"Sumérgete en el océano de emociones tejido por palabras, donde cada verso es un eco del alma y cada estrofa es un viaje hacia la profundidad del corazón: Bienvenido al santuario de la poesía, donde los sueños danzan entre líneas y los sentimientos florecen en cada palabra."

sábado, 31 de agosto de 2013

¡DIME QUE DICES, MAR!


¡Dime qué dices, mar, qué dices, dime!
Pero no me lo digas; tus cantares
son, con el coro de tus varios mares,
una voz sola que cantando gime.

Ese mero gemido nos redime
de la letra fatal, y sus pesares,
bajo el oleaje de nuestros azares,
el secreto secreto nos oprime.

La sinrazón de nuestra suerte abona,
calla la culpa y danos el castigo;
la vida al que nació no le perdona;

de esta enorme injusticia sé testigo,
que así mi canto con tu canto entona,
y no me digas lo que no te digo.



Miguel de Unamuno

viernes, 30 de agosto de 2013

TERCER MUNDO


Aquel hombre sostenido
por su rostro de ciego completo
sufridamente iluminándose
en la carnal oscuridad:
¿le adjudicamos estos versos
un cuenco de arroz
unas monedas pálidas?

Aquella sirvienta
o costurera de a sesenta centavos
o hembra leprosa pariendo
o negra nada más
o puta de a una piastra
picándose las várices:
¿le ofrecemos otros versos
agua fresca en las manos
preservativos píldoras proyectos?

Aquel humano viejo
de s?mismo
mendigándose durmiéndose
en su esqueleto de piel
sin cobijas y sin sábanas:
¿le donamos más de nuestros versos
una hamaca receptiva
una almohada de pan?

Aquella niña aquel niño
destetados descomidos
despiojados desbebidos
despalabrados descosidos
vomitadores de ácidos espesos
lloradores de lágrimas lodosas
cagadores de sangroso vacío:
¿les entregamos un verso como as?
unos simples lápices
una vacuna enfebrecida
un balón de colores cansadosos
una muñeca de calzones azules
un documento con la cifra
de sus cuerpos faltantes?

Aquel oscurantándose
aquella deshembrándose
aquel esqueleteándose
aquéllos éstos muy adentro
del semen de aqu?
medulares selváticos impuros
costeros desérticos rurales
enciudadados desniñándose:
¿les damos a todos
estos versos todos?
¿qu?carnes nuestras
les damos
qu?actos qu?palabras
para que venga a nos
el aire
de un cántico otro
de un distinto silencio?



Saul Ibargoyen

AULA DE QUIMICA


Si vuelvo la cabeza,
si abro os ojos, si
echo las manos al recuerdo,
hay una mesa de madera oscura,
y encima de la mesa, los papeles inmóviles del tiempo,
y detrás,
un hombre bueno y alto.

Tuvo el cabello blanco, muy hecho al yeso, tuvo
su corazón volcado en la pizarra,
cuando explicaba casi sin mirarnos,
de buena fe, con buenos ojos siempre,
la fórmula del agua.

Entonces, sí. Por las paredes,
como un hombre invisible, entraba la alegría,
nos echaba los brazos por los hombros,
soplaba en el cuaderno, duplicaba
las malas notas, nos traía en la mano
mil pájaros de agua, y de luz, y de gozo…

Y todo era sencillo.

El mercurio subía caliente hasta el fin,
estallaba de asombro el cristal de los tubos de ensayo,
se alzaban surtidores, taladraban el techo,
era el amanecer del amor puro,
irrumpían guitarras dichosamente vivas,
olvidábamos la hora de salida, veíamos
los inundados ojos azules de las mozas
saltando distraídos por en medio del agua.

Y os juro que la vida se hallaba con nosotros.

Pero, ¿cómo decir a los más sabios,
a los cuatro primeros de la clase,
que ya no era preciso saber nada,
que la sal era sal y la rosa era rosa,
por más que ellos les dieran nombres impuros?
¿Cómo decir: moveos,
que ya habrá tiempo de aprender,
decid conmigo: Vida, tocad
el agua, abrid los brazos
como para abrazar una cintura blanca,
romped los libros muertos?

Os juro que la vida se hallaba con nosotros.

Profesor, hasta el tiempo del agua químicamente pura
te espero.
De nuevo allí verás, veremos juntos
un porvenir abierto de muchachas
con los pechos de agua y de luz y de gozo…


Carlos Sahagun

jueves, 29 de agosto de 2013

VAMOS A GUARDAR ESTE DÍA...


Vamos a guardar este día
entre las horas, para siempre,
el cuarto a oscuras,
Debussy y la lluvia,
tú a mi lado, descansando de amar. 

Tu cabellera en que el humo de mi cigarrillo
flotaba densamente, imantado, como una mano
acariciando. 

Tu espalda como una llanura en el silencio
y el declive inmóvil de tu costado
en que trataban de levantarse,
como de un sueño, mis besos.

La atmósfera pesada
de encierro, de amor, de fatiga,
con tu corazón de virgen odiándome y odiándote. 

todo ese malestar del sexo ahíto,
esa convalecencia en que nos buscaban los ojos
a través de la sombra para reconciliarnos. 

Tu gesto de mujer de piedra,
última máscara en que a pesar de ti te refugiabas,
domesticabas tu soledad. 

Los dos, nuevos en el alma, preguntando por qué. 

Y más tarde tu mano apretando la mía,
cayéndose tu cabeza blandamente en mi pecho,
y mis dedos diciéndole no sé qué cosas a tu cuello. 

Vamos a guardar este día
entre las horas para siempre.



Jaime Sabines

miércoles, 28 de agosto de 2013

VAMOS JUNTOS


Con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero

compañero te desvela
la misma suerte que a mí
prometiste y prometí
encender esta candela

con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero

la muerte mata y escucha
la vida viene después
la unidad que sirve es
la que nos une en la lucha

con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero

la historia tañe sonora
su lección como campana
para gozar el mañana
hay que pelear el ahora

con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero

ya no somos inocentes
ni en la mala ni en la buena
cada cual en su faena
porque en esto no hay suplentes

con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero

algunos cantan victoria
porque el pueblo paga vidas
pero esas muertes queridas
van escribiendo la historia

con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero.



Mario Benedetti

martes, 27 de agosto de 2013

AGUA MARINA



Había perdido el timón y las estrellas,
equivocó el marino muslos con bitácoras,
nacarados senos arrancó el arrecife
con los labios que el alba nunca había dormido.

Amanecía el buque y la sangre
debatíase en escamas plateadas sobre el mar.

Brazos como remos rizaban las olas, urgente
por tu cuerpo el beso, la travesía era.

Equinoccios de sal mordían sus ojos
dejándolo ciego
sonámbulo
náufrago de amor y otras batallas.

Sobre tu espalda
aguamarina una flor azul
al medio día
lanzaba por la borda.

Mercedes Escolano

lunes, 26 de agosto de 2013

REDENCION


Salmos bizarros
carentes de letras y melodías
le son entonados a un Dios desconocido
que impuso su presencia
por los siglos de los siglos
Sangra su corazón
se vuelve ardiente
un cuchillo común y pendenciero
busca tomar venganza
de aquel mordisco femenino
que desterró por siempre al hombre del paraíso
Un cuerpo sin cara
un Cristo sin rostro
herido y lacerado por la mano del prójimo
restaura decidido
una paz que nace del amor
Tu altar de retablos infinitos
como inmensa paradoja
contiene el sacrificio de pan y vino
de ese que sigue siendo corazón benévolo
nueva y santa alianza encarnada
para redimir al hombre de los hombres

Como calvario del arte
una cruz de madera viva
austera desolada inclinada
libre de ladrones y sanedrines
contiene sólo pies y manos los extremos
de un Dios hecho hombre
de ese terco salvador
cuya identidad buscamos
en el más oscuro rincón
en ese recoveco íntimo y desolado
donde habita lo más genuino de lo humano



Enrrique Viloria Vega

domingo, 25 de agosto de 2013

EL VETERANO DE GUERRA


La madrugada
en que los gallos se volvieron locos
y la Torre de Pisa
fue mutilada por cantar
cantares de Ezra Pound.

La noche
en que los gatos desollados vivos
por el celo
arañaban el aire del tejado
y el amante de la adúltera
abandonaba el lecho tibio
para que el engañado descansara
la fatiga y el asma de la fábrica.

El día
en que la tierra envejeció mil años,
cuando Hiroshima se quemó de pronto
y los dorados delfines del dólar
se orinaron de gusto.

La hora
en que el amor no pudo continuar
su acompasado navegar,
su eterno navegar de cuerpo a cuerpo,
porque el pulmón azul del agua
se hizo fuego y flor,
alucinante flor de fuego.

Nunca el vino de Europa
después del último verano
de la guerra
fue más sangre del hombre.
Los que tornábamos del frente
mordíamos en las uvas
los labios
de nuestros compañeros muertos
y el trigo de los campos
nos recordaba el pelo
del último soldado acribillado.

Fue entonces
cuando la paz pesada
como el agua de múltiples cuchillos
nos quitó el estandarte;
nos cubrieron el pecho de medallas
y nos dejaron solos,
con el rencor ardiendo.
Somos chispas nostálgicas
de la hoguera que un día
habrá de reencender su llamarada.



Víctor Sandoval

miércoles, 21 de agosto de 2013

EL NIÑO DE LA PALMA



¡Qué revuelo!

¡Aire, que al toro torillo
le pica el pájaro pillo
que no pone el pie en el suelo!

¡Qué revuelo!

Ángeles con cascabeles
arman la marimorena,
plumas nevando en la arena
rubí de los redondeles.
La Virgen de los caireles
baja una palma del cielo.

¡Qué revuelo!

—Vengas o no en busca mía,
torillo mala persona,
dos cirios y una corona
tendrás en la enfermería.

¡Qué alegría!
¡Cógeme, torillo fiero!
¡Qué salero!

De la gloria a tus pitones,
bajé, gorrión de oro,
a jugar contigo al toro,
no a pedirte explicaciones.
¡A ver si te las compones
y vuelves vivo al chiquero!

¡Qué salero!
¡Cógeme, torillo fiero!

Alas en las zapatillas,
céfiros en las hombreras,
canario de las barreras,
vuelas con las banderillas.
Campanillas
te nacen en las chorreras.

¡Qué salero!
¡Cógeme, torillo fiero!

Te digo y te lo repito,
para no comprometerte,
que tenga cuernos la muerte
a mí se me importa un pito.
Da, toro torillo, un grito
y ¡a la gloria en angarillas!

¡Qué salero!
¡Que te arrastran las mulillas!
¡Cógeme, torillo fiero!

Rafael Alberti

TUMBA DE PAJARO


La hierba fulgura más verde que anteayer
y me he acercado.

Al abrigo de los matorrales
un pequeño jardín se sabe dulce alegoría de la muerte.
Como entonces se escucha
un sonido encandilado de élitros
y el viento norte pasa diciendo que no hay nadie.

Veo ahora una niña antigua,
me reconozco en sus dos manos lentas
mientras pliegan las alas mudas en un hueco de tierra
y se inventa una oración
que habla de libertad y cielo azul para mañana
y dice algo de volar muy alto
mientras pasan las yemas de sus dedos
modelando una tumba.


Las mismas yemas de mis dedos
después de veinte años,
húmedas entre la hierba certifican:
no hay cicatriz ni sombra cíe la herida.
Cuando levanto la vista
la niña se ha marchado.

Amalia Iglesias Serna

martes, 20 de agosto de 2013

ULISES REGRESA



La frase que no hemos dicho,
cierta respiración de la boca en el apetito del sueño,
el silencio que comienza como una bandada de pájaros;
yo he depositado esa frase en el plato donde nos sirven la
cabeza del Bautista.

Estoy aquí después de extraviar mi mejor ofrecimiento,
aquí la escondida aptitud del metal con que los dioses antiguos
desnudaban la desgarradura del mundo,
el crimen como un acto fallido de amor,
la cicatriz invencible de la muerte, la vieja destreza de los labios
colectivos,
el llamado del mar, las señales del pájaro sepultado en su vuelo.

Orden diurno no puedo darles de mí;
en mi esqueleto, en mi atrocidad lunar, lo que brilla es la escasa
sangría
que aún queda de mis astros:
el punto más pequeño y débil de mi frase es un vago movimiento del
agua después del naufragio,
cuando todo ha desaparecido de la superficie
y el propio ritmo del mar adquiere la soltura de ciertas ausencias.
Y este desafío verbal, este arranque del alma,
este cuerpo a cuerpo de la noche con la leyenda
mientras la oscuridad toma la forma de los árboles, de los rostros
entregados a la apariencia del beso,
aún este tiempo nos deja oír el mar,
el antiguo quejido de las playas como una humanidad tolerada por
el sueño de sus dioses
y por el golpe de puñal de sus mejores asesinos.

El sabio desconfía del sabor a selva del alma,
del cuerpo que se baña en la súplica de su propia carne espumando
congoja
de la mujer arrodillada ante lo abstracto del falo;
por ¿qué significado pedían ustedes a la noche?
¿Qué oscura razón de vivir aterraba nuestros labios
mientras la yerba nocturna crecía en vuestros ojos?

Y ese amanecer que alguien lleva en los brazos como un cacharro
que gime débilmente,
crecerá cuando el sol se tope con su propia sombra
y un cultivo de llagas sedientas establezca en los pechos la curva de
la Historia.

Todos sabemos de alguna manera que el terror es una pasión sagrada,
una puesta en escena de nuestra propia inocencia
y de nuestra propia revelación.
Todos sabemos de esta boca alucinante que también está en nuestros
labios silenciosos,
todos sabemos de esa mejilla pálida con que a menudo designamos
la actitud de la tarde.

Una música antigua se oye a lo lejos
y el silencio enciende el fuego de la vejez en el brasero de nuestras
casas.

Jose Carlos Becerra

domingo, 18 de agosto de 2013

PERLAS NEGRAS


Sí, yo amaba lo azul con ardimiento:
las montañas excelsas, los sutiles
crespones de zafir del firmamento,
el piélago sin fin, cuyo lamento
arrulló mis ensueños juveniles.

Callaba mi laúd cuando despliega
cada estrella purísima su broche,
el universo en la quietud navega,
y la luna, hoz de plata, surge y siega
el haz d'espesas sombras de la noche.

Cantaba, si l'aurora descorría
en el Oriente sus rosados velos,
si el aljófar al campo descendía,
y el sol, urna de oro que se abría,
inundaba de luz todos los cielos.

Mas hoy amo la noche, la galana,
de dulce majestad, horas tranquilas
y solemnes, la nubia soberana,
la d'espléndida pompa americana:
¡la noche tropical de tus pupilas!

Hoy esquivo del alba los sonrojos,
su saeta de oro me maltrata,
y el corazón, sin pena y sin enojos,
tan sólo ante lo negro de tus ojos
como el iris del búho se dilata.

¿Qu'encanto hubiera semejante al tuyo,
oh, noche mía? ¡Tu beldad me asombra!
Yo, qu'esplendores matutinos huyo,
¡dejo el alma que agite, cual cocuyo,
sus alas coruscantes en tu sombra!

Si siempre he de sentir esa mirada
fija en mi rostro, poderosa y tierna,
¡adiós, por siempre adiós, rubia alborada!;
doncella de la veste sonrosada:
¡que reine en mi redor la noche eterna!

¡Oh, noche! Ven a mí llena d'encanto;
mientras con vuelo misterioso avanzas,
nada más para ti será mi canto,
y en los brunos repliegues de tu manto,
su cáliz abrirán mis esperanzas...



Amado Nervo


sábado, 17 de agosto de 2013

DANZA DE LA MUERTE




El Mascarón. ¡Mirad el mascarón!
¡Cómo viene del África a New York!

Se fueron los árboles de la pimienta,
los pequeños botones de fósforo.
Se fueron los camellos de carne desgarrada
y los valles de luz que el cisne levantaba con el pico.

Era el momento de las cosas secas,
de la espiga en el ojo y el gato laminado,
del óxido de hierro de los grandes puentes
y el definitivo silencio del corcho.

Era la gran reunión de los animales muertos,
traspasados por las espadas de la luz;
la alegría eterna del hipopótamo con las pezuñas de ceniza
y de la gacela con una siempreviva en la garganta.

En la marchita soledad sin honda
el abollado mascarón danzaba.
Medio lado del mundo era de arena,
mercurio y sol dormido el otro medio.

El mascarón. ¡Mirad el mascarón!
¡Arena, caimán y miedo sobre Nueva York!

*

Desfiladeros de cal aprisionaban un cielo vacío
donde sonaban las voces de los que mueren bajo el guano.
Un cielo mondado y puro, idéntico a sí mismo,
con el bozo y lirio agudo de sus montañas invisibles,

acabó con los más leves tallitos del canto
y se fue al diluvio empaquetado de la savia,
a través del descanso de los últimos desfiles,
levantando con el rabo pedazos de espejo.

Cuando el chino lloraba en el tejado
sin encontrar el desnudo de su mujer
y el director del banco observaba el manómetro
que mide el cruel silencio de la moneda,
el mascarón llegaba al Wall Street.

No es extraño para la danza
este columbario que pone los ojos amarillos.
De la esfinge a la caja de caudales hay un hilo tenso
que atraviesa el corazón de todos los niños pobres.
El ímpetu primitivo baila con el ímpetu mecánico,
ignorantes en su frenesí de la luz original.
Porque si la rueda olvida su fórmula,
ya puede cantar desnuda con las manadas de caballos;
y si una llama quema los helados proyectos,
el cielo tendrá que huir ante el tumulto de las ventanas.
No es extraño este sitio para la danza, yo lo digo.
El mascarón bailará entre columnas de sangre y de números,
entre huracanes de oro y gemidos de obreros parados
que aullarán, noche oscura, por tu tiempo sin luces,
¡oh salvaje Norteamérica! ¡oh impúdica! ¡oh salvaje,
tendida en la frontera de la nieve!

El mascarón. ¡Mirad el mascarón!
¡Qué ola de fango y luciérnaga sobre Nueva York!

*

Yo estaba en la terraza luchando con la luna.
Enjambres de ventanas acribillaban un muslo de la noche.
En mis ojos bebían las dulces vacas de los cielos.
Y las brisas de largos remos
golpeaban los cenicientos cristales de Broadway.

La gota de sangre buscaba la luz de la yema del astro
para fingir una muerta semilla de manzana.
El aire de la llanura, empujado por los pastores,
temblaba con un miedo de molusco sin concha.

Pero no son los muertos los que bailan,
estoy seguro.
Los muertos están embebidos, devorando sus propias manos.
Son los otros los que bailan con el mascarón y su vihuela;
son los otros, los borrachos de plata, los hombres fríos,
los que crecen en el cruce de los muslos y llamas duras,
los que buscan la lombriz en el paisaje de las escaleras,
los que beben en el banco lágrimas de niña muerta
o los que comen por las esquinas diminutas pirámides del alba.

¡Que no baile el Papa!
¡No, que no baile el Papa!
Ni el Rey,
ni el millonario de dientes azules,
ni las bailarinas secas de las catedrales,
ni construcciones, ni esmeraldas, ni locos, ni sodomitas.
Sólo este mascarón,
este mascarón de vieja escarlatina,
¡sólo este mascarón!

Que ya las cobras silbarán por los últimos pisos,
que ya las ortigas estremecerán patios y terrazas,
que ya la Bolsa será una pirámide de musgo,
que ya vendrán lianas después de los fusiles
y muy pronto, muy pronto, muy pronto.
¡Ay, Wall Street!

El mascarón. ¡Mirad el mascarón!
¡Cómo escupe veneno de bosque
por la angustia imperfecta de Nueva York!

Federico García Lorca

viernes, 16 de agosto de 2013

MAGIA NEGRA


¡Atadla! ¡Desnudadla! ¡Suetadle
los brazos con la propia cabellera!
¡Sujetadle los puños por la espalda!
¡Cerradle el nudo con sus mismas trenzas!

Machacad entretanto en el mortero
hasta que polvo imperceptible sea,
la antigua pasta... ¡Machacad de modo
que en un polvo infernal cuaje la mezcla!

Mientras esto se cumple, vieja maga,
no olvides a las cómplices estrellas.
Yo cuidaré del trébede maldito,
donde el incienso que enbrujaste humea.

Y cuando tú lo mandes, profetisa,
yo mismo entre las carnes traicioneras,
le marcaré el tatuaje, poco a poco,
conforme al rito de la magia negra.

La hechizaremos con tan grave hechizo
que una roja locura la enceguezca,
y con los ojos ciegos, desolada
por infinito horror cruce la tierra.

De modo tal que el sacrilegio horrendo
que así me libra a la tieniebla eterna,
sea el crimen más cruel que hayas cumplido,
¡sacerdotisa de la magia negra!

Que así la amo y así por su pecado
pierdo el alma en las hórridas tinieblas...
¡Sacerdotisa!... Sí... Nada me digas...
¡Sé que el octavo círculo me espera!

Pues yo mejor que tú sé de tus artes,
y mucho más que tú sé de tu ciencia...
Por eso, por tus signos te lo juro:
¡Ay de ti si la cábala te yerra!


Arturo Capdevila


jueves, 15 de agosto de 2013

MUÑECA EN VITRINA


Estoy aquí
-mirando sin mirar-
a las niñas que suspiran
por mecerme en sus brazos
renovando el sarcasmo
de las cortas ideas y los largos cabellos
y sin embargo la fábrica
no me dió las lágrimas
ni la ira
para llorar con ellas
esta afrenta de siglos.

Desde mi mundo
irremediablemente inverosímil
rodeada de abalorios
y amigos sin raíces
me aferro al tiempo
sin saber que existen los relojes

Estoy aquí
-mirando sin mirar-
recorridos vacíos de señales,
tropiezos, gestos sin historia
renovados laberintos
donde la gente y los autos compiten
con la lógica fría
de un semáforo en rojo.

Estoy aquí
-oyendo sin oír-
las voces absurdas de los claxones
el llanto inerme de los niños
la frívola sustancia del negocio
el susurro
la palabra soez
la cita presentida
el ahogo indeleble del que pide
o despoja por hambre.

Y miro sin mirar
-en mi vitrina-
el viejo péndulo
que amarra la palabra
de este cuerpo sin alma
que solloza.


Delia Quiñonez

miércoles, 14 de agosto de 2013

DESVELO DE LOS PÁJAROS ANOCHE


Toda la noche los oímos volar:
su vuelo era el dibujo orbicular de los presagios,
la simiente derramándose en lo oscuro.
Durante noches infinitas desvelados
no supimos leer en la penumbra el aleteo.

Nada enseñaba ya San Juan después de tantos siglos,
Ni oscuridad sonora ni cena que lograra
enamorarnos. Somos los abandonados de la fe,
los sumidos de álgida alegría y rechinar de dientes.

Como advertir las lides del amor, los mensajes
de las calandrias en la sombra
sin festines de San Juan ni recreo de los sentidos,
con nuestras conjeturas habituales
desvaneciéndose en el aire.

Si se inundaba de pétalos la noche y no
nos enterábamos.

Se colmaba de juncos amarillos cada hebra abierta
del otoño, de besos desbordantes,
de la ternura que ahora se vuelca compartida
y que creímos se había perdido para siempre.

No veíamos ninguna de estas cosas.

No entendimos lo que el sueño traía a diario
en su arpillera. No comprendimos
la fábula que iba depositándose en furias
y poemas
sobre el párpado. Ni los nenúfares
que enrojecían a la luz y perforábanse de arpegios
si se juntaban nuestras manos.

No asumimos la asfixia del deseo
alojado en su arco interminable de inocencia.

Era un vuelo de aves lo que oímos pasar,
un alvéolo de estrellas que hace miles de años
están muertas y fosforescen todavía.

Ah, fuga de los dioses, abandono, torrentes
de la lluvia, gritos de cimarrón, de profecías
incumplidas en los montes. Himnos vedas himnos
pánicos, misterio inasible del amor,
anclaje vegetal de una pasión, su anillo de oro,
celo ensordecedor de la cigarra,
la verde seducción de su quejido, de su vientre
al temblor de la corteza de los arces.

Descorre los visillos. Que nos visiten
el cuello arqueado de la anémona,
el sibilante ruego del país perdido,
los coros de aves cubiertas de guirnaldas.


Desde el coral los canes mudos del cronista
anuncian el regreso de los dioses.
Hinchan de almizcle las vasijas con sus fértiles
danzas. Desasidos de todo van cayendo exhaustos
sobre nuestros cuerpos dormidos, desnudos.


Lourdes Gil

martes, 13 de agosto de 2013

RECUERDO DEL MAR


¡Cómo te agitas bajo nubes grises,
lámina fina de metal de infancia!
¡Cómo tu rabia, corazón de niebla,
rompe la brida!

Cómo te miro con mis pobres ojos!
¡Qué imagen tuya la que inventa el sueño!
¡Qué lentamente te deshace el aire,
roto en pedazos!

Tú que guardabas en cristal salado
vivos retratos que ondulaba el viento;
tú que arrancabas en el alba fina
sones al alma,
tú que nutrías con tu amarga leche
sombras de playas, olvidados pasos,
ansia de ser sobre tu vientre verde,
locos piratas,
has ido ahogando temblorosamente
sombras que hundieron en tu paz sus ojos.
Hoy tu recuerdo, como lluvia fresca,
moja mi frente.

Si ahora volviera a recorrer tu orilla,
si ahora en tu cuerpo me volcara todo,
si ahora tu cuerpo le prestara al mío
frescos harapos,
si yo desnudo, si cansado, ahora,
más hijo tuyo, ahora, si el otoño
vuelto a mi lado me trajera el tibio
pan en el pico.

-lámina fina de metal de infancia-,
todo olvidado quedaría, todo:
látigos, cuerdas con que me azotabas,
vientos que mugen.

Todo sería nuevamente hermoso,
aunque tu garra me arañase el cuerpo,
aunque al tornar tuvieran tus mañanas
soles más negros.


José Hierro

lunes, 12 de agosto de 2013

EN UN ÁLBUM


La belleza más pura y delicada
Se refleja en tu rostro juvenil,
Eres ninfa risueña, eres un hada,
Eres flor de algún célico pensil.

Es tu espesa y sedosa cabellera
Una inmensa cascada de hebras de oro,
La corona de un rey jamás valiera
Lo que vale ese aurífero tesoro.

Dos azules zafiros son tus ojos,
Que iluminan tu rostro angelical,
Y tus labios delgados son tan rojos
Que podrían llamarse de coral.

Son tus manos dos blancas mariposas
O dos flores talladas en marfil,
Y tus frescas mejillas son dos rosas
Que recién ha entreabierto el sol de Abril.

Es mi estilo muy tosco e imperfecto
Y no puedo expresar, en su rudeza,
Lo que vale tu rostro tan perfecto,
Desbordante de célica belleza.



Delmira Agustini

domingo, 11 de agosto de 2013

NIÑO BELLO


En tu día de bodas, niño mío,
arrancaré las flores de tu herida.

Tu cutis sobre el mío hará caer
del cielo en esa noche lozanía.

Te limpiaré a la aurora con mi lengua
y me odiarás fielmente cada día.

Mi nombre harás rodar del río al mar.
No le amarás aunque su amor le pidas
a la mujer que dejará alargar
por ti su cabellera de llovizna,
y a la otra también, que trenzará
sus bucles con malezas y gramillas.

Deja niño que sea yo quien cause
el mal irreparable en ti. Que digas
que te he querido y que te quise más
de lo que por quererte me querías.





Delfina Acosta

sábado, 10 de agosto de 2013

POEMA DE LA AUSENCIA


Como golpea tu ausencia
cuando evoco tus pasos por la casa,
tus huellas en mi alcoba,
mi cotidiano empeño de tenerte.

Puedo palpar la luz de cada amanecer
con su luna desierta y congelada,
tu voz de agua
fluyendo por mi sangre
de magnolia encendida,
tu sombra fugitiva
que tejes y destejes,
por la escalera anónima
que hasta ti me conduce.

Puedo esperarte desvelada
en la noche profunda,
sembrar el horizonte
de voces que te nombran
desde mis sueños desolados.

Penetrar en un círculo etéreo
de niebla y lejanía
de polvo inerte y blanco
donde mi soledad de nieve
habita el más remoto sitio
de tu alma.

Allí donde tu imagen
en constante reflejo del silencio,
memoria impresa en el espejo.
  



Cristina Maya

viernes, 9 de agosto de 2013

LA ROSA...


Bella , desde su tallo 
en el centro del jardín,
perfumaba ansiosa, la brisa 
la envolvía todo impregnada, 
jugaba a las escondidas…
en todos los rincones,
todo, todo ,olía a rosas.
Ella, airosa, dulce, armoniosa.
Feliz la tarde se recostaba en el horizonte…
mi Reina se preguntaba…
¿vendrá ,vendrá esta noche?
amodorrado Febo , se ocultaba,
sutil un rayo traspaso su corazón ,
mientras en rocío se bañaba…
estremecida en su candor.

En arco íris de pétalos, suspiro,
supo que el estaba ahí….
Amándola, la cubrió de besos…
desde su centro generosa,
sintió como el acaricio..
uno a uno sus pétalos ..
Savia de vida! única…
la convirtió en vitroux!
ella amaco en su tallo
aquel rayo de luz…
que fue alfa y omega,
éxtasis y delirio…
latido irreverente ,
de un instante de amor.


Cristina Mallea


jueves, 8 de agosto de 2013

SERÁ...


Será que estoy un poco húmeda
de hueso y carne.
Será que el pasado fue parte de la novela
develada
atormentadas noches y secretos de amor
prohibido.
Será que en un tiempo remoto
la soledad oscureció instantes
y nadie salió en defensa.
Será que hay batallas que el destino
nos permite ganar
y otras no
como un sino que está escrito.

Será que uno va cambiando
los arrebatos dejan de ser incendio
y pasan a ser llama
o destellos inhóspitos.
Será que la adultez corrompe
parte del asombro
y la ingenuidad de los primeros días.
O será que como el ave fénix
estoy nuevamente renaciendo
dispuesta a todo
por vivir



Claudia Ainchil

miércoles, 7 de agosto de 2013

LLEVO ACOSTADA LARGO TIEMPO


Llevo acostada largo tiempo
en la orilla. Mis pechos
son colinas cubiertas de hoja seca.

Levanto la cabeza y me contemplo:
en mis muslos el vello a punto de ser vello,
me incorporo: la hierba a punto de ser hierba,
doy un paso y despierto al agua
a punto de ser agua,
se asusta un ave negra a punto de ser ave a punto
de ser negra....

Un resplandor me ciega:
el bosque me contempla, a punto de ser bosque,
a punto de ser tuya.

Chantal Maillard




martes, 6 de agosto de 2013

CASA DE CUERVOS



Porque te alimenté con esta realidad
mal cocida
por tantas y tan pobres flores del mal
por este absurdo vuelo a ras de pantano
ego te absolvo de mí
laberinto hijo mío

no es tuya la culpa
ni mía
pobre pequeño mío
del que hice este impecable retrato
forzando la oscuridad del día
párpados de miel
y la mejilla constelada
cerrada a cualquier roce
y la hermosísima distancia
de tu cuerpo
tu náusea es mía
la heredaste como heredan los peces
la asfixia
y el color de tus ojos
es también el color de mi ceguera
bajo el que sombras tejen
sombras y tentaciones
y es mía también la huella
de tu talón estrecho
de arcángel
apenas pasado en la entreabierta ventana
y nuestra
para siempre
la música extranjera
de los cielos batientes
ahora leoncillo
encarnación de mi amor
juegas con mis huesos
y te ocultas entre tu belleza
ciego sordo irredento
casi saciado y libre
con tu sangre que ya no deja lugar
para nada ni nadie

aquí me tienes como siempre
dispuesta a la sorpresa
de tus pasos
a todas las primaveras que inventas
y destruyes
a tenderme —nada infinita—
sobre el mundo
hierba ceniza peste fuego
a lo que quieras por una mirada tuya
que ilumine mis restos
porque así es este amor
que nada comprende
y nada puede
bebes el filtro y te duermes
en ese abismo lleno de ti
música que no ves
colores dichos
largamente explicados al silencio
mezclados como se mezclan los sueños
hasta ese torpe gris
que es despertar
en la gran palma de dios
calva vacía sin extremos
y allí te encuentras
sola y perdida en tu alma
sin más obstáculo que tu cuerpo
sin más puerta que tu cuerpo
así este amor
uno solo y el mismo
con tantos nombres
que a ninguno responde
y tú mirándome
como si no me conocieras
marchándote
como se va la luz del mundo
sin promesas
y otra vez este prado
este prado de negro fuego abandonado
otra vez esta casa vacía
que es mi cuerpo
a donde no has de volver 




Blanca Varela


lunes, 5 de agosto de 2013

HE BUSCADO LA LIBERTAD


He buscado la Libertad creyéndome pájaro, viento,
agua que fluye,

He buscado la Libertad en las resonancias del espacio
imaginando mi materia desintegrada
en las radiaciones de mi conciencia
en la luz que me baña desde el cosmos.

He buscado mi Libertad en cada nudo del camino
en mis sueños.

He buscado la Libertad viendo crecer a mi hijo
Y destruirme en ella cuando él ya buscaba
su libertad.

He buscado mi Libertad en mis amores,
en las amistades perdidas, en las nuevas,
en la gente de mi sangre.

He buscado la Libertad en mis libros,
amados libros, en sus olores, en sus historias.

He buscado la Libertad en cada gota de lluvia
en la nieve que cae tan lejos de mi niñez.

En el jardín y en el bosque,
en el río ¡ Ah, el río! plateado, el más ancho.

He buscado y seguiré aún cuando caiga
vencida.
Los sentimientos me hacen esclava.



Ana Maria Manceda

domingo, 4 de agosto de 2013

LA RAÍZ PERDIDA

                
 
Hermosa flor arrancada del paraje
fuiste a languidecer en mitad del pavimento
gris y mendigante,
con tu raíz perdida.
 
La mano digna que antes
se extendía al campo recogiendo mies,
ahora suplicando le arranca algún mendrugo
a la fingida caridad del que la ve...
 
¡Indígena robado del ensueño,
conoces la mirada de esos rostros
como de quien contempla
a un adorno feo que enturbia su pared...!
 
Voy
y al pasar,
me consumo en la verguenza
de verte allí postrado.
Algo de mí agoniza en tu mirada
y languidezco, hermano,
también yo languidezco
con mi raíz perdida...



Ana Delgado