"Sumérgete en el océano de emociones tejido por palabras, donde cada verso es un eco del alma y cada estrofa es un viaje hacia la profundidad del corazón: Bienvenido al santuario de la poesía, donde los sueños danzan entre líneas y los sentimientos florecen en cada palabra."

lunes, 31 de marzo de 2014

AL REY OSCAR



Así, sire, en el aire de la Francia nos llega
la paloma de plata de Suecia y de Noruega,
que trae en vez de olivo una rosa de fuego.

Un búcaro latino, un noble vaso griego
recibirá el regalo del país de la nieve.
Que a los reinos boreales el patrio viento lleve
otra rosa de sangre y de luz españolas;
pues sobre la sublime hermandad de las olas,
al brotar tu palabra, un saludo le envía
al sol de media noche el sol de Mediodía.

Si Segismundo siente pesar, Hamlet se inquieta.
El Norte ama las palmas; y se junta el poeta
del fiord con el del carmen, porque el mismo oriflama
es de azur. Su divina cornucopia derrama
sobre el polo y el trópico la Paz; y el orbe gira
en un ritmo uniforme por una propia lira:
el Amor. Allá surge Sigurd que al Cid se aúna,
cerca de Dulcinea brilla el rayo de luna,
y la musa de Bécquer del ensueño es esclava
bajo un celeste palio de luz escandinava.

Sire de ojos azules, gracias: por los laureles
de cien bravos vestidos de honor; por los claveles
de la tierra andaluza y la Alhambra del moro;
por la sangre solar de una raza de oro;
por la arrnadura antigua y el yelmo de la gesta;
por las lanzas que fueron una vasta floresta
de gloria y que pasaron Pirineos y Andes;
por Lepanto y Otumba; por el Perú, por Flandes;
por Isabel que cree, por Cristóbal que sueña
y Velázquez que pinta y Cortés que domeña;
por el país sagrado en que Herakles afianza
sus macizas columnas de fuerza y esperanza,
mientras Pan trae el ritmo con la egregia siringa
que no hay trueno que apague ni tempestad que extinga;
por el león simbólico y la Cruz, gracias, sire.

¡Mientras el mundo aliente, mientras la esfera gire,
mientras la onda cordial aliente un ensueño,
mientras haya una viva pasión, un noble empeño,
un buscado imposible, una imposible hazaña,
una América oculta que hallar, vivirá España!

¡Y pues tras la tormenta vienes de peregrino
real, a la morada que entristeció el destino,
la morada que viste luto su puerta abra
al púrpureo y ardiente vibrar de tu palabra:
y que sonría, oh rey Óscar, por un instante;
y tiemble en la flor áurea el más puro brillante
para quien sobre brillos de corona y de nombre,
con labios de monarca lanza un grito de hombre!



Ruben Dario

domingo, 30 de marzo de 2014

MUCHACHA CAMPESINA



Muchacha en el arroyo de los malos presagios
muchacha con el amor dormido en una hamaca
sacando de los sueños tu alegría
tu epidermis de sueño
tu mundial nacimiento
tu piel con el jabón de olor de un día de Reyes
llevas una provincia de gestos en tu estampa
en tu asombro goteado de dramas y canciones
donde juegan desnudas las caricias del viento
y el monte citadino que se amplía con tu blusa
y esa canela que regalas cada vez que miras
y esa infancia rosada bajándote las medias
donde las plantas del deseo bordan tu aire
la gracia de los niños jugando con la hierba
y esa batalla de pinchos reposando en tu pelo
donde buscándote se vuelve la migaja del mundo
todo el hechizo que ignoran tus miradas

¿Sabes?

Me preocupa tu silencio virgen
y el comercio que llevan tus pisadas
y este cielo nublado sangrando contrabando
y el campo con la sequedad de un golpe de tambor
hurgando en la aridez que profana tu llanto
exilada en el número que distrae tu bondad
envuelta en aire desde la leche que te niega la vida
la tierra poseída como despojo o burla
los domingos que nunca recitaron
los sudores de todos los domingos
y el raso que en tu ambiente
los galones lo ascienden al delirio
y el hambre como un gotero marcando el meridiano
en fin me preocupa
todo lo que de tráfico llevan tus traficantes
y ese verano ingenuo que nutre tus ojitos,
trato de convencerte para que no te traten
que el alcohol no marchite tu universal sonrisa
ese rojo de bija que pones cuando ríes
ese ruido surcando madrugadas
un jengibre tu voz como un aplauso
como el lenguaje que llevan en las manos
bastante gratitud para no defenderte
niña/ casi muchacha
niña/ casi cosecha de robos con machetes
niña/ preocupación como las de tus ojos
la que espero pintar para otra primavera.


Miguel Antonio Jimenez

sábado, 29 de marzo de 2014

AL FILO DEL AGUA



Aleteando en el hilo de la sangre
sin resignarse un solo instante a lo eterno
inmerso en el deseo alarga el tiempo
la noche acuchillada por la sed
imán de flor estremecida al ansia
agarrado a su estrella sueña el alba
el dolor de la nada ahondada al beso
el sol blande en su llama
la pasión de los sueños
rueda, una gota de vinagre en tu sed
y en una luz fugaz hiere la vida
el mundo que se ahonda en tu interior
fugitiva de ensueños es tu voz en la nada
sella su honda herida luz de angustia
agoniza la luz sobre la faz de Cristo
subsuelo amado revuelto en la ternura
de tu sangre en el revés del río
fugitivo el fuego venga en tu voz
el instante que fluye de la huida
en el quebrado espejo de tu ser
balanza el equilibrio cuajado de horizontes
siendo del alba su puerto en el hueso de la luz
rueda por su sangre el mundo en la nada del no ser
tiende la sílaba a desnudar la muerte
ardiendo el corazón sobre la tierra
en tu rostro otro paisaje dibujaba el infinito
cede el alma al perfecto mar del sueño
donde beben los tiempos laberintos de sed
invalida el futuro el emblema del ser
gangrenado el planeta emigra en pus
llagas sangran miércoles de ceniza
posee el sentido el ser de su desgarro
sucumbe el pez a la daga del sueño
respira en otra luz su sensitiva escama
los ladrones del tiempo explican tu nostalgia
obsesión del espíritu ante la página
se vuelca el día en la selva de un hacha
derramado en la forma tu conciencia
luz de flor en la huida el sueño toca
el siglo que apuñala un cielo arriba.


Miguel Antonio Jimenez

viernes, 28 de marzo de 2014

SIERRA NEVADA



He vuelto a la blancura dolorosa
de las amadas cumbres,
que guardaron con celo
los días de la lejana juventud.
Aquellas blancas cimas que escondían
el milagro indeciso de un tiempo
al que, en vano, persiguen mis palabras.

Porque entonces la vida era esconderse
entre las blancas cotas de un milagro infinito
y respirar el raro perfume de las cosas,
en el reino sin nombre de las nieves efímeras.
Y era sentir un mar de olas silbantes
agitando las frágiles telas del corazón:
la libertad, esa bandera, ese destino
que ha soñado el insecto de fabulosos élitros,
encerrado por la mano gigante
en la pequeña caja de nácar...
La libertad, su frescor en el rostro;
la libertad al amparo de la inmensa oca blanca.

Hoy contemplo estas crestas
que fueron las almenas de la infancia remota.
He seguido las huellas
que dejaron mis plantas en la nieve
y aspiro el aire ígneo
donde aún vibra, misterioso y dorado, el pólen
de las dudas de antaño.
Nada ya se parece a la vieja quimera,
tan sólo la nostalgia aviva el espejismo.

Aquí en la cúspide,
esquivo los puñales del frío
y veo pasar las nubes hacia el ocaso hambriento.
Ya nada permanece sino este frío que alumbra
este gélido aliento de un titán dormitando.
Aquí en la cúspide, miro hacia esos confines
por donde se han perdido los días azarosos
y las noches de fiesta con estrellas por techo,
con estrellas errantes...

A mis pies ya el armiño, pues volar no es posible,
y la blanca locura de la nieve en el rostro.




Jose Lupiañez

jueves, 27 de marzo de 2014

LOS HOMBRES Y LAS ISLAS


Los hombres oceánicos despertaron, cantaban
las aguas en las islas, de piedra en piedra verde:
las doncellas textiles cruzaban el recinto
en que el fuego y la lluvia entrelazados
procreaban diademas y tambores.


La luna melanésica
fue una dura madrépora, las flores azufradas
venían del océano, las hijas
de la tierra temblaban como olas
en el viento nupcial de las palmeras
y entraron a la carne los arpones
persiguiendo las vidas de la espuma.

Canoas balanceadas en el día desierto,
desde las islas como puntos de polen hacia
la metálica masa de América nocturna:
diminutas estrellas sin nombre, perfumadas
como manantiales secretos, rebosantes
de plumas y corales, cuando
los ojos oceánicos descubrieron la altura
sombría de la costa del cobre, la escarpada
torre de nieve, y los hombres de arcilla
vieron bailar los estandartes húmedos
y los ágiles hijos atmosféricos
de la remota soledad marina,
llegó la rama
del azahar perdido, vino el viento
de la magnolia oceánica, la dulzura
del acicate azul en las caderas,
el beso de las islas sin metales,
puras como la miel desordenada,
sonoras como sábanas del cielo.




Pablo Neruda

miércoles, 26 de marzo de 2014

EL CLAMOR


Alguna vez, andando por la vida,
por piedad, por amor,
como se da una fuente, sin reservas,
yo di mi corazón.
Y dije al que pasaba, sin malicia,
y quizá con fervor:
-Obedezco a la ley que nos gobierna:
He dado el corazón.
Y tan pronto lo dije, como un eco
ya se corrió la voz:
-Ved la mala mujer esa que pasa:
Ha dado el corazón.
De boca en boca, sobre los tejados,
rodaba este clamor:
-¡Echadle piedras, eh, sobre la cara;
ha dado el corazón!
Ya está sangrando, sí, la cara mía,
pero no de rubor,
que me vuelvo a los hombres y repito:
¡He dado el corazón!



Alfonsina Storni

martes, 25 de marzo de 2014

HILANDO


Tanta serenidad es ya dolor.
Junto a la luz del aire
la camisa ya es música, y está recién lavada,
aclarada,
bien ceñida al escorzo
risueño y torneado de la espalda,
con su feraz cosecha,
con el amanecer nunca tardío
de la ropa y la obra. Este es el campo
del milagro: heló aquí,
en el alba del brazo,
en el destello de estas manos, tan acariciadoras
devanando la lana:
el hilo y el ovillo,
y la nuca sin miedo, cantando su viveza,
y el pelo muy castaño
tan bien trenzado,
con su moño y su cinta;
y la falda segura; sin pliegues, color jugo de acacia.
Con la velocidad del cielo ido,
con el taller, con
el ritmo de las mareas de las calles,
está aquí, sin mentira,
con un amor tan mudo y con retorno,
con su celebración y con su servidumbre.




Claudio Rodríguez

lunes, 24 de marzo de 2014

LOS NOMBRES DE LAS COSAS





Si decimos madera, se oye el viento
poniendo entre los árboles su música,
como cuando al nombrar el pan nos llega
un vaho caliente de la mies madura
y al decir vino es un otoño claro
lo que nos toca con su mansa lluvia.

En el ala del nombre cada cosa
trae el olor de una sustancia pura,
la lejana verdad de su materia,
los cálidos cimientos que la fundan.

Si decimos madera suena el golpe
del leñador entre las altas plumas
vegetales, la sombra campesina
si pan decimos fugitiva cruza

y la mano artesana que levanta
la nívea luz de la amasada espuma,
y el rumor jornalero en los lagares
si vino dice nuestra voz, se escucha.

En la arcilla del nombre cada cosa
como en pequeños ríos acumula
el humano sudor, el noble esfuerzo
para su claridad primera y última.

Hasta nosotros vienen nombres, cosas:
madera, vino, pan, metales, frutas...
Satélites diarios nos rodean,
sus solícitas sombras nos ayudan.

Tienes que pronunciar los nombres
de las cosas sintiendo su profunda
realidad de materia y su invisible
condensación de vida.

Tal la pulpa de una almendra,
en la cáscara del nombre trozos de vida,
vidas diminutas, duermen y se despiertan
en tus labios, hijo,
cuando tus labios las pronuncian.




Leopoldo de Luis

domingo, 23 de marzo de 2014

CREDO



Aquí estoy...
En este mundo todavía... Viejo y cansado... Esperando
a que me llamen...
Muchas veces he querido escaparme por la puerta maldita
y condenada
y siempre un ángel invisible me ha tocado en el hombro
y me ha dicho severo:
No, no es la hora todavía... hay que esperar...
Y aquí estoy esperando...
con el mismo traje viejo de ayer,
haciendo recuentos y memoria,
haciendo examen de conciencia,
escudriñando agudamente mi vida...
¡Qué desastre!... ¡Ni un talento!... Todo lo perdí.
Sólo mis ojos saben aún llorar. Esto es lo que me queda...
Y mi esperanza se levanta para decir acongojada:
Otra vez lo haré mejor, Señor,
porque... ¿no es cierto que volvemos a nacer?
¿No es cierto que de alguna manera volvemos a nacer?
Creo que Dios nos da siempre otra vida,
otras vidas nuevas,
otros cuerpos con otras herramientas,
con otros instrumentos... Otras cajas sonoras
donde el alma inmortal y viajera se mueva mejor
para ir corrigiendo lentamente,
muy lentamente, a través de los siglos,
nuestros viejos pecados,
nuestros tercos pecados...
para ir eliminando poco a poco
el veneno original de nuestra sangre
que viene de muy lejos.
Corre el tiempo y lo derrumba todo, lo transforma todo.
Sin embargo pasan los siglos y el alma está, en otro sitio...
¡pero está!
Creo que tenemos muchas vidas,
que todas son purgatorios sucesivos,
y que esos purgatorios sucesivos, todos juntos,
constituyen el infierno, el infierno purificador,
al final del cual está la Luz, el Gran Dios, esperándonos.
Ni el infierno... ni el fuego y el dolor son eternos.
Sólo la Luz brilla sin tregua,
diamantina,
infinita,
misericordiosa,

perdurable por los siglos de los siglos...
Ahí está siempre con sus divinos atributos.
Sólo mis ojos hoy son incapaces de verla...
estos pobres ojos que no saben aún más que llorar.




Leon Felipe

sábado, 22 de marzo de 2014

LA PRIMAVERA



Ya alegra la campiña
la fresca primavera;
el bosque y la pradera
renuevan su verdor.


Con silbo de las ramas
los árboles vecinos
acompañan los trinos
del dulce ruiseñor.


Este es el tiempo, Silvio,
el tiempo del amor.

Escucha cual susurra
el arroyuelo manso;
al sueño y al descanso
convida su rumor.


¡Qué amena está la orilla!
¡Qué clara la corriente!
¿Cuándo exhaló el ambiente
más delicioso olor?
Este es el tiempo, Silvio,
el tiempo del amor.

Más bulla y más temprana
alumbra ya la aurora;
el sol los campos dora
con otro resplandor.


Desnúdanse los montes
del duro y triste hielo,
y vístese ya el cielo
de más vario color.


Este es el tiempo, Silvio,
el tiempo del amor.

Las aves se enamoran,
los peces, los ganados,
y aun se aman enlazados
el árbol y la flor.


Naturaleza toda,
cobrando nueva vida,
aplaude la venida
de mayo bienhechor.


Este es el tiempo, Silvio,
el tiempo del amor.



Tomas de Iriarte

viernes, 21 de marzo de 2014

PREFERENCIAS



Ni las cumbres sublimes ni los ríos
que no han sido ensuciados por los hombres;
ni los palacios ni las blancas ruinas
de los templos antiguos, ni los dioses
de mármol o bronce, iguales todos,
ni la alada victoria ni un bugatti,
y menos aún la música y el baile,
con sus amanerados sacerdotes:
ninguna de esas cosas y de otras
tan admiradas por los más sensibles
y que tienen que ver con el buen gusto
me proporciona una emoción profunda.


Si acaso, los hangares en desuso,
las estaciones fuera de servicio,
el laberinto de las fundiciones,
el brumoso extrarradio, un descampado
en el que sólo puede comprenderse
la perpleja tristeza de los hombres,
y los ríos que arrastran su miseria,
oscuros, majestuosos y solemnes,
y las descomunales escombreras.




Andres Trapiello

jueves, 20 de marzo de 2014

DANS MA PÉNICHE



Quiero vivir cuando el amor muere;
muere, muere pronto, amor mío.
Abre como una cola la victoria purpúrea del deseo,
aunque el amante se crea sepultado en un súbito otoño,
aunque grite:
Vivir así es cosa de muerte.

Pobres amantes,
clamáis a fuerza de ser jóvenes;
sea propicia la muerte al hombre a quien mordió la vida,
caiga su frente cansadamente entre las manos
junto al fulgor redondo de una mesa con cualquier
triste libro
pero en vosotros aún va fresco y fragante
el leve perejil que adorna un día al vencedor adolescente.
Dejad por demasiado cierta la perspectiva de alguna nueva
tumba solitaria.
Aún hay dichas, terribles dichas a conquistar bajo la luz
terrestre.
Ante vuestros ojos, amantes,
cuando el amor muere,
vida de la tierra y la vida del mar palidecen juntamente;
el amor, cuna adorable para los deseos exaltados,
los ha vuelto tan lánguidos como pasajeramente suele
hacerlo
el rasguear de una guitarra en el ocio marino
y la luz del alcohol, aleonado como una cabellera;
vuestra guarida melancólica se cubre de sombras
crepusculares
todo queda afanoso y callado.

Así suele quedar el pecho de los hombres
cuando cesa el tierno borboteo de la melodía confiada,
y tras su delicia interrumpida
un afán insistente puebla el nuevo silencio.

Pobres amantes,
¿de qué os sirvieron las infantiles arras que cruzasteis,
cartas, rizos de luz recién cortada, seda cobriza o negra
ala?
Los atardeceres de manos furtivas,
el trémulo palpitar, los labios que suspiran,
la adoración rendida a un leve sexo vanidoso,
los ay mi vida y los ay muerte mía,
todo, todo,
amarillea y cae y huye con el aire que no vuelve.

Oh, amantes,
encadenados entre los manzanos del edén,
cuando el amor muere,
vuestra crueldad; vuestra piedad pierde su presa,
y vuestros brazos caen como cataratas macilentas,
vuestro pecho queda como roca sin ave,
y en tanto despreciáis todo lo que no lleve un velo funerario,
fertilizáis con lágrimas la tumba de los sueños,
dejando allí caer, ignorantes como niños,
la libertad, la perla de los días.

Pero tú y yo sabemos,
río que bajo mi casa fugitiva deslizas tu vida experta,
que cuando el hombre no tiene ligados sus miembros
por las encantadoras mallas del amor,
cuando el deseo es como una cálida azucena
que se ofrece a todo cuerpo hermoso que fluya a
nuestro lado,
cuánto vale una noche como ésta, indecisa
entre la primavera última y el estío primero,
este instante en que oigo los leves chasquidos del bosque
nocturno. Conforme conmigo mismo y con la indiferencia
de los otros,
solo yo con mi vida,
con mi parte en el mundo.

Jóvenes sátiros
que vivís en la selva, labios risueños
ante el exangüe Dios cristiano,
a quien el comerciante adora para mejor cobrar
su mercancía
pies de jóvenes sátiros,
danzad más presto cuando el amante llora,
mientras lanza su tierna endecha
de: Ah, cuando el amor muere.
Porque oscura y cruel la libertad entonces ha nacido;
vuestra descuidada alegría sabrá fortalecerla,
y el deseo girará locamente en pos de los hermosos
cuerpos que vivifican el mundo un solo instante.



Luis Cernuda

miércoles, 19 de marzo de 2014

INTIMA



Se recogió la vida para verme pasar.
Me fui perdiendo átomo por átomo de mi carne
y fui resbalándome poco a poco al alma.

Peregrina en mí misma, me anduve un largo instante.
Me prolongué en el rumbo de aquel camino errante
que se abría en mi interior,
y me llegué hasta mí, íntima.

Conmigo cabalgando seguí por la sombra del tiempo
y me hice paisaje lejos de mi visión.

Me conocí mensaje lejos de la palabra.
Me sentí vida al reverso de una superficie de colores y formas.
Y me vi claridad ahuyentando la sombra vaciada en la tierra desde el
hombre.

Ha sonado un reloj la hora escogida de todos.
¿La hora? Cualquiera. Todas en una misma.
Las cosas circundantes reconquistan color y forma.
Los hombres se mueven ajenos a sí mismos
para agarrar ese minuto índice
que los conduce por varias direcciones estáticas.

Siempre la misma carne apretándose muda a lo ya hecho.
Me busco. Estoy aún en el paisaje lejos de mi visión.
Sigo siendo mensaje lejos de la palabra.

La forma que se aleja y que fue mía un instante
me ha dejado íntima.
Y me veo claridad ahuyentando la sombra
vaciada en la tierra desde el hombre.


Julia de Burgos

martes, 18 de marzo de 2014

LAS JOYAS


Ella estaba desnuda, y, sabiendo mis gustos,
Sólo había conservado las sonoras alhajas
Cuyas preseas le otorgan el aire vencedor
Que las esclavas moras tienen en días fastos.

Cuando en el aire lanza su sonido burlón
Ese mundo radiante de pedrería y metal
Me sumerge en el éxtasis; yo amo con frenesí
Las Cosas en que se une el sonido a la luz.

Ella estaba tendida y se dejaba amar,
Sonriendo de dicha desde el alto diván
A mi pasión profunda y lenta como el mar
Que ascendía hasta ella como hacia su cantil.

Fijos en mí sus ojos, como en tigre amansado,
Con aire soñador ensayaba posturas
Y el candor añadido a la lubricidad
Nueva gracia agregaba a sus metamorfosis;

Y sus brazos y piernas, sus muslos y sus flancos
Pulidos como el óleo, como el cisne ondulantes,
Pasaban por mis ojos lúcidos y serenos;
Y su vientre y sus senos, racimos de mi viña,

Avanzaban tan cálidos como Ángeles del mal
Para turbar la paz en que mi alma estaba
Y para separarla del peñón de cristal
Donde se había instalado solitaria y tranquila.
Y creí ver unidos en un nuevo diseño
-Tanto hacía su talle resaltar a la pelvis-
Las caderas de Antíope al busto de un efebo,
¡Soberbio era el afeite sobre su oscura tez!

-Y habiéndose la lámpara resignado a morir
Como tan sólo el fuego iluminaba el cuarto,
Cada vez que exhalaba un destello flamígero
Inundaba de sangre su piel color del ámbar.



Charles Baudelaire

lunes, 17 de marzo de 2014

LLENOS DE LAGRIMAS



Llenos de lágrimas tristes
tiene Belardo los ojos,
porque le muestra Belisa
graves los suyos hermosos.

Celos mortales han sido
la causa injusta de todo,
y porque lo aprenda dice
con lágrimas y sollozos:

El cielo me condene a eterno lloro,
si no aborrezco a Filis y te adoro.

Mal haya el fingido amado,
lisonjero y mentiroso,
que juzgó mi voluntad
por la voz del vulgo loco;

y a mí, necio, que dejé
por el viejo lodo el oro,
y por lo que es propio mío
lo que siempre fue de todos.

El cielo me condene a eterno lloro,
si no aborrezco a Filis y te adoro.

Mis enemigos me venzan
en pleitos más peligrosos,
y mi amigo más querido
me levante testimonio;

jure falso contra mí,
y el juez más riguroso
de mis enemigos sea
del lado parcial devoto.

El cielo me condene a eterno lloro,
si no aborrezco a Filis y te adoro,

Y jamás del claro Tajo
vuelva a ver la orilla y soto,
ni a ver enramar sus vides
por los brazos de los olmos;

enviuden las tortolillas
viendo que gozas a otro;
jamás tenga paz contigo
y siempre guerra con todos.

El cielo me condene a eterno lloro,
si no aborrezco a Filis y te adoro.

Cubra el cielo castellano
los más encumbrados sotos,
porque el ganado no pazca
y muerto lo coma el lobo.

Llévese el viento mi choza,
el agua falte a mis pozos,
el fuego abrase mi parva,
la tierra me trague solo.

El cielo me condene a eterno lloro,
si no aborrezco a Filis y te adoro.


Lope de Vega

domingo, 16 de marzo de 2014

EL FAROLERO Y SU NOVIA


  Bien puedes amarme aquí,
que la luna yo encendí,
tú, por ti, sí, tú, por ti.
   —Sí, por mí.
   —Bien puedes besarme aquí,
faro, farol farolera,
la más álgida que vi.
   —Bueno, sí.
   —Bien puedes matarme aquí,
gélida novia lunera
del faro farolerí.
   —Ten. ¿Te di?




Rafael Alberti

sábado, 15 de marzo de 2014

DIME QUE SÍ



Dime que sí,
compañera,
marinera,
dime que sí.

Dime que he de ver la mar,
que en la mar he de quererte.
Compañera,
dime que sí.

Dime que he de ver el viento,
que en el viento he de quererte.
Marinera,
dime que sí.

Dime que sí,
compañera,
dime,
dime que sí.



Rafael Alberti

viernes, 14 de marzo de 2014

QUINTA LUNA



Con ojos que te sieguen huidiza,
soy el azor de tus benditos senos:
palomas que arrullando inflan el buche,
vasos que crecen a un divino fuego.

Y en verdad que tu vientre primerizo,
ni blanco ni moreno,
calladamente se deforma en cantaro
a la presion continua del misterio.


Ah, si me fuera dado referirte
lo inexplicable que en el alma siento,
y hacer de modo que tu angustia santa
se te vuelva alegria todo el tiempo!

Mujer, en el secreto de tu carne
es mi destino el que se esta cumpliendo;
y por eso sonrio a tu sonrisa
y sufro sin querer tu sufrimiento.

Y soy como un pastor ante su tierra
-que mi tierra es tu cuerpo-;
pastor que canta o que en la plaga llora
con los brazos abiertos!

Ah, poco a poco, como un niño triste,
de extraño mal me morire en silencio,
si lo que llevas, que es mi propia viña,
te lo destruye el viento.



Jose Pedroni

jueves, 13 de marzo de 2014

AMANECER



Una vez más reaparece
el día de ayer, ya dado
por muerto y por enterrado.
Otra vez desaparece

el silencio y me amanece
otra vez a nuestro lado.
No sé si será pecado.
A mí no me lo parece.

En este día cualquiera
párate a ver cómo canta,
antes que me vaya fuera,

mi corazón en tu mano
y tu boca en mi garganta
por la mañana temprano.




Manuel Alcantara

miércoles, 12 de marzo de 2014

EL GATO


Ven, bello gato, a mi amoroso pecho;
     Retén las uñas de tu pata,
Y deja que me hunda en tus ojos hermosos
     Mezcla de ágata y metal.

Mientras mis dedos peinan suavemente
     Tu cabeza y tu lomo elástico,
Mientras mi mano de placer se embriaga
     Al palpar tu cuerpo eléctrico,

A mi señora creo ver. Su mirada
     Como la tuya, amable bestia,
Profunda y fría, hiere cual dardo,
  
Y, de los pies a la cabeza,
     Un sutil aire, un peligroso aroma,
Bogan en torno a su tostado cuerpo.



Charles Baudelaire

martes, 11 de marzo de 2014

NO HAY ABANDONO



Se ha muerto la tiniebla en mis pupilas,
desde que hallé tu corazón
en la ventana de mi rostro enfermo.

¡Oh pájaro de amor,
que trinas hondo, como un clarín total y solitario
en la voz de mi pecho!
No hay abandono...
ni habrá miedo jamás en mi sonrisa.

¡Oh pájaro de amor,
que vas nadando cielo en mi tristeza...!
Más allá de tus ojos
mis crepúsculos sueñan bañarse en tus luces...

¿Es azul el misterio?

Asomada en mi misma contemplo mi rescate,
que me vuelve a la vida en tu destello...





Julia de Burgos


lunes, 10 de marzo de 2014

ROMERIA



Pasamos juntos. El sueño
lame nuestros pies qué dulce;
y todo se desplaza en pálidas
renunciaciones sin dulce.

Pasamos juntos. Las muertas
almas, las que, cual nosotros,
cruzaron por el amor,
con enfermos pasos ópalos,
salen en sus lutos rígidos
y se ondulan en nosotros.

Amada, vamos al borde
frágil de un montón de tierra.
Va en aceite ungida el ala,
y en pureza. Pero un golpe,
al caer yo no sé dónde,
afila de cada lágrima
un diente hostil.

Y un soldado, un gran soldado,
heridas por charreteras,
se anima en la tarde heroica,
y a sus pies muestra entre risas,
como una gualdrapa horrenda,
el cerebro de la Vida.

Pasamos juntos, muy juntos,
invicta Luz, paso enfermo;
pasamos juntos las lilas
mostazas de un cementerio.




Cesar Vallejo

domingo, 9 de marzo de 2014

DESEO DE SER PIEL ROJA



La llanura infinita y el cielo su reflejo.
Deseo de ser piel roja.
A las ciudades sin aire llega a veces sin ruido
el relincho de un onagro o el trotar de un bisonte.
Deseo de ser piel roja.
Sitting Bull ha muerto: no hay tambores
que anuncien su llegada a las Grandes Praderas.
Deseo de ser piel roja.
El caballo de hierro cruza ahora sin miedo
desiertos abrasados de silencio. Deseo
de ser piel roja.
Sitting Bull ha muerto y no hay tambores
para hacerlo volver desde el reino de las sombras.
Deseo de ser piel roja.
Cruzó un último jinete la infinita
llanura, dejó tras de sí vana
polvareda, que luego se deshizo en el viento.
Deseo de ser piel roja.
En la Reservación no anida
serpiente cascabel, sino abandono.
DESEO DE SER PIEL ROJA.
(Sitting Bull ha muerto, los tambores
lo gritan sin esperar respuesta. )


Leopoldo Maria Panero

sábado, 8 de marzo de 2014

CUANDO ERA DE CERA...



Cuando era de cera
no sentía nostalgias
ni temblores en los dedos

quién era yo
sino un feto
fácil de mascar
no me urgía ser feliz
pasaba la una
y bajo ella las nubes
una y otra vez

la jaula era un nirvana intrauterino
no existía el sol
además no pensaba en ti
más hoy que la vida me empuja
            y soy el empujado
me urge vivir.




Juan Carlos Lemus

viernes, 7 de marzo de 2014

A TODOS, A VOSOTROS...



A TODOS, a vosotros,
los silenciosos seres de la noche
que tomaron mi mano en las tinieblas, a vosotros,
lámparas
de la luz inmortal, líneas de estrella,
pan de las vidas, hermanos secretos,
a todos, a vosotros,
digo: no hay gracias,
nada podrá llenar las copas
de la pureza,
nada puede
contener todo el sol en las banderas
de la primavera invencible,
como vuestras calladas dignidades.
Solamente
pienso
que he sido tal vez digno de tanta
sencillez, de flor tan pura,
que tal vez soy vosotros, eso mismo,
esa miga de tierra, harina y canto,
ese amasijo natural que sabe
de dónde sale y dónde pertenece.
No soy una campana de tan lejos,
ni un cristal enterrado tan profundo
que tú no puedas descifrar, soy sólo
pueblo, puerta escondida, pan oscuro,
y cuando me recibes, te recibes
a ti mismo, a ese huésped
tantas veces golpeado
y tantas veces
renacido.
A todo, a todos,
a cuantos no conozco, a cuantos nunca
oyeron este nombre, a los que viven
a lo largo de nuestros largos ríos,
al pie de los volcanes, a la sombra
sulfúrica del cobre, a pescadores y labriegos,
a indios azules en la orilla
de lagos centelleantes como vidrios,
al zapatero que a esta hora interroga
clavando el cuero con antiguas manos,
a ti, al que sin saberlo me ha esperado,
yo pertenezco y reconozco y canto.



Pablo Neruda

jueves, 6 de marzo de 2014

SONETO XXIV



Ilustre honor del nombre de Cardona,
décima moradora del Parnaso,
a Tansillo, a Minturno, al culto Taso
sujeto noble de inmortal corona;

si en medio del camino no abandona
la fuerza y el espirtu a vuestro Laso,
por vos me llevará mi osado paso
a la cumbre difícil de Helicona.

Podré llevar entonces, sin trabajo,
con dulce son que el curso al agua enfrena,
por un camino hasta agora enjuto,

el patrio celebrado y rico Tajo,
que del valor de su luciente arena
a vuestro nombre pague el gran tributo.


Garcilaso de la Vega

miércoles, 5 de marzo de 2014

MASA


Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: «¡No mueras, te amo tanto!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Se le acercaron dos y repitiéronle:
«¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando «¡Tanto amor y no poder  nada contra la muerte!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: «¡Quédate hermano!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Entonces todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar...



Cesar Vallejo

martes, 4 de marzo de 2014

EL CIRCULO SE CIERRA


El círculo se cierra, la memoria,
madrastra, por encima
de los días felices, me conduce
hasta la juventud, me abandona en la gruta
interior donde aguarda,
como una estalactita, la tristeza.

O se abre a la piedad
de los únicos dioses pertrechados
de infierno y paraíso.
Del infierno ya sé: Auschwitz, Guantánamo
interminables.
El paraíso exige más imaginación. Sólo consigo
imaginar un cuerpo de veinte años,
sus ángeles, arcángeles,
tronos y potestades.

El círculo se cierra o es mi boca que se abre
 a otra boca: balsámico sabor
                                             de la nada.



Aureliano Cañadas

lunes, 3 de marzo de 2014

COBRA



La cobra toda ojos,
bulto echado la tarde (baja, nube),
bulto entre hojas secas,
rodeada de corazones de súbito parados.

Relojes como pulsos
en los árboles quietos son pájaros cuyas gargantas cuelgan,
besos amables a la cobra baja
cuya piel es sedosa o fría o estéril.

Cobra sobre cristal,
chirriante como navaja fresca que deshace a una virgen,
fruta de la mañana,
cuyo terciopelo aún está por el aire en forma de ave.

Niñas como lagunas,
ojos como esperanzas,
desnudos como hojas
cobra pasa lasciva mirando a su otro cielo.

Pasa y repasa el mundo,
cadena de cuerpos o sangres que se tocan,
cuando la piel entera ha huido como un águila
que oculta el sol. ¡Oh cobra, ama, ama!

Ama bultos o naves o quejidos,
ama todo despacio, cuerpo a cuerpo,
estre muslos de frío o entre pechos
del tamaño de hielos apretados.

Labios, dientes o flores, nieves largas;
tierra debajo convulsa derivando.
Ama al fondo con sangre donde brilla
el carbunclo logrado.



Vicente Aleixandre

domingo, 2 de marzo de 2014

CANCION A UNA MUCHACHA AJEDRECISTA MUERTA



Llueve sobre el verano del tablero.
En blanco y negro llueve sobre ti.
Nadie controla tu reloj: te espero
para jugar allí.

¿Tú mueves o yo muevo? Quién lo sabe.
Quién sabe si allá juega o juega aquí.
De pronto tu tablero es una nave
que te lleva y nos lleva hacia un jardín.

Hacia un jardín remoto de caballos
que inmóviles nos miran, y a un alfil
que negro lanza rayos, rayos, rayos,
y hace mil años que está de perfil.

Hacia un jardín remoto de tres torres
donde una dama blanca va hacia ti,
te llama a ti, y tú hacia ella corres
y no hay en ella fin.

Donde un peón ha roto ya los sellos
y te ciñe las sienes de marfil,
y un rey recoge ahora tus cabellos
para cubrir con ellos su país.

Hacia un jardín remoto al mediodía,
donde el agua se tiende en su dormir,
y ya no hay sed y nunca hay todavía
y hay un árbol de sol en el jardín.

Sólo que tú no estás. Y está la luna
cayendo interminable en el jardín
sobre las soledades de una cuna.
Y hay olor de silencio y de partir.



Miguel Arteche

sábado, 1 de marzo de 2014

EL JARDÍN NEGRO



Es noche. La inmensa
palabra es silencio...
Hay entre los árboles
un grave misterio...
El sonido duerme,
el color se ha muerto.
La fuente está loca,
y mudo está el eco.

¿Te acuerdas?... En vano
quisimos saberlo...
¡Qué raro! ¡Qué oscuro!
¡Aún crispa mis nervios,
pasando ahora mismo
tan sólo el recuerdo,
como si rozado
me hubiera un momento
el ala peluda
de horrible murciélago!...
Ven, ¡mi amada! Inclina
tu frente en mi pecho;
cerremos los ojos;
no oigamos, callemos...
¡Como dos chiquillos
que tiemblan de miedo!

La luna aparece,
las nubes rompiendo...
La luna y la estatua
se dan un gran beso.



Manuel Machado