"Sumérgete en el océano de emociones tejido por palabras, donde cada verso es un eco del alma y cada estrofa es un viaje hacia la profundidad del corazón: Bienvenido al santuario de la poesía, donde los sueños danzan entre líneas y los sentimientos florecen en cada palabra."

sábado, 29 de septiembre de 2018

TIERRA NATIVA

Pintura de Dans Reve
Es la luz misma, la que abrió mis ojos
Toda ligera y tibia como un sueño,
Sosegada en colores delicados
Sobre las formas puras de las cosas.

El encanto de aquella tierra llana,
Extendida como una mano abierta,
Adonde el limonero encima de la fuente
Suspendía su fruto entre el ramaje.

El muro viejo en cuya barda abría
A la tarde su flor azul la enredadera,
Y al cual la golondrina en el verano
Tornaba siempre hacia su antiguo nido.

El susurro del agua alimentando,
Con su música insomne en el silencio,
Los sueños que la vida aún no corrompe,
El futuro que espera como página blanca.

Todo vuelve otra vez vivo a la mente.
Irreparable ya con el andar del tiempo,
Y su recuerdo ahora me traspasa
El pecho tal puñal fino y seguro.

Raíz del tronco verde, ¿quién la arranca?
Aquel amor primero, ¿quién lo vence?
Tu sueño y tu recuerdo, ¿quién lo olvida,
Tierra nativa, más mía cuanto más lejana?




Luis Cernuda

viernes, 28 de septiembre de 2018

TRISTEZA DEL RECUERDO

Pintura de Dans Reve


Por las esquinas vagas de los sueños,
Alta la madrugada, fue conmigo
Tu imagen bien amada, como un día
En tiempos idos, cuando Dios lo quiso.

Agua ha pasado por el río abajo,
Hojas verdes perdidas llevó el viento
Desde que nuestras sombras vieron quedas
Su afán borrarse con el sol traspuesto.

Hermosa era aquella llama, breve
Como todo lo hermoso: luz y ocaso.
Vino la noche honda, y sus cenizas
Guardaron el desvelo de los astros.

Tal jugador febril ante una carta,
Un alma solitaria fue la apuesta
Arriesgada y perdida en nuestro encuentro;
El cuerpo entre los hombres quedó en pena.

¿Quién dice que se olvida? No hay olvido.
Mira a través de esta pared de hielo
Ir esa sombra hacia la lejanía
Sin el nimbo radiante del deseo.

Todo tiene su precio. Yo he pagado
El mío por aquella antigua gracia;
Y así despierto, hallando tras mi sueño
Un lecho solo, afuera yerta el alba.




Luis Cernuda

lunes, 24 de septiembre de 2018

EL SOLDADO Y LA NIEVE

Pintura de Edvard Munch


Diciembre ha congelado su aliento de dos filos,
y lo resopla desde los cielos congelados,
como una llama seca desarrollada en hilos,
como una larga ruina que ataca a los soldados.


Nieve donde el caballo que impone sus pisadas
es una soledad de galopante luto.
Nieve de uñas cernidas, de garras derribadas,
de celeste maldad, de desprecio absoluto.

Muerde, tala, traspasa como un tremendo hachazo,
con un hacha de mármol encarnizado y leve.


Desciende, se derrama como un deshecho abrazo
de precipicios y alas, de soledad y nieve.


Esta agresión que parte del centro del invierno,
hambre cruda, cansada de tener hambre y frío,
amenaza al desnudo con un rencor eterno,
blanco, mortal, hambriento, silencioso, sombrío.


Quiere aplacar las fraguas, los odios, las hogueras,
quiere cegar los mares, sepultar los amores:
y se va elevando lentas y diáfanas barreras,
estatuas silenciosas y vidrios agresores.


Que se derrame a chorros el corazón de lana
de tantos almacenes y talleres textiles,
para cubrir los cuerpos que queman la mañana
con la voz, la mirada, los pies y los fusiles.


Ropa para los cuerpos que pueden ir desnudos,
que pueden ir vestidos de escarchas y de hielos:
de piedra enjuta contra los picotazos rudos,
las mordeduras pálidas y los pálidos vuelos.


Ropa para los cuerpos que rechazan callados
los ataques más blancos con los huesos más rojos.


Porque tienen el hueso solar estos soldados,
y porque son hogueras con pisadas, con ojos.


La frialdad se abalanza, la muerte se deshoja,
el clamor que no suena, pero que escucho, llueve.


Sobre la nieve blanca, la vida roja y roja
hace la nieve cálida, siembra fuego en la nieve.


Tan decididamente son el cristal de roca
que sólo el fuego, sólo la llama cristaliza,
que atacan con el pómulo nevado, con la boca,
y vuelven cuanto atacan recuerdos de ceniza.




Miguel Hernandez

domingo, 23 de septiembre de 2018

CANCIÓN PRIMERA



Pintura de Edvard Munch

Se ha retirado el campo
al ver abalanzarse
crispadamente al hombre. 


¡Qué abismo entre el olivo
y el hombre se descubre!

El animal que canta:
el animal que puede
llorar y echar raíces,
rememoró sus garras. 


Garras que revestía
de suavidad y flores,
pero que, al fin, desnuda
en toda su crueldad. 


Crepitan en mis manos.
Aparta de ellas, hijo.
Estoy dispuesto a hundirlas,
dispuesto a proyectarlas
sobre tu carne leve. 


He regresado al tigre.
Aparta, o te destrozo.

Hoy el amor es muerte,
y el hombre acecha al hombre.




Miguel Hernandez

viernes, 21 de septiembre de 2018

OTRA VEZ ESTA NOCHE

Pintura de Edvard Munch

Otra vez esta noche,
Cuando estaba esperándote,
Me dormí, y en mi sueño
Oí una voz llamándome.


Una voz larga y triste,
Apenas susurrante,
Como un sollozo roto
En los dedos del aire.


Una voz melodiosa
Que no oyó nunca nadie;
Que cuando más se acerca,
Más parece alejarse.


Una voz melodiosa
Que no oyó nunca nadie;
Que cuando más se acerca,
Más parece alejarse.


La voz de un viento oscuro
Que se esconde en los árboles
Y hace temblar sus copas
En la luz de la tarde.


Una voz que me llama
Y no quiere llamarme.
Una voz que parece
Que se apaga al callarse.




Jose Bergarmin

jueves, 20 de septiembre de 2018

EL DIAMANTE

Pintura de Romina Lerda

El diamante de una estrella
Ha rayado el hondo cielo,
Pájaro de luz que quiere
Escapar del universo
Y huye del enorme nido
Donde estaba prisionero
Sin saber que lleva atada
Una cadena en el cuello. 


    Cazadores extrahumanos
Están cazando luceros,
Cisnes de plata maciza
En el agua del silencio. 


    Los chopos niños recitan
La cartilla. Es el maestro
Un chopo antiguo que mueve
Tranquilo sus brazos viejos. 


    Ahora en el monte lejano
Jugarán todos los muertos
A la baraja. ¡Es tan triste
La vida en el cementerio!

    ¡Rana, empieza tu cantar!
¡Grillo, sal de tu agujero!
Haced un bosque sonoro
Con vuestras flautas. Yo vuelo
Hacia mi casa intranquilo. 


    Se agitan en mi recuerdo
Dos palomas campesinas
Y en el horizonte, lejos,
Se hunde el arcaduz del día.
¡Terrible noria del tiempo!




Federico Garcia Lorca

miércoles, 19 de septiembre de 2018

CANCIÓN PRIMAVERAL

Pintura de Romina Lerda


                  I
Salen los niños alegres
De la escuela,
Poniendo en el aire tibio
Del abril, canciones tiernas.
¡Que alegría tiene el hondo
Silencio de la calleja!
Un silencio hecho pedazos
por risas de plata nueva. 


                  II
Voy camino de la tarde
Entre flores de la huerta,
Dejando sobre el camino
El agua de mi tristeza. 


En el monte solitario
Un cementerio de aldea
Parece un campo sembrado
Con granos de calaveras.


Y han florecido cipreses
Como gigantes cabezas
Que con órbitas vacías
Y verdosas cabelleras
Pensativos y dolientes
El horizonte contemplan. 


¡Abril divino, que vienes
Cargado de sol y esencias
Llena con nidos de oro
Las floridas calaveras!




Federico Garcia Lorca

martes, 18 de septiembre de 2018

AMARGA BOCA

Pintura de Romina Lerda


No es lo mismo la boca
hecha para besar (toda boca a besar y a morir dispuesta se abre)
y que besó viviente,
que esa otra que no halló nunca un beso
y que guarda su ardor para otro beso último.


La soledad viviente
gastó su fuerza extrema
y apurada se mira en ese rostro, acaso,
más que cansado, fijo,
todo corteza propia.


Aquí viose algún día
el sol, en unos ojos
azules cuando vierte
su amanecer el monte más que rojo;
o cuando más gallardo
el píe pisaba lumbres
recientes o, avanzando,
sonaba ei guijo puro entre las aguas.


La juventud risueña,
el dardo en venas finas,
los pulsos dadivosos,
hacia el confín latían. ¡Ah, cuán ligados
con la fina verdad del mundo a solas!


Todo era cuerpo humano,
besos desde las cimas,
promesas inseguras pero cuán ciertas, luces,
y una palabra todo,
redonda: el universo.


Boca allí dibujada
como contra otra boca.


Juventud conjugada
contra otro mundo idéntico.
Y si el sol presidía, era otro corazón con su luz misma.


Pero el tiempo, el esfuerzo,
las piedras, la montaña,
el crepúsculo estéril,
todo en su curva dulce se hizo bronco,
mondo al fin como el páramo.


Páramo en esta noche,
boca contra otros fríos
cuando el rostro ahora asume
su fin y es su corteza.


Igual que muere el día
hoy nace: el mismo acaba.


Y la mano se extiende
a la luz o a la lluvia,
a la noche continua,
como esa rama sola de un invierno.


Boca que acaso supo
y conoció, o no sabe,
porque no conocer es saber último.




Vicente Aleixandre

lunes, 17 de septiembre de 2018

AMANTE

Pintura de Romina Lerda

Lo que yo no quiero
es darte palabras de ensueño,
ni propagar imagen con mis labios
en tu frente, ni con mi beso.


La punta de tu dedo,
con tu uña rosa, para mi gesto
tomo, y, en el aire hecho,
te la devuelvo.


De tu almohada, la gracia y el hueco.
Y el calor de tus ojos, ajenos.
Y la luz de tus pechos
secretos.


Como la luna en primavera,
una ventana
nos da amarilla lumbre. Y un estrecho
latir
parece que refluye a ti de mí.
No es eso. No será. Tu sentido verdadero
me lo ha dado ya el resto,
el bonito secreto,
el graciosillo hoyuelo,
la linda comisura
y el mañanero
desperezo.




Vicente Aleixandre

domingo, 16 de septiembre de 2018

CANCIÓN

Pintura de Romina Lerda


Quién eres tú repentina
Doncella que te desplomas
Como la araña que pende
Del pétalo de una rosa.


Tu cuerpo relampaguea
Entre las maduras pomas
Que el aire caliente arranca
Del árbol de la centolla.


Caes con el sol, esclava
Dorada de la amapola
Y lloras entre los brazos
Del hombre que te deshoja.


iEres mujer o eres dios
Muchacha que te incorporas
Como una nueva Afrodita
Del fondo de una corola?


Herida en lo más profundo
Del cáliz. te desenrollas.
Gimes de placer, te estiras.
Te rompes como una copa.


Mujer parecida al mar
—Violada entre ola y ola—
Eres más ardiente aún
Que un cielo de nubes rojas.


La mesa está puesta, muerde
La uva que te trastorna
Y besa con ira el duro
Cristal que te vuelve loca.




Nicanor Parra

sábado, 15 de septiembre de 2018

AUTORRETRATO

Pintura de Romina Lerda
Considerad, muchachos, 
Esta lengua roída por el cáncer: 
Soy profesor en un liceo obscuro, 
He perdido la voz haciendo clases. 


(Después de todo o nada 
Hago cuarenta horas semanales.) 
¿Qué os parece mi cara abofeteada? 
¡Verdad que inspira lástima mirarme! 
Y qué decís de esta nariz podrida 
Por la cal de la tiza degradante.  



En materia de ojos, a tres metros 
No reconozco ni a mi propia madre. 
¿Qué me sucede? -Nada.  


Me los he arruinado haciendo clases: 
La mala luz, el sol, 
La venenosa luna miserable. 


Y todo para qué, 
Para ganar un pan imperdonable 
Duro como la cara del burgués 
Y con sabor y con olor a sangre.  


¡Para qué hemos nacido como hombres 
Si nos dan una muerte de animales! 


Por el exceso de trabajo, a veces 
Veo formas extrañas en el aire, 
Oigo carreras locas, 
Risas, conversaciones criminales.  


Observad estas manos 
Y estas mejillas blancas de cadáver, 
Estos escasos pelos que me quedan, 
¡Estas negras arrugas infernales! 
Sin embargo yo fui tal como ustedes, 
Joven, lleno de bellos ideales, 
Soñé fundiendo el cobre 
Y limando las caras del diamante: 
Aquí me tienen hoy 
Detrás de este mesón inconfortable 
Embrutecido por el sonsonete 
De las quinientas horas semanales. 




Nicanor Parra

viernes, 14 de septiembre de 2018

CINCO VECES TRISTE, 2. Es tan poco

Pintura de Edvard Munch

Lo que conoces
es tan poco
lo que conoces
de mí
lo que conoces
son mis nubes
son mis silencios
son mis gestos
lo que conoces
es la tristeza
de mi casa vista de afuera
son los postigos de mi tristeza
el llamador de mi tristeza.


Pero no sabes
nada
a lo sumo
piensas a veces
que es tan poco
lo que conozco
de ti
lo que conozco
o sea tus nubes
o tus silencios
o tus gestos
lo que conozco
es la tristeza
de tu casa vista de afuera
son los postigos de tu tristeza
el llamador de tu tristeza. 


Pero no llamas.
Pero no llamo.




Mario Benedetti

jueves, 13 de septiembre de 2018

IV. CUANDO DIOS LO QUIERA

Pintura de Edvard Munch
Santa florecita, celestial renuevo,
que hiciste mi alma una primavera,
y cuyo perfume para siempre llevo:
¿Cuándo en mi camino te hallaré de nuevo?
—¡Cuándo Dios lo quiera, cuando Dios lo quiera!


—¡Qué abismo tan hondo! ¡Qué brazo tan fuerte
desunirnos pudo de tan cruel manera!
Mas ¡qué importa! Todo lo salva la muerte
y en otra ribera volveré yo a verte...
¡En otra ribera..., sí! ¡Cuando Dios quiera!


Corazón herido, corazón doliente,
mutilada entraña: si tan tuya era
(carne de tu carne, mente de tu mente,
hueso de tus huesos), necesariamente
has de recobrarla... —¡Sí, cuando Dios quiera!

 
 
 
 
Amado Nervo

miércoles, 12 de septiembre de 2018

DESPUÉS

Pintura de Edvard Munch    
Te odio con el odio de la ilusión marchita:
¡Retírate! He bebido tu cáliz, y por eso
mis labios ya no saben dónde poner su beso;
mi carne, atormentada de goces, muere ahíta.


Safo, Crisis, Aspasia, Magdalena, Afrodita,
cuanto he querido fuiste para mi afán avieso.


¿En dónde hallar espasmos, en dónde hallar exceso
que al punto no me brinde tu perversión maldita?


¡Aléjate! Me invaden vergüenzas dolorosas,
sonrojos indecibles del mal, rencores francos,
al ver temblar la fiebre sobre tus senos rosas.


No quiero más que vibre la lira de tus flancos:
déjame solo y triste llorar por mis gloriosas
virginidades muertas entre tus muslos blancos.




Amado Nervo

martes, 11 de septiembre de 2018

CONSEGNERAI

Pintura de Edvard Munch

He vuelto al Lacio
Después de tanto tiempo.
Sus aires, como otrora, saludaron mi risa
Y abrazaron mis párpados
Ya de tercera edad.


Pero hoy
La chicharra horadó mis oídos. 


Yo no conocía su existencia itálica,
Siempre había pensado que sólo era una flor
Del trópico aragüeño.
Posteriormente... me hizo escuchar la Heroica. 


Por ello presentí
Que había contemplado la escena.
Escena no deseada
Pero cargante de manifiestos y de ocultos deseos. 


Lo entendí  cuando el agua
Derramó sus cristales
Sobre lo que fue mi cabellera.

           
Pediste, entonces, la soledad
Para lucubrar.
Y vino hacia ti, otra vez, la cigarra.
Ahora más adriática y desafiante. 


Fue en ese momento, cuando te enervaste
Por tu deseo de pacifismo incomprendido. 


Pero en la distancia has pensado
Que otra cosa no pudo ocurrir.
Así,  lograste maldecir y bendecir
Sobre cosas pasadas.

          
Después de haber cancelado la factura
Las ramas del erable
Acariciaron tu frente
Y despejaron la incógnita
 Del día y de los días... 


Era Fatum el que te condujo
Para que entregaras el pedazo de fuego,
Prometeo cualquiera.
La chicharra, ahora más jónica que nunca, lo dijo:
¿No sabías de ti?
Querías robar al Lacio...
Omnium consumatum est.




Luis Alvarez

lunes, 10 de septiembre de 2018

HORAS DE DANZA

Pintura de Edvard Munch

Nada importa gastar medio día
Media noche
para llegar
hasta el hito que tienes
a dos millas de ti. 


Tal vez la magia del celuloide
en tu recordada mente de niña
te dio toda la fuerza
para impedir el desasosiego:
La vaharada sin ingenio ni fin. 


Sentías
sin llegar aún,
el vórtice retumbante
de los parajes. 


Aventuras marinas
bajo el mismo techo
de tu pensamiento. 


El vuelo a través de las calles
de Agrabah
y por los simunes
de otros tantos Saharas. 


Tú, como nueva Aladina,
quisiste combatir a los supervillanos virtuales,
precisamente,
en el mundo
de la supervillanía no virtual.


De repente,
cuan toque de varita
no mágica,
yo columbro esta arista escondida
por omnipresencia
de las verdes campiñas
por el azul lacustre
que te prestan al paso. 


Por el pinar agriado
(Como diría Juan Ramón)
por los soles de agosto,
y me lastimo. 


Pero tú bailabas
la danza de estas horas
y tu boca pronunciaba
vocablos florecidos,
palabras salvadoras. 


Entonces,
yo recogí mis costras.
Inmaculé el momento
y lavé el eterno reclamo
de otros días. 


Por eso, ahora...
Sólo pensando en ti
y en todos tus senderos
ansiosos de apertura,
admito:
Nada importa gastar medio día
Media noche
para llegar
hasta el hito que tienes
a dos millas de ti.




Luis Alvarez

domingo, 9 de septiembre de 2018

XXXVI, A MI BUITRE

Pintura de Edvard Munch

Este buitre voraz de ceño torvo
que me devora las entrañas fiero
y es mi único constante compañero
labra mis penas con su pico corvo.


El día en que le toque el postrer sorbo
apurar de mi negra sangre, quiero
que me dejéis con él solo y señero
un momento, sin nadie como estorbo.


Pues quiero, triunfo haciendo mi agonía
mientras él mi último despojo traga,
sorprender en sus ojos la sombría


mirada al ver la suerte que le amaga
sin esta presa en que satisfacía
el hambre atroz que nunca se le apaga.




Miguel de Unamuno

sábado, 8 de septiembre de 2018

BARRIO SIN LUZ

Pintura de Edvard Munch


¿Se va la poesía de las cosas
o no la puede condensar mi vida?
Ayer —mirando el último crepúsculo—
yo era un manchón de musgo entre unas ruinas.


Las ciudades —hollines y venganzas—,
la cochinada gris de los suburbios,
la oficina que encorva las espaldas,
el jefe de ojos turbios. 


Sangre de un arrebol sobre los cerros,
sangre sobre las calles y las plazas,
dolor de corazones rotos,
podre de hastíos y de lágrimas. 


Un río abraza el arrabal
como una mano helada que tienta en las tinieblas:
sobre sus aguas se avergüenzan
de verse las estrellas. 


Y las casas que esconden los deseos
detrás de las ventanas luminosas,
mientras afuera el viento
lleva un poco de barro a cada rosa. 


Lejos... la bruma de las olvidanzas
—humos espesos, tajamares rotos—,
y el campo, ¡el campo verde!, en que jadean
los bueyes y los hombres sudorosos. 


Y aquí estoy yo, brotado entre las ruinas,
mordiendo solo todas las tristezas,
como si el llanto fuera una semilla
y yo el único surco de la tierra.




Pablo Neruda

viernes, 7 de septiembre de 2018

VENTANA AL CAMINO, CAMPESINA

Pintura de Edvard Munch
Entre los surcos tu cuerpo moreno
es un racimo que a la tierra llega.
Torna los ojos, mírate lo senos,
son dos semillas ácidas y ciegas.


Tu carne es tierra que será madura
cuando el otoño te tienda las manos,
y el surco que será tu sepultura
temblará, temblará, como un humano,


al recibir tus carnes y tus huesos
—rosas de pulpa con rosas de cal:
rosas que en el primero de los besos
vibraron como un vaso de cristal—.


¿La palabra de qué concepto pleno
será tu cuerpo? ¡No lo he de saber!
Torna los ojos, mírate los senos,
tal vez no alcanzarás a florecer.




Pablo Neruda

jueves, 6 de septiembre de 2018

ÁRBOLES HOMBRES


Ayer tarde
volvía yo con, las nubes
que entraban bajo rosales
(grande ternura redonda)
entre los troncos constantes.


La soledad era eterna
y el silencio inacabable.
Me detuve como un árbol
y oí hablar a los árboles.


El pájaro solo huía
de tan secreto paraje
sólo yo podía estar
entre las rosas finales.


Yo no quería volver
en mí, por miedo de darles
disgusto de árbol distinto
a los árboles iguales.


Los árboles se olvidaron
de mi forma de hombre errante,
y, con mi forma olvidada,
oía hablar a los árboles.


Me retardé hasta la estrella.
En vuelo de luz suave
fui saliéndome a la orilla
con la luna ya en el aire.


Cuando yo ya me salía
vi a los árboles mirarme,
se daban cuenta de todo,
y me apenaba dejarles.


Y yo los oía hablar,
entre el nublado de nácares,
con blando rumor, de mí.
Y ¿cómo desengañarles?


¿Cómo decirles que no,
que yo era sólo el pasante,
que no me hablaran a mí?
No quería traicionarles.


Y ya muy tarde, ayer tarde,
oí hablarme a los árboles.




Juan Ramon Jimenez

miércoles, 5 de septiembre de 2018

ABRIL

Riegan nuestro jardín. Huele a violetas
aún. En el renovado laurel, el gorrión inicia
la Marsellesa.


                          ¡Oh, qué delicia,
amigo, ser poetas
y esperar, como a un dios, a abril florido!


¡Trueque de almas y de cielos!
En los huevos del nido
del corazón, a la serena luz templada,
sentimos un moverse de polluelos,
entre un olor a lirio apetecido
y a rosa deseada.


¡Corazón perenal, laurel sin nombre, blando
sol del alma:
                        Viva la hora venidera!


... Bajo el arco que, afuera,
nos pone el agua azul de primavera,
la nidada, por dentro, está piando.



 Juan Ramon Jimenez

martes, 4 de septiembre de 2018

CAMINOS

Pintura de Edvard Munch


De la ciudad moruna
tras las murallas viejas,
yo contemplo la tarde silenciosa,
a solas con mi sombra y con mi pena.


  El río va corriendo,
entre sombrías huertas
y grises olivares,
por los alegres campos de Baeza

  Tienen las vides pámpanos dorados
sobre las rojas cepas. 


Guadalquivir, como un alfanje roto
y disperso, reluce y espejea.


  Lejos, los montes duermen
envueltos en la niebla,
niebla de otoño, maternal; descansan
las rudas moles de su ser de piedra
en esta tibia tarde de noviembre,
tarde piadosa, cárdena y violeta.


  El viento ha sacudido
los mustios olmos de la carretera,
levantando en rosados torbellinos
el polvo de la tierra. 


La luna está subiendo
amoratada, jadeante y llena.


  Los caminitos blancos
se cruzan y se alejan,
buscando los dispersos caseríos
del valle y de la sierra. 


Caminos de los campos...
¡Ay, ya, no puedo caminar con ella!




Antonio Machado

lunes, 3 de septiembre de 2018

ACASO...


Pintura de Edvard Munch

Como atento no más a mi quimera
no reparaba en torno mío, un día
me sorprendió la fértil primavera
que en todo el ancho campo sonreía.


    Brotaban verdes hojas
de las hinchadas yemas del ramaje,
y flores amarillas, blancas, rojas,
alegraban la mancha del paisaje.


    Y era una lluvia de saetas de oro,
el sol sobre las frondas juveniles;
del amplio río en el caudal sonoro
se miraban los álamos gentiles.


    Tras de tanto camino es la primera
vez que miro brotar la primavera,
dije, y después, declamatoriamente:

    —¡Cuán tarde ya para la dicha mía!— 

Y luego, al caminar, como quien siente
alas de otra ilusión: —Y todavía
¡yo alcanzaré mi juventud un día!




Antonio Machado

domingo, 2 de septiembre de 2018

CARTA


El palomar de las cartas
abre su imposible vuelo
desde las trémulas mesas
donde se apoya el recuerdo,
la gravedad de la ausencia,
el corazón, el silencio.



Oigo un latido de cartas
navegando hacia su centro.


Donde voy, con las mujeres
y con los hombres me encuentro,
malheridos por la ausencia,
desgastados por el tiempo.


Cartas, relaciones, cartas:
tarjetas postales, sueños,
fragmentos de la ternura,
proyectados en el cielo,
lanzados de sangre a sangre
y de deseo a deseo.


Aunque bajo la tierra
mi amante cuerpo esté,
escríbeme a la tierra
que yo te escribiré.


En un rincón enmudecen
cartas viejas, sobres viejos,
con el color de la edad
sobre la escritura puesto.
Allí perecen las cartas
llenas de estremecimientos.


Allí agoniza la tinta
y desfallecen los pliegos,
y el papel se agujerea
como un breve cementerio
de las pasiones de antes,
de los amores de luego.


Aunque bajo la tierra
mi amante cuerpo esté,
escríbeme a la tierra,
que yo te escribiré.


Cuando te voy a escribir
se emocionan los tinteros:
los negros tinteros fríos
se ponen rojos y trémulos,
y un claro calor humano
sube desde el fondo negro.


Cuando te voy a escribir,
te van a escribir mis huesos:
te escribo con la imborrable
tinta de mi sentimiento.


Allá va mi carta cálida,
paloma forjada al fuego,
con las dos alas plegadas
y la dirección en medio.


Ave que sólo persigue,
para nido y aire y cielo,
carne, manos, ojos tuyos,
y el espacio de tu aliento.


Y te quedarás desnuda
dentro de tus sentimientos,
sin ropa, para sentirla
del todo contra tu pecho.


Aunque bajo la tierra
mi amante cuerpo esté,
escríbeme a la tierra
que yo te escribiré.


Ayer se quedó una carta
abandonada y sin dueño,
volando sobre los ojos
de alguien que perdió su cuerpo.


Cartas que se quedan vivas
hablando para los muertos:
papel anhelante, humano,
sin ojos que puedan serlo.


Mientras los colmillos crecen,
cada vez más cerca siento
la leve voz de tu carta
igual que un clamor inmenso.


La recibiré dormido,
si no es posible despierto.
Y mis heridas serán
los derramados tinteros,
las bocas estremecidas
de rememorar tus besos,
y con su inaudita voz
han de repetir: te quiero.



Miguel Hernandez

sábado, 1 de septiembre de 2018

LA BOCA

Pintura de Odion Redon

Boca que arrastra mi boca:
boca que me has arrastrado:
boca que vienes de lejos
a iluminarme de rayos. 


Alba que das a mis noches
un resplandor rojo y blanco.
Boca poblada de bocas:
pájaro lleno de pájaros. 


Canción que vuelve las alas
hacia arriba y hacia abajo.
Muerte reducida a besos,
a sed de morir despacio,
das a la grama sangrante
dos fúlgidos aletazos. 


El labio de arriba el cielo
y la tierra el otro labio.

Beso que rueda en la sombra:
beso que viene rodando
desde el primer cementerio
hasta los últimos astros. 


Astro que tiene tu boca
enmudecido y cerrado
hasta que un roce celeste
hace que vibren sus párpados. 


Beso que va a un porvenir
de muchachas y muchachos,
que no dejarán desiertos
ni las calles ni los campos. 


¡Cuánta boca enterrada,
sin boca, desenterramos!

Beso en tu boca por ellos,
brindo en tu boca por tantos
que cayeron sobre el vino
de los amorosos vasos. 


Hoy son recuerdos, recuerdos,
besos distantes y amargos.

Hundo en tu boca mi vida,
oigo rumores de espacios,
y el infinito parece
que sobre mí se ha volcado. 


He de volverte a besar,
he de volver, hundo, caigo,
mientras descienden los siglos
hacia los hondos barrancos
como una febril nevada
de besos y enamorados. 


Boca que desenterraste
el amanecer más claro
con tu lengua. Tres palabras,
tres fuegos has heredado:
vida, muerte, amor. Ahí quedan
escritos sobre tus labios.




Miguel Hernandez