"Sumérgete en el océano de emociones tejido por palabras, donde cada verso es un eco del alma y cada estrofa es un viaje hacia la profundidad del corazón: Bienvenido al santuario de la poesía, donde los sueños danzan entre líneas y los sentimientos florecen en cada palabra."

martes, 31 de octubre de 2017

BLASON

 
El olímpico cisne de nieve
con el ágata rosa del pico
lustra el ala eucarística y breve
que abre al sol como un casto abanico.


De la forma de un brazo de lira
y del asa de un ánfora griega
es su cándido cuello, que inspira
como prora ideal que navega.


Es el cisne, de estirpe sagrada,
cuyo beso, por campos de seda,
ascendió hasta la cima rosada
de las dulces colinas de Leda.


Blanco rey de la fuente Castalia,
su victoria ilumina el Danubio;
Vinci fue su varón en Italia;
Lohengrín es su príncipe rubio.


Su blancura es hermana del lino,
del botón de los blancos rosales
y del albo toisón diamantino
de los tiernos corderos pascuales.


Rimador de ideal florilegio,
es de armiño su lírico manto,
 y es el mágico pájaro regio
que al morir rima el alma en un canto.


El alado aristócrata muestra
lises albos en campo de azur,
y ha sentido en sus plumas la diestra
de la amable y gentil  Pompadour.


Boga y boga en el lago sonoro
donde el sueño de los tristes espera,
donde aguarda una góndola de oro
a la novia de Luis de Baviera.


Dad, condesa, a los cisnes cariño;
dioses son de un país halagüeño,
y hechos son de perfume, de armiño,
de luz alba, de seda y de sueño.




Ruben Dario

lunes, 30 de octubre de 2017

CANCION DE CARNAVAL

 
Musa, la máscara apresta,
ensaya un aire jovial
y goza y ríe en la fiesta
    del Carnaval.


Ríe en la danza que gira,
muestra la pierna rosada,
y suene, como una lira,
    tu carcajada.


Para volar más ligera
ponte dos hojas de rosa,
como hace tu compañera
    la mariposa.


Y que en tu boca risueña,
que se une al alegre coro,
deje la abeja porteña
    su miel de oro.


Únete a la mascarada,
y mientras muequea un clown
con la faz pintarrajeada
    como Frank Brown;

mientras Arlequín revela
que al prisma sus tintes roba
y aparece Pulchinela
    con su joroba,

di a Colombina la bella
lo que de ella pienso yo,
y descorcha una botella
    para Pierrot.


Que él te cuente cómo rima
sus amores con la Luna
y te haga un poema en una
    pantomima.


Da al aire la serenata,
toca el auro bandolín,
lleva un látigo de plata
    para el spleen.


Sé lírica y sé bizarra;
con la cítara sé griega;
o gaucha, con la guitarra
    de Santos Vega.


Mueve tu espléndido torso
por las calles pintorescas,
y juega y adorna el Corso
    con rosas frescas.


De perlas riega un tesoro
de Andrade en el regio nido,
y en la hopalanda de Guido,
    polvo de oro.


Penas y duelos olvida,
canta deleites y amores;
busca la flor de las flores
    por Florida:


Con la armonía te encantas
de las rimas de cristal,
y deshojas a sus plantas,
    un madrigal.


Piruetea, baila, inspira
versos locos y joviales;
celebre la alegre lira
    los carnavales.


Sus gritos y sus canciones,
sus comparsas y sus trajes,
sus perlas, tintes y encajes
    y pompones.


Y lleve la rauda brisa,
sonora, argentina, fresca,
¡la victoria de tu risa
    funambulesca!




Ruben Dario

domingo, 29 de octubre de 2017

LA AUSENCIA Y EL OLVIDO

 
Iba llorando la Ausencia
con el semblante abatido
cuando se encontró en presencia
      del Olvido,
que al ver su faz marchitada,
le dijo con voz turbada:
      sin colores,
—«Ya no llores niña bella,
      ya no llores,
que si tu contraria estrella
te oprime incansable y ruda,
yo te prometo mi ayuda
contra tu mal y contra ella».


Oyó la Ausencia llorando
la propuesta cariñosa,
y los ojos enjugando
      ruborosa,
—«Admito desde el momento,
      buen anciano»
—le dijo con dulce acento—
«admito lo que me ofreces
      y que en vano
he buscado tantas veces,
yo que triste y sin ventura,
la copa de la amargura
he apurado hasta las heces».


Desde entonces, Lola bella,
cariñosa y anhelante
vive el Olvido con ella,
      siempre amante;
y la Ausencia ya ni gime,
      ni doliente
recuerda el mal que la oprime;
que un amor ha concebido
      tan ardiente
por el anciano querido,
que si sus penas resiste,
suspira y llora muy triste
cuando la deja el Olvido.





Manuel Acuña

sábado, 28 de octubre de 2017

ESTA HOJA...*


Esta hoja arrebatada a una corona
que la fortuna colocó en mi frente
entre el aplauso fácil e indulgente
con que el primer ensayo se perdona.


Esta hoja de un laurel que aún me emociona
como en aquella noche, dulcemente,
por más que mi razón comprende y siente
que es un laurel que el mérito no abona.


Tú la viste nacer, y dulce y buena
te estremeciste como yo al encanto
que produjo al rodar sobre la escena;


Guárdala y de la ausencia en el quebranto,
que te recuerde de mis besos, llena,
al buen amigo que te quiere tanto.




Manuel Acuña

viernes, 27 de octubre de 2017

AMO LA NOCHE

             
No la noche que arrullan las ramas
y balsámica con olor de manzanas,
con el efluvio de la flor del naranjo;
oh, no la noche campesina
de piel húmeda y tibia y sana;
no la noche de Tirso Jiménez
que canta canciones de espigas
y muchachas doradas entre espigas;
no la noche de Max Caparroja,
en el valle de la estrella más sola
cuando un viento malo sopla sobre las granjas
entre ráfagas de palomas moradas;
no la noche que lame las yerbas;
no la noche de brisa larga,
hojas secas que nunca caen,
y el engaño de las últimas ramas
rumiando un mar de lejanos relámpagos;
no la noche de las aguas melódicas
volteando las hablas de la aldea;
no la noche de musgo y del suave
regazo de hierbas tibias de una mozuela;
yo amo la noche de las ciudades.


Yo amo la noche que se embelesa
en su danza de luces mágicas,
y no se acuerda de los silencios
vegetales que roen los insectos;
yo amo la noche de los cristales
en la que apenas se oye si agita
el corazón sus alas azules;
y no es la noche sin cantares
la que amo yo, la noche tácita
que habla en los bosques en voz baja,
o entra a las aldeas y mata.


Yo amo la noche sin estrellas
altas; la noche en que la brumosa
ciudad cruzada de cordajes,
me es una grande, dócil guitarra.


Allí donde dulcemente respira
un perfil cercano y distante
al que canto entre sus espejos,
sus sedas y sus presagios:
valle aromado, dátiles de seda;
cuando hay un rincón de silencio
como un jirón de terciopelo
para evocar esos locos viajes
esas partidas traspasadas
por el vaho tibio de los caballos
que alzan sus belfos en el alba.


Yo amo la noche en el cansancio
del bullicio, de las voces, de los chirridos,
en pausa de remotas tempestades, en la dicha
asordinada, a la luz de las lámparas
que son como gavillas húmedas
de estrellas o cálidos recuerdos,
cuando todo el sol de los campos
vibra su luz en las palabras
y la vida vacila temblorosa y ávida
y desgarra su rosa de llamas y lágrimas.



Aurelio Arturo

jueves, 26 de octubre de 2017

CIUDAD DE SUEÑO

                        
Yo os contaré que un día vi arder entre la noche
una loca ciudad soberbia y populosa,
yo, sin mover los párpados, la miré desplomarse,
caer, cual bajo un casco un pétalo de rosa.


Muros que yo formé con mi sangre hecha esfuerzo,
puertas al sol doradas que elevé a mis espaldas,
ciudad de mil mujeres de ojos dorados, brazos
lentos y bocas rojas que en su silencio cantan.


Así como en la sombra desciende una cabeza
al fondo de una idea, rápida como piedra,
aquella ciudad loca, oh rúas de mi júbilo,
se hundía en silencios duros y en soledades negras.


Ardía como un muslo entre selvas de incendio,
y caían las cúpulas y caían los muros
sobre las voces queridas tal como sobre espejos
amplios...¡diez mil chillidos de resplandores puros!


Y eran como mis mismos cabellos esas llamas,
rojas panteras sueltas en la joven ciudad,
y ardían desplomándose los muros de mi sueño...
¡Tal como se desploma gritando una ciudad!

 
 
 
Aurelio Arturo

miércoles, 25 de octubre de 2017

SONETO XIX


Julio, después que me partí llorando
de quien jamás mi pensamiento parte,
y dejé de mi alma aquella parte
que al cuerpo vida y fuerza estaba dando,

de mi bien a mí mismo voy tomando
estrecha cuenta, y siento de tal arte
faltarme todo el bien, que temo en parte
que ha de faltarme el aire sospirando;

y con este temor mi lengua prueba
a razonar con vos, oh dulce amigo,
del amarga memoria de aquel día

en que yo comencé como testigo
a poder dar, del alma vuestra, nueva
y a saberla de vos del alma mía.



Garcilaso de la Vega

martes, 24 de octubre de 2017

SONETOXXXI


Dentro de mi alma fue de mí engendrado
un dulce amor, y de mi sentimiento
tan aprobado fue su nacimiento
como de un solo hijo deseado;

mas luego de él nació quien ha estragado
del todo el amoroso pensamiento:
que en áspero rigor y en gran tormento
los primeros deleites ha tornado. 


¡Oh crudo nieto, que das vida al padre,
y matas al abuelo! ¿por qué creces
tan disconforme a aquel de que has nacido?

¡Oh, celoso temor! ¿a quién pareces?
¡que la envidia, tu propia y fiera madre,
se espanta en ver el monstruo que ha parido!




Garcilaso de la Vega

lunes, 23 de octubre de 2017

VALS EN LAS RAMAS

 
Cayó una hoja
y dos
y tres. 


Por la luna nadaba un pez.
El agua duerme una hora
y el mar blanco duerme cien. 


La dama
estaba muerta en la rama.
La monja
cantaba dentro de la toronja. 


La niña
iba por el pino a la piña. 


Y el pino
buscaba la plumilla del trino.
Pero el ruiseñor
lloraba sus heridas alrededor. 


Y yo también
porque cayó una hoja
y dos
y tres. 


Y una cabeza de cristal
y un violín de papel
y la nieve podría con el mundo
si la nieve durmiera un mes,
y las ramas luchaban con el mundo
una a una,
dos a dos,
y tres a tres. 


¡Oh duro marfil de carnes invisibles!
¡Oh golfo sin hormigas del amanecer!
Con el muuu de las ramas,
con el ay de las damas,
con el croo de las ranas,
y el gloo amarillo de la miel. 


Llegará un torso de sombra
coronado de laurel. 


Será el cielo para el viento
duro como una pared
y las ramas desgajadas
se irán bailando con él. 


Una a una
alrededor de la luna,
dos a dos
alrededor del sol,
y tres a tres
para que los marfiles se duerman bien.



Federico Garcia Lorca

domingo, 22 de octubre de 2017

CASIDA DE LA MANO IMPOSIBLE

 
Yo no quiero más que una mano;
una mano herida, si es posible. 


Yo no quiero más que una mano
aunque pase mil noches sin lecho.

Sería un pálido lirio de cal. 

Sería una paloma amarrada a mi corazón. 


Sería el guardián que en la noche de mi tránsito
prohibiera en absoluto la entrada a la luna. 


Yo no quiero más que esa mano
para los diarios aceites y la sábana blanca de mi agonía. 


Yo no quiero más que esa mano
para tener un ala de mi muerte.

Lo demás todo pasa. 

Rubor sin nombre ya. Astro perpetuo.
Lo demás es lo otro; viento triste,
mientras las hojas huyen en bandadas.



Federico Garcia Lorca

sábado, 21 de octubre de 2017

FIERA DE AMOR


 
Fiera de amor, yo sufro hambre de corazones.
De palomos, de buitres, de corzos o leones,
No hay manjar que más tiente, no hay más grato sabor,
Había ya estragado mis garras y mi instinto,
Cuando erguida en la casi ultratierra de un plinto,
Me deslumbró una estatua de antiguo emperador.


Y crecí de entusiasmo; por el tronco de piedra
Ascendió mi deseo como fulmínea hiedra
Hasta el pecho, nutrido en nieve al parecer;
Y clamé al imposible corazón... la escultura
Su gloria custodiaba serenísima y pura,
Con la frente en Mañana y la planta en Ayer.


Perenne mi deseo, en el tronco de piedra
Ha quedado prendido como sangrienta hiedra;
Y desde entonces muerdo soñando un corazón
De estatua, presa suma para mi garra bella;
No es ni carne ni mármol: una pasta de estrella
Sin sangre, sin calor y sin palpitación...


Con la esencia de una sobrehumana pasión!




Delmira Agustini

viernes, 20 de octubre de 2017

EN EL CAMINO


Yo iba sola al Misterio bajo un sol de locura,
Y tú me derramaste tu sombra, peregrino;
Tu mirada fue buena como una senda oscura,
Como una senda húmeda que vendara el camino.


Me fue pródiga y fértil tu alforja de ternura:
Tuve el candor del pan, y la llama del vino;
Mas tu alma en un pliegue de su astral vestidura,
Abrojo de oro y sombra se llevó mi destino.


Mis manos, que tus manos abrigaron, ya nunca
Se enfriarán, y guardando la dulce malla trunca
De tus caricias ¡nunca podrán acariciar!...


En mi cuerpo, una torre de recuerdo y espera
Que se siente de mármol y se sueña de cera,
Tu Sombra logra rosas de fuego en el hogar;
Y en mi alma, un castillo desolado y sonoro
Con pátinas de tedio y humedades de lloro,
¡Tu sombra logra rosas de nieve en el hogar!



Delmira Agustini

jueves, 19 de octubre de 2017

ASI TE QUIERO


El día trece de julio
yo me tropecé contigo. 


Las campanas de mi frente,
amargas de bronce antiguo,
dieron al viento tu nombre
en repique de delirio. 


Mi corazón de madera
muerto de flor y de nidos,
floreció en un verde nuevo
de naranjos y de gritos,
y por mi sangre corrió
un toro de escalofrío,
que me dejó traspasado
en la plaza del suspiro. 


¡Ay trece, trece de julio,
cuando me encontré contigo!

¡Ay, tus ojos de manzana
y tus labios de cuchillo
y las nueve, nueve letras
de tu nombre sobre el mío
que borraron diferencias
de linaje y apellido! 


¡Bendita sea la madre,
la madre que te ha parido,
porque sólo te parió
para darme a mí un jacinto,
y se quedó sin jardines
porque yo tuviera el mío! 


¿Quieres que me abra las venas
para ver si doy contigo?
¡Pídemelo y al momento
seré un clavel amarillo! 


¿Quieres que vaya descalzo
llamando por los postigos?

¡Dímelo y no habrá aldabón
que no responda a mi brío! 


¿Quieres que cuente la arena
de los arroyos más finos?
Haré lo que se te antoje,
lo que mande tu capricho,
que es mi corazón cometa
y está en tu mano el ovillo;
que es mi sinrazón campana
y tu voluntad sonido. 

 
Nunca quise a nadie así;
voy borracho de cariño,
desnudo de conveniencias
y abroquelado de ritmos
como un Quijote de luna
con armadura de lirios. 


Te quiero de madrugada,
cuando la noche y el trigo
hablan de amor a la sombra
morena de los olivos;
cuando se callan los niños
y las mocitas esperan
en los balcones dormidos;
te quiero siempre: mañana,
tarde, noche... ¡por los siglos,
de los siglos! ¡Amén! Te
querré constante y sumiso,
y cuando ya me haya muerto
antes que llegue tu olvido,
por la savia de un ciprés
subiré delgado y lírico,
hecho solamente voz
para decirte en un grito: 


¡Te quiero! ¡Te quiero muerto
igual que te quise vivo!




Rafael de Leon

miércoles, 18 de octubre de 2017

LOS OTROS

                                        
Las carabelas volvieron
porque cambiaron los vientos,
y enrolado a mi destino
fui marinero del tiempo.

Se me secaron los ojos
y enmudecido el aliento,
un rayo de sol sereno
escondí dentro del pecho.

Alas ligeras partieron
en vientos que regresaron
y flotaron mis nostalgias
hacia costas de otro lado.

Pues pertenezco a los otros;
los que vinimos sin nada,
excepto las ilusiones
y algo de ropa usada.

Soy hijo de otros soles
y barro de otra tierra;
mi nombre es extranjero,
mi estirpe de raza fiera.

Amo, siento, sufro, lloro,
y mis pies pisan en esta;
mas si mis lágrimas corren
mojan la tierra nuestra.

Y comí de los mendrugos
que los demás despreciaron,
por la mísera moneda
que sin pudor me pagaron.

Pues di los mejores años
a la tierra que no es mía,
para llegar a viejo
con ausencias reprimidas.

Que los frutos de mis canas
nunca falten en mi mesa,
porque aquí dejo la vida
y los que siguen empiezan.

Soy de los otros y estoy
matando mis ilusiones;
vine sin ser invitado
a tierra de gladiadores.

Y quizá alguien recuerde
este verso agradecido
que le dejo a las Españas
en pago por lo vivido.

 
 
 
Carlos Oyague Pàsara

martes, 17 de octubre de 2017

MALDITA POESÍA


 
Maldita poesía
que caminos me pones por delante
si me robas el oído
a mi vida le cambias el sabor
¡si hasta mi tacto es otro sobre las tablas de la vida!
todo lo conviertes en poesía, poesía
atrofias mis manos, te olvidas de mi cuerpo
me cambias el pan, me embriagas el vino.
Haces de mis calles hedumbres de fantasmas sin calcios
humedades de cánticos olvidados
calores de avernos decorados
cementerios con cruces sin nombres
mitades de limones abandonadas
papeles arrugados, en el aire suspendidos
calzones sucios, grifos abiertos
focos apagados por la noche eterna
y encendidos perdidos en el día
chaquetas y pantalones congelados
frazadas que no abrigan, panes que no alimentan
como testigos en vitrinas alejadas.
Mentiras que no mienten
vidas sin oxigeno, inventadas por el humo del ahora
ciudades ciegas, ciegos ciudadanos condenados al olvido
humanos sin manos en sus ataduras oxidadas.
Rasgos de muerte los tuyos poesía
que no pueden mentir tus huellas
maldita poesía... te bendigo.

 
 
 
Genaro Albaino

lunes, 16 de octubre de 2017

DESCUERPACIÓN



He logrado des-armar
todas mis extructuras
he convertido a polvo
mis aprehensiones
haciendo añicos las esperanzas
y convertido a nada los posibles futuros
he dado al vino
la calidad de náucea de amanecer inadvertido
y al agua convertido en sequedad oscura
que espera mi retorno
de arena renovada
he escupitajeado mis probables palabras
convertidas todas , ya en yermedales.


A la realidad he dicho asco
y a la cama mentira
he vomitado, todas las horas en espera
y disecado los recuerdos.


Curvan ahora sus espaldas
los negados oxígenos
que giran en la esquina más cercana
acercándose de colores renovados
como queriendo conquistar a mi nariz
que niega los ojos a sus colores
que de avernos son traslucidos.


Y la mueca dice nada
del desprecio por el que invade
que no permite tumbar al tiempo
pero dice si a mis volúmenes
y digo asco
y soy sonrisa
y digo muerte
y soy vida
y digo adios
y parezco eterno
queriendo vaciar mis ropas
sin poder des-almarme.




Genaro Albaino

domingo, 15 de octubre de 2017

BARRIO SIN LUZ


¿Se va la poesía de las cosas
o no la puede condensar mi vida?
Ayer —mirando el último crepúsculo—
yo era un manchón de musgo entre unas ruinas. 


Las ciudades —hollines y venganzas—,
la cochinada gris de los suburbios,
la oficina que encorva las espaldas,
el jefe de ojos turbios. 


Sangre de un arrebol sobre los cerros,
sangre sobre las calles y las plazas,
dolor de corazones rotos,
podre de hastíos y de lágrimas. 


Un río abraza el arrabal
como una mano helada que tienta en las tinieblas:
sobre sus aguas se avergüenzan
de verse las estrellas. 


Y las casas que esconden los deseos
detrás de las ventanas luminosas,
mientras afuera el viento
lleva un poco de barro a cada rosa. 


Lejos... la bruma de las olvidanzas
—humos espesos, tajamares rotos—,
y el campo, ¡el campo verde!, en que jadean
los bueyes y los hombres sudorosos. 


Y aquí estoy yo, brotado entre las ruinas,
mordiendo solo todas las tristezas,
como si el llanto fuera una semilla
y yo el único surco de la tierra.




Pablo Neruda

sábado, 14 de octubre de 2017

CASA



Tal vez ésta es la casa en que viví
cuando yo no existí ni había tierra,
cuando todo era luna o piedra o sombra,
cuando la luz inmóvil no nacía.


Tal vez entonces esta piedra era
mi casa, mis ventanas o mis ojos.


Me recuerda esta rosa de granito
algo que me habitaba o que habité,
cueva o cabeza cósmica de sueños,
copa o castillo o nave o nacimiento.


Toco el tenaz esfuerzo de la roca,
su baluarte golpeado en la salmuera,
y sé que aquí quedaron grietas mías,
arrugadas sustancias que subieron
desde profundidades hasta mi alma,
y piedra fui, piedra seré, por eso
toco esta piedra y para mí no ha muerto:
es lo que fui, lo que seré reposo
de tu combate tan largo como el tiempo.




Pablo Neruda

viernes, 13 de octubre de 2017

ACASO...


 Como atento no más a mi quimera
no reparaba en torno mío, un día
me sorprendió la fértil primavera
que en todo el ancho campo sonreía.


    Brotaban verdes hojas
de las hinchadas yemas del ramaje,
y flores amarillas, blancas, rojas,
alegraban la mancha del paisaje.


    Y era una lluvia de saetas de oro,
el sol sobre las frondas juveniles;
del amplio río en el caudal sonoro
se miraban los álamos gentiles.


    Tras de tanto camino es la primera
vez que miro brotar la primavera,
dije, y después, declamatoriamente:

    —¡Cuán tarde ya para la dicha mía!— 

Y luego, al caminar, como quien siente
alas de otra ilusión: —Y todavía
¡yo alcanzaré mi juventud un día!




Antonio Machado

jueves, 12 de octubre de 2017

COPLAS MUNDANAS




Poeta ayer, hoy triste y pobre
filósofo trasnochado,
tengo en monedas de cobre
el oro de ayer cambiado.

  Sin placer y sin fortuna,
pasó como una quimera
mi juventud, la primera...
la sola, no hay más que una:
la de dentro es la de fuera.

  Pasó como un torbellino,
bohemia y aborrascada,
harta de coplas y vino,
mi juventud bien amada.

  Y hoy miro a las galerías
del recuerdo, para hacer
aleluyas de elegías
desconsoladas de ayer.

  ¡Adiós, lágrimas cantoras,
lágrimas que alegremente
brotabais, como en la fuente
las limpias aguas sonoras!

  ¡Buenas lágrimas vertidas
por un amor juvenil,
cual frescas lluvias caídas
sobre los campos de abril!

  No canta ya el ruiseñor
de cierta noche serena;
sanamos del mal de amor
que sabe llorar sin pena.

  Poeta ayer, hoy triste y pobre
filósofo trasnochado,
tengo en monedas de cobre
el oro de ayer cambiado.




Antonio Machado

miércoles, 11 de octubre de 2017

MAR POR LA TARDE



Altos muros del agua, torres altas,
aguas de pronto negras contra nada,
impenetrables, verdes, grises aguas,
aguas de pronto blancas, deslumbradas. 


Aguas como el principio de las aguas,
como el principio mismo antes del agua,
las aguas inundadas por el agua,
aniquilando lo que finge el agua. 


El resonante tigre de las aguas,
las uñas resonantes de cien tigres,
las cien manos del agua, los cien tigres
con una sola mano contra nada. 


Desnudo mar, sediento mar de mares,
hondo de estrellas si de espumas alto,
prófugo blanco de prisión marina
que en estelares límites revienta,

¿qué memorias, qué rocas, yelos, islas,
informe confusión de aguas y nada,
qué mares, encendidos prisioneros,
dentro de ti, bajo tu pecho, cantan? 


¿Qué violencias recónditas, qué labios,
conmueven a tu piel de verdes llamas?,
¿qué desoladas aguas, costas solas,
qué mares invisibles, mar, alías?,

¿dónde principias, mar, dónde te viertes?,
¿dónde principias, tiempo, vida mía,
ejército de humo y de mentira,
adónde vas, latido, carne, sueño? 


¿Dónde te viertes, avidez de nada?
No soy la piedra que se precipita,
soy su caída, y más, soy el abismo,
el círculo de sombra en que se ahonda. 


Tiempo que se congela, mar y témpano,
vampiro de la luna —o se despeña:
madre furiosa, inmensa res hendida,
mar que te comes vivas las entrañas.




Octavio Paz

martes, 10 de octubre de 2017

SONETOS II


El mar, el mar y tú, plural espejo,
el mar de torso perezoso y lento
nadando por el mar, del mar sediento:
el mar que muere y nace en un reflejo. 


El mar y tú, su mar, el mar espejo:
roca que escala el mar con paso lento,
pilar de sal que abate el mar sediento,
sed y vaivén y apenas un reflejo. 


De la suma de instantes en que creces,
del círculo de imágenes del año,
retengo un mes de espumas y de peces,

y bajo cielos líquidos de estaño
tu cuerpo que en la luz abre bahías
al oscuro oleaje de los días.




Octavio Paz

lunes, 9 de octubre de 2017

LAS ALAS

 
Yo tenía...
¡dos alas!...
Dos alas,
Que del Azur vivían como dos siderales
¡Raíces!...
Dos alas,
Con todos los milagros de la vida, la Muerte
Y la ilusión. Dos alas.


Fulmíneas
Como el velamen de una estrella en fuga;
Dos alas.


Como dos firmamentos
Como tormentas, con clamas y con astros...


¿Te acuerdas de la gloria de mis alas?...
El áureo campaneo
Del ritmo; el inefable
Matiz atesorando
El Iris todo, más un Iris nuevo
Ofuscante y divina, que adorarán las plenas pupilas del Futuro
(¡Las pupilas maduras a toda luz!)... el vuelo...


El vuelo ardiente, devorante y único,
Que largo tiempo etormentó los cielos,
Despertó soles, bólidos, tormentas,
Abrillantó los rayos y los astros;
Y la amplitud: tenían
Calor y sombra para todo el Mundo,
Y hasta incubar un más allá pudieron.


Un día, raramente
Desmayada a la tierra,
Yo me adormí en las felpas profundas de este bosque...
¡Soñé divinas cosas!...


Una sonrisa tuya me despertó, paréceme...
¡Y no siento mis alas!
¿Mis alas?...
—Yo las vi deshacerse entre mis brazos...
¡Era como un deshielo!




Delmira Agustini

domingo, 8 de octubre de 2017

LA VIOLETA


Hay belleza en el lirio inmaculado
De majestad emblema,
Hay belleza en el cáliz nacarino
De la blanca azucena,
Hay belleza en la rosa purpurina
Y en el albo reseda,
Hay belleza en la nítida corola
De la nívea camelia,
Hay belleza en el pálido junquillo
Y en la suave diamela,
Hay belleza en el triste pensamiento
Y no hay flor en la cual no haya belleza,
Pero hay una que es flor entre las flores
Con ser la más modesta,
Una flor de fragancia incomparable,
Delicada y pequeña,
Una flor que en un lecho de esmeraldas
Oculta su belleza,
Una flor que un encanto misterioso
En su cáliz encierra,
Un encanto ideal, indefinible,
Que no hay flor que contenga,
Una flor para mí como ninguna,
Una flor que se llama ¡la violeta!



Delmira Agustini

sábado, 7 de octubre de 2017

MUERTE SIN FIN


Iza la flor su enseña,
agua, en el prado.
¡Oh, qué mercadería
de olor alado!

¡Oh, qué mercadería
de tenue olor!
¡cómo inflama los aires
con su rubor!


¡Qué anegado de gritos
está el jardín!
«¡Yo, el heliotropo, yo!»
«¿Yo? El jazmín.»

Ay, pero el agua,
ay, si no huele a nada.


Tiene la noche un árbol
con frutos de ámbar;
tiene una tez la tierra,
ay, de esmeraldas.


El tesón de la sangre
anda de rojo;
anda de añil el sueño;
la dicha, de oro.


Tiene el amor feroces
galgos morados;
pero también sus mieses,
también sus pájaros.


Ay, pero el agua,
ay, si no luce a nada.

Sabe a luz, a luz fría,
sí, la manzana.


¡Qué amanecida fruta
tan de mañana!
¡Qué anochecido sabes,
tú, sinsabor!
¡cómo pica en la entraña
tu picaflor!

Sabe la muerte a tierra,
la angustia a hiel.


Este morir a gotas
me sabe a miel.

Ay, pero el agua,
ay, si no sabe a nada.



Pobrecilla del agua,
ay, que no tiene nada,
ay, amor, que se ahoga,
ay, en un vaso de agua.



Jose Gorostiza

viernes, 6 de octubre de 2017

BORRASCA

 
Noche, madre sombría,
de nubes negras y relámpagos ágiles,
cuyos gritos de luz al mar doblegan:
Menesteroso de silencio, pido
tres palmos de la orilla
desolada,
de donde pueda regresar sencilla,
como un fuego marino, la mirada.


Nublada debo de tenerla ahora,
mientras el mar castiga sus lebreles,
si tú piensas la angustia de una estrella
—viento del norte la desprende el oro—
y yo, sin los resabios
del camino,
en un beso feliz, añejo vino,
dulce soplo de brisa entre los labios.


En el mismo sendero son viadores
un límpido crepúsculo de luna
y el pájaro fugaz de la tormenta.


Para un mismo viajero
se divide en jornadas el camino,
porque pasan la aurora y el copo del lucero
vespertino
en un solo sendero.


Noche, madre sombría:
Cuando llegue el minuto negro de mi borrasca,
hazme sufrirlo aquí, junto a la orilla
del agua amarga.


Que, si me vienen ganas de llorar,
quiero tener azules las ideas
y en mis palabras el sonar
de las mareas.



Jose Gorostiza

jueves, 5 de octubre de 2017

REGRESO INESPERADO


Me he despertado en medio de la noche,
y nuevamente te encuentro,
sentada en el borde de mi cama,
viéndome en silencio,
con esa fría mirada que ensayaste,
esa mirada casi sin ojos, ni dirección...

¿Sabes?... no creí que volverías,
pero sin embargo tus pálidos labios,
que practican sin éxito todas las sonrisas ,
me demuestran el porqué de tu regreso...
Mmmm, es lógico, uno se cansa de todo,
incluso de ser un recuerdo...

Sin embargo, esta aparición tuya,
tan repentina, tan silenciosa,
en medio de lo oscuro de la noche,
no me permite comprender del todo
la urgencia de tu presencia...

¿Porqué no hablas?,
¿Es que acaso tienes miedo
que no te responda?...

No temas,
soy el mismo ingenuo soñador de siempre
y hasta podría creerte una vez más,
si quisieras volver a mentirme...

Me lastimaste, es cierto,
sufrí mucho por vos,
pero ahora que volviste, todo está bien,
ahora que estas de nuevo conmigo,
ya hay rencores que nos separen...

Pero...

¿Porqué sigues sin hablarme?,

y... ¿Que sucede con tu cuerpo?...

¿Te estás desvaneciendo?...

Ahora entiendo...

Discúlpame fantasma amigo...

una vez más, te confundí con ella...




Juan Leandro Alzugaray

miércoles, 4 de octubre de 2017

EL PUENTE


Para cruzarlo o para no cruzarlo
ahí está el puente

en la otra orilla alguien me espera
con un durazno y un país

traigo conmigo ofrendas desusadas
entre ellas un paraguas de ombligo de madera
un libro con los pánicos en blanco
y una guitarra que no sé abrazar

vengo con las mejillas del insomnio
los pañuelos del mar y de las paces
las tímidas pancartas del dolor
las liturgias del beso y de la sombra

nunca he traído tantas cosas
nunca he venido con tan poco

ahí está el puente
para cruzarlo o para no cruzarlo
yo lo voy a cruzar
sin prevenciones

en la otra orilla alguien me espera
con un durazno y un país.




Mario Benedetti

martes, 3 de octubre de 2017

EL AMOR ES UN CENTRO



Una esperanza un huerto un páramo
una migaja entre dos hambres
el amor es campo minado
un jubileo de la sangre

cáliz y musgo / cruz y sésamo
pobre bisagra entre voraces
el amor es un sueño abierto
un centro con pocas filiales


un todo al borde de la nada
fogata que será ceniza
el amor es una palabra
un pedacito de utopía


es todo eso y mucho menos
y mucho más / es una isla
una borrasca / un lago quieto
sintetizando yo diría


que el amor es una alcachofa
que va perdiendo sus enigmas
hasta que queda una zozobra
una esperanza un fantasma.



Mario Benedetti

lunes, 2 de octubre de 2017

EL HOSPICIO


 
Es el hospicio, el viejo hospicio provinciano,
el caserón ruinoso de ennegrecidas tejas
en donde los vencejos anidan en verano
y graznan en las noches de invierno las cornejas. 


      Con su frontón al Norte, entre los dos torreones
de antigua fortaleza, el sórdido edificio
de grietados muros y sucios paredones,
es un rincón de sombra eterna. ¡El viejo hospicio! 


      Mientras el sol de enero su débil luz envía,
su triste luz velada sobre los campos yermos,
a un ventanuco asoman, al declinar el día,
algunos rostros pálidos, atónitos y enfermos,
      a contemplar los montes azules de la sierra;
o, de los cielos blancos, como sobre una fosa,
caer la blanca nieve sobre la fría tierra,
¡sobre la tierra fría la nieve silenciosa!...





Antonio Machado

domingo, 1 de octubre de 2017

EL TREN


 Yo, para todo viaje
—siempre sobre la madera
de mi vagón de tercera—,
voy ligero de equipaje. 


Si es de noche, porque no
acostumbro a dormir yo,
y de día, por mirar
los arbolitos pasar,
yo nunca duermo en el tren,
y, sin embargo, voy bien. 


¡Este placer de alejarse!
Londres, Madrid, Ponferrada,
tan lindos... para marcharse.
Lo molesto es la llegada. 


Luego, el tren, al caminar,
siempre nos hace soñar;
y casi, casi olvidamos
el jamelgo que montamos. 


¡Oh, el pollino
que sabe bien el camino! 


¿Dónde estamos?
¿Dónde todos nos bajamos?
¡Frente a mí va una monjita
tan bonita!
Tiene esa expresión serena
que a la pena
da una esperanza infinita.


Y yo pienso: Tú eres buena;
porque diste tus amores
a Jesús; porque no quieres
ser madre de pecadores. 


Mas tú eres
maternal,
bendita entre las mujeres,
madrecita virginal. 


Algo en tu rostro es divino
bajo tus cofias de lino. 


Tus mejillas
—esas rosas amarillas—
fueron rosadas, y, luego,
ardió en tus entrañas fuego;
y hoy, esposa de la Cruz,
ya eres luz, y sólo luz... 


¡Todas las mujeres bellas
fueran, como tú, doncellas
en un convento a encerrarse!... 


¡Y la niña que yo quiero,
ay, preferirá casarse
con un mocito barbero! 


El tren camina y camina,
y la máquina resuella,
y tose con tos ferina.
¡Vamos en una centella!




Antonio Machado