"Sumérgete en el océano de emociones tejido por palabras, donde cada verso es un eco del alma y cada estrofa es un viaje hacia la profundidad del corazón: Bienvenido al santuario de la poesía, donde los sueños danzan entre líneas y los sentimientos florecen en cada palabra."

sábado, 30 de abril de 2016

LA VIDA HUMANA


Velas de amor en golfos de ternura
vuela mi pobre corazón al viento
y encuentra, en lo que alcanza, su tormento,
y espera, en lo que no halla, su ventura,


viviendo en esta humana sepultura
engañar el pesar es mi contento,
y este cilicio atroz del pensamiento
no halla un linde entre el genio y la locura.


¡Ay! en la vida ruin que al loco embarga,
y que al cuerdo infeliz de horror consterna,
dulce en el nombre, en realidad amarga,


sólo el dolor con el dolor alterna,
y si al contarla a días es muy larga,
midiéndola por horas es eterna.




Ramon de Campoamor

viernes, 29 de abril de 2016

TREN DE FUEGO

 
Tren de fuego:
pájaro de ala humana injertada de piel,
asoleadora de agua y sal,
nave rompedora de arcos
donde la cicatriz es llamarada de frío.


Algún demonio ha llegado tarde,
triste clepsidra.


El Tren ensancha sus costillas,
rueda sobre dientes de hilo en hojas de pedernal,
la ciega estación se paraliza de soles jóvenes,
ángeles destronados en la guerra.


¿El demonio se dulcifica?,
tirador de astros,
plantas,
árboles,
golpeador trampero del viento;
desvirgador,
violador de espacios.




Francisco Azuela Espinoza

jueves, 28 de abril de 2016

A LA POESIA

 
Ya se dijeron las cosas más oscuras.
También las más brillantes.


Ya se enlazaron las palabras como
cabellos, seda y oro en una misma trenza
—adorno de tu espalda transparente—.


Ahora,
tan bella como estás,
recién peinada,
quiero tomar de ti lo que más amo.


Quiero tomarte
—aunque soy viejo y pobre—
no el oro ni la seda:
tan sólo el simple, el fresco, el puro
(apasionadamente), el perfumado,
el leve (airadamente), el suave pelo.


Y sacarte a las calles,
despeinada,
ondulando en el viento
—libre, suelto, a su aire—
tu cabello sombrío
como una larga y negra carcajada.





Angel Gonzalez

miércoles, 27 de abril de 2016

AL MOÑO DE MERCED

 
Me cuentan que ibas corriendo
Como una sílfide alada,
Cuando de tus blondas trenzas
Te lo robaron las auras;
No sé yo de tal historia
Si es cierta o es inventada;
Pero lo que sé es que ardiendo
De amor y de dicha el alma,
Traigo tu moño en la bolsa
Desde ayer por la mañana;
Que le he hecho mil caricias
Y pienso hacerle otras tantas,
Que por ser color de rosa
Y por ser tuyo me encanta,
Y que por toda la vida
Lo guardaré donde se halla,
Reunido con un billete
Que compré, de La Esperanza,
Con cosa de diez poesías,
De dos vales y una carta
Que me escribió hace dos meses
La que me dio calabazas.


Aquí lo tengo, y a menos
Que deje esta vida amarga,
No abandonaré tu moño,
Dulce cariño del alma,
Ni por lo uno ni por lo otro,
Ni por esto ni por nada,
Que de esa prenda querida
Pienso, merced adorada,
Hacer el hermoso emblema
De todas mis esperanzas.




Manuel Acuña

martes, 26 de abril de 2016

AL REO A MUERTE

 
Esa noche, ardiendo el pueblo
De animacion y entusiasmo
Bajo el influjo sublime
De tu genio soberano,
Todo era bravos y dianas,
Todo era vivas y aplausos,
Todo cariño en los ojos
Todo cariño en los labios,
Y todo flores, laureles,
Admiración y... entretanto,
Allá muy lejos, muy lejos,
Sonando lento y pausado,
Se alzaba entre las tinieblas
Y entre el silencio un cadalso,
Sin otro eco que el latido
Del pecho del condenado
Que en diálogo con la muerte
Velaba en un subterráneo.


Aquel cadalso se alzaba
Cada vez más y más alto,
Como un espectro, sombrío
Como un vampiro, callado,
Como una tumba implacable,
Y como un mosntruo, inhumano;
Se alzaba y, sin que ninguno
Oyera aquel ruido amargo,
Por los sollozos de un hombre
Solamente acompañado,
La humanidad impasible
Bajo su mudo letargo,
Miraba crecer y alzarse
Las formas de aquel cadalso,
Cuando tú, tú que escuchaste
Sus ecos tristes y vagos
Te levantaste por ella
Con la voz del entusiasmo,
Y en presencia de aquel pueblo
Y enfrente de aquel tablado
Ceñida con tus laureles
La hiciste hablar por tus labios,
Salvando al sol de aquel día
Del rubor de aquel cadalso.

                    
Yo no sé si ya habrá muerto
Aquel que es su desamparo,
Aún más que unos pocos días
Y aun más que unos pocos años
Pudo gozar la dulzura
De ver a su hijo en los brazos,
Libre del infame nombre
De hijo del ajusticiado;
Pero yo que desde niño
Aprendí lleno de espanto
A aborrecer los verdugos
Y a maldecir los cadalsos
Dejo a la gloria que entonces
Para ensalzarte su canto,
Y del condenado a muerte
Bajo los recuerdos gratos,
En nombre suyo, las gracias
De la humanidad te mando.




Manuel Acuña

lunes, 25 de abril de 2016

A TIENTAS


Se retrocede con seguridad
pero se avanza a tientas
uno adelanta manos como un ciego
ciego imprudente por añadidura
pero lo absurdo es que no es ciego
y distingue el relámpago la lluvia
los rostros insepultos la ceniza
la sonrisa del necio las afrentas
un barrunto de pena en el espejo
la baranda oxidada con sus pájaros
la opaca incertidumbre de los otros
enfrentada a la propia incertidumbre


se avanza a tientas / lentamente
por lo común a contramano
de los convictos y confesos
en búsqueda tal vez
de amores residuales
que sirvan de consuelo y recompensa
o iluminen un pozo de nostalgias


se avanza a tientas / vacilante
no importan la distancia ni el horario
ni que el futuro sea una vislumbre
o una pasión deshabitada


a tientas hasta que una noche
se queda uno sin cómplices ni tacto
y a ciegas otra vez y para siempre
se introduce en un túnel o destino
que no se sabe dónde acaba




Mario Benedetti

domingo, 24 de abril de 2016

TROVADOR

 
El caminar entre la niebla
recorriendo los caminos,
contando miles de historias
en forma de poesía. 


Cuando las piedras que hay en sus botas
le torturan el camino,
son solo, tristes recuerdos de los
que ya no volvieron
No se puede acallar el llanto por una amada
No se evitar la hora de marchar
Todo lo que él nos contaba
no era una mentira,
eran recuerdos de su vieja memoria
y tropiezos de su andadura. 


La mirada perdida en busca por el tiempo pasado,
de lo que no pudo conservar. 


No había remedio
No se puede acallar el llanto por una amada
No se puede evitar la hora de marchar
¡Trovador! ¿Por qué lloras?
¿Dónde se hallan los actores de tus historias? 


No se puede acallar el llanto por una amada
No se puede evitar la hora de marchar
¡Trovador! ¿Por qué lloras?
¿Dónde se hayan los actores de tus historias? 


¡Trovador! ¿Por qué lloras?
¿Dónde se hallan los actores de tus historias, de tus historias, de tus historias... 





Luis Vivencio

sábado, 23 de abril de 2016

MAR EN LA TIERRA

 
No, no clames por esa dicha presurosa
que está latente cuando la oscura música no modula,
cuando el oscuro chorro pasa indescifrable
como un río que desprecia el paisaje.


La felicidad no consiste en estrujar unas manos
mientras el mundo sobre sus ejes vacila,
mientras la luna convertida en papel
siente que un viento la riza sonriendo.


Quizá el clamoroso mar que en un zapato intentara una noche acomodarse,
cl infinito mar que quiso ser rocío,
que pretendió descansar sobre una flor durmiente,
que quiso amanecer como la fresca lágrima.


El resonante mar convertido en una lanza
yace en lo seco como un pez que se ahoga,
clama por ese agua que puede ser el beso,
que puede ser un pecho que se rasgue y anegue.


Pero la seca luna no responde al reflejo de las escamas pálidas.
l.a muerte es una contracción de una pupila vidriada,
es esa imposibilidad de agitar unos brazos,
de alzar un grito hasta un cielo al que herir.


La muerte es el silencio entre el polvo, entre la memoria,
es agitar torvamente una lengua no de hombre,
es sentir que la sal se cuaja en las venas
fríamente como un árbol blanquísimo en un pez.


Entonces la dicha, la oscura dicha de morir,
de comprender que el mundo es un grano que se deshará,
el que nació para un agua divina,
para ese mar inmenso que yace sobre el polvo.


La dicha consistirá en deshacerse como lo minúsculo,
en transformarse en la severa espina,
resto de un océano que como la luz se marchó,
gota de arena que fue un pecho gigante
y que salida por la garganta como un sollozo aquí yace.





Vicente Aleixandre

viernes, 22 de abril de 2016

CORAZON NEGRO


Enigma o sangre de otras vidas pasadas,
suprema interrogación que ante los ojos me habla,
signo que no comprendo a la luz de la luna.


Sangre negra, corazón dolorido que desde lejos la envías
a latidos inciertos, bocanadas calientes,
vaho pesado de estío, río en que no me hundo,
que sin luz pasa como silencio, sin perfume ni amor.


Triste historia de un cuerpo que existe como existe un planeta,
como existe la luna, la abandonada luna,
hueso que todavía tiene un claror de carne.


Aquí, aquí en la tierra echado entre unos juncos,
entre lo verde presente, entre lo siempre fresco,
veo esa pena o sombra, esa linfa o espectro,
esa sola sospecha de sangre que no pasa.


¡Corazón negro, origen del dolor o la luna,
corazón que algún día latiste entre unas manos.


beso que navegaste por unas venas rojas,
cuerpo que te ceñiste a una tapia vibrante!




Vicente Aleixandre

jueves, 21 de abril de 2016

MUJERES


Oh, blancura. ¿Quién puso en nuestras vidas
de frenéticas bestias abismales
este claror de luces siderales estas nieves, con sueño enardecidas?

Oh dulces bestezuelas perseguidas.

Oh terso roce. Oh signos cenitales.
Oh músicas. Oh llamas. Oh cristales.
Oh velas altas, de la mar surgidas.


Ay, tímidos fulgores, orto puro,
quién os trajo a este pecho de hombre duro,
a este negro fragor de odio y olvido?

Dulces espectros, nubes, flores vanas...
¡Oh tiernas sombras, vagamente humanas,
tristes mujeres, de aire o de gemido!





Damaso Alonso

miércoles, 20 de abril de 2016

AMANTE


Lo que yo no quiero
es darte palabras de ensueño,
ni propagar imagen con mis labios
en tu frente, ni con mi beso.


La punta de tu dedo,
con tu uña rosa, para mi gesto
tomo, y, en el aire hecho,
te la devuelvo.
De tu almohada, la gracia y el hueco.


Y el calor de tus ojos, ajenos.
Y la luz de tus pechos
secretos.


Como la luna en primavera,
una ventana
nos da amarilla lumbre. Y un estrecho
latir
parece que refluye a ti de mí.


No es eso. No será. Tu sentido verdadero
me lo ha dado ya el resto,
el bonito secreto,
el graciosillo hoyuelo,
la linda comisura
y el mañanero
desperezo.




Vicente Aleixandre

martes, 19 de abril de 2016

A TI VIVA


Cuando contemplo tu cuerpo extendido
como un río que nunca acaba de pasar,
como un claro espejo donde cantan las aves,
donde es un gozo sentir el día cómo amanece.


cuando miro a tus ojos, profunda muerte o vida
que me llama,
canción de un fondo que sólo sospecho;
cuando veo tu forma, tu frente serena,
piedra luciente en que mis besos destellan,
como esas rocas que reflejan un sol que nunca se hunde.


Cuando acerco mis labios a esa música incierta,
a ese rumor de los siempre juvenil,
del ardor de la tierra que canta entre lo verde,
cuerpo que húmedo siempre resbalaría
como un amor feliz que escapa y vuelve...


Siento el mundo rodar bajo mis pies,
rodar ligero con siempre capacidad de estrella,
con esa alegre generosidad del lucero
que ni siquiera pide un mar en que doblarse.


Todo es sorpresa. El mundo destellando
siente que un mar de pronto está desnudo, trémulo,
que es ese pecho enfebrecido y ávido
que sólo pide el brillo de luz.


La creación riela. La dicha sosegada
transcurre como un placer que nunca llega al colmo,
como esa rápida ascensión del amor
donde el viento se ciñe a las frentes más ciegas.


Mirar tu cuerpo sin más luz que la tuya,
que esa cercana música que concierta a las aves,
a las aguas, al bosque, a ese ligado latido
de este mundo absoluto que siento ahora en los labios.






Vicente Aleixandre

lunes, 18 de abril de 2016

SONETO SOBRE LA LIBERTAD HUMANA


Qué hermosa eres, libertad. No hay nada
que te contraste. ¿Qué? Dadme tormento.


Más brilla y en más puro firmamento
libertad en tormento acrisolada. 


¿Que no grite? ¿Mordaza hay preparada?
Venid: amordazad mi pensamiento.
Grito no es vibración de ondas al viento:
grito es conciencia de hombre sublevada.


Qué hermosa eres, libertad. Dios mismo
te vio lucir, ante el primer abismo
sobre su pecho, solitaria estrella.


Una chispita del volcán ardiente
tomó en su mano. Y te prendió en mi frente,
libre llama de Dios, libertad bella.






Damaso Alonso

domingo, 17 de abril de 2016

CENICIENTO MUSSOLINI

 
Ven a Guadalajara, dictador de cadenas,
carcelaria mandíbula de canto:
verás la retiradas miedosa de tu hienas,
verás el apogeo del espanto.


Rumoras provincia de colmenas,
la patria del panal estremecido,
la dulce Alcarria, amarga como el llanto,
amarga te ha sabido.


Ven y verás, mortífero bandido,
ruedas de tus cañones,
banderas de tu ejército, carne de tus soldados,
huesos de tus legiones,
trajes y corazones destrozados.


Una extensión de muertos humeantes:
muertos que humean ante la colina,
muertos bajo la nieve,
muertos sobre los páramos gigantes,
muertos junto a la encina,
muertos dentro del agua que les llueve.


Sangre que no se mueve
de convertida en hielo.


Vuela sin pluma un ala numerosa,
rojo y audaz, que abarca todo el cielo
y abre a cada italiano la explosión de una fosa.


Un titánico vuelo
de aeroplanos de España
te vence, te tritura,
ansiosa telaraña,
con su majestuosa dentadura.


Ven y verás sobre la gleba oscura
alzarse como un fósforo glorioso,
sobreponerse al hambre, levantarse del barro,
desprenderse del barro con emoción y brío
vívidas esculturas sin reposo,
españoles del bronce más bizarro,
con el cabello blanco de rocío.


Los verás rebelarse contra el frío,
de no beber la boca dilatada,
mas vencida la sed con la sonrisa:
de no dormir extensa la mirada,
y destrozada a tiros la camisa.


Manda plomo y acero
en grandes emisiones combativas,
con esa voluntad de carnicero
digna de que la entierren las más sucias salivas.


Agota las riquezas italianas,
la cantidad preciosa de sus seres,
deja exhaustas sus minas, sin nadie sus ventanas,
desiertos sus arados y mudos sus talleres.


Enviuda y desangra sus mujeres:
nada podrás contra este pueblo mío,
tan sólido y tan alto de cabeza,
que hasta sobre la muerte mueve su poderío,
que hasta del junco saca fortaleza.


Pueblo de Italia, un hombre te destroza:
repudia su dictamen con un gesto infinito.


Sangre unánime viertes que ni roza,
ni da en su corazón de teatro y granito.


Tus muertos callan clamorosamente
y te indican un grito
liberador, valiente.


Dictador de patíbulos, morirás bajo el diente
de tu pueblo y de miles.
Ya tus mismos cañones van contra tus soldados,
y alargan hacia ti su hierro los fusiles
que contra España tienes vomitados.


Tus muertos a escupirnos se levanten:
a escupirnos el alma se levanten los nuestros
de no lograr que nuestros vivos canten
la destrucción de tantos eslabones siniestros.




Miguel Hernandez

sábado, 16 de abril de 2016

ROMANCE EN ENDECHAS

 
La moza gallega
que está en la posada,
subiendo maletas
y dando cebada,

penosa se sienta
encima de un arca,
por ver ir un huésped
que tiene en el alma,

mocito espigado,
de trenza de plata,
que canta bonito
y tañe guitarra. 


Con lágrimas vivas
que al suelo derrama,
con tristes suspiros,
con quejas amargas,

del pecho rabioso
descubre las ansias. 


¡Mal haya quien fía
de gente que pasa!

«Pensé que estuviera
dos meses de estancia,
y, cuando se fuera,
que allá me llevara. 


»Pensé que el amor
y fe que cantaba,
supiera rezado
tenello y guardalla. 


»¡Pensé que eran ciertas
sus falsas palabras!
¡Mal haya quien fía
de gente que pasa!

»Diérale mi cuerpo,
mi cuerpo de grana,
para que sobre él
la mano probara

»y jurara a medias,
perdiera o ganara. 


¡Ay Dios! si lo sabe,
¿qué dirá mi hermana?

»Dirame que soy
una perdularia,
pues di de mis prendas
la más estimada,

»y él va tan alegre
y más que una Pascua. 


¡Mal haya quien fía
de gente que pasa! 


»¿Qué pude hacer más
que darle polainas
con encaje y puntas
de muy fina holanda;

»cocerle su carne
y hacerle su salsa;
encenderle vela
de noche, si llama,

»y, en dándole gusto,
soplar y matalla?
¡Mal haya quien fía
de gente que pasa!»

En esto ya el huésped
la cuenta remata,
y, el pie en el estribo,
furioso cabalga,

y, antes de partirse,
para consolarla,
de ella se despide
con estas palabras:

«Isabel, no llores;
no llores, amores. 


Si por dicha lloras
porque yo no lloro,

»sabrás que mi lloro
no es a todas horas,
y, aunque me desdoras,
otros hay peores.

»Isabel, no llores;
no llores, amores.»




Juan de Salinas

viernes, 15 de abril de 2016

NOSOTROS LOS HOMBRES


Vengo a buscarte, hermano, porque traigo el poema,
que es traer el mundo a las espaldas.

Soy como un perro que ruge a solas, ladra
a las fieras del odio y de la angustia,
echa a rodar la vida en mitad de la noche.

Traigo sueños, tristezas, alegrías, mansedumbres,
democracias quebradas como cántaros,
religiones mohosas hasta el alma,
rebeliones en germen echando lenguas de humo,
árboles que no tienen
suficientes resinas amorosas.

Estamos sin amor, hermano mío,
y esto es como estar ciegos en mitad de la tierra.






Jorge de Bravo

jueves, 14 de abril de 2016

AL HIJO

 
No soy yo quien te engendra. Son los muertos.

Son mi padre, su padre y sus mayores;
son los que un largo dédalo de amores
trazaron desde Adán y los desiertos


de Caín y de Abel, en una aurora
tan antigua que ya es mitología,
y llegan, sangre y médula, a este día
del porvenir, en que te engendro ahora.


Siento su multitud. Somos nosotros
y, entre nosotros, tú y los venideros
hijos que has de engendrar. Los postrimeros


y los del rojo Adán. Soy esos otros,
también. La eternidad está en las cosas
del tiempo, que son formas presurosas.




Jorge Luis Borges

miércoles, 13 de abril de 2016

A SU MEMORIA

 
Dormire en sus senderos
y perseguiré sus huellas
por caminos y praderas


Descansaré en sus valles
y andaré por sus llanuras
atravesaré sus montes
y vadearé sus ríos


Me extasiaré mirando
el verdor de sus valles
y el lejano gris de sus montañas


Recorreré, descalzo, sus simétricos prados
y gozaré del ruido del viento
en los profundos barrancos
donde sólo se escucha la nostalgia


Habitaré en su casa
dormiré en su cama
miraré desde sus claras ventanas
el resplandor rojizo del Ocaso


Cuando, fugazmente, la tengo frente a mí
comprendo lo que siempre ignoré
y cuando, de nuevo, se borra su rostro
desdibujándose como la niebla del otoño
en la soledad... ¡lloro en silencio!


Será como ella...
y la persigo desde siempre
¡al final! confío en encontrarla
pues su presencia me dará la paz
y sólo su nombre
iluminará mi vida


¡Oh blanca Sabiduría!
a ti nunca podrán reconocerte los soberbios
y los poderosos se morirán sin ver tu rostro


Amiga Sabiduría
quiero ¡para siempre!
tenerte cerca
comprender tu esencia
saber que el amor, la paz,
la felicidad
no son pura entelequia





Julio Biosca

martes, 12 de abril de 2016

BUSCAR EN LA ESPERANZA


Sentir, con dolor,
que la vida es fugaz
y se me escapa...


tener que dejar a un lado
un ramillete de ilusiones
sin cumplir...
y ser consciente, por un momento,
que todo pasa


No haberme dado cuenta antes
de esta terrible desgracia
¿por qué te deje pasar momento feliz?
¿por qué no he amado más?


Quiero dejar de estar triste
y sincerarme el alma
descubrirte la verdad
que hay en mí
y llenar carteles
con miles de palabras olvidadas:
amistad, afecto, ternura, nostalgia...


Quiero recorrer deprisa
este momento de agobio
para dejar de pensar
que ¡vivir!...
¡es un tiempo corto!





Julio Biosca

lunes, 11 de abril de 2016

A MI HIJO


Ayer no eras nada...
sólo un dulce sueño
tejido con amor
al arrullo... de un riachuelo saltarín
o de algún sendero solitario,
en el silencio...
de la pálida tarde


Ayer no eras nada
hoy ha muerto el sueño
y nació la vida
¡ya estás aquí!
y de alegría,
río y lloro al mirarte
mientras tú pataleas
y cierras los ojos
al contacto cálido
de la blanca mano de tu madre


No me canso de hablarte,
cuando no me escucha nadie
eres un milagro
¡tan frágil!
¡tan grande!
que cuando sonríes
se ilumina el cielo
y te besa el aire.




Julio Biosca

domingo, 10 de abril de 2016

A SENTARSE


Todo el mundo sentado
a la mesa,
en el trono,
en la asamblea,
en el vagón del tren,
en la capilla,
en el océano,
en el avión, en la escuela, en el estadio
todo el mundo sentado o sentándose,
pero no habrá recuerdos
de una silla
que hayan hecho mis manos.


Qué pasó? Por qué, si mi destino
me llevó a estar sentado, entre otras cosas,
por qué no me dejaron
implantar cuatro patas
de un árbol extinguido
al asiento, al respaldo,
a la persona próxima
que allí debió aguardar el nacimiento
o la muerte de alguna que él amaba?
La silla que no pude, que no hice,
transformando en estilo
la naturalidad de la madera
y en aparato claro
el rito de los árboles sombríos.


La sierra circular
como un planeta
descendió de la noche
hasta la tierra
y rodó por los montes
de mi patria,
pasó sin ver por mi puerta larvaria,
se perdió en su sonido,
y así fue como anduve
en el aroma
de la selva sagrada
sin agredir con hacha la arboleda,
sin tomar en mis manos
la decisión y la sabiduría
de cortar el ramaje
y extraer
una silla
de la inmovilidad
y repetirla
hasta que esté sentado todo el mundo.




Pablo Neruda

sábado, 9 de abril de 2016

A ORRILLAS DEL DUERO


Mediaba el mes de julio. Era un hermoso día. 

Yo, solo, por las quiebras del pedregal subía,
buscando los recodos de sombra, lentamente.
A trechos me paraba para enjugar mi frente
y dar algún respiro al pecho jadeante;
o bien, ahincando el paso, el cuerpo hacia adelante
y hacia la mano diestra vencido y apoyado
en un bastón, a guisa de pastoril cayado,
trepaba por los cerros que habitan las rapaces
aves de altura, hollando las hierbas montaraces
de fuerte olor —romero, tomillo, salvia, espliego—. 


Sobre los agrios campos caía un sol de fuego. 


      Un buitre de anchas alas con majestuoso vuelo
cruzaba solitario el puro azul del cielo.
Yo divisaba, lejos, un monte alto y agudo,
y una redonda loma cual recamado escudo,
y cárdenos alcores sobre la parda tierra
—harapos esparcidos de un viejo arnés de guerra—,
las serrezuelas calvas por donde tuerce el Duero
para formar la corva ballesta de un arquero
en torno a Soria. —Soria es una barbacana,
hacia Aragón, que tiene la torre castellana—. 


Veía el horizonte cerrado por colinas
oscuras, coronadas de robles y de encinas;
desnudos peñascales, algún humilde prado
donde el merino pace y el toro, arrodillado
sobre la hierba, rumia; las márgenes de río
lucir sus verdes álamos al claro sol de estío,
y, silenciosamente, lejanos pasajeros,
¡tan diminutos! —carros, jinetes y arrieros—,
cruzar el largo puente, y bajo las arcadas
de piedra ensombrecerse las aguas plateadas
del Duero. 


      El Duero cruza el corazón de roble
de Iberia y de Castilla. 


            ¡Oh, tierra triste y noble,
la de los altos llanos y yermos y roquedas,
de campos sin arados, regatos ni arboledas;
decrépitas ciudades, caminos sin mesones,
y atónitos palurdos sin danzas ni canciones
que aún van, abandonando el mortecino hogar,
como tus largos ríos, Castilla, hacia la mar!
      Castilla miserable, ayer dominadora,
envuelta en sus andrajos desprecia cuanto ignora. 


¿Espera, duerme o sueña? ¿La sangre derramada
recuerda, cuando tuvo la fiebre de la espada?
Todo se mueve, fluye, discurre, corre o gira;
cambian la mar y el monte y el ojo que los mira. 


¿Pasó?  Sobre sus campos aún el fantasma yerta
de un pueblo que ponía a Dios sobre la guerra. 


      La madre en otro tiempo fecunda en capitanes,
madrastra es hoy apenas de humildes ganapanes. 


Castilla no es aquella tan generosa un día,
cuando Myo Cid Rodrigo el de Vivar volvía,
ufano de su nueva fortuna, y su opulencia,
a regalar a Alfonso los huertos de Valencia;
o que, tras la aventura que acreditó sus bríos,
pedía la conquista de los inmensos ríos
indianos a la corte, la madre de soldados,
guerreros y adalides que han de tornar, cargados
de plata y oro, a España, en regios galeones,
para la presa cuervos, para la lid leones. 


Filósofos nutridos de sopa de convento
contemplan impasibles el amplio firmamento;
y si les llega en sueños, como un rumor distante,
clamor de mercaderes de muelles de Levante,
no acudirán siquiera a preguntar ¿qué pasa?
Y ya la guerra ha abierto las puertas de su casa. 


      Castilla miserable, ayer dominadora,
envuelta en sus harapos desprecia cuanto ignora. 


      El sol va declinando. De la ciudad lejana
me llega un armonioso tañido de campana
—ya irán a su rosario las enlutadas viejas—. 


De entre las peñas salen dos lindas comadrejas;
me miran y se alejan, huyendo, y aparecen
de nuevo, ¡tan curiosas!... Los campos se obscurecen. 


Hacia el camino blanco está el mesón abierto
al campo ensombrecido y al pedregal desierto.




Antonio Machado

viernes, 8 de abril de 2016

A LOS PODEROSOS

 
¡Vosotros, los Poderosos!
que miráis de reojo
las miserias de este mundo
y pasáis soñolientos por la vida
sin sentir nunca, rubor o tristeza
entre tanta desventura
entre tanta queja muerta


¡Y vosotros, Miserables!
que fomentáis la injusticia
crucificando cada día
a las personas honestas


¡También vosotros... Soberbios!
que siempre buscáis
los primeros lugares
en elegantes banquetes
despreciando por humildes
a los que ya nada tienen


¡En suma... Vosotros!
todos los que os creéis eternos
y compráis y vendéis voluntades
sin importaros el precio
vosotros... jamás tendréis
al final de vuestra vida
la recompensa del sencillo
que es como ser humano
irse con dignidad de este mundo
desnudo y satisfecho.

 
 
 
Julio Biosca

jueves, 7 de abril de 2016

EL ESTÍO


Hermosa fuente que al vecino río
Sonora envías tu cristal undoso,
Y tú, blanda cual sueño venturoso,
Yerba empapada en matinal rocío:


Augusta soledad del bosque umbrío
Que da y protege el álamo frondoso,
Amparad de verano riguroso
Al inocente y fiel rebaño mío.


Que ya el suelo feraz de la campiña
Selló Julio con planta abrasadora
Y su verdura a marchitar empieza;


Y alegre ve la pampanosa viña
En sus yemas la savia bienhechora
Nuncio feliz de la otoñal riqueza.




Jose Joaquin de Mora

miércoles, 6 de abril de 2016

A UN OLMO

 
Qué lenta libertad vas conquistando
con un silencio lleno de verdores!


Apenas si se nota en ti la vida
y nada hay muerto en ti, olmo gigante
Tus hojas tan pequeñas me enternecen,
te aniñan, te disculpan
de los brutales troncos de tus ramas.


Las hojas que resbalan por tu rostro
parecen el espejo de mi llanto,
parecen las palabras cariñosas
que me sabrías decir si fueras hombre.


¡Quién como tú pudiera ser tan libre,
con esa libertad lenta y tranquila
con la que así te vas formando!
Tú permaneces, pero te renuevas,
estás bien arraigado, pero creces,
y conquistas el cielo sin derrota,
dueño de tu comienzo y de tus fines.


Si yo tuviera comunicaciones
con las duras raíces ancestrales;
si mis antepasados retorcidos
me retuvieran firmes desde el suelo;
si mis hijos, mis versos y las aves
brotaran de mis brazos extendidos,
como un hermano tuyo me sintiera.


Olmo, dios vegetal, bajo tu sombra,
bajo el rico verdor de tus ideas,
amo tu libertad que lentamente
sobrepasa los duros horizontes,
y me quejo de mí, tan engañado,
andando suelto para golpearme
contra muros de cárcel y misterio.


Las tinieblas son duras para el hombre.





Manuel Altolaguirre

martes, 5 de abril de 2016

LA DIOSA DEL BOSQUE


¡Oh, si bajo estos árboles frondosos
Se mostrase la célica hermosura
Que vi algún día en inmortal dulzura
                    Este bosque bañar!


Del cielo tu benéfico descenso
Sin duda ha sido, lúcida belleza:
Deja, pues, diosa, que mi grato incienso
                    Arda sobre tu altar.


Que no es amor mi tímido alborozo,
Y me acobarda el rígido escarmiento,
Que ¡oh Piritoo! condenó tu intento
                    Y tu intento, Ixión.


Lejos de mí sacrílega osadía:
Bástame que con plácido semblante
Aceptes, diosa, a mis anhelos pía,
                    Mi ardiente adoración.


Mi adoración y el cántico de gloria
Que de mí el Pindo atónito ya espera:
Baja tú a oírme de la sacra esfera
                    ¡Oh radiante deidad!


Y tu mirar más nítido y süave,
He de cantar, que fúlgido lucero;
Y el limpio encanto que infundirnos sabe
                    Tu dulce majestad.


De pureza jactándose natura,
Te ha formado del cándido rocío
Que sobre el nardo al apuntar de estío
                    La aurora derramó;


Y excelsamente lánguida retrata
El rosicler pacífico de Mayo
Tu alma: Favonio su frescura grata
                    A tu hablar trasladó.


¡Oh imagen perfectísima del orden
Que liga en lazos fáciles el mundo,
Sólo en los brazos de la paz fecundo,
                    Sólo amable en la paz!


En vano con espléndido aparato
Finge el arte solícito grandezas:
Natura vence con sencillo ornato
                    Tan altivo disfraz.


Monarcas, que los pérsicos tesoros
Ostentáis con magnífica porfía,
Copiad el brillo de un sereno día
                    Sobre el azul del mar:


O copie estudio de émula hermosura
De mi deidad el mágico descuido;
Antes veremos la estrellada altura
                    Los hombres escalar.


Tú, mi verso, en magnánimo ardimiento
Ya las alas del céfiro recibe,
Y al pecho ilustre en que tu numen vive
                    Vuela, vuela veloz;



Y en los erguidos álamos ufana
Penda siempre esta cítara, aunque nueva;
Que ya a sus ecos hermosura humana
                    No ha de ensalzar mi voz.




Manuel Maria de Arjona

lunes, 4 de abril de 2016

ESPERANZA

 
Y volverán al cerro las endrinas,
Majuelas a las ramas del majuelo
Y moras a las zarzas con espinas.


Y volverán las nuevas primaveras
A sembrar las terruchas y senderos
De verdes esperanzas y acederas.


No lloraré a los niños, ni a los viejos,
Ni lloraré el silencio de las eras,
Ni a las casas caídas de abandono.


Espero todavía los retoños
Que siembren alegría en nuestra tierra
Y cosechen estrellas para el cielo.




Rafael Dedi

domingo, 3 de abril de 2016

CAMPOS SECOS

 
Donde hay cardos, siembra flores
El labrador cuando siembra
Y, a veces, recoge cardos,
Regados por la tristeza.


Secos esos campos: ojos
De los hombres con sus penas;
Por haber llorado tanto
Y quedarse el alma seca.


Se perdieron en el luto,
Esperando primaveras,
Los honrados campesinos
De los pueblos de mi tierra.


Surco arriba, surco abajo,
Solos en el campo esperan.


Van esparciendo la vida
Por una humilde cosecha.


¡Tantas son las malandanzas
que los pueblos acarrean...!

sol a sol echando horas
y... ¡es tan mísera su hacienda!


Tantas son... que por amarte,
Sólo por amor, se quedan;
Por tenerte a ti con ellos
Como erial y como vega.



Rafael Dedi

sábado, 2 de abril de 2016

SE MAS FELIZ QUE YO


Sobre pupila azul, con sueño leve,
Tu párpado cayendo amortecido,
Se parece a la pura y blanca nieve
Que sobre las violetas reposó:
Yo el sueño del placer nunca he dormido:
                    Sé más feliz que yo.


Se asemeja tu voz en la plegaria
Al canto del zorzal de indiano suelo
Que sobre la pagoda solitaria
Los himnos de la tarde suspiró:
Yo sólo esta oración dirijo al cielo:
                    Sé más feliz que yo.


Es tu aliento la esencia más fragante
De los lirios del Arno caudaloso
Que brotan sobre un junco vacilante
Cuando el céfiro blando los meció:
Yo no gozo su aroma delicioso:
                    Sé más feliz que yo.


El amor, que es espíritu de fuego,
Que de callada noche se aconseja
Y se nutre don lágrimas y ruego,
En tus purpúreos labios se escondió:
Él te guarde el placer y a mí la queja:
                    Sé más feliz que yo.


Bella es tu juventud en sus albores
Como un campo de rosas del Oriente;
Al ángel del recuerdo pedí flores
Para adornar tu sien, y me las dio;
Yo decía al ponerlas en tu frente:
                    Sé más feliz que yo.


Tu mirada Vivaz es de paloma;
Como la adormidera del desierto
Causas dulce embriaguez, hurí de aroma
Que el cielo de topacio abandonó:
Mi suerte es dura, mi destino incierto:
                    Sé más feliz que yo.




Juan Arolas

viernes, 1 de abril de 2016

ASI TE QUIERO


El día trece de julio
yo me tropecé contigo. 


Las campanas de mi frente,
amargas de bronce antiguo,
dieron al viento tu nombre
en repique de delirio. 


Mi corazón de madera
muerto de flor y de nidos,
floreció en un verde nuevo
de naranjos y de gritos,
y por mi sangre corrió
un toro de escalofrío,
que me dejó traspasado
en la plaza del suspiro. 


¡Ay trece, trece de julio,
cuando me encontré contigo!

¡Ay, tus ojos de manzana
y tus labios de cuchillo
y las nueve, nueve letras
de tu nombre sobre el mío
que borraron diferencias
de linaje y apellido!

¡Bendita sea la madre,
la madre que te ha parido,
porque sólo te parió
para darme a mí un jacinto,
y se quedó sin jardines
porque yo tuviera el mío!

¿Quieres que me abra las venas
para ver si doy contigo?
¡Pídemelo y al momento
seré un clavel amarillo!
¿Quieres que vaya descalzo
llamando por los postigos?

¡Dímelo y no habrá aldabón
que no responda a mi brío!
¿Quieres que cuente la arena
de los arroyos más finos?
Haré lo que se te antoje,
lo que mande tu capricho,
que es mi corazón cometa
y está en tu mano el ovillo;
que es mi sinrazón campana
y tu voluntad sonido. 


Nunca quise a nadie así;
voy borracho de cariño,
desnudo de conveniencias
y abroquelado de ritmos
como un Quijote de luna
con armadura de lirios. 


Te quiero de madrugada,
cuando la noche y el trigo
hablan de amor a la sombra
morena de los olivos;
cuando se callan los niños
y las mocitas esperan
en los balcones dormidos;
te quiero siempre: mañana,
tarde, noche... ¡por los siglos,
de los siglos! ¡Amén! Te
querré constante y sumiso,
y cuando ya me haya muerto
antes que llegue tu olvido,
por la savia de un ciprés
subiré delgado y lírico,
hecho solamente voz
para decirte en un grito:
¡Te quiero! ¡Te quiero muerto
igual que te quise vivo!




Rafael de Leon