"Sumérgete en el océano de emociones tejido por palabras, donde cada verso es un eco del alma y cada estrofa es un viaje hacia la profundidad del corazón: Bienvenido al santuario de la poesía, donde los sueños danzan entre líneas y los sentimientos florecen en cada palabra."

sábado, 30 de septiembre de 2017

LA LEY DE LA VIDA


Quisiera estar de acuerdo con la ley de la vida
—tal vez, la de la selva, al instinto fiada—,
según la cual se vive de acuerdo a la comida:
la bestia menos fuerte ha de ser devorada.


Y quisiera también aceptar la partida
—ya que sin consentirlo nos viene la llegada—,
sufrir, sin execrar al que odia u olvida,
como al rico que abruma a quien no tiene nada.


Y tan profunda siento la triste disidencia
que rechazo reacia tan duras condiciones:
mas vivir no es posible opuesta a la existencia,
las manos temblorosas apretando las sienes,
pese al compás armónico de nuestros corazones
y al amor que te tengo y que también me tienes.




Marilina Rebora

viernes, 29 de septiembre de 2017

A MI HIJO


Alguien dijo que recuerdas
un niñito de Murillo,
y en verdad que lo pareces
por tu gracia y por tus rizos. 


Tienes cabellos castaños,
ensortijados y finos
con algo de oro en las sienes,
como si fuera rocío. 


La tez pálida y morena,
negros ojos expresivos
que miran llenos de asombro,
como miran los del niño. 


Estabas con tus juguetes,
de pie sobre el ancho piso,
cuando te vi de repente
junto al blanco corderillo;
y al mismo tiempo la imagen
que tuviera en el olvido
apareció viva y fuerte,
tan clara como un prodigio. 


Sin perder un solo instante,
entré de un salto al recinto
y trepando como pude
saqué el Cristo de su sitio,
colocándolo a tu lado
según era mi designio. 


Y después, en un arranque
de ternura y de cariño,
orgullosa más que nunca
de mi hijo y de mi niño,
exclamé dándote un beso
en ese rostro tan lindo:
«¡Eres el San Juan Bautista
más delicioso que he visto!»




Marilina Rebora

jueves, 28 de septiembre de 2017

NOCHE

 
Tal vez esta noche no es noche
debe ser un sol horrendo, o
lo otro, o cualquier cosa...


¡Qué sé yo! ¡Faltan palabras,
falta candor, falta poesía
cuando la sangre llora y llora!

¡Pudiera ser tan feliz esta noche!
Si sólo me fuera dado palpar
las sombras, oír pasos
decir «buenas noches» a cualquiera
que pasease a su perro,
miraría la luna, dijera su
extraña lactescencia, tropezaría
con piedras al azar, como se hace.

Pero hay algo que rompe la piel,
una ciega furia
que corre por mi venas.


¡Quiero salir! Cancerbero del alma:
¡Deja, déjame traspasar tu sonrisa!

¡Pudiera ser tan feliz esta noche!
Aún quedan ensueños rezagados.

¡Y tantos libros! ¡Y tantas luces!
¡Y mis pocos años! ¿Por qué no?
La muerte está lejana. No me mira.

¡Tanta vida Señor!
¿Para qué tanta vida?




Alejandra Pizarnik

miércoles, 27 de septiembre de 2017

A LA ESPERA DE LA OSCURIDAD


Ese instante que no se olvida
Tan vacío devuelto por las sombras
Tan vacío rechazado por los relojes
Ese pobre instante adoptado por mi ternura
Desnudo desnudo de sangre de alas
Sin ojos para recordad angustias de antaño
Sin labios para recoger el sumo de las violencias
Perdidas en el centro de los helados campanarios.


Ampáralo niña ciega del alma
Ponle tus cabellos escarchados por el fuego
Abrázalo pequeña estatua de terror
Señálale el mundo convulsionado a tus pies
A tus pies mueren las golondrinas
Tiritantes de pavor frente al futuro
Dile que los suspiros del mar
Humedecen las únicas palabras
Por las que vale vivir.


Pero ese instante sudoroso de nada
Acurrucado en la cueva del destino
Sin manos para decir nunca
Sin manos para regalar mariposas
A los niños muertos.




Alejandra Pizarnik

martes, 26 de septiembre de 2017

QUIEN DE CORAZON RESPONDE

 
¿Quién del corazón responde?
Hoy juntos, mujer querida,
En la aurora de la vida
Nuestros destinos están;
  Pero mañana... ¿quién sabe
Do nos lleven las congojas,
Como de un árbol dos hojas
Que arrebata el buracán?

  Se evapora en este mundo
La esencia de los amores,
Como el frescor de las flores
En el calor estival.
  Y con el paso del tiempo
Se ahuyenta la fe del alma,
Cual se ahuyenta de una palma
El verdor primaveral.

  Tú me has jurado mil veces
Un amor tierno y constante;
Yo también te juré amante
Pura, santa, eterna fe.

  Pero quizá, irresistible,
Del hado la fuerza impía,
A olvidar rae obligue un día
Lo que a tus plantas juré.

  Tal vez, mujer, anhelando
A la de otro unir tu suerte,
Mi pecho hieras de muerte
Con tu altanero desdén.
  No hay que fiar en las ondas,
No hay que liar en los vientos,
Del alma en los juramentos,
De la vida en el vaivén.

  Hay un destino implacable
Que a nuestra vida preside,
Y que del hombre decide
La dicha y el porvenir.
  Contra esa mano de hierro
Nuestro corazón se estrella,
Y en vano lucha, porque ella
Lo subyuga hasta morir.


  Si a tal influencia, perjuros
Nuestras promesas rompemos,
Al destino obedecemos;
Culpas de él las nuestras son.


  Amémonos hoy; mañana...
En nuestro poder no cabe
Cumplir un voto... ¡quién sabe!
¡No se manda al corazón!




Ignacio Manuel Altamirano

lunes, 25 de septiembre de 2017

PENSANDO EN ELLA


¿Por qué tanto suspiro y duelo tanto?
¿Por qué verter a su recuerdo el llanto;
¡Oh, alma mía! si tus ojos ven
Entre las nieblas del pesar profundo ,
Que un condenado hay menos en el mundo,
Y un arcángel hay más en el edén?


¿No ves cruzar la imagen de tu amada ,
Pura y feliz, la bóveda azulada
Por do las nube s y los astros van?
¿No ves de su semblante los destellos?
¿Por qué afligirte entonce s por aquellos
Que ya en la luz del paraíso están?


Mírala va en el cielo: hasta su planta
En tus hora s más lúgubres levanta
Tu esperanza cristiana y tu oración.


Y que renazcan de tu fe las flores;
Ella vela por tí; sufre y no llores,
No llores más, mi pobre corazón.




Ignacio Manuel Altamirano

domingo, 24 de septiembre de 2017

PALABRA VIVA

           
Vencido entre las cosas
en tu pecho mudo
claudica la palabra
errante y desvanecida.
Desangrada en oros
en tu suprema hemorragia
el denso silencio nos depara.
Alguien
Alguien me dijera
cuan lejos las palabras todavía
palabras limpias que se fueron
lodos de miseria nos legaron
Y frente a ellas
hechos alzando vallas
lindes aún sin nombre
la hondura mecida de la noche
vagando libre en la desdicha
Haya tiempo todavía.
Vuelva la palabra
intacta y viva
y surcando los nombres
diga la vida
Haya tiempo
Haya tiempo todavía

 
 
Joaquín Arespacochaga

sábado, 23 de septiembre de 2017

MAR DE INVIERNO

 
Entre los sonidos del viento
se enredan
in bosquejos de azul
las ramas.


Como manos paganas
en plegaria
y cantos de naturaleza
que hablan de ti
al océano..


Donde escucho mis silencios,
susurrantes entre olas fragorosas
y olorosas
en una mañana de invierno
de un pueblo inexistente:
viaje desesperado
por un sueño,
donde me pierdo en lo azul
de tu corazón
que a veces habla, a veces calla,
voz invisible
que escucho entre cabellos en movimiento
en el suave perfume del aire
que embriaga la razón cansada
y estimula extravagantes ideas...

 
 
 
Maria Cecilia Camozzi

viernes, 22 de septiembre de 2017

NOCTURNO


 ¡Pues bien!, yo necesito decirte que te adoro,
decirte que te quiero con todo el corazón;
que es mucho lo que sufro, que es mucho lo que lloro,
que ya no puedo tanto, y al grito en que te imploro,
te imploro y te hablo en nombre de mi última ilusión. 


Yo quiero que tú sepas que ya hace muchos días
estoy enfermo y pálido de tanto no dormir;
que están mis noches negras, tan negras y sombrías,
que ya se han muerto todas las esperanzas mías,
que ya no sé ni dónde se alzaba el porvenir. 


De noche, cuando pongo mis sienes en la almohada
y hacia otro mundo quiero mi espíritu volver,
camino mucho, mucho, y al fin de la jornada,
las formas de mi madre se pierden en la nada,
y tú de nuevo vuelves en mi alma a aparecer.


Comprendo que tus besos jamás han de ser míos,
comprendo que en tus ojos no me he de ver jamás;
y te amo y en mis locos y ardientes desvaríos,
bendigo tus desdenes, adoro tus desvíos,
y en vez de amarte menos te quiero mucho más. 


A veces pienso en darte mi eterna despedida,
borrarte en mis recuerdos y huir de esta pasión;
mas si es en vano todo y el alma no te olvida,
¿qué quieres tú que yo haga, pedazo de mi vida,
qué quieres tú que yo haga con este corazón? 


Y luego que ya estaba concluido el santuario,
tu lámpara encendida, tu velo en el altar,
el sol de la mañana detrás del campanario,
chispeando las antorchas, humeando el incensario,
y abierta allá a lo lejos la puerta del hogar... 


¡Qué hermoso hubiera sido vivir bajo aquel techo,
los dos unidos siempre y amándonos los dos;
tú siempre enamorada, yo siempre satisfecho,
los dos una sola alma, los dos un solo pecho,
y en medio de nosotros mi madre como un Dios! 


¡Figúrate qué hermosas las horas de esa vida!
¡Qué dulce y bello el viaje por una tierra así!
Y yo soñaba en eso, mi santa prometida;
y al delirar en eso con alma estremecida,
pensaba yo en ser bueno por ti, no más por ti. 


Bien sabe Dios que ese era mi más hermoso sueño,
mi afán y mi esperanza, mi dicha y mi placer;
¡bien sabe Dios que en nada cifraba yo mi empeño,
sino en amarte mucho en el hogar risueño
que me envolvió en sus besos cuando me vio nacer! 


Esa era mi esperanza... mas ya que a sus fulgores
se opone el hondo abismo que existe entre los dos,
¡adiós por la vez última, amor de mis amores;
la luz de mis tinieblas, la esencia de mis flores;
mi lira de poeta,mi juventud, adiós!




Manuel Acuña

jueves, 21 de septiembre de 2017

POBRE FLOR


—«¿Por qué te miro así tan abatida,
pobre flor?
¿En dónde están las galas de tu vida
y el color?


»Dime, ¿por qué tan triste te consumes,
dulce bien?»


—«¿Quién?, ¡el delirio devorante y loco
de un amor,
que me fue consumiendo poco a poco
de dolor!


Porque amando con toda la ternura
de la fe,
a mí no quiso amarme la criatura
que yo amé.


»Y por eso sin galas me marchito
triste aquí,
siempre llorando en mi dolor maldito,
¡Siempre así!»—
¡Habló la flor!...


Yo gemí... era igual a la memoria
de mi amor.




Manuel Acuña

miércoles, 20 de septiembre de 2017

LOS BESOS


No te olvides, temprana, de los besos un día.

De los besos alados que a tu boca llegaron.


Un instante pusieron su plumaje encendido
sobre el puro dibujo que se rinde entreabierto.


 Te rozaron los dientes. Tú sentiste su bulto,
En tu boca latiendo su celeste plumaje.


Ah, redondo tu labio palpitaba de dicha.


¿Quién no besa esos pájaros cuando llegan, escapan?

 Entreabierta tu boca vi tus dientes blanquísimos.


Ah, los picos delgados entre labios se hunden.


Ah, picaron celestes, mientras dulce sentiste
que tu cuerpo ligero, muy ligero, se erguía.

¡Cuán graciosa, cuán fina, cuán esbelta reinabas!


Luz o pájaros llegan, besos puros, plumajes.


Y oscurecen tu rostro con sus alas calientes,
que te rozan. revuelan, mientras ciega tú brillas.

 No lo olvides. Felices, mira, van, ahora escapan.


Mira: vuelan, ascienden, el azul los adopta.


Suben altos, dorados. Van calientes, ardiendo.


Gimen, cantan, esplenden. En el cielo deliran.




Vicente Aleixandre

martes, 19 de septiembre de 2017

LA VENTANA



Cuánta tristeza en una hoja del otoño,
dudosa siempre en último extremo si presentarse como cuchillo.


Cuánta vacilación en el color de los ojos
antes de quedar frío como una gota amarilla.


Tu tristeza, minutos antes de morirte,
sólo comparable con la lentitud de una rosa cuando acaba,
esa sed con espinas que suplica a lo que no puede,
gesto de un cuello, dulce carne que tiembla.


Eras hermosa como la dificultad de respirar en un cuarto cerrado.


Transparente como la repugnancia a un sol ubérrimo,
tibia como ese suelo donde nadie ha pisado,
lenta como el cansancio que rinde al aire quieto.


Tu mano, bajo la cual se veían las cosas,
cristal finísimo que no acarició nunca otra mano,
flor o vidrio que, nunca deshojado,
era verde al reflejo de una luna de hierro.


Tu carne, en que la sangre detenida apenas consentía
una triste burbuja rompiendo entre los dientes,
como la débil palabra que casi ya es redonda
detenida en la lengua dulcemente de noche.


Tu sangre, en que ese limo donde no entra la luz
es como el beso falso de unos polvos o un talco,
un rostro en que destella tenuemente la muerte,
beso dulce que da una cera enfriada.


Oh tú, amoroso poniente que te despides como dos brazos largos
cuando por una ventana ahora abierta a ese frío
una fresca mariposa penetra,
alas, nombre o dolor, pena contra la vida
que se marcha volando con el último rayo.


Oh tú, calor, rubí o ardiente pluma,
pájaros encendidos que son nuncio de la noche,
plumaje con forma de corazón colorado
que en lo negro se extiende como dos alas grandes.


Barcos lejanos, silbo amoroso, velas que no suenan,
silencio como mano que acaricia lo quieto,
beso inmenso del mundo como una boca sola,
como dos bocas fijas que nunca se separan.


¡Oh verdad, oh morir una noche de otoño,
cuerpo largo que viaja hacia la luz del fondo,
agua dulce que sostienes un cuerpo concedido,
verde o frío palor que vistes un desnudo!




Vicente Aleixandre

lunes, 18 de septiembre de 2017

HACIA LA TIERRA




 
Cuando tiempo y distancia
engañan los recuerdos,
¿Quién lo ignora?, es amargo
volver. Porque interpuesto


Algo está entre los ojos
la imagen primera,
mudando duramente
amor en extrañeza.


Es acaso un espacio
vacío, una luz ida,
ajada en toda cosa
ya la hermosura viva.


Mas volver debe el alma
tal pájaro en otoño,
y aquel dolor pasado
visitar, y aquel gozo.


Nube de una mañana
áurea, rama de púrpura
junto a una tapia, sombra
azul bajo la luna.


Posibles paraísos
o infiernos ya no entiende
el alma sino en tierra.
Por eso el alma quiere,


Cansada de los sueños
y los delirios tristes,
volver a la morada
suya antigua. Y unirse,


Como se une la piedra
al fondo de su agua,
fatal, oscuramente,
con una tierra amada.




Luis Cernuda

domingo, 17 de septiembre de 2017

CONTIGO


 
No verte
se me antoja angustioso. 


Diluirte en el recuerdo
como una bola de anís
en un vaso de sal.
Perderte. No verte. 


Rozar tu alma en mis sueños
Estirar los dedos y no ver el cielo
Cerrar los puños y amarrar el aire
Abrir los ojos y no ver el mar. 


Las noches se desperezan
como anguilas y se estiran
hasta llenarlo todo de algas. 


Mi piel se estremece y tiembla
Mis labios te buscan
Mis ojos pierden la libertad

¿Acaso robaste mi calma
con cada trozo de sueño?
Mi alma chapotea en mi angustia
y me salpica el corazón. 


Nos respirábamos.
Encerrábamos el tiempo en una botella
y nos reíamos de la soledad.
El cielo era de piel.
Y nuestros cuerpos de agua.

                    Amor amarillo. 

                  ... Y ahora que las palabras no saben decir nada
Tu vacío se expande y me aprieta por dentro
El aire me huye y no puedo respirar...

 Te regalo mis manos
 para que sujetes mi destino.

 
 
Sandra Martinez Guerrero

sábado, 16 de septiembre de 2017

FALLUJAH


 
Con metales estridentes y bolas de fuego
vienen los infieles dioses de occidente,
imberbes nacidos ayer a la civilización
revestidos en dura piel de indiferencia,
nos acosan con iras y derrumbes. 


Sus fuegos como rayos de mil soles
nos queman el aire y los pulmones. 


Tocan casas, edificios, la sagrada mezquita y nosotros adentro. 

Bajo el ruido de bombas cayendo como bombas cayendo.

Y nosotros, con las bombas, cayendo al oscuro fondo de la fosa. 


Ruido, llamaradas, polvo, escombros,
sangre, ardores en la carne y lamentos.
Luego silencio de muerte.


Decorados de muerte.
Hedores de muerte.


Odios de muerte.

Silencio de eterna muerte. 

Los dioses héroes bajo el peso de sus equipos
añorando el ocio del humo de un malboro
o la pelirrubia para sus fantasías de perro endemoniado,

En la cúpula, en los paraísos alfombrados,
los más dioses que ellos
repasan las cuentas alegres del negocio. 


Nosotros aquí en este agujero sin nombre que es hoy Fallujah,
solo resistiendo.


Muerto voy cubierto de ruinas, viendo morir,
muerto estoy envuelto en fuego, humo y alarido, escuchando morir,
muerto soy acosado por la sangre derramada, sintiendo morir. 


Ellos en su miserable vida de invasores
sin más razón que sus metales ardiendo,
refugiados en potentes máquinas voladoras,
            como ángeles del infierno, nos queman con sus decretos,
acorazados en portentosos aceros rodantes,
            como empresarios del mal, nos flagelan con sus odios,
guarnecidos bajo 30 kilos de utilería mortal,
            como abanderados del progreso, nos entregan las llaves de la tierra arrasada. 


Si resisto me matan, si no resisto me mueren. 

Las casas en el suelo, los edificios en ruinas,
pestilencia, derrumbes, vidrios rotos,
cráteres donde estallaron las bombas,
panorama unicolor de la destrucción.

Estas son las razones de mi canto.


Tito Alvarado

viernes, 15 de septiembre de 2017

AGUA SEXUAL


Rodando a goterones solos,
a gotas como dientes,
a espesos goterones de mermelada y sangre,
rodando a goterones
cae el agua,
como una espada en gotas,
como un desgarrador río de vidrio,
cae mordiendo,
golpeando el eje de la simetría, pegando en las costuras del alma,
rompiendo cosas abandonadas, empapando lo oscuro.


Solamente es un soplo, más húmedo que el llanto,
un líquido, un sudor, un aceite sin nombre,
un movimiento agudo,
haciéndose, espesándose,
cae el agua,
a goterones lentos,
hacia su mar, hacia su seco océano,
hacia su ola sin agua.


Veo el verano extenso, y un estertor saliendo de un granero,
bodegas, cigarras,
poblaciones, estímulos,
habitaciones, niñas
durmiendo con las manos en el corazón,
soñando con bandidos, con incendios,
veo barcos,
veo árboles de médula
erizados como gatos rabiosos,
veo sangre, puñales y medias de mujer,
y pelos de hombre,
veo camas, veo corredores donde grita una virgen,
veo frazadas y órganos y hoteles.


Veo los sueños sigilosos,
admito los postreros días,
y también los orígenes, y también los recuerdos,
como un párpado atrozmente levantado a la fuerza
estoy mirando.


Y entonces hay este sonido:
un ruido rojo de huesos,
un pegarse de carne,
y piernas amarillas como espigas juntándose.


Yo escucho entre el disparo de los besos,
escucho, sacudido entre respiraciones y sollozos.


Estoy mirando, oyendo,
con la mitad del alma en el mar y la mitad del alma en la tierra,
y con las dos mitades del alma miro el mundo.


Y aunque cierre los ojos y me cubra el corazón enteramente,
veo caer un agua sorda,
a goterones sordos.


Es como un huracán de gelatina,
como una catarata de espermas y medusas.


Veo correr un arco iris turbio.
Veo pasar sus aguas a través de los huesos.




Pablo Neruda

jueves, 14 de septiembre de 2017

AMIGO

       
           
Amigo, llévate lo que tú quieras,
penetra tu mirada en los rincones,
y si así lo deseas yo te doy mi alma entera
con sus blancas avenidas y sus canciones.

            2
Amigo —con la tarde haz que se vaya
este inútil y viejo deseo de vencer,

Bebe en mi cántaro si tienes sed.

Amigo —con la tarde haz que se vaya
este deseo mío de que todo rosal
me pertenezca,
                          Amigo,
si tienes hambre come de mi pan.

            3
Todo, amigo, lo he hecho para ti. Todo esto
que sin mirar verás en mi estancia desnuda:
todo esto que se eleva por los muros derechos
—como mi corazón— siempre buscando altura.

Te sonríes —amigo... ¡Qué importa! Nadie sabe
entregar en las manos lo que se esconde adentro,
pero yo te doy mi alma, ánfora de mieles suaves,
y todo te lo doy... Menos aquel recuerdo...

...Que en mi heredad vacía aquel amor perdido,
es una rosa blanca, que se abre en silencio...

            1
Amigo, llévate lo que tú quieras,
penetra tu mirada en los rincones,
y si así lo deseas yo te doy mi alma entera
con sus blancas avenidas y sus canciones.

            2
Amigo —con la tarde haz que se vaya
este inútil y viejo deseo de vencer,

Bebe en mi cántaro si tienes sed.

Amigo —con la tarde haz que se vaya
este deseo mío de que todo rosal
me pertenezca,
                          Amigo,
si tienes hambre come de mi pan.

            3
Todo, amigo, lo he hecho para ti. Todo esto
que sin mirar verás en mi estancia desnuda:
todo esto que se eleva por los muros derechos
—como mi corazón— siempre buscando altura.

Te sonríes —amigo... ¡Qué importa! Nadie sabe
entregar en las manos lo que se esconde adentro,
pero yo te doy mi alma, ánfora de mieles suaves,
y todo te lo doy... Menos aquel recuerdo...

...Que en mi heredad vacía aquel amor perdido,
es una rosa blanca, que se abre en silencio...



Pablo Neruda

miércoles, 13 de septiembre de 2017

OTOÑO

 
He aquí un día de otoño:
tus mejillas cual seda pura
y tu cabello hermoso
sobre tu frente, como la lluvia
acaricia, sin tocar, el sol:
así es tu corazón. 


Los días de otoño
están marchitos y solos,
las hojas caen con melancolía,
hasta que llegas tú
como el mediodía:
así es tu sonrisa. 


En otoño las mañanas pasean
en tus ojos cuando parpadeas,
la brisa despierta
en la mañana a levantar
como en plena primavera
cuantos pétalos las flores sueltan:
así es tu presencia. 


Así es el otoño, solitario,
y no hay más remedio
que contemplarte fugitiva:
así tu eres el titilar nocturno
detrás de los montes eres el lucero
diciendo a mi alma que va a amanecer,
que a donde miras está el cielo,
que anuncias la mañana
cuando el alba está a punto de romper.




Jorge Antonio Perez Hernandez

martes, 12 de septiembre de 2017

ROMANCE, LA DESCONFIANZA

               
Las rosas que, ya marchitas,
de ti con desdén alejas,
la aurora me vio cortarlas,
y hermosas jóvenes eran.


Vivieron. Fue para siempre
su honor y antigua belleza.
¡Ay, todo cual sombra pasa,
y el ser a la nada lleva!


Vendrá el agosto abrasado
ahogando flores y, muertas
sus hijas, a otras regiones
volará la primavera.


En pos, el maduro otoño,
mostrando su faz risueña,
hará que el lánguido estío
bajo sus pámpanos muera.


Mas el aquilón bramando
se arrojará de las sierras,
y, lanzando estéril yelo,
cubrirá de horror la tierra.


Así, la lóbrega noche
sucede a la luz febea,
las risas a los lamentos,
y a los placeres las penas.


Es el universo entero
una inconstancia perpetua:
se muda todo; no hay nada
que firme y estable sea.


Y en medio a tantos ejemplos
que triste mudanza enseñan,
¡ay Filis!, ¿tu pecho solo
tendrá en amarme firmeza?




Nicasio Alvarez de Cienfuegos

lunes, 11 de septiembre de 2017

LA NOCHE


La muerte la pintamos
rodeada de umbrías,
sin soles,
sin colores,
sin narcisos que se abran a ti. 


La muerte la entonamos
rodeada de silencios,
sin clarines,
sin laudes,
sin baladas que te canten a ti. 


La muerte la narramos
rodeada de misterios,
sin poemas,
sin rimas,
sin sonetos que te hablen a ti. 


La muerte la soñamos
rodeada de recuerdos,
sin jazmines,
sin violetas,
sin amores que te besen a ti. 


La muerte la probamos
rodeada de ruinas,
sin abrazos,
sin amigos,
sin hermanos que te sigan a ti.




Jorge Botella

domingo, 10 de septiembre de 2017

MALDITA POESÍA


 
Maldita poesía
que caminos me pones por delante
si me robas el oído
a mi vida le cambias el sabor
¡si hasta mi tacto es otro sobre las tablas de la vida!
todo lo conviertes en poesía, poesía
atrofias mis manos, te olvidas de mi cuerpo
me cambias el pan, me embriagas el vino.


Haces de mis calles hedumbres de fantasmas sin calcios
humedades de cánticos olvidados
calores de avernos decorados
cementerios con cruces sin nombres
mitades de limones abandonadas
papeles arrugados, en el aire suspendidos
calzones sucios, grifos abiertos
focos apagados por la noche eterna
y encendidos perdidos en el día
chaquetas y pantalones congelados
frazadas que no abrigan, panes que no alimentan
como testigos en vitrinas alejadas.


Mentiras que no mienten
vidas sin oxigeno, inventadas por el humo del ahora
ciudades ciegas, ciegos ciudadanos condenados al olvido
humanos sin manos en sus ataduras oxidadas.


Rasgos de muerte los tuyos poesía
que no pueden mentir tus huellas
maldita poesía... te bendigo.




Genaro Albaino

sábado, 9 de septiembre de 2017

ARTE POETICA


La nostalgia del sol en los terrados,
en el muro color paloma de cemento
—sin embargo tan vívido— y el frío
repentino que casi sobrecoge.


La dulzura, el calor de los labios a solas
en medio de la calle familiar
igual que un gran salón, donde acudieran
multitudes lejanas como seres queridos.


Y sobre todo el vértigo del tiempo,
el gran boquete abriéndose hacia dentro del alma
mientras arriba sobrenadan promesas
que desmayan, lo mismo que si espumas.


Es sin duda el momento de pensar
que el hecho de estar vivo exige algo,
acaso heroicidades —o basta, simplemente,
alguna humilde cosa común

cuya corteza de materia terrestre
tratar entre los dedos, con un poco de fe?
Palabras, por ejemplo.
Palabras de familia gastadas tibiamente.




Jose Gil de Biedma

viernes, 8 de septiembre de 2017

ANTES DE SER MADURO



Todavía la vieja tentación
de los cuerpos felices y de la juventud
tiene atractivo para mí,
no me deja dormir
y esta noche me excita.


Porque alguien contó historias
de pescadores en la playa,
cuando vuelven: la raya del amanecer
marcando, lívida, el límite del mar,
y asan sardinas frescas
en espetones, sobre la arena. 


Lo imagino enseguida.
Y me coge un deseo de vivir
y ver amanecer, acostándote tarde,
que no está en proporción con la edad que ya tengo.


Aunque quizás alivie despertarse
a otro ritmo, mañana.
                                Liberado
de las exaltaciones de esta noche,
de sus fantasmas en blue jeans.


Como libros leídos han pasado los años
que van quedando lejos, ya sin razón de ser
—obras de otro momento. 


                                    Y el ansia de llorar
y el roce de la sábana, que me tenía inquieto
en las odiosas noches de verano,
el lujo de impaciencia y el don de la elegía
y el don de disciplina aplicada al ensueño,
mi fe en la gran historia... 


Soldado de la guerra perdida de la vida,
mataron mi caballo, casi no lo recuerdo. 


Hasta que me estremece
un ramalazo de sensualidad.

Envejecer tiene su gracias. 

Es igual que de joven
aprender a bailar, plegarse a un ritmo
más insistente que nuestra experiencia. 


Y procura también cierto instintivo
placer curioso,
una segunda naturaleza.




Jaime Gil de Biedma

jueves, 7 de septiembre de 2017

DE LA ESPERANZA


Sople rabiosamente conjurado
Contra mi leño el Austro embravecido,
Que me ha de hallar el último gemido,
En vez de tabla, al áncora abrazado. 


¿Qué mucho, si del mármol desatado
Deidad no ingrata la esperanza ha sido
En templo que de velas hoy vestido
Se venera, de mástiles besado?

Los dos lucientes ya del cisne pollos,
De Leda hijos, adoptó: mi entena
Lo testifique dellos ilustrada. 


¿Qué fuera del cuitado, que entre escollos,
Que entre montes, que cela el mar, de arena,
Derrotado seis lustros ha que nada?





Luis de Gongora y Argote

miércoles, 6 de septiembre de 2017

AL MISMO


Ser pudiera tu pira levantada,
De aromátcos leños construida,
Oh Fénix en la muerte, si en la vida
Ave, aun no de sus pies desengañada.


Muere en quietud dichosa y consolada
A la región asciende esclarecida,
Pues de más ojos que desvanecida
Tu pluma fue, tu muerte es hoy llorada.


Purificó el cuchillo, en vez de llama,
Tu ser primero, y glorïosamente
De su vertida sangre renacido,

Alas vistiendo, no de vulgar fama,
De cristiano valor sí, de fe ardiente,
Más deberá a su tumba que a su nido.




Luis de Gongora y Argote

martes, 5 de septiembre de 2017

ESPERANDO EL REENCUENTRO


Aquel día en que dejé de verlo,
mi corazón se deshizo en pedazos;
tomar su mano era mi deseo,
pero ni siquiera eso me dejaron.


Me quedé quieta, observando
con esperanza por si despertaba;
mientras cubría de caricias
un rostro que ya no miraba.


Al principio, todos los domingos,
le cantaba historias y baladas;
al cumplir años me fui callando,
se iba oscureciendo mi mañana.


Apenas puedo ya ir a visitarlo,
me duelen todos los huesos;
es que son ya muchos años,
pesando en mi menguado cuerpo.


Sola me quedé con los recuerdos
ya deslucidos por los años,
la soledad detuvo en el tiempo
los momentos que pasamos.


Escúchame bien, querido viejo,
ayer cumplí 90 años cansados,
queda poco para ésta soledad;
tal vez, muy pronto nos veamos.




Graciela Kiriadre

lunes, 4 de septiembre de 2017

ALEGORÍA DEL RÍO SECO

                 I
Es triste la tristeza de este cauce vacío,
con árboles sin sombra muriendo en sus orillas;
y, como si lloraran por la ausencia del río,
son lágrimas de oro sus hojas amarillas.

Los bordes de este cauce son los labios de un viejo
que aprendió la amargura de besar en la frente;
y, como el marco inútil donde brilló el espejo,
hay algo que nos mira tras su reflejo ausente.

Es triste la tristeza de este cauce vacío,
triste como las canas de un hombre sin mujer,
porque el cauce es la inmensa desolación de un río
que se convierte en surco, sin lograr florecer...

                II
A veces, en otoño, la lluvia persistente
llena la zanja seca con sus aguas sin brío,
y el cauce desolado tal parece que siente
la fugaz alegría de volver a ser río.

Hoy su propio silencio tiene una voz ajena,
y ayer, cantando el canto de las aguas felices,
olvido la asechanza de la sed de la arena
y el misterioso instinto que alarga las raíces.

Y, ante este gran cadáver que lucha con lo inerte,
en su terca esperanza rebosante de fe,
se diría que el cauce no comprendió su muerte
y se quedó esperando el agua que se fue.



Jose Angel Buesa

domingo, 3 de septiembre de 2017

A UNA ESTATUA


Cesa tu voz y muere
sobre tus labios mi alegría.


No habrá palabra que en tu piel levante
ni un incierto sabor de brisa oscurecida
como el recuerdo que en mis ojos deja
el paso de tu aliento,
porque vives inmersa en tu silencio,
impenetrable a mis sentidos
y si mis manos en tu piel se posan
inclinas la cabeza,
navegas en un tiempo que escucha tu latido,
y entre sus aguas, inundándote
bajo la tersa forma de su espejo,
estás abandonada,
próxima a ser violenta permanencia,
enemiga de olvidos,
casi perdida en íntima zozobra
y sin más voluntad
que la crueldad entre tus labios muda.


Torna tu cuerpo ahora, vuelve el rostro,
mírate así, segura y desplomada
hacia un estanque donde mora el miedo,
donde sólo hay imágenes
y el cuerpo deja su cautivo duelo
para entrar en la fuente de su origen.


Verás nacer el sueño de tu cuerpo
anegando en pureza toda vida,
todo impulso negado en puro movimiento
y toda forma sostenida en puro resplandor:
ya no será la flor sino su aroma,
ya no serás tú misma.


No importa entonces que de pronto mueras
y pierdas toda sombra
quedándote en escombros defendida,
si toda tú pereces,
náufraga de tu propio mar,
presa dentro de ti, vencida
como ángel que asolado por el fuego
lanzara su impotencia,
y sólo un desengaño
entre rocas de olvido y de tinieblas
dejan tus labios mudos
y la pureza inútil de tu cuerpo.


Muere, desnuda forma,
hielo que mata mi alegría,
crueldad vertida en mármol fatigado;
muere ya, y deja que contemple
la lucha de tu cuerpo con la sombra,
el debatir inútil de tus labios
contra el vacío olvido de tus ruinas,
que en ataúd o tumbas duermes
entre un querer o no de tus sentidos.



Ali Chumacero

sábado, 2 de septiembre de 2017

ALGÚN DÍA


Algún día me taparán la cabeza
a todos nos taparán la cabeza
un velo blanco cubrirá la cara
para apartarnos de la vida.


No sabremos quién lo hará
ni que gesto tendrá su cara
ni siquiera en que estará pensando
cuando nos tape la cabeza.


Nada sabemos de ese día
pero mucho del que le sigue,
sabemos que ya no saldrá el sol
ni que jamás oiremos risas
ni veremos más atardeceres.
Los bosques para nosotros
habrán perdido sus estaciones.


A lo mejor empezamos un viaje
(es lo que algunos dicen)
aunque sin lugar a dudas
ese habrá sido el final del camino.


Mientras tanto pensamos a veces
en como será ese día
(todos, todos lo hacen)
y dependiendo del momento
o del humor,
imaginamos mil escenarios
tan cambiantes como la vida.


A veces es un día de lluvia
otros, un aparatoso accidente
los más calmos, en una cama
allí, rodeados de familia,
o en la soledad de un hotel
junto a un teléfono que dice... diga, diga.


De todas formas que importa
la forma, el modo o el día
queramos o no ha de llegar
aunque lo malo será perderse
el gusto de oír decir a todos...
era tan bueno, quien lo diría.



Fernando Garcia Aleixandre

viernes, 1 de septiembre de 2017

SIN RETORNO

 
Desde este universo quebrado
que a la pesadez de mi párpado
otorgó el transcurrir del tiempo,
preveo el final de mi existencia. 


Observo en respetuoso silencio
todo lo que fue mi vida pasada
ese deambular, sombras pardas,
interminable carrusel grotesco
girante a lomos de las horas,
montando en minutos efímeros
y galopando sobre los segundos. 


Esa vida que ya solo es sueño
perdido en los abismos oscuros
de esta mi soledad perpetua,
y hoy aún admiro ensimismado
los dorados rasgos de mi amada
difuminados entre las brumas. 


¿Qué cantos de sirenas mudas
recorrieron los ocultos rincones
de este mi corazón desnudo
haciéndome vibrar y estremecer
hasta la última de mis fibras? 


Fue sueño de amor, fue locura,
quizás una pasión desmedida,
en esencia , fuese lo que fuese,
de esa su naturaleza fenecida
quedó constancia en mi mente
y raíces profundas en el alma. 


Vida, que por vivir,
mueres.

Amor que por amar,
matas.

Sueño que por soñar,
duermes. 


Horas que herís cual estilete,
minutos idos sin ser sentidos,
segundos que nunca fueron,
devolved, liado en paño negro
bordado en flores de nácar,
hilo de plata y cadena de oro,
el sentimiento latiente y puro
del que fue mi bien adorado.


Ya emprendí mi largo viaje,
solo con equipaje de alma,
tan solo ida, no hay retorno. 


No estoy en sitio visible,
en ninguna parte imaginable,
navego sin rumbo en la nada,
la brújula se torno enemiga
igual que antes hizo el tiempo,
giro entre la rosa de los vientos
como una mariposa herida,
y por esto que premio espero
de yacer bajo la lápida fría.




Juan Luis Alba