"Sumérgete en el océano de emociones tejido por palabras, donde cada verso es un eco del alma y cada estrofa es un viaje hacia la profundidad del corazón: Bienvenido al santuario de la poesía, donde los sueños danzan entre líneas y los sentimientos florecen en cada palabra."

lunes, 31 de octubre de 2016

LA DIFICIL

En los extremos estás
de ti, por ellos te busco. 


Amarte: ¡qué ir y venir
a ti misma de ti misma!
Para dar contigo, cerca,
¡qué lejos habrá que ir!
Amor: distancias, vaivén
sin parar. 


En medio del camino, nada.
No, tu voz no, tu silencio. 


Redondo, terso, sin quiebra,
como aire, las preguntas
apenas le rizan,
como piedras, las preguntas
en el fondo se las guarda. 


Superficie del silencio
y yo mirándome en ella. 


Nada, tu silencio, sí.

O todo tu grito, sí. 

Afilado en el callar,
acero, rayo, saeta,
rasgador, desgarrador,
¡qué exactitud repentina
rompiendo al mundo la entraña,
y el fondo del mundo arriba,
donde él llega, fugacísimo! 


Todo, sí, tu grito, sí.

Pero tu voz no la quiero.




Pedro Salinas

domingo, 30 de octubre de 2016

COLEGIALA


De besos y abrazos
no nacen muchachos,
pero tocan a vísperas.


Como avispas: picantes
y enojosas
enaguas blancas entre negro y negro
(y rosa y rosa muslos hacia el alba
casi azul de tus ingles),
cuando corres.


¡Aire! ¡Aire!
(El viento frío y azul la tarde).


Dicen
que te dejas besar en los portales
y abrazar la cintura.


¡Aire! ¡Aire!
Me callaré tu nombre,
pero escucha:
de besos y abrazos
no nacen muchachos,


porque no eran los míos.



Angel Gonzalez

sábado, 29 de octubre de 2016

LOS BEODOS. CUADRO DE COSTUMBRES


Junto a una pulquería
cuyo título es «Los godos»
disputaban dos beodos
la tarde de cierto día.


Yo pasaba por fuera
de la taberna predicha,
me detuve y por mi dicha
oí la disputa entera.


—Oiga, amigo, no me abroche
tan horrenda tontería,
yo le digo que es de día.
—Pos' yo digo que es de noche


—Pos' yo el sol es lo que miro
y no hay estrella ninguna.
—Pos' yo digo que es la luna
y muy grandota dialtiro.


Es que asté' ya se le escapa
toditito don Perfeuto'
porque ya siente el efeuto'
del maldecido Tlamapa.


—¡Qué Tlamapa, ni qué nada!
A mí el pulque no me aprieta,
—Pos' yo apuesto una peseta.
—Pos' yo apuesto mi frezada'.


—¿Pos' con quién nos arreglamos?
—Pos' con cualesquiera', vale,
—Bueno, pero no me jale.
—Bueno, pus' entonces vamos.


Y entre diciendo y haciendo
este par de tercos beodos,
se salieron de «Los godos»
casi, casi que cayendo.


Y viendo pasar un coche
al cochero se acercaron,
y presto le preguntaron
si era de día o de noche.


Pero el salvaje cochero
movió triste la cabeza
y respondió con torpeza:
señores: ¡soy forastero!




Manuel Acuña

viernes, 28 de octubre de 2016

HE PASADO TODA LA NOCHE SIN DORMIR


He pasado toda la noche sin dormir, viendo,
sin espacio tu figura.


Y viéndola siempre de maneras diferentes
de como ella me parece.


Hago pensamientos con el recuerdo de lo que
es ella cuando me habla,
y en cada pensamiento cambia ella de acuerdo
con su semejanza.


Amar es pensar.
Y yo casi me olvido de sentir sólo pensando en ella.


No sé bien lo que quiero, incluso de ella, y no
pienso más que en ella.
Tengo una gran distracción animada.


Cuando deseo encontrarla
casi prefiero no encontrarla,
Para no tener que dejarla luego.
No sé bien lo que quiero, ni quiero saber lo que
quiero. Quiero tan solo
Pensar en ella.
Nada le pido a nadie, ni a ella, sino pensar.




Fernando Pessoa

jueves, 27 de octubre de 2016

CANCIÓN DEL ENSIMISMADO EN EL PUENTE DE BROOKLYN


Apretó las esquirlas
de sol entre los dedos
como si modelase
la mañana con ellos.
En el puente de Brooklyn.


La luz quita a las cosas
su densidad, su peso.


Alas les da: que sean
criaturas del viento.
Luces les da: que moje
sus frentes el misterio.
En el puente de Brooklyn.


Una mujer le entrega
un periódico: «Léalo,
es importante. Mire
las aguas: llevan muertos».


¿Muertos? Mira las aguas.
Son sólo un curso negro.
En el puente de Brooklyn.


Un curso negro y frío
y silencioso, pero
bajo la superficie
laten playas y cielos,
laderas con encinas,
cales y cementerios.


«Mire las aguas: llevan
muertos». (Pero otros muertos).
En el puente de Brooklyn.


Se entreabre el río. Muestra
las entrañas del tiempo.
Revive lo vivido,
rescata lo pretérito.


«Mire los muertos. Lea
lo que dice...» (Sus muertos...,
su corazón, debajo
del agua, en el silencio...)
No ve: recuerda sólo.
Se ve a sí mismo muerto.


¿Cómo decir que ha sido
quien dio figura al fuego,
quien lloró por Aquiles,
el de los pies ligeros;
quien besara en la boca a
Julieta Capuleto?
En el puente de Brooklyn.


¿Mendigo de qué mundo?
¿Errante por qué tiempo
marchito? La mujer
se va desvaneciendo.
En el puente de Brooklyn




Jose Hierro

miércoles, 26 de octubre de 2016

CARRETERA


Volví, volvía —con qué poca ilusión—
a donde tuve mis raíces, mis recuerdos, mi casa
frente al mar, y los árboles
plantados por mis manos, pisoteados por los niños,
comidos por los animales.


Mi casa junto al mar, más solariega
que otras, la que fue más hermosa que todas.
Con qué poca ilusión volvía.


Cárdenas tierras húmedas y soleadas, trigos
color de aquellos ojos, pincelada morada
sobre lo verde, allá en Vivar del Cid,
murallas de olmos negros, amapolas,
verdes sombríos por Entrambasmestas,
platas de la bahía, con qué poca ilusión
pasaba por vosotros.


Cómo se puede vaciar así
un corazón. Cómo se puede
llorar así, por dentro. Frustraciones o muertes
nada me arrancó lágrimas desde aquellos aviones
los que volaban sobre mí y arrasaban mi mundo
sin que arrojasen bombas, ni ametrallasen: sólo
con el ruido de sus motores,
demasiado terrible para mí entonces y ahora.


Qué quedó de mi vida entre sus alas.
Qué en la música oída en la noche,
la que vestía nuestra desnudez
mientras caía el agua cálida, qué gozo, el agua...


Qué se hundió por aquellas escaleras
precipitadas en la noche.


Qué congeló la luna que iluminaba las fachadas.


Qué llevó la marea en la playa de octubre.


Cómo es posible edificar,
reconstruir con tantos materiales
disueltos en el tiempo,
gastados por la lluvia que no vimos caer...


Volví, volvía como ahogado
bajo un montón de escombros
que fueron mi edificio, mi alcázar,
sin una sola lágrima —para qué— que llorar,
apoyado en el llanto de otros días,
como si sólo con lágrimas de entonces
pudiese liberarse este dolor presente
que ya no encuentra llanto.




Jose Hierro

martes, 25 de octubre de 2016

BAHIA DE GUANICA


Por aquí llegaron.
Sí... por aquí llegaron
y aún  no se han marchado.

Atrás quedaron
aquellos diez mandamientos
del hombre libre.
Las Memorias de Lucila.
Y las luces
del Faro de Fajardo

Columbro los senderos
de la Sierra Bermeja,
de Playa Santa,
de Caña Gorda. 


Signos envejecientes
que mantienen al indio
en retaguardia. 


Recuerdo claramente
que oía sus palabras
en aquel Blue Martin Restaurant
que no era el restaurant Martín Azul,
porque así no diría casi nada. 


Y recuerdo también sus palabras,
Mientras esperábamos un ansiado pitorro,
con un pionono o un mofongo,
que tal vez no tendrían,
porque siempre sucede, en estos casos.


Recuerdo sus palabras,
mientras se ensimismaba en el azul no blue
de la Bahía de Guánica:

Por aquí llegaron....
Por aquí llegaron...

Pero se marcharán.



Luis Alvarez

lunes, 24 de octubre de 2016

CON CIEN PESOS EN LAS MANOS


Otra vez la lágrima,
de pie a cabeza me recorre la nostalgia,
de las rosas doradas de nuestros ojos.


Mis queridos compañeros,
les pido que junten cien pesos
en cada mano y levantemos dos cervezas,
así un brindis de espuma y calor,
desfilará como primavera entre los sueños.


Volverán nuestras risas de tarde en tarde,
los juegos y el caballo de bronce en el polvo;
las historias jamás terminadas.


Yo me traje de todos un poco,
el tren desde Santiago venía despacio
y no alcanzó a devorarse los recuerdos.


Me traje tus camisas, Edgardo,
tus botas que gritaban, Diego,
tus páginas y revistas, Oscar;
me traje toda una vida revuelta,
porque éramos tantos y sólo uno.


Fueron muchas las noches de sueños con versos perfectos,
muertos que volvían de sus tumbas a saludarnos,
porque la poesía nos conocía y nos besaba.


Nosotros éramos un poema que quedó inconcluso.


Volverán las cosas, las risas, los llantos,
tras los años en una lejana puerta,
ese dichoso abrazo de fuego;
un amigo en la distancia:  un lucero.


Tras los años, en alguna puerta lejana,
la propia juventud tras nuestras canas;
tras los años en alguna casa lejana,
con cien pesos en la mano y
el eterno brindis de seis muchachos
entre espuma, calor y sueños.




Santiago Azar

domingo, 23 de octubre de 2016

LA LUNA Y LA ROSA

 
En el silencio estrellado
la Luna daba a la rosa
y el aroma de la noche
le henchía —sedienta boca—
el paladar del espíritu,
que adurmiendo su congoja
se abría al cielo nocturno
de Dios y su Madre toda... 


Toda cabellos tranquilos,
la Luna, tranquila y sola,
acariciaba a la Tierra
con sus cabellos de rosa
silvestre, blanca, escondida... 


La Tierra, desde sus rocas,
exhalaba sus entrañas
fundidas de amor, su aroma... 


Entre las zarzas, su nido,
era otra luna la rosa,
toda cabellos cuajados
en la cuna, su corola;
las cabelleras mejidas
de la Luna y de la rosa
y en el crisol de la noche
fundidas en una sola... 


En el silencio estrellado
la Luna daba a la rosa
mientras la rosa se daba
a la Luna, quieta y sola.




Miguel de Unamuno

sábado, 22 de octubre de 2016

ELEGIA EN LA MUERTE DE UN PERRO


 
La quietud sujetó con recia mano
al pobre perro inquieto,
y para siempre
fiel se acostó en su madre
piadosa tierra.


Sus ojos mansos
no clavará en los míos
con la tristeza de faltarle el habla;
no lamerá mi mano,
ni en mi regazo su cabeza fina
reposará.


Y ahora ¿en qué sueñas?
¿Dónde se fue tu espíritu bestia,
y encima de los cielos
te pasees brincando al lado mío?


¡El otro mundo!
¡Otro... otro y no éste!


Un mundo sin el perro,
sin las montañas blandas,
sin los serenos ríos
a que flanqueen los serenos árboles,
sin pájaros ni flores,
sin perros, sin caballos,
sin bueyes que aran...
¡El otro mundo!
¡Mundo de los espíritus!


Pero ¿ allí no tendremos
en torno de nuestra alma
las almas de las cosas de que vive,
el alma de los campos,
las almas de las rocas,
las almas de los árboles y ríos,
las de las bestias?


Allá, en el otro mundo,
tu alma, pobre perro,
¿no habrá de recostar en mi regazo
espiritual su espiritual cabeza?
La lengua de tu alma, pobre amigo,
¿no lamerá la mano de mi alma?


¡El otro mundo...!
¡Otro... y no éste!


Oh, ya no volverás, mi pobre perro,
a sumergir tus ojos
en los ojos que fueron tu mandato;
ve, la tierra arranca
de quien fue tu ideal, tu dios, tu gloria.


Pero él, tu triste amo,
¿te tendrá en la otra vida?
¡El otro mundo...!


¡El otro mundo es el del puro espíritu!
¡Del espíritu puro!
¡Oh terrible pureza,
inanidad, vacío!
¿No volveré a encontrarte, manso amigo?


¿Serás allí un recuerdo,
recuerdo puro?
Y este recuerdo.


¿no correrá a mis ojos?
¿No saltará blandiendo en alegría,
ehhiesto el rabo?
¿No lamerá la mano de mi espíritu?
¿No mirará a mis ojos?


Ese recuerdo,
¿no serás tú, tú mismo,
dueño de ti, viviendo vida eterna?


Tus sueños, ¿qué se hicieron?
¿Qué la piedad con que leal seguiste
de mi voz el mandato?


Yo fui tu religión, yo fui tu gloria;
a Dios en mí soñaste;
mis ojos fueron para ti ventana
del otro mundo.


Si supieras, mi perro,
qué triste está tu dios porque te has muerto.


¡También tu dios se morirá algún día!
Moriste con tus ojos
en mis ojos clavados,
tal vez buscando en estos el misterio
que te envolvía.


Y tus pupilas tristes
a espiar avezadas mis deseos,
preguntar parecían:

¿A dónde vamos, mi amo?
¿A dónde vamos?


El vivir con el hombre, pobre bestia,
te ha dado acaso un anhelar oscuro
que el lobo no conoce;
tal vez cuando acostabas la cabeza
en mi regazo
¡vagamente soñabas en ser hombre
después de muerto!
¡Ser hombre, pobre bestia!
Mira, mi pobre amigo,
mi fiel creyente;
al ver morir tus ojos que me miran,
al ver cristalizarse tu mirada,
antes fluida,
yo también te pregunto: ¿A dónde vamos?
¡Ser hombre, pobre perro!
¡Mira, tu hermano,
es ese otro pobre perro,
junto a la tumba de su dios tendido,
aullando a los cielos,
llama a la muerte!


Tú has muerto en mansedumbre,
tú con dulzura,
entregándote a mí en la suprema
sumisión de la vida;
pero él, el que gime
junto a la tumba de su dios, de su amo
ni morir sabe.


Tú al morir presentías vagamente
vivir en mi memoria,
no morirte del todo,
pero tu pobre hermano
se ve ya muerto en vida,
se ve perdido
y aúlla al cielo suplicando muerte.


Descansa en paz, mi pobre compañero,
descansa en paz; más triste
la suerte de tu dios que no la tuya.


Los dioses lloran cuando muere el perro
que les lamió las manos,
que les miró a los ojos,
y al mirarlos así les preguntaba:
¿A dónde vamos?


Miguel de Unamuno

viernes, 21 de octubre de 2016

CANCION DE LA PRIMAVERA

 
Ya vuelve la primavera:
Suene la gaita,—ruede la danza:
Tiende sobre la pradera
El verde manto—de la esperanza.


Sopla caliente la brisa:
Suene la gaita,—ruede la danza:
Las nubes pasan aprisa,
Y el azur muestran—de la esperanza.


La flor ríe en su capullo:
Suene la gaita,—ruede la danza:
Canta el agua en su murmullo
El poder santo—de la esperanza.


¿La oís que en los aires trina?
Suene la gaita,—ruede la danza:
—«Abrid a la golondrina,
Que vuelve en alas—de la esperanza.»—


Niña, la niña modesta:
Suene la gaita,—ruede la danza:
El Mayo trae tu fiesta
Que el logro trae—de tu esperanza.


Cubre la tierra el amor:
Suene la gaita,—ruede la danza:
El perfume engendrador
Al seno sube—de la esperanza.


Todo zumba y reverdece:
Suene la gaita,—ruede la danza:
Cuanto el son y el verdor crece,
Tanto más crece—toda esperanza.


Sonido, aroma y color
(Suene la gaita,—ruede la danza)
Únense en himnos de amor,
Que engendra el himno—de la esperanza.


Morirá la primavera:
Suene la gaita,—ruede la danza:
Mas cada año en la pradera
Tornará el manto—de la esperanza.


La inocencia de la vida
(Calle la gaita,—pare la danza)
No torna una vez perdida:
¡Perdí la mía!—¡ay mi esperanza!



 Pablo Piferrer

jueves, 20 de octubre de 2016

BLANCA ROSA

 
Corazón purpúrea
en la noche esbelta
embelleciendo el alba... desnuda
huye con el viento
Tu cabello de luna

Suave brisa
perlado tu rostro
lábil, angelical
como enamorado azul

Alma trémula
oye cautiva
los tambores
De tus ojos

Danza al palpitar
el corazón amado
Trinando, tiritando
como Rosado amanecer
quiere sentir tus labios. 


Agua de coral
Carmín encendido

Como un ciervo abreva
de un manantial

¡quiero beber  tu lecho
en las noches oscuras!




Diego Martin Badillo

miércoles, 19 de octubre de 2016

EL CAMINO

 
Es el camino de la muerte,
Es el camino de la vida...


En la frescura de las rosas
ve reparando. Y en las lindas
adolescentes. Y en los suaves
aromas de las tardes tibias.


Abraza los talles esbeltos
y besa las caras bonitas.


De los sabores y colores
gusta. Y de la embriaguez divina.
Escucha las músicas dulces.


Goza de la melancolía
de no saber, de no creer, de
soñar un poco. Ama y olvida,
y atrás no mires. Y no creas
que tiene raíces la dicha.


No habrás llegado hasta que todo
lo hayas perdido. Ve, camina...


Es el camino de la muerte.
Es el camino de la vida.




Manuel Machado

martes, 18 de octubre de 2016

CUARTO DE HOTEL

 
A la luz cenicienta del recuerdo
que quiere redimir lo ya vivido
arde el ayer fantasma. ¿Yo soy ese
que baila al pie del árbol y delira
con nubes que son cuerpos que son olas,
con cuerpos que son nubes que son playas?


¿Soy el que toca el agua y canta el agua,
la nube y vuela, el árbol y echa hojas,
un cuerpo y se despierta y le contesta?
Arde el tiempo fantasma:
arde el ayer, el hoy se quema y el mañana.


Todo lo que soñé dura un minuto
y es un minuto todo lo vivido.


Pero no importan siglos o minutos:
también el tiempo de la estrella es tiempo,
gota de sangre o fuego: parpadeo.

             
Roza mi frente con sus manos frías
el río del pasado y sus memorias
huyen bajo mis párpados de piedra.


No se detiene nunca su carrera
y yo, desde mí mismo, lo despido.
¿Huye de mí el pasado?
¿Huyo con él y aquel que lo despide
es una sombra que me finge, hueca?
Quizá no es él quien huye: yo me alejo
y él no me sigue, ajeno, consumado.


Aquel que fui se queda en la ribera.
No me recuerda nunca ni me busca,
no me contempla ni despide:
contempla, busca a otro fugitivo.
Pero tampoco el otro lo recuerda.

             
No hay  antes ni después. ¿Lo que viví
lo estoy viviendo todavía?
¡Lo que viví! ¿Fui acaso? Todo fluye:
lo que viví lo estoy muriendo todavía.


No tiene fin el tiempo: finge labios,
minutos, muerte, cielos, finge infiernos,
puertas que dan a nada y nadie cruza.


No hay fin, ni paraíso, ni domingo.
No nos espera Dios al fin de semana.
Duerme, no lo despiertan nuestros gritos.


Sólo el silencio lo despierta.
Cuando se calle todo y ya no canten
la sangre, los relojes, las estrellas,
Dios abrirá los ojos
y al reino de su nada volveremos.




Octavio Parra

lunes, 17 de octubre de 2016

ENCAJES

 
Alma son de mis cantares,
tus hechizos... 


Besos, besos
a millares. Y en tus rizos,
besos, besos a millares. 


¡Siempre amores! ¡Nunca amor!

Los placeres
van de prisa:
una risa
y otra risa,
y mil nombres de mujeres,
y mil hojas de jazmín
desgranadas
y ligeras... 


Y son copas no apuradas,
y miradas
pasajeras,
que desfloran nada más. 


Desnudeces,
hermosuras,
carne tibia y morbideces,
elegancias y locuras... 


No me quieras, no me esperes...
¡No hay amor en los placeres!
¡No hay placer en el amor!




Manuel Machado

domingo, 16 de octubre de 2016

DESNUDO


El cielo de tu tacto
amarillo cubría
el oculto jardín
de pasión y de música.


Altas yedras de sangre
abrazaban tus huesos.


La caricia del alma
—brisa en temblor— movía
todo lo que tú eras.


¡Qué crepúsculo bello
de rubor y cansancio
era tu piel! Estabas
como un astro sin brillo
recibiendo del sol
la luz de tu contorno.


Sólo bajo tus pies era de noche.


Eras cárcel de música,
de la música presa
que intentaba escapar
en cada gesto tuyo,
pero que no podía salir
y se asomaba como un niño
a los cristales de tus ojos claros.




Manuel Altolaguire






sábado, 15 de octubre de 2016

ALGUIEN


Un hombre trabajado por el tiempo,
un hombre que ni siquiera espera la muerte
(las pruebas de la muerte son estadísticas
y nadie hay que no corra el albur
de ser el primer inmortal),
un hombre que ha aprendido a agradecer
las modestas limosnas de los días:
el sueño, la rutina, el sabor del agua,
una no sospechada etimología,
un verso latino o sajón,
la memoria de una mujer que lo ha abandonado
hace ya tantos años
que hoy puede recordarla sin amargura,
un hombre que no ignora que el presente
ya es el porvenir y el olvido,
un hombre que ha sido desleal
y con el que fueron desleales,
puede sentir de pronto, al cruzar la calle,
una misteriosa felicidad
que no viene del lado de la esperanza
sino de una antigua inocencia,
de su propia raíz o de un dios disperso.


Sabe que no debe mirarla de cerca,
porque hay razones más terribles que tigres
que le demostrarán su obligación
de ser un desdichado,
pero humildemente recibe
esa felicidad, esa ráfaga.


Quizá en la muerte para siempre seremos,
cuando el polvo sea polvo,
esa indescifrable raíz,
de la cual para siempre crecerá,
ecuánime o atroz,
nuestro solitario cielo o infierno.




Jose Luis Borges

viernes, 14 de octubre de 2016

LLUEVE EN SILENCIO


Llueve en silencio, que esta lluvia es muda
y no hace ruido sino con sosiego.
El cielo duerme. Cuando el alma es viuda
de algo que ignora, el sentimiento es ciego.


Llueve. De mí (de este que soy) reniego...


Tan dulce es esta lluvia de escuchar
(no parece de nubes) que parece
que no es lluvia, mas sólo un susurrar
que a sí mismo se olvida cuando crece.


Llueve. Nada apetece...


No pasa el viento, cielo no hay que sienta.

Llueve lejana e indistintamente,
como una cosa cierta que nos mienta,
como un deseo grande que nos miente.


Llueve. Nada en mí siente..




Fernando Pessoa

jueves, 13 de octubre de 2016

ESCRIBIR ES NACER


Hijo de la oración,
cada mañana
dejo el seno del cántico,
me desnudo del himno que se eleva
a la gloria de Dios
y desde el polvo
me atrevo a murmurar
tristes palabras.


Escribir es nacer,
dejar la cristalina
morada de inocencia
donde ya no estoy.


Mi verso tiene formas maternales;
es nube sobre el mar
y una gota de lluvia,
es niño que en la arena se entretiene
con las espumas y las caracolas.


Mi padre está en los cielos
y yo me siento alegre,
nacido de su Verbo,
de donde salgo cada día.





Manuel Altolaguirre

miércoles, 12 de octubre de 2016

DELANTE DE LA MUERTE

 
Horizonte de guerra cuyas luces,
cuyas auroras repentinas, breves,
cuyas fugaces albas, salvas, fuegos,
multiplican la muerte interminable.


Aquí en Madrid, de noche, solo, triste,
mi frente con el frente son sinónimos
y sobre mi mirada, como llanto,
se derriban los héroes, caen hundidos
por el abismo verde de mi cara.


Yo sé que estoy despierto, que estoy solo,
que el frente paralelo de mi frente
desdeña mi dolor y me abandona.
Ante el glorioso círculo de fuego
nada puedo evocar, nada ni nadie.


No hay recuerdo, placer antes vivido,
que pueda rescatar de mi pasado.
No hay ausencia, ni historia, ni esperanza
que con su engaño calme mi agonía.


Aquí en Madrid, delante de la muerte,
mi corazón pequeño guarda oscuro
un amor que me duele, que no puedo
ni siquiera mostrarlo en esta noche,
ante el inmenso campo de heroísmo.




Manuel Altolaguire

martes, 11 de octubre de 2016

METAMORFOSIS


A veces desearía
transformarme en objetos
cotidianos,
humildes,
olvidables,
sencillos. 


Ser una lapicera. 

Escribir de tu mano
un poema amarillo,
como los girasoles
del arcángel de Arlés
que estallan de verano. 


O dibujar palabras...
«simple como un anillo»
extendiendo silencios
como los de Neruda. 


Por otras, desearía
ser nieve y ser espuma,
y ser mar,
y ser viento,
y ser sol,
y ser bruma. 


Y veces me lo creo
convirtiéndome en cosas
que derrotan distancias
para cuidar tu sueño.

Pero es todo tan leve... 

Mas hay algo que cierto,
al escuchar tu risa
del alma de las rosas
me convierto en el dueño.




Alberto Gustavo Amoroso

lunes, 10 de octubre de 2016

EL PEZ INQUIETO

 
Me han llamado
el mal nacido de todas las madres,
el ateo que corre por fuera de las iglesias,
uno de los más canallas en el corazón
limpio y claro de mis damas,
el estiércol vivo que danza por las calles,
la melodía salvaje de las flores,
el patrón de la soledad y la amargura,
el patán perezoso de nuestra querida sociedad,
aquél que ni siquiera un capital puede producir.


De tantas formas me han llamado
que casi termina en mi olvido.


Yo sólo reconozco mi irreverencia
ante el ruido feroz de la modernidad,
mi aliento de huracán enfurecido,
la capa fresca de mi corazón,
mis ojos como dos fogatas ardiendo,
mi cuerpo que no tiene dueña.


Soy un irrespetuoso de las campanas del Domingo,
indiferente a las reuniones de los señores,
militante del viento y la marea,
soñador de la mesa para todos.


Qué nuevo puedo anunciarles!
ustedes me llaman de tantas formas,
el mal nacido de todas las madres!


Yo sólo digo que soy Santiago Azar,
el pez inquieto que está haciendo temblar
la inmensidad del océano
con todos sus marineros y habitantes.




Santiago Azar

domingo, 9 de octubre de 2016

CUANDO ELLA PASA

 Sentado junto a la ventana,
A través de los cristales, empañados por la nieve,


Veo su adorable imagen, la de ella, mientras


Pasa... pasa... pasa de largo...

Sobre mí, la aflicción ha arrojado su velo:-

Una criatura menos en este mundo
Y un ángel más en el cielo.


Sentado junto a la Ventana,
A través de los cristales, empañados por la nieve,


Pienso que Veo su imagen, la de ella,
Que no pasa ahora... que no pasa de largo...




Fernando Pessoa

sábado, 8 de octubre de 2016

REMANDO AL VIENTO


Percy Bysshe Shelley, yo os pregunto:
Quien navega, ¿es del viento o del agua?


Si la verdad está en el fondo de las cosas,
¿es más cierta la barca que dentro del lago
acompaña, inversa y paralela, a esta que flota?


Si el tiempo quedó detrás, Polidori,
¿la barca de hace un minuto estará vacía?


¿El muelle que dejamos seguirá menguando?


En las afueras del cielo la noche ha borrado al día.


Pronto las ondas del lago borrarán el lago.


Y remamos, remamos sin las manos,
sin los remos, sin el lago, buscando sin los ojos
costa donde hacer pie, tiempo donde caminarnos.


Remamos sin orillas, sin más tierra prometida
que la que mañana nos dé a probar
el enterrador en el hierro de su pala.


Ahora la barca separa la noche de la palabra noche.


También mi corazón tiembla entre dos latidos contrarios.


Respuestas no hay: el viento silba su oscuro pájaro.


Sobre las tramoyas del agua vosotros calláis, yo canto.




Jesus Jimenez Dominguez

viernes, 7 de octubre de 2016

A UN VIEJO Y DISTINGUIDO SEÑOR


Te he visto, por el parque ceniciento
que los poetas aman
para llorar, como una noble sombra
vagar, envuelto en tu levita larga. 


      El talante cortés, ha tantos años
compuesto de una fiesta en la antesala,
 —¡qué bien tus pobres huesos
  ceremoniosos guardan!— 


      Yo te he visto, aspirando distraído,
con el aliento que la tierra exhala
—hoy, tibia tarde en que las mustias hojas
húmedo viento arranca—, 

del eucalipto verde
el frescor de las hojas perfumadas. 


Y te he visto llevar la seca mano
a la perla que brilla en tu corbata.





Antonio Machado

jueves, 6 de octubre de 2016

AMOR MAS PODEROSO QUE LA VIDA


La misma calidad que el sol de tu país,
saliendo entre las nubes:
alegre y delicado matiz en unas hojas,
fulgor de un cristal, modulación
del apagado brillo de la lluvia.


La misma calidad que tu ciudad,
tu ciudad de cristal innumerable
idéntica y distinta, cambiada por el tiempo:
calles que desconozco y plaza antigua
de pájaros poblada,
la plaza en que una noche nos besamos. 


La misma calidad que tu expresión,
al cabo de los años,
esta noche al mirarme:
la misma calidad que tu expresión
y la expresión herida de tus labios. 


Amor que tiene calidad de vida,
amor sin exigencias de futuro,
presente del pasado,
amor más poderoso que la vida:
perdido y encontrado.
Encontrado, perdido...





Jaime Gil de Biedma

miércoles, 5 de octubre de 2016

LA ROSA NIÑA



Cristal, oro y rosa. Alba en Palestina.
Salen los tres reyes de adorar al rey,
flor de infancia llena de una luz divina
que humaniza y dora la mula y el buey. 


Baltasar medita, mirando la estrella
que guía en la altura. Gaspar sueña en
la visión sagrada. Melchor ve en aquella
visión la llegada de un mágico bien.


Las cabalgaduras sacuden los cuellos
cubiertos de sedas y metales. Frío
matinal refresca belfos de camellos
húmedos de gracia, de azul y rocío. 


Las meditaciones de la barba sabia
van acompasando los plumajes flavos,
los ágiles trotes de potros de Arabia
y las risas blancas de negros esclavos. 


¿De dónde vinieron a la Epifanía?
¿De Persia? ¿De Egipto? ¿De la India? Es en vano
cavilar. Vinieron de la luz, del Día,
del Amor. Inútil pensar, Tertuliano. 


El fin anunciaban de un gran cautiverio
y el advenimiento de un raro tesoro. 


Traían un símbolo de triple misterio,
portando el incienso, la mirra y el oro. 


En las cercanías de Belén se para
el cortejo. ¿A causa? A causa de que
una dulce niña de belleza rara
surge ante los magos, todo ensueño y fe. 


¡Oh, reyes! —les dice—. Yo soy una niña
que oyó a los vecinos pastores cantar,
y desde la próxima florida campiña
miró vuestro regio cortejo pasar. 


Yo sé que ha nacido Jesús Nazareno,
que el mundo está lleno de gozo por El,
y que es tan rosado, tan lindo y tan bueno,
que hace al sol más sol, y a la miel más miel. 


Aún no llega el día... ¿Dónde está el establo?
Prestadme la estrella para ir a Belén. 


No tengáis cuidado que la apague el diablo,
con mis ojos puros la cuidaré bien. 


Los magos quedaron silenciosos. Bella
de toda belleza, a Belén tornó
la estrella y la niña, llevada por ella
al establo, cuna de Jesús, entró. 


Pero cuando estuvo junto a aquel infante,
en cuyas pupilas miró a Dios arder,
se quedó pasmada, pálido el semblante,
porque no tenía nada que ofrecer. 


La Madre miraba a su niño lucero,
las dos bestias buenas daban su calor;
sonreía el santo viejo carpintero,
la niña estaba temblando de amor. 


Allí había oro en cajas reales,
perfumes en frascos de hechura oriental,
incienso en copas de finos metales,
y quesos, y flores, y miel de panal.


Se puso rosada, rosada, rosada...
ante la mirada del niño Jesús. 


(Felizmente que era su madrina un hada,
de Anatole France o el doctor Mardrús). 


¡Qué dar a ese niño, qué dar sino ella!
¿Qué dar a ese tierno divino Señor?
Le hubiera ofrecido la mágica estrella,
la de Baltasar, Gaspar y Melchor... 


Mas a los influjos del hada amorosa,
que supo el secreto de aquel corazón,
se fue convirtiendo poco a poco en rosa,
en rosa más bella que las de Sarón.

La metamorfosis fue santa aquel día
(la sombra lejana de Ovidio aplaudía),
pues la dulce niña ofreció al Señor,
que le agradecía y le sonreía,
en la melodía de la Epifanía,
su cuerpo hecho pétalos y su alma hecha olor.




Ruben Dario

martes, 4 de octubre de 2016

HE PASADO TODA LA NOCHE SIN DORMIR

 
He pasado toda la noche sin dormir, viendo,
sin espacio tu figura.


Y viéndola siempre de maneras diferentes
de como ella me parece.


Hago pensamientos con el recuerdo de lo que
es ella cuando me habla,
y en cada pensamiento cambia ella de acuerdo
con su semejanza.


Amar es pensar.
Y yo casi me olvido de sentir sólo pensando en ella.


No sé bien lo que quiero, incluso de ella, y no
pienso más que en ella.


Tengo una gran distracción animada.
Cuando deseo encontrarla
casi prefiero no encontrarla,
Para no tener que dejarla luego.


No sé bien lo que quiero, ni quiero saber lo que
quiero. Quiero tan solo
Pensar en ella.


Nada le pido a nadie, ni a ella, sino pensar.




Fernando Pessoa

lunes, 3 de octubre de 2016

GRAVITACION

Los abismos atraen. 

Yo vivo en la orilla de tu alma.
Inclinado hacia ti,
sondeo tus pensamientos,
indago el germen de tus actos.


Vagos deseos se remueven en el fondo,
confusos y ondulantes en su lecho de reptiles.


¿De qué se nutre mi contemplación voraz?
Veo el abismo
y tú yaces en lo profundo de ti misma.
Ninguna revelación. 


Nada que se parezca al brusco despertar de la conciencia. 


Nada sino el ojo implacable  que me devuelve mi descubierta mirada.


Narciso repulsivo, me contemplo el alma en el fondo de un pozo.


A veces, el vértigo desvía los ojos de ti.
Pero siempre vuelvo a escrutar en la sima.


Otros, felices, miran un momento tu alma
y se van.
Yo sigo a la orilla, ensimismado.


Muchos seres se despeñan a lo lejos.
Sus restos yacen borrosos,
disueltos en la satisfacción.


Atraído por el abismo,
vivo la melancólica certeza
de que no voy a caer nunca.




Juan Jose Arreola

domingo, 2 de octubre de 2016

PALABRAS PARA JULIA

 
Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.


Hija mía es mejor vivir
con la alegría de los hombres
que llorar ante el muro ciego.


Te sentirás acorralada
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido.


Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado.


Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.


La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor.


Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada.


Pero yo cuando te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras
pienso también en otra gente.


Tu destino está en los demás
tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.


Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones.


Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti
como ahora pienso.


Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.


La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.


Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.


Perdóname no sé decirte
nada más pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.


Y siempre siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.




Jose Agustin Goytisolo

sábado, 1 de octubre de 2016

MORIR EN SOLEDAD


Quiero morir por un momento en mi soledad

Tan solo por unos minutos quiero ser libre
Y despojar todas las puñaladas que
La vida me ha clavado,
Y sentir la suave caricia de lágrimas
Derramadas sobre mi soledad.


Quiero ser un alma limpia
Tan solo ser un respiro liberador,
Separado de la suciedad impune
Que corrompe mi alma
Y no me libera de las cadenas de mi soledad


Quiero nacer nuevamente
Con la vida plasmada en una hoja de papel
Sin manchas, sin errores, sin huellas
Que marcadas están en mi vida
Y derramadas viven en mi alma.


Quiero borrar los recuerdos que
Marcaron el rumbo de mi camino
Y volar por el cielo azul de mi corazón
Sin Límites ni tropiezos,
La vida será vida cuando mi ángel esperado venga
Y me llame para partir de este profundo abismo.




Victor Andrade