"Sumérgete en el océano de emociones tejido por palabras, donde cada verso es un eco del alma y cada estrofa es un viaje hacia la profundidad del corazón: Bienvenido al santuario de la poesía, donde los sueños danzan entre líneas y los sentimientos florecen en cada palabra."

domingo, 31 de julio de 2016

LA MUERTE DE MELISANDA

 
A la sombra de los laureles
Melisanda se está muriendo.


Se morirá su cuerpo leve.
Enterrarán su dulce cuerpo.


Juntarán sus manos de nieve.
Dejarán sus ojos abiertos


para que alumbren a Pelleas
hasta después que se haya muerto.


A la sombra de los laureles
Melisanda muere en silencio.


Por ella llorará la fuente
un llanto trémulo y eterno.


Por ella orarán los cipreses
arrodillados bajo el viento.


Habrá galope de corceles,
lunarios ladridos de perros.


A la sombra de los laureles
Melisanda se está muriendo.


Por ella el sol en el castillo
se apagará como un enfermo.


Por ella morirá Pelleas
cuando la lleven al entierro.


Por ella vagará de noche,
moribundo por los senderos.


Por ella pisará las rosas,
perseguirá las mariposas
y dormirá en los cementerios.


Por ella, por ella, por ella
Pelleas, el príncipe, ha muerto.




Pablo Neruda

sábado, 30 de julio de 2016

SITUAZION

 
Se hizo tarde.
La lucidez protege
de la desolación. 


Se hizo tarde
para emprender el viaje
hacia el conocimiento liberador. 


Somos siervos
de los artificios inventados
por nosotros mismos. 


Siervos de máquinas,
de imágenes sustitutivas
del mundo,
de raudales energéticos hurtados
al cosmos. 


Nos infecta el afán de poder,
el ansia de dominar
sin merecimiento. 


Sin embargo... a veces...
se oyen llamadas truncas,
ecos de grandes luces,
anuncios de desgarraduras celestes.


Adviene la nostalgia inexplicable
de lo perdido sin haberlo tenido,
de lo nunca vivido.
La multiplicidad ahoga. 


Se pertenece a la multitud,
a lo relativo, a lo virtual,
a lo ilusorio. 


Sin embargo...
se escucha, de pronto,
fluir en uno mismo el manantial secreto,
se respira un súbito perfume,
se aprende, mirando las olas,
la fuerza de alzarse, de romper
y volver a levantarse intacto. 


¡Buscar la piedra ardiente,
seguir el árbol caminante,
cantar a las torres del viento
llenándose de los helechos colgantes!

Pero
¿no será muy tarde?




Juan Liscano

viernes, 29 de julio de 2016

SONETO XIV

 
Como la tierna madre, que el doliente
hijo le está con lágrimas pidiendo
alguna cosa, de la cual comiendo,
sabe que ha de doblarse el mal que siente. 


Y aquel piadoso amor no le consiente
que considere el daño que, haciendo
lo que le pide hace, va corriendo
y aplaca el llanto y dobla el accidente,

así a mi enfermo y loco pensamiento,
que en su daño os me pide, yo querría
quitarle este mortal mantenimiento.


Mas pídemele y llora cada día
tanto que cuanto quiere le consiento,
olvidando su muerte, y aun la mía.





Garcilaso de la Vega

jueves, 28 de julio de 2016

CAMINO BLANCO, VIEJO CAMINO

 
Camino blanco, viejo camino,
desigual, pedregoso y estrecho,
donde el eco apacible resuena
del arroyo que pasa bullendo,
y en donde detiene su vuelo inconstante,
o el paso ligero,
de la fruta que brota en las zarzas
buscando el sabroso y agreste alimento,
el gorrión adusto,
los niños hambrientos,
las cabras monteses
y el perro sin dueño...


Blanca senda, camino olvidado,
¡bullicioso y alegre otro tiempo!,
del que solo y a pie de la vida
va andando su larga jornada, más bello
y agradable a los ojos pareces
cuanto más solitario y más yermo.


Que al cruzar por la ruta espaciosa
donde lucen sus trenes soberbios
los dichosos del mundo, descalzo,
sudoroso y de polvo cubierto,
¡qué extrañeza y profundo desvío
infunde en las almas el pobre viajero!




Rosalia de Castro

miércoles, 27 de julio de 2016

ABRIL


Riegan nuestro jardín. Huele a violetas
aún. En el renovado laurel, el gorrión inicia
la Marsellesa.


                          ¡Oh, qué delicia,
amigo, ser poetas
y esperar, como a un dios, a abril florido!


¡Trueque de almas y de cielos!
En los huevos del nido
del corazón, a la serena luz templada,
sentimos un moverse de polluelos,
entre un olor a lirio apetecido
y a rosa deseada.


¡Corazón perenal, laurel sin nombre, blando
sol del alma:
                        Viva la hora venidera!
 
... Bajo el arco que, afuera,
nos pone el agua azul de primavera,
la nidada, por dentro, está piando.





Juan Ramon Jimenez

martes, 26 de julio de 2016

ANIVERSARIO

 
¡Cuánto catorce ha habido en la existencia!
¡Qué créditos con bruma, en una esquina!


¡Qué diamante sintético, el del casco!
¡Cuánta más dulcedumbre
a lo largo, más honda superficie:
¡cuánto catorce ha habido en tan poco uno!


¡Qué deber,
qué cortar y qué tajo,
de memoria a memoria, en la pestaña!


¡Cuanto más amarillo, más granate!
¡Cuánto catorce en un solo catorce!


Acordeón de la tarde, en esa esquina,
piano de la mañana, aquella tarde;
clarín de carne,
tambor de un solo palo,
guitarra sin cuarta ¡cuánta quinta,
y cuánta reunión de amigos tontos
y qué nido de tigres el tabaco!
¡Cuánto catorce ha habido en la existencia!


¿Qué te diré ahora,
quince feliz, ajeno, quince de otros?


Nada más que no crece ya el cabello,
que han venido por las cartas,
que me brillan los seres que he parido,
que no hay nadie en mi tumba
y que me han confundido con mi llanto.


¡Cuánto catorce ha habido en la existencia!




Cesar Vallejo

lunes, 25 de julio de 2016

ABSOLUTA

 
Color de ropa antigua. Un julio a sombra,
y un agosto recién segado. Y una
mano de agua que injertó en el pino
resinoso de un tedio malas frutas.


Ahora que has anclado, oscura ropa,
tornas rociada de un suntuoso olor
a tiempo, a abreviación... Y he cantado
el proclive festín que se volcó.


Mas ¿no puedes, Señor, contra la muerte,
contra el límite, contra lo que acaba?


¡Ay, la llaga en color de ropa antigua,
cómo se entreabre y huele a miel quemada!


Oh unidad excelsa! Oh lo que es uno
por todos!


¡Amor contra el espacio y contra el tiempo!
Un latido único de corazón;
un solo ritmo: ¡Dios!


Y al encogerse de hombros los linderos
en un bronco desdén irreductible,
hay un riego de sierpes
en la doncella plenitud del 1.
¡Una arruga, una sombra!




Cesar Vallejo

domingo, 24 de julio de 2016

ROMANCE


Yo me acerqué hasta tu vera
con miedo, ¿por qué negarlo?

En las sienes me latían
cincuenta y dos desengaños;
gris de paisaje en los ojos,
risas sin sol en los labios,
y el corazón jadeante
como un pájaro cansado. 


Yo me acerqué hasta tu vera
con miedo, ¿por qué negarlo?

Te reventaba en la boca
un clavel de veinte años
y en la mejilla un süave
melocotón sonrosado. 


Cuando dijistes: «Te quiero»
fue tu voz igual que un caño
de agua fresca en una tarde
calurosa de verano. 


Se me echó encima el cariño
lo mismo que un toro bravo
y quedé sobre la arena
muerto de amor y sangrando
por cuatro besos lentísimos
que me brindaron tus labios.

De la sien a la cintura,
de la garganta al costado. 


¡Qué boda sin requilorios
sobre la hierba del campo!
¡Qué marcha nupcial cantaba
el viento sobre los álamos!
¡Qué luna grande y redonda
iluminó nuestro abrazo,
y qué olor el de tu cuerpo
a trigo recién cortado! 


El pueblo, a las dos semanas
hizo lengua en los colmados,
en las barandas del río,
en la azotea, en los patios,
en las mesas del casino
y en los surcos del arado:
«Un hombre que peina canas
y que le dobla los años». 


Es cierto que peino canas
pero en cambio, cuando abrazo
soy lo mismo que un olivo,
igual que un ciprés sonámbulo.


Cristobalón de aguas puras
que atraviesa el río a nado
si ve en la orilla unos ojos
o una boca hecha de nardos,
para cortarle el suspiro
con el calor de mis labios. 


Que me escupan en la frente,
que me pregonen en bandos,
que vayan diciendo y digan. 


Tú conmigo; yo a tu lado
respirando de tu aliento,
yendo al compás de tus pasos,
refrescándome las sientes
en la palma de tu mano. 


Centinela de tus sueños,
hombro para tu descanso,
Cirineo de tus penas
Y San Juan de tu calvario
para quererte y tenerte
en la noche de mis brazos. 


¡¿Qué importa que haya cumplido
cincuenta y pico de años?! 


¿En qué código de amores,
en qué partida de cargos,
hay leyes que determinen
la edad del enamorado? 


En cariños no hay fronteras,
ni senderos, ni vallados,
que el cariño es como un monte
con un letrero en lo alto
que dice sólo: «Te quiero»
Y colorín colorado.



Rafael de Leon

sábado, 23 de julio de 2016

OJOS VERDES

 
Apoyá en er quisio de la mansebía
miraba ensenderse la noche de mayo;
pasaban los hombres y yo sonreía
hasta que a mi puerta paraste el caballo. 


 «Serrana, ¿me das candela?»
Y yo te dije: «Gaché,
ven y tómala en mis labios
que yo fuego te daré». 


Dejaste er caballo
y lumbre te di,
y fueron dos verdes luceros de mayo
tus ojos pa mí.


Ojos verdes, verdes como la albahaca.
Verdes como el trigo verde
y el verde, verde limón.

 
Ojos verdes, verdes, con brillo de faca,
que están clavaítos en mi corazón.
Pa mí ya no hay soles, luceros ni luna,
no hay más que unos ojos que mi vía son.

 
Ojos verdes, verdes como la albahaca.
Verdes como el trigo verde
y el verde, verde limón.

            
Vimos desde el cuarto despertar el día
y sonar el alba en la Torre la Vela.
Dejaste mis brazos cuando amanecía
y en mi boca un gusto de menta y canela. 


«Serrana, para un vestío
yo te quiero regalá».
Yo te dije: «Estás cumplío,
no me tienes que dar na». 


Subiste ar caballo,
te fuiste de mí
y nunca una noche
más bella de mayo
he vuelto a viví.


Ojos verdes, verdes como la albahaca.
Verdes como el trigo verde
y el verde, verde limón.
Ojos verdes, verdes, con brillo de faca,
que están clavaítos en mi corazón.

 
Pa mí ya no hay soles, luceros ni luna,
no hay más que unos ojos que mi vía son.

 
Ojos verdes, verdes como la albahaca.
Verdes como el trigo verde
y el verde, verde limón.





Rafael de leon

viernes, 22 de julio de 2016

BOSQUE

 
Cruzas por el crepúsculo.
El aire
tienes que separarlo casi con las manos
de tan denso, de tan impenetrable. 


Andas. No dejan huellas
tus pies. Cientos de árboles
contienen el aliento sobre tu
cabeza. Un pájaro no sabe
que estás allí, y lanza su silbido
largo al otro lado del paisaje. 


El mundo cambia de color: es como el eco
del mundo. Eco distante
que tú estremeces, traspasando
las últimas fronteras de la tarde.





Angel Gonzalez

jueves, 21 de julio de 2016

CALAMBUR


La axila vegetal, la piel de leche,
espumosa y floral, desnuda y sola,
niegas tu cuerpo al mar, ola tras ola,
y lo entregas al sol: que le aproveche.


La pupila de Dios, dulce y piadosa,
dora esta hora de otoño larga y cálida,
y bajo su mirada tu piel pálida
pasa de rosa blanca a rosa rosa.


Me siento dios por un instante: os veo
a él, a ti, al mar. la luz, la tarde.


Todo lo que contemplo vibra y arde,
y mi deseo se cumple en mi deseo:


dore mi sol así las olas y la
espuma que en tu cuerpo canta, canta
—más por tus senos que por tu gargantado
re mi sol la si la sol la si la.




Angel Gonzalez

miércoles, 20 de julio de 2016

SONETO SOBRE LA LIBERTAD HUMANA

 
Qué hermosa eres, libertad. No hay nada
que te contraste. ¿Qué? Dadme tormento.


Más brilla y en más puro firmamento
libertad en tormento acrisolada. 


¿Que no grite? ¿Mordaza hay preparada?
Venid: amordazad mi pensamiento.

Grito no es vibración de ondas al viento:
grito es conciencia de hombre sublevada.


Qué hermosa eres, libertad. Dios mismo
te vio lucir, ante el primer abismo
sobre su pecho, solitaria estrella.


Una chispita del volcán ardiente
tomó en su mano. Y te prendió en mi frente,
libre llama de Dios, libertad bella.




Damaso Alonso

martes, 19 de julio de 2016

PALINODIA: DETRAS DE LO GRIS

 
Ah, yo quiero vivir
dentro del orden general
de tu mundo.


Necesito vivir entre los hombres.
Veo un árbol: sus brazos ya en angustia
o ya en delicia lánguida
proclaman su verdad:
su alma de árbol se expresa,
irreductiblemente única.


Pero el hombre que pasa junto a mí
el hombre moderno
con sus radios, con sus quinielas, con sus películas sonoras
con sus automóviles de suntuosa hojalata
o con sus tristes vitaminas,
mudo tras su etiqueta que dice «comunismo» o «democracia» dice,
con apagados ojos y un alma de ceniza
¿qué es?, ¿quién es?


¿Es una mancha gris, un monstruo gris?

Monstruo gris, gris profundo,
profundamente oculta sus amores, sus odios,
gris en su casa,
gris en su juego,
en su trabajo, gris,
hombre gris, de gris alma.


Yo quiero, necesito,
mirarle allá a la hondura de los ojos, conocerle,
arrancarle su careta de cemento,
buscarle por detrás de sus tristes rutinas.


Por debajo de sus fórmulas de lorito
real (¡Pase usted! ¡Tanto gusto!),
aventarle sus tumbas de ceniza
huracanarle su cloroformo diario.


Un día llegará en que lo gris se rompa,
y tus bandos resuenen arcangéíicos,
oh gran Dios.


Dime, Dios mío, que tu amor refulge
detrás de la ceniza.


Dame ojos que penetren tras lo gris
la verdad de las almas,
la hermosa desnudez de tu imagen:
el hombre.




Damaso Alonso

lunes, 18 de julio de 2016

A CORDOBA

 
¡Oh excelso muro, oh torres coronadas
De honor, de majestad, de gallardía!
¡Oh gran río, gran rey de Andalucía,
De arenas nobles, ya que no doradas!

¡Oh fértil llano, oh sierras levantadas,
Que privilegia el cielo y dora el día!
¡Oh siempre glorïosa patria mía,
Tanto por plumas cuanto por espadas! 


Si entre aquellas rüinas y despojos
Que enriquece Genil y Dauro baña
Tu memoria no fue alimento mío,

Nunca merezcan mis ausentes ojos
Ver tu muro, tus torres y tu río,
Tu llano y sierra, ¡oh patria, oh flor de España!



Luis de Gongora y Argote

domingo, 17 de julio de 2016

A LAS FLORES


Estas que fueron pompa y alegría
despertando al albor de la mañana,
a la tarde serán lástima vana
durmiendo en brazos de la noche fría.


Este matiz que al cielo desafía,
iris listado de oro, nieve y grana,
será escarmiento de la vida humana:
¡tanto se aprende en término de un día!


A florecer las rosas madrugaron
y para envejecerse florecieron:
cuna y sepulcro en un botón hallaron.


Tales los hombres sus fortunas vieron:
en un día nacieron y expiraron;
que pasados los siglos horas fueron.




Pedro Calderon de la Barca

sábado, 16 de julio de 2016

CASTILLA


El ciego sol se estrella
en las duras aristas de las armas,
llaga de luz los petos y espaldares
y flamea en las puntas de las lanzas. 


El ciego sol, la sed y la fatiga.
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos,
—polvo, sudor y hierro— el Cid cabalga.


Cerrado está el mesón a piedra y lodo... 

Nadie responde.  Al pomo de la espada
y al cuento de las picas, el postigo
va a ceder... ¡Quema el sol, el aire abrasa! 


A los terribles golpes,
de eco ronco, una voz pura, de plata
y de cristal, responde... Hay una niña
muy débil y muy blanca,
en el umbral.  Es toda
ojos azules; y en los ojos, lágrimas. 


Oro pálido nimba
su carita curiosa y asustada.

«¡Buen Cid!  Pasad... El rey nos dará muerte,
arruinará la casa
y sembrará de sal el pobre campo
que mi padre trabaja... 


Idos.  El Cielo os colme de venturas...
En nuestro mal, ioh Cid!, no ganáis nada». 


Calla la niña y llora sin gemido...
Un sollozo infantil cruza la escuadra
de feroces guerreros,
y una voz inflexible grita: «¡En marcha!» 


El ciego sol, la sed y la fatiga.
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos
—polvo, sudor y hierro—, el Cid cabalga.



Manuel Machado

viernes, 15 de julio de 2016

A UNOS ALAMOS BLANCOS

 
Gallardas plantas, que con voz doliente
Al osado Faetón llorastes vivas,
Y ya sin invidiar palmas ni olivas,
Muertas podéis ceñir cualquiera frente,

Así del Sol estivo al rayo ardiente
Blanco coro de Náyades lascivas
Precie más vuestras sombras fugitivas
Que verde margen de escondida fuente,

Y así bese (a pesar del seco estío)
Vuestros troncos (ya un tiempo pies humanos) 

El raudo curso deste undoso río,
Que lloréis (pues llorar sólo a vos toca
Locas empresas, ardimientos vanos)
Mi ardimiento en amar, mi empresa loca.




Luis de Gongora y Argote

jueves, 14 de julio de 2016

A LOS CELOS

 
¡Oh niebla del estado más sereno,
Furia infernal, serpiente mal nacida!
¡Oh ponzoñosa víbora escondida
De verde prado en oloroso seno! 


¡Oh entre el néctar de Amor mortal veneno,
Que en vaso de cristal quitas la vida!
¡Oh espada sobre mí de un pelo asida,
De la amorosa espuela duro freno! 


¡Oh celo, del favor verdugo eterno!,
Vuélvete al lugar triste donde estabas,
O al reino (si allá cabes) del espanto;

Mas no cabrás allá, que pues ha tanto
Que comes de ti mesmo y no te acabas,
Mayor debes de ser que el mismo infierno.



Luis de Gongora y Argote

miércoles, 13 de julio de 2016

AÑO NUEVO


 A las doce de la noche, por las puertas de la gloria
y al fulgor de perla y oro de una luz extraterrestre,
sale en hombros de cuatro ángeles, y en su silla gestatoria,
                San Silvestre. 


Más hermoso que un rey mago, lleva puesta la tiara,
de que son bellos diamantes Sirio, Arturo y Orión;
y el anillo de su diestra hecho cual si fuese para
                  Salomón. 


Sus pies cubren los joyeles de la Osa adamantina,
y su capa raras piedras de una ilustre Visapur;
y colgada sobre el pecho resplandece la divina
              Cruz del Sur. 


Va el pontífice hacia Oriente; ¿va a encontrar el áureo barco
donde al brillo de la aurora viene en triunfo el rey Enero?
Ya la aljaba de Diciembre se fue toda por el arco
                del Arquero. 


A la orilla del abismo misterioso de lo Eterno
el inmenso Sagitario no se cansa de flechar;
le sustenta el frío Polo, lo corona el blanco Invierno
y le cubre los riñones el vellón azul del mar. 


Cada flecha que dispara, cada flecha es una hora;
doce aljabas cada año para él trae el rey Enero;
en la sombra se destaca la figura vencedora
                del Arquero. 


Al redor de la figura del gigante se oye el vuelo
misterioso y fugitivo de las almas que se van,
y el ruido con que pasa por la bóveda del cielo
con sus alas membranosas el murciélago Satán. 


San Silvestre, bajo el palio de un zodíaco de virtudes,
del celeste Vaticano se detiene en los umbrales
mientras himnos y motetes canta un coro de laúdes
                inmortales. 


Reza el santo y pontifica; y al mirar que viene el barco
donde en triunfo llega Enero,
ante Dios bendice al mundo; y su brazo abarca el arco
                y el Arquero. 




Ruben Dario

martes, 12 de julio de 2016

LA VIDA HUMANA


Velas de amor en golfos de ternura
vuela mi pobre corazón al viento
y encuentra, en lo que alcanza, su tormento,
y espera, en lo que no halla, su ventura,


viviendo en esta humana sepultura
engañar el pesar es mi contento,
y este cilicio atroz del pensamiento
no halla un linde entre el genio y la locura.


¡Ay! en la vida ruin que al loco embarga,
y que al cuerdo infeliz de horror consterna,
dulce en el nombre, en realidad amarga,


sólo el dolor con el dolor alterna,
y si al contarla a días es muy larga,
midiéndola por horas es eterna.




Ramon de Campoamor

lunes, 11 de julio de 2016

ABANDONO

 
¡Qué dulce dolor de ancla
en el corazón sentías!
Tu corazón reteniendo,
duro coral, mi partida.


Ahogada en amor, tu amor
como un mar me sostenía.


Altos vientos me empujaron
solitario a la deriva.


Si mi nave se fue lejos
más profunda quedó hundida
tu dura rama de sangre,
rota el ancla de mi vida.


Solo, entre las grises nubes
que mis sienes acarician,
sin ti voy por entre nieblas
recordando tu agonía.




Manuel Altolaguirre

domingo, 10 de julio de 2016

LA DIOSA DEL BOSQUE


 
¡Oh, si bajo estos árboles frondosos
Se mostrase la célica hermosura
Que vi algún día en inmortal dulzura
                    Este bosque bañar!


Del cielo tu benéfico descenso
Sin duda ha sido, lúcida belleza:
Deja, pues, diosa, que mi grato incienso
                    Arda sobre tu altar.


Que no es amor mi tímido alborozo,
Y me acobarda el rígido escarmiento,
Que ¡oh Piritoo! condenó tu intento
                    Y tu intento, Ixión.


Lejos de mí sacrílega osadía:
Bástame que con plácido semblante
Aceptes, diosa, a mis anhelos pía,
                    Mi ardiente adoración.


Mi adoración y el cántico de gloria
Que de mí el Pindo atónito ya espera:
Baja tú a oírme de la sacra esfera
                    ¡Oh radiante deidad!


Y tu mirar más nítido y süave,
He de cantar, que fúlgido lucero;
Y el limpio encanto que infundirnos sabe
                    Tu dulce majestad.


De pureza jactándose natura,
Te ha formado del cándido rocío
Que sobre el nardo al apuntar de estío
                    La aurora derramó;


Y excelsamente lánguida retrata
El rosicler pacífico de Mayo
Tu alma: Favonio su frescura grata
                    A tu hablar trasladó.


¡Oh imagen perfectísima del orden
Que liga en lazos fáciles el mundo,
Sólo en los brazos de la paz fecundo,
                    Sólo amable en la paz!


En vano con espléndido aparato
Finge el arte solícito grandezas:
Natura vence con sencillo ornato
                    Tan altivo disfraz.


Monarcas, que los pérsicos tesoros
Ostentáis con magnífica porfía,
Copiad el brillo de un sereno día
                    Sobre el azul del mar:


O copie estudio de émula hermosura
De mi deidad el mágico descuido;
Antes veremos la estrellada altura
                    Los hombres escalar.


Tú, mi verso, en magnánimo ardimiento
Ya las alas del céfiro recibe,
Y al pecho ilustre en que tu numen vive
                    Vuela, vuela veloz;


Y en los erguidos álamos ufana
Penda siempre esta cítara, aunque nueva;
Que ya a sus ecos hermosura humana
                    No ha de ensalzar mi voz.




Manuel Maria de Arjona

sábado, 9 de julio de 2016

CERRADA PUERTA

 
No mientas cabelleras diáfanas, ardientes goces,
columnas de pórfido, celestiales anhelos;
no mientas un cuerpo dichoso rodeado por la luz
como esa barca joven que desprecia las ondas.


No engañes con tu tibieza de astro reluciente
—fuerte valor para buscar la vida,
para trazar la germinante estela
donde el amor como la leche fluye.


No.
La realidad votiva aspira a ese jardín de palmas
donde los seres convertidos en lanzas
todavía te buscan, azul topacio u oro
que te escapas sin cielo por otros paraísos.


Amar el cuello enfebrecido
que roto al pie de un mármol solo
retiene su sangrienta llamada
como ese corazón que contiene su anhelo.


El frenesí de la luna y los besos,
mezclados como sangres en la puerta cerrada,
donde claman los puños de los que nunca vivieron,
de los que muertos mutilados flotan en aguas frías.


Paraíso de lunas sajadas con desvío,
con filos de vestidos o metales dichosos,
aquellos que no amaron porque sabían siempre
que el polvo no circula ni sustituye a la sangre.


Amar a esa luz violeta los párpados cerrados,
donde un ave no puede guarecer su temblor,
donde todo lo más algún pétalo frío
amanece de nácar imitando a lo vivo.


Esa pesada puerta jamás girará.
Un rostro o un peñasco, una canción o un puente milenario
unen el hilo de araña al corazón del monte,
donde la muerte vida a vida lucha
por alumbrar la pasión entre el relámpago que escapa.


Una mano del tamaño del odio,
un continente donde circulan venas,
donde aún quedaron huellas de unos dientes,
golpea un corazón como mar encerrado,
golpea unas encías que devoraron luces,
que tragaron un mundo que nunca había nacido,
donde el amor era el chocar de los rayos crujientes
sobre los cuerpos humanos
derribados por tierra.




Vicente Aleixandre

viernes, 8 de julio de 2016

EN UNA DESPEDIDA

 
Tardan las cartas y son poco
para decir lo que uno quiere. 


Después pasan los años, y la vida
(demasiado confusa para explicar por carta)
nos hará más perdidos. 


Los unos en los otros, iguales a las sombras
al fondo un pasillo desvayéndonos,
viviremos de luz involuntaria
pero sólo un instante, porque ya el recuerdo
será como un puñado de conchas recogidas,
tan hermoso en sí mismo que no devuelve nunca
las palmeras felices y el mar trémulo.


Todo fue hace minutos: dos amigos
hemos visto tu rostro terriblemente serio
queriendo sonreír. 


                            Has desaparecido. 


Y estamos los dos solos y en silencio,
en medio de este día de domingo,
bellísimo de mayo, con matrimonios jóvenes
y niños excitados que gritaban
al levantarse tu avión. 


Ahora las montañas parecen más cercanas.
Y, por primera vez,
pensamos en nosotros. 


A solas con tu imagen,
cada cual se conoce por este sentimiento
de cansancio, que es dulce —como un brillo de lágrimas
que empaña la memoria de estos días,
esta extraña semana. 


Y el mal que nos hacemos,
como el que a ti te hicimos, lo inevitablemente
amargo de esta vida en la que siempre, siempre,
somos peores que nosotros mismos,
acaso resucite un viejo sueño
sabido y olvidado.
El sueño de ser buenos y felices. 


Porque sueño y recuerdo tienen fuerza
para obligar la vida,
aunque sean no más que un límite imposible. 


Si este mar de proyectos
y tentativas naufragadas,
este torpe tapiz a cada instante
tejido y destejido,
esta guerra perdida,
nuestra vida,
da de sí alguna vez un sentimiento digno,
un acto verdadero,
en él tu estarás para siempre asociado
a mi amigo y a mí. No te habremos perdido.




Jaime Gil de Biedma

jueves, 7 de julio de 2016

ORO SANJUANINO


Fue en una existencial
y forzada soledad. 


Paseando por aquellas amplias calles,
desde la Casa de Sarmiento
a la Plaza Mayor
o al teatro. Cuando columbré tu tesoro
sobre las copas de los árboles. 


Mi cámara falló,
pero mis ojos guardaron tus destellos
dentro de otras atmósferas,
para que pudiese narrar entre los míos
la bondad infinita de sus gentes. 


La hispanofiliación de Lila,
La invitación de Estela,
El baile de Mabel con Eduardo,
El hombre solidario
de ésta y otras épocas,
que en un crisol de olvidada amistad
o de naciente amistad panibérica,
me contó sus lides infinitas
que le hablaron de Venezuela
y de sus siete estrellas. 


Mi cámara falló.
Lo supe después. 


Pero mis ojos guardaron los destellos,
para que llevara dentro de mí
la ciudad amarilla
que lavó la impronta
de mi llegada
a la nación plateada... 


Y con humanos
en espera amistosa.




Luis Alvarez

miércoles, 6 de julio de 2016

COLORES DE OTRO OTOÑO

 
Hoy he vuelto a ver amarillos
Los plátanos que, diariamente,
Bordean mi camino. 


También he visto moradas las hojas
De otros árboles que aún no he conocido. 


No... No  era  mentira. 


Estaban  más hermosos
Que cuando contemplábamos
Los rizos del primer equinoccio. 


Mi mano trémula por pesos y cansancios
Quiso mostrarte el oro más refulgente de la tarde. 


¿Por qué no pude?
No lo sé. 


Tal vez mi mano que intentó abrazarte
No encontró el ansiado  sostén de otras miradas. 


Quise explicarte con tus propias palabras
La fusión oroazul de aquellas copas. 


No recibí respuesta.
Claro... 


Por un momento había olvidado
Que no andabas conmigo.




Luis Alvarez

lunes, 4 de julio de 2016

BALADA

 
En el mirador
las hijas del duende
murmuran amor.


Por el ventanal
se miran sus talles
de rosa percal.


En ronda rondín
la brisa les bebe
su olor aserrín.


Con suave candor
las hijas del duende
cintilan de amor.


En el viejo altar
de la sacristía
se quieren casar.


Con traje español
que lleva bordados
la luna y el sol.


Se pierde al desliz
el tiempo fantasma,
el tiempo feliz.


Son galas de ayer,
las hijas del duende
sabían querer.





Jose Maria Eguren

domingo, 3 de julio de 2016

CONJUNTO RESIDENCIAL

 
Aquí se vuelve a oír el viento.
Pasa entre los edificios, mece
los pinos, hiela el autocine.


Morador de ninguna parte,
no puedo decirte: Sé tú, fiero espíritu,
mi espíritu.


Sólo hay una espera
en la noche,
pero nadie tiene el ímpetu para hablarte
como en los tiempos del entusiasmo.


Eres lo que eres, una voz solitaria
que resuena en los aledaños de las ciudades.


Las palabras que te dirigían también pasaron
como las alucinantes hojas.
Éste es otro mundo, no hay dirección.


El viento, cuando azota,
golpea el caos.




Rafael Cadenas

sábado, 2 de julio de 2016

NADA


Como la vida es nada en tu filosofía,
brindemos por el cierto no ser de nuestros cuerpos. 


Brindemos por la nada de tus sensuales labios
que son ceros sensuales en tus azules besos;
como todo azul, quimérica mentira
de los blandos océanos y de los blancos cielos. 


Brindemos por la nada del material reclamo
que se hunde y se levanta en tu carnal deseo;
como todo lo carne, relámpago, chispazo,
en la verdad mentira sin fin del Universo. 


Brindemos por la nada, bien nada de tu alma,
que corre su mentira en un potro sin freno;
como todo lo nada, buen nada, ni siquiera
se asoma de repente en un breve destello. 


Brindemos por nosotros, por ellos, por ninguno;
por esta siempre nada de nuestros nunca cuerpos;
por todos, por los menos; por tantos y tan nada;
por esas sombras huecas de vivos que son muertos. 


Si del no ser venimos y hacia el no ser marchamos,
nada entre nada y nada, cero entre cero y cero,
y si entre nada y nada no puede existir nada,
brindemos por el bello no ser de nuestros cuerpos.




Julia de Burgos

viernes, 1 de julio de 2016

APOGEO DEL APIO


Del centro puro que los ruidos nunca
atravesaron, de la intacta cera,
salen claros relámpagos lineales,
palomas con destino de volutas,
hacia tardías calles con olor
a sombra y a pescado.


Son las venas del apio! Son la espuma, la risa,
los sombreros del apio!
Son los signos del apio, su sabor
de luciérnaga, sus mapas
de color inundado,
y cae su cabeza de ángel verde,
y sus delgados rizos se acongojan,
y entran los pies del apio en los mercados
de la mañana herida, entre sollozos,
y se cierran las puertas a su paso.
y los dulces caballos se arrodillan.


Sus pies cortados van, sus ojos verdes
van derramados, para siempre hundidos
en ellos los secretos y las gotas:
los túneles del mar de donde emergen,
las escaleras que el apio aconseja,
las desdichadas sombras sumergidas,
las determinaciones en el centro del aire,
los besos en el fondo de las piedras.


A medianoche, con manos mojadas,
alguien golpea mi puerta en la niebla,
y oigo la voz del apio, voz profunda,
áspera voz de viento encarcelado,
se queja herido de aguas y raíces,
hunde en mi cama sus amargos rayos,
y sus desordenadas tijeras me pegan en el pecho
buscándome la boca del corazón ahogado.


Qué quieres, huésped de corsé quebradizo,
en mis habitaciones funerales?
Qué ámbito destrozado te rodea?


Fibras de oscuridad y luz llorando,
ribetes ciegos, energías crespas,
río de vida y hebras esenciales,
verdes ramas de sol acariciado,
aquí estoy, en la noche, escuchando secretos,
desvelos, soledades,
y entráis, en medio de la niebla hundida,
hasta crecer en mí, hasta comunicarme
la luz oscura y la rosa de la tierra.




Pablo Neruda