmurará?
Cuando mis pálidos restos 
oprima la tierra ya,
 
sobre la olvidada fosa,
 
        ¿quién vendrá a llorar?
¿Quién en fin, al otro día, 
cuando el sol vuelva a brillar,
 
de que pasé por el mundo
 
        quién se acordará?


Gustavo Adolfo Bécquer

jueves, 7 de marzo de 2013

CUANDO TENDRE



Cuándo tendré, por fin, la voz serena, 
sencillo el gesto, la ansiedad cumplida, 
sigilados los labios de la herida, 
mi pleamar cansada por tu arena.

Cuándo mi sangre trazará en la vena 
su ronda acostumbrada y consentida, 
y unánimes irán —corta la brida- 
el fiero gozo y la dorada pena.

Cuándo estará mi boca sosegada, 
suave el aliento, el beso compañero, 
compartida la gracia de la almohada.

Cuándo llegará el día verdadero 
en que me suelte ya de tu mirada, 
para poder decirte que te quiero.


Antonio Gala

miércoles, 6 de marzo de 2013

IDILIO


Dicen todos: Ellos son,
ellos cantan, ellos miran
la aurora de las acequias,
el ruiseñor que origina
tristezas de amor, extrañas
y suaves melancolías.
¡Cuánta flor han deshojado,
cuánta mirada cautiva,
cuánto encaje de hilo limpio,
cuánto beso sobre el día
que como un pozo de brasas
se enciende y los aniquila!

...no son ellos; ya no son
más que tórtola en la encina,
más que el agua del venero,
más que la flor de alegría,
más que una vara de nardos
llameante a maravilla,
el torso bello y desnudo,
la boca que les destila
ámbares, rosas, jazmines
y una palabra no dicha,
palabra sola que son,
amor, amor... Y la brisa
los lleva, blancos y puros,
los lleva a las altas cimas,
los lleva a las luces ebrias,
hacia las estrellas fijas...
 
Antonio Carvajal

martes, 5 de marzo de 2013

NO MALDIGAS A ILYON



Aunque una vida se construya
con días sobre días, como un muro
con piedras sobre piedras,
no sobre añoranza y abandono;

aunque una voz temprana necesite otra voz
para imitar su canto, y no sirva de nada
el familiar rumor del viento en los tarayes
ni el redoble continuo de las olas;

no maldigas a Ilyón por cuanto te robara,
sino por todo aquello que, insidiosa, te diera:
el vicio del ensueño, la costumbre de huir.


Aureliano Cañadas

lunes, 4 de marzo de 2013

YO ESCUCHO LOS CANTOS



Yo escucho los cantos
de viejas cadencias,
que los niños cantan
cuando en corro juegan,
y vierten en coro
sus almas que sueñan,
cual vierten sus aguas
las fuentes de piedra:
con monotonías
de risas eternas,
que no son alegres;
con lágrimas viejas,
que no son amargas,
y dicen tristezas,
tristezas de amores
de antiguas leyendas.

En los labios niños,
las canciones llevan
confusa la historia
y clara la pena;
como clara el agua
lleva su conseja
de viejos amores,
que nunca se cuentan.

Jugando, a la sombra
de una plaza vieja,
los niños cantaban...

La fuente de piedra
vertía su eterno
cristal de leyenda.

Cantaban los niños
canciones ingenuas
de un algo que pasa
y que nunca llega:
la historia confusa
y clara la pena.

Seguía su cuento
la fuente serena.
Borrada la historia,
contaba la pena.


Antonio Machado

domingo, 3 de marzo de 2013

LA MAR CIÑE A LA NOCHE EN SU REGAZO...


La mar ciñe a la noche en su regazo
y la noche a la mar; la luna, ausente;
se besan en los ojos y en la frente;
los besos dejan misterioso trazo.

Derrítense después en un abrazo,
tiritan las estrellas con ardiente
pasión de mero amor, y el alma siente
que noche y mar se enredan en su lazo.

Y se baña en la oscura lejanía
de su germen eterno, de su origen,
cuando con ella Dios amanecía,

y aunque los necios sabios leyes fijen,
ve la piedad del alma la anarquía
y que leyes no son las que nos rigen.

Horas serenas del ocaso breve,
cuando la mar se abraza con el cielo
y se despierta el inmortal anhelo
que al fundirse la lumbre, lumbre bebe.

Copos perdidos de encendida nieve,
las estrellas se posan en el suelo
de la noche celeste, y su consuelo
nos dan piadosas con su brillo leve.

Como en concha sutil perla perdida,
lágrima de las olas gemebundas,
entre el cielo y la mar sobrecogida

el alma cuaja luces moribundas
y recoge en el lecho de su vida
el poso de sus penas más profundas.
 
Miguel de Unamuno

sábado, 2 de marzo de 2013

EL HOMBRE IMAGINARIO



El hombre imaginario
vive en una mansión imaginaria
rodeada de árboles imaginarios
a la orilla de un río imaginario

De los muros que son imaginarios
penden antiguos cuadros imaginarios
irreparables grietas imaginarias
que representan hechos imaginarios
ocurridos en mundos imaginarios
en lugares y tiempos imaginarios

Todas las tardes imaginarias
sube las escaleras imaginarias
y se asoma al balcón imaginario
a mirar el paisaje imaginario
que consiste en un valle imaginario
circundado de cerros imaginarios

Sombras imaginarias
vienen por el camino imaginario
entonando canciones imaginarias
a la muerte del sol imaginario

Y en las noches de luna imaginaria
sueña con la mujer imaginaria
que le brindó su amor imaginario
vuelve a sentir ese mismo dolor
ese mismo placer imaginario
y vuelve a palpitar
el corazón del hombre imaginario


Nicanor Parra

viernes, 1 de marzo de 2013

LA CAIDA



Abre simas en todo lo creado,
abre el tiempo la entraña de lo vivo,
y en la hondura del pulso fugitivo
se precipita el hombre desangrado.

¡Vértigo del minuto consumado!
En el abismo de mi ser nativo,
en mi nada primera, me desvivo:
yo mismo frente a mí, ya devorado.

Pierde el alma su sal, su levadura,
en concéntricos ecos sumergida,
en sus cenizas anegada, oscura.

Mana el tiempo su ejército impasible,
nada sostiene ya, ni mi caída,
transcurre solo, quieto, inextinguible.


Octavio Paz