"Sumérgete en el océano de emociones tejido por palabras, donde cada verso es un eco del alma y cada estrofa es un viaje hacia la profundidad del corazón: Bienvenido al santuario de la poesía, donde los sueños danzan entre líneas y los sentimientos florecen en cada palabra."
"Sumérgete en el océano de emociones tejido por palabras, donde cada verso es un eco del alma y cada estrofa es un viaje hacia la profundidad del corazón: Bienvenido al santuario de la poesía, donde los sueños danzan entre líneas y los sentimientos florecen en cada palabra."
miércoles, 31 de enero de 2018
CASTILLA
El ciego sol se estrella
en las duras aristas de las armas,
llaga de luz los petos y espaldares
y flamea en las puntas de las lanzas.
El ciego sol, la sed y la fatiga.
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos,
—polvo, sudor y hierro— el Cid cabalga.
Cerrado está el mesón a piedra y lodo...
Nadie responde. Al pomo de la espada
y al cuento de las picas, el postigo
va a ceder... ¡Quema el sol, el aire abrasa!
A los terribles golpes,
de eco ronco, una voz pura, de plata
y de cristal, responde... Hay una niña
muy débil y muy blanca,
en el umbral. Es toda
ojos azules; y en los ojos, lágrimas.
Oro pálido nimba
su carita curiosa y asustada.
«¡Buen Cid! Pasad... El rey nos dará muerte,
arruinará la casa
y sembrará de sal el pobre campo
que mi padre trabaja...
Idos. El Cielo os colme de venturas...
En nuestro mal, ioh Cid!, no ganáis nada».
Calla la niña y llora sin gemido...
Un sollozo infantil cruza la escuadra
de feroces guerreros,
y una voz inflexible grita: «¡En marcha!»
El ciego sol, la sed y la fatiga.
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos
—polvo, sudor y hierro—, el Cid cabalga.
Manuel Machado
martes, 30 de enero de 2018
NADIE
Es un viajante, sin otro equipaje
que sus recuerdos.
Es un pasajero de aquel barco
que aún está en el puerto.
Es mi dolor y mi cruz,
sobre mi espalda siento su peso.
Es el viento que pasa
y despeina todos los cabellos.
Es el rastro y la huella
que queda gravada en mi pecho.
Es la oscuridad en la noche,
(y cuando a tu sombra la veas doble,
conócelo en su cielo).
Es un ser solitario,
que solo busca consuelo
en la amistad de sí mismo,
(de Nadie, su compañero).
Ustedes lo hicieron Dios,
le dieron poder;
aumentaron su ego…
creyendo lo que a tiempo
pude descubrir que era incorrecto.
Amigos míos,
les voy a revelar un misterio:
Nadie, no es perfecto.
Sinda Miranda
lunes, 29 de enero de 2018
TU ALMA... MI HOGAR
Mi deseo te recorre, mis ganas te dibujan,
necesito el mapa de tu cuerpo
para que el perderme tenga sentido y destino...
Te delineo, ideo tus formas,
mientras mis manos cansadas de acariciar vacío,
quieren llenarse de vos...
Eres un ángel, un sueño, una ilusión,
una imagen extraída de mis fantasías,
y por la magia de la pasión contenida,
convertida en realidad ficticia, irreal...
Te deseo,
mi cuerpo no entiende de razones,
y tu ausencia, justificada o no,
te convierte en necesidad,
en dolorosa sed imposible de saciar...
Cuando llegues,
explotará el tiempo en mil besos
y el transitarte será la constante del encuentro...
Mi boca, tu sabor,
se mezclarán en un juego interminable,
donde el vencedor y el vencido
serán imposibles de distinguir
en medio de la confusión de nuestros cuerpos.
Es que tengo para vos un todo
del que hoy la nada es su dueño,
por eso, ven a mí,
quiero hacer de tu cuerpo mi casa,
necesito convertir tu alma en mi hogar...
Juan Leandro Alzugaray
domingo, 28 de enero de 2018
NASCITURUS
Vivo solo en un planeta abandonado,
donde solo vivo yo, el vigilante.
Vivo ahora eternamente malhadado,
existo para siempre en un instante.
Vigilo mi cosecha de tristezas,
donde solo vivo yo, en mi avanzada
hundida.
Sin vida
me recreo en futiles proezas
que nunca logran nada,
logran nada.
Soy un páramo desierto en un planeta
que se esconde en la cola de un cometa,
uno cualquiera.
Como quisiera
que mi vida no sea nada,
no sea nada.
Un rayo incomprensible me atraviesa;
mis negras nubes negras atraviesa
mi atmósfera cargada.
Me atraviesa
mi capa de tristeza,
de tristeza.
Nace Flor en la hosquedad de roca
encuentra allí un lugar que no existía
nace el amor, una esperanza toca
la vida vacía
de mi melancolía.
Mi planeta abandonado se humedece
se descargan esas negras, negras nubes
llueve en mí, la pequeña Flor florece
subo yo, mi amor, porque tú subes.
Sube en mí, mi Flor, sube en mi esencia
dame paz,
ya me la das,
con tu presencia.
Nace un nuevo mundo en mí,
nuevo planeta.
Por vos,
y porque sí,
nace el poeta.
FIN.
Aguijonmagico
sábado, 27 de enero de 2018
A UNA AMIGA
Un queso, Carmen bella, me enviaste,
Paisano del ilustre Calatrava,
Y después una caja de guayaba...
Lo dulce y lo salado: ¡qué contraste!
Tú quieres dar con mi quietud al traste.
Con el dulce... pensé que te tragaba,
Y que el queso... (por cierto que hoy se acaba)
Con la sal que te sobra lo amasaste.
Y la que así mi gula satisfizo
¿Versos pide, no más? ¡Bondad inmensa!
Lloverán sobre ti como granizo.
¿Puedo negar tan leve recompensa
A quien tiene en su cara tanto hechizo...
Y tanta golosina en su despensa?
Manuel Breton de los Herreros
viernes, 26 de enero de 2018
¡QUIEN SUPIERA ESCRIBIR!
I
—Escribidme una carta, señor Cura.
—Ya sé para quién es.
—¿Sabéis quién es, porque una noche oscura
Nos visteis juntos? —Pues.
—Perdonad; mas... —No extraño ese tropiezo.
La noche... la ocasión...
Dadme pluma y papel. Gracias. Empiezo:
Mi querido Ramón:
—¿Querido?... Pero, en fin, ya lo habéis puesto...
—Si no queréis... —¡Sí, sí!
—¡Qué triste estoy! ¿No es eso? —Por supuesto.
—¡Qué triste estoy sin ti!
Una congoja, al empezar, me viene...
—¿Cómo sabéis mi mal?
—Para un viejo, una niña siempre tiene
El pecho de cristal.
¿Qué es sin ti el mundo? Un valle de amargura,
¿Y contigo? Un edén.
— Haced la letra clara, señor Cura;
Que lo entienda eso bien.
—El beso aquel que de marchar a punto
Te di... —¿Cómo sabéis?...
—Cuando se va y se viene y se está junto
Siempre... no os afrentéis.
Y si volver tu afecto no procura,
Tanto me harás sufrir...
—¿Sufrir y nada más? No, señor Cura,
¡Que me voy a morir!
—¿Morir? ¿Sabéis que es ofender al cielo?...
—Pues, sí, señor, ¡morir!
—Yo no pongo morir. —¡Qué hombre de hielo!
¡Quién supiera escribir!
II
¡Señor Rector, señor Rector! en vanoMe queréis complacer,
Si no encarnan los signos de la mano
Todo el ser de mi ser.
Escribidle, por Dios, que el alma mía
Ya en mí no quiere estar;
Que la pena no me ahoga cada día...
Porque puedo llorar.
Que mis labios, las rosas de su aliento,
No se saben abrir;
Que olvidan de la risa el movimiento
A fuerza de sentir.
Que mis ojos, que él tiene por tan bellos,
Cargados con mi afán,
Como no tienen quien se mire en ellos,
Cerrados siempre están.
Que es, de cuantos tormentos he sufrido,
La ausencia el más atroz;
Que es un perpetuo sueño de mi oído
El eco de su voz...
Que siendo por su causa, el alma mía
¡Goza tanto en sufrir!...
Dios mío ¡cuántas cosas le diría
Si supiera escribir!...
III
EPÍLOGO
—Pues señor, ¡bravo amor! Copio y concluyo:EPÍLOGO
A don Ramón... En fin,
Que es inútil saber para esto arguyo
Ni el griego ni el latín.
Ramon de Campoamor
jueves, 25 de enero de 2018
SOLILOQUIO DEL FARERO
Cómo llenarte, soledad,
Sino contigo misma.
De niño, entre las pobres guaridas de la tierra,
Quieto en ángulo oscuro,
Buscaba en ti, encendida guirnalda,
Mis auroras futuras y furtivos nocturnos
Y en ti los vislumbraba,
Naturales y exactos, también libres y fieles,
A semejanza mía,
A semejanza tuya, eterna soledad.
Me perdí luego por la tierra injusta
Como quien busca amigos o ignorados amantes;
Diverso con el mundo,
Fui luz serena y anhelo desbocado,
Y en la lluvia sombría o en el sol evidente
Quería una verdad que a ti te traicionase,
Olvidando en mi afán
Cómo las alas fugitivas su propia nube crean.
Y al velarse a mis ojos
Con nubes sobre nubes de otoño desbordado
La luz de aquellos días en ti misma entrevistos,
Te negué por bien poco;
Por menudos amores ni ciertos ni fingidos,
Por quietas amistades de sillón y de gesto,
Por un nombre de reducida cola en un mundo fantasma,
Por los viejos placeres prohibidos,
Como los permitidos nauseabundos,
Útiles solamente para el elegante salón susurrando,
En bocas de mentira y palabras de hielo.
Por ti me encuentro ahora el eco de la antigua persona
Que yo fui,
Que yo mismo manché con aquellas juveniles traiciones;
Por ti me encuentro ahora, constelados hallazgos,
Limpios de otro deseo,
El sol, mi dios, la noche rumorosa,
La lluvia, intimidad de siempre,
El bosque y su alentar pagano,
El mar, el mar como su nombre hermoso;
Y sobre todos ellos,
Cuerpo oscuro y esbelto,
Te encuentro a ti, tú, soledad tan mía,
Y tú me das fuerza y debilidad
Como al ave cansada los brazos de la piedra.
Acodado al balcón miro insaciable el oleaje,
Oigo sus oscuras imprecaciones,
Contemplo sus blancas caricias;
Y erguido desde cuna vigilante
Soy en la noche un diamante que gira advirtiendo a los hombres,
Por quienes vivo, aun cuando no los vea;
Y así, lejos de ellos,
Ya olvidados sus nombres, los amo en muchedumbres,
Roncas y violentas como el mar, mi morada,
Puras ante la espera de una revolución ardiente
O rendidas y dóciles, como el mar sabe serlo
Cuando toca la hora de reposo que su fuerza conquista.
Tú, verdad solitaria,
Transparente pasión, mi soledad de siempre,
Eres inmenso abrazo;
El sol, el mar,
La oscuridad, la estepa,
El hombre y su deseo,
La airada muchedumbre,
¿Qué son sino tú misma?
Por ti, mi soledad, los busqué un día;
En ti, mi soledad, los amo ahora.
Luis Cernuda
miércoles, 24 de enero de 2018
LAS ABARCAS DESIERTAS
Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.
Y encontraban los días,
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.
Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.
Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río,
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.
Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.
Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.
Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.
Toda la gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.
Rabié de llanto, hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y un mundo de miel.
Por el cinco de enero,
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.
Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas.
Miguel Hernandez
martes, 23 de enero de 2018
ANOCHE CUANDO DORMIA
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una fontana fluía
dentro de mi corazón.
Di, ¿por qué acequia escondida,
agua, vienes hasta mí,
manantial de nueva vida
de donde nunca bebí?
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una colmena tenía
dentro de mi corazón;
y las doradas abejas
iban fabricando en él,
con las amarguras viejas,
blanca cera y dulce miel.
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que un ardiente sol lucía
dentro de mi corazón.
Era ardiente porque daba
calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba
y porque hacía llorar.
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que era Dios lo que tenía
dentro de mi corazón.
Antonio Machado
lunes, 22 de enero de 2018
CASO
A un cruzado caballero,
garrido y noble garzón,
en el palenque guerrero
le clavaron un acero
tan cerca del corazón,
que el físico al contemplarle,
tras verle y examinarle,
dijo: «Quedará sin vida
si se pretende sacarle
el venablo de la herida».
Por el dolor congojado,
triste, débil, desangrado,
después que tanto sufrió,
con el acero clavado
el caballero murió.
Pues el físico decía
que, en dicho caso, quien
una herida tal tenía,
con el venablo moría,
sin el venablo también.
¿No comprendes, Asunción,
la historia que te he contado,
la del garrido garzón
con el acero clavado
muy cerca del corazón?
Pues el caso es verdadero;
yo soy el herido, ingrata,
y tu amor es el acero:
¡si me lo quitas, me muero;
si me lo dejas, me mata
Ruben Dario
domingo, 21 de enero de 2018
CUENTAS DE SOMBRA
Los lechos negros logran la más fuerte
Rosa de amor; arraigan en la muerte.
Grandes lechos tendidos de tristeza,
Tallados a puñal y doselados
De insomnio; las abiertas
Cortinas dicen cabelleras muertas;
Buenas como cabezas
Hermanas son las hondas almohadas:
Plintos del Sueño y del Misterio gradas.
Si así en un lecho como flor de muerte,
Damos llorando, como un fruto fuerte
Maduro de pasión, en carnes y almas,
Serán especies desoladas, bellas,
Que besen el perfil de las estrellas
Pisando los cabellos de las palmas!
—Gloria al amor sombrío,
Como la Muerte pudre y ennoblece
¡Tú me lo des, Dios mío! Outside the night, dressed in tragedy, sighs
Like an enormous widow fastened to my windowpane.
Delmira Agostini
sábado, 20 de enero de 2018
A LA ESPERA DE LA OSCURIDAD
Ese instante que no se olvida
Tan vacío devuelto por las sombras
Tan vacío rechazado por los relojes
Ese pobre instante adoptado por mi ternura
Desnudo desnudo de sangre de alas
Sin ojos para recordad angustias de antaño
Sin labios para recoger el sumo de las violencias
Perdidas en el centro de los helados campanarios.
Ampáralo niña ciega del alma
Ponle tus cabellos escarchados por el fuego
Abrázalo pequeña estatua de terror
Señálale el mundo convulsionado a tus pies
A tus pies mueren las golondrinas
Tiritantes de pavor frente al futuro
Dile que los suspiros del mar
Humedecen las únicas palabras
Por las que vale vivir.
Pero ese instante sudoroso de nada
Acurrucado en la cueva del destino
Sin manos para decir nunca
Sin manos para regalar mariposas
A los niños muertos.
Alejandra Pizarnik
viernes, 19 de enero de 2018
EL MOMENTO ETERNO
¡Tanto hermoso momento
muerto por la costumbre!
¡Tanto instante terrible
que luego en la memoria se hunde!
Sé que somos la suma
de instantes sucesivos
que el tiempo no destruye.
Y miro al que yo he sido
un instante olvidado
de algún día de octubre.
Me duele su tristeza:
quisiera liberarle
de aquella pesadumbre;
pero somos la suma
de instantes sucesivos
que el tiempo no destruye.
Aquel que ahora recuerdo
seguirá siempre en sombras
aun cuando el sol me alumbre.
Oh, no poder borrarlo,
no poder alegrarlo,
darle cielos azules.
Mientras esté yo vivo
él llenará su instante
ciñendo rosas fúnebres.
Y cuando yo me muera
él seguirá viviendo
ciñendo rosas fúnebres.
Sé que somos la suma
de instantes sucesivos.
Ceñimos rosas fúnebres.
(Miro: estoy en mi estela,
ciñendo rosas fúnebres).
Jose Hierro
jueves, 18 de enero de 2018
CERRADO POR DERRIBO
Me llamas para decirme que te vas.
Y tus palabras suenan como caracolas vacías.
Pasan las imágenes por la pantalla de mis ojos
y mi vida se convierte en un cine sin sonido.
Ahora ya sé lo que sintió Jonás
al ser tragado por la ballena.
Llueve en mi hoy, con lluvia fina de tu ayer
y mis lágrimas reflejadas en los cristales
(que siempre lloran lágrimas de colores)
encharcan ese letrero idiota de,
“CERRADO POR DERRIBO”.
Ausente, peregrino y malherido
intento conquistar mi atalaya de silencio.
Amasando pesadillas, soy, sin querer ser.
Se afilan los sentidos, vuelve la luna
a su cárcel nocturna y de aljibe.
La alacena está vacía de tu ausencia
y tu adiós, por más que lo intentes,
nunca será un adiós.
Salvador Lapeña
miércoles, 17 de enero de 2018
OJOS VERDES
I
Apoyá en er quisio de la mansebía
miraba ensenderse la noche de mayo;
pasaban los hombres y yo sonreía
hasta que a mi puerta paraste el caballo.
«Serrana, ¿me das candela?»
Y yo te dije: «Gaché,
ven y tómala en mis labios
que yo fuego te daré».
Dejaste er caballo
y lumbre te di,
y fueron dos verdes luceros de mayo
tus ojos pa mí.
Ojos verdes, verdes como la albahaca.
Verdes como el trigo verde
y el verde, verde limón.
Ojos verdes, verdes, con brillo de faca,
que están clavaítos en mi corazón.
Pa mí ya no hay soles, luceros ni luna,
no hay más que unos ojos que mi vía son.
Ojos verdes, verdes como la albahaca.
Verdes como el trigo verde
y el verde, verde limón.
II
Vimos desde el cuarto despertar el día
y sonar el alba en la Torre la Vela.
Dejaste mis brazos cuando amanecía
y en mi boca un gusto de menta y canela.
«Serrana, para un vestío
yo te quiero regalá».
Yo te dije: «Estás cumplío,
no me tienes que dar na».
Subiste ar caballo,
te fuiste de mí
y nunca una noche
más bella de mayo
he vuelto a viví.
Ojos verdes, verdes como la albahaca.
Verdes como el trigo verde
y el verde, verde limón.
Ojos verdes, verdes, con brillo de faca,
que están clavaítos en mi corazón.
Pa mí ya no hay soles, luceros ni luna,
no hay más que unos ojos que mi vía son.
Ojos verdes, verdes como la albahaca.
Verdes como el trigo verde
y el verde, verde limón.
Rafael de Leon
martes, 16 de enero de 2018
EL TREN
Yo, para todo viaje
—siempre sobre la madera
de mi vagón de tercera—,
voy ligero de equipaje.
Si es de noche, porque no
acostumbro a dormir yo,
y de día, por mirar
los arbolitos pasar,
yo nunca duermo en el tren,
y, sin embargo, voy bien.
¡Este placer de alejarse!
Londres, Madrid, Ponferrada,
tan lindos... para marcharse.
Lo molesto es la llegada.
Luego, el tren, al caminar,
siempre nos hace soñar;
y casi, casi olvidamos
el jamelgo que montamos.
¡Oh, el pollino
que sabe bien el camino!
¿Dónde estamos?
¿Dónde todos nos bajamos?
¡Frente a mí va una monjita
tan bonita!
Tiene esa expresión serena
que a la pena
da una esperanza infinita.
Y yo pienso: Tú eres buena;
porque diste tus amores
a Jesús; porque no quieres
ser madre de pecadores.
Mas tú eres
maternal,
bendita entre las mujeres,
madrecita virginal.
Algo en tu rostro es divino
bajo tus cofias de lino.
Tus mejillas
—esas rosas amarillas—
fueron rosadas, y, luego,
ardió en tus entrañas fuego;
y hoy, esposa de la Cruz,
ya eres luz, y sólo luz...
¡Todas las mujeres bellas
fueran, como tú, doncellas
en un convento a encerrarse!...
¡Y la niña que yo quiero,
ay, preferirá casarse
con un mocito barbero!
El tren camina y camina,
y la máquina resuella,
y tose con tos ferina.
¡Vamos en una centella!
Antonio Machado
lunes, 15 de enero de 2018
CANCIONES DE AMOR Y DESAMOR, ESTADOS DE ÁNIMO.
A veces me siento
como un águila en el aire
(de una canción de Pablo Milanés)
Unas veces me siento
como pobre colina
y otras como montaña
de cumbres repetidas
unas veces me siento
como un acantilado
y en otras como un cielo
azul pero lejano
a veces uno es
manantial entre rocas
y otras veces un árbol
con las últimas hojas
pero hoy me siento apenas
como laguna insomne
con un embarcadero
ya sin embarcaciones
una laguna verde
inmóvil y paciente
conforme con sus algas
sus musgos y sus peces
sereno en mi confianza
confiado en que una tarde
te acerques y te mires
te mires al mirarme.
Mario Benedetti
domingo, 14 de enero de 2018
SONETO SOBRE LA LIBERTAD HUMANA
Qué hermosa eres, libertad. No hay nada
que te contraste. ¿Qué? Dadme tormento.
Más brilla y en más puro firmamento
libertad en tormento acrisolada.
¿Que no grite? ¿Mordaza hay preparada?
Venid: amordazad mi pensamiento.
Grito no es vibración de ondas al viento:
grito es conciencia de hombre sublevada.
Qué hermosa eres, libertad. Dios mismo
te vio lucir, ante el primer abismo
sobre su pecho, solitaria estrella.
Una chispita del volcán ardiente
tomó en su mano. Y te prendió en mi frente,
libre llama de Dios, libertad bella.
Damaso Alonso
sábado, 13 de enero de 2018
DESPEDIDA
Cuando a un ayer..., ¡ayer!..., enajenado,
reposaba en mi pecho tu cabeza,
y mirando tus ojos, extasiado,
olvidaba en tu labio nacarado
con besos y sonrisas mi tristeza;
¿cómo entonces pensar que llegaría
esta hora de dolor, negra, sin nombre,
que del alma las fuentes abriría,
y en lágrimas, de hiel, lágrimas de hombre,
tu frente inmaculada bañaría...?
Ayer... Ayer, bañaban los amores
tu semblante con púdicos sonrojos;
hoy... ya borran tan plácidos colores
la mortal palidez de los dolores
y el llanto inagotable de tus ojos.
Es muy breve la vida pasajera
para que con mi amor todo te ame;
mas en la eternidad mi alma te espera...
Dame el último adiós..., tus labios dame...,
y acuérdate de mí, cuando me muera...!
Si en este instante de supremo duelo,
si en esta inolvidable despedida
una gota cupiera de consuelo,
la tendría para llenar mi vida:
un beso y una lágrima... ¡Hasta el cielo!
Manuel Maria Flores
viernes, 12 de enero de 2018
AUSENCIA
¡Quién me diera tomar tus manos blancas
para apretarme el corazón con ellas,
y besarlas... besarlas, escuchando
de tu amor las dulcísimas querellas!
¡Quién me diera sentir sobre mi pecho
reclinada tu lánguida cabeza,
y escuchar, como enantes, tus suspiros,
tus suspiros de amor y de tristeza!
¡Quién me diera posar casto y suave
mi cariñoso labio en tus cabellos,
y que sintieras sollozar mi alma
en cada beso que dejara en ellos!
¡Quién me diera robar un solo rayo
de aquella luz de tu mirar en calma,
para tener al separarnos luego
con qué alumbrar la soledad del alma!
Oh! quién me diera ser tu misma sombra
el mismo ambiente que tu rostro baña,
y, por besar tus ojos celestiales,
la lágrima que tiembla en tu pestaña.
Y ser un corazón todo alegría,
nido de luz y de divinas flores,
en que durmiese tu alma de paloma
el sueño virginal de sus amores.
Pero en su triste soledad el alma
es sombra y nada mas, sombra y enojos...
¿cuándo esta noche de la negra ausencia
disipará la aurora de tus ojos?...
Manuel Maria Flores
jueves, 11 de enero de 2018
NOCTURNO
MOMENTO I
Y la música ardiendo, estallando,
araña es de cristal, o una bengala;
el limón sobre un vaso teñido de violeta,
vigilante; y el blanco pantalón,
que en medio de la noche resplandece,
arrogante y magnífico como un corcel de Uccello,
hasta la madrugada perseveran.
MOMENTO II
Y la larga experiencia —femineidad rapaz
del ojo— ha descifrado en cierta boca triste
o impaciente ademán, o en tráslucida cera
de una carne vencida, al tasador más alto.
Lentos dedos resbalan, por la cadena, un dije,
del escote el confín, yerta gota cayendo,
amenazando al torso que se ahueca.
MOMENTO III
Y ese instante: la puerta traspasada
que se cierra apresando,
y el peligro contiguo y el abrazo inminente
pues la luz ha prendido por sorpresa la estancia
y una ajena presencia, radiante entre las joyas,
devuelven las vitrinas.
Y quizás la belleza sea sólo desconcierto.
MOMENTO IV
Y después, las arrugadas sábanas
por entre las baldosas serpentean;
los cajones volcados, vacíos los estantes
y roto el estilete tras obstinado estupro.
Mas si él tuvo la fruta del verano
y la ilusión de amor casi duró una hora,
quién fue el depredador y qué lo más valioso.
SIEMPRE NOCTURNO
Cada noche implacable, cada noche,
la ginebra cimbrea visiones y deseos,
y un lamento de intolerable ansia
—dice llamarse música— exhausta se sucede.
Y el neón carmesí, cordoncillo enredado
en la pálida estrella de la aurora
sólo es sangre delgada. Despedida.
Ana Rossetti
miércoles, 10 de enero de 2018
EN UN ÁLBUM
Para cantar tu gracia y tu hermosura
Necesito tener inspiración;
Pero ¿qué inspiración puede venirme,
Si estoy agonizando de calor...?
Ni siquiera me atrevo el bello libro
A conservar entre mis manos yo,
Porque temo dejar entre sus hojas
En vez de versos, manchas de sudor
¡Oh, qué calor! ¡Por las hinchadas venas
La sangre ardiente rueda en borbotón,
Y al violento latir de las arterias
Tiembla la hamaca en que desnudo estoy!
¡Oh, qué calor! Los húmedos cabellos
Sobre mis sienes el sudor pegó;
Por cada poro de mi cuerpo brota
De sudor un torrente. ¡Ohooof! ¡qué calor!
Anhelo el aire, pero el aire es fuego
Que en vez de refrescar, quema el pulmón.
¡Un poco de aire, por piedad! ¡me ahogo!
¡Ohooof! ¡qué horrible calor, Juana, por Dios!
¡Miente quien diga que David hiciera
Un solo salmo entre el calor de Sión!
¡O está Jerusalén en tierra fría,
O no fue allí donde David cantó!
¿Cómo he de alzar en alabanza tuya
En este clima mi agitada voz?
¡La boca abierta, la garganta seca
No pueden modular una canción!
No hay siquiera un murmullo delicado,
Dulce acento ni plácido rumor,
Que se pueda escuchar en este suelo
Digno de ti, para imitarlo yo.
Solo se oye bramar el Magdalena
En su salto infernal y atronador,
De los pericos el chillar salvaje
De las chicharras la incansable voz.
Del Magdalena en la tostada playa
Yo no puedo ofrecerte ni una flor;
Que si naciera en la caliente arena,
Al punto mismo la quemara el sol.
Bien quisiera cantar... pero no puedo;
Recibe la sincera estimación
Que te profeso, Juana, y que del pecho
No la puede borrar ni este calor.
Gregorio Gutierrez
martes, 9 de enero de 2018
ESCRITO CON TINTA VERDE
La tinta verde crea jardines, selvas, prados,
follajes donde cantan las letras,
palabras que son árboles,
frases que son verdes constelaciones.
Deja que mis palabras, oh blanca, desciendan y te cubran
como una lluvia de hojas a un campo de nieve,
como la yedra a la estatua,
como la tinta a esta página.
Brazos, cintura, cuello, senos,
la frente pura como el mar,
la nuca de bosque en otoño,
los dientes que muerden una brizna de yerba.
Tu cuerpo se constela de signos verdes
como el cuerpo del árbol de renuevos.
No te importe tanta pequeña cicatriz luminosa:
mira al cielo y su verde tatuaje de estrellas.
Octavio Paz
lunes, 8 de enero de 2018
TEMPORAL
En la montaña negra
el torrente delira en voz alta
A esta misma hora
tú avanzas entre precipicios
por tu cuerpo dormido
El viento lucha a obscuras con tu sueño
maraña verde y blanca
encina niña encina milenaria
el viento te descuaja y te arrastra y te arrasa
abre tu pensamiento y lo dispersa
Torbellino tus ojos
torbellino tu ombligo
torbellino y vacío
El viento te exprime como un racimo
temporal en tu frente
temporal en tu nuca y en tu vientre
Como una rama seca
el viento te avienta
El torrente entra en tu sueño
manos verdes y pies negros
rueda por la garganta
de piedra de la noche
anudada a tu cuerpo
de montaña dormida
El torrente delira
entre tus muslos
soliloquio de piedras y de agua
Por los acantilados
de tu frente
pasa un río de pájaros
El bosque dobla la cabeza
como un toro herido
el bosque se arrodilla
bajo el ala del viento
cada vez más alto
el torrente delira
cada vez más hondo
por tu cuerpo dormido
cada vez más noche
Octavio Paz
domingo, 7 de enero de 2018
PRELUDIO
También el alma tiene lejanías;
hay en la gradación de lo pasado
una línea en que penas y alegrías
tocan en el confín de lo soñado:
también el alma tiene lejanías.
En esos horizontes de olvido
la sujeción de la memoria pierdo
y no sé dónde empieza lo fingido
y acaba lo real de mi recuerdo
en esos horizontes del olvido.
La azul diafanidad de la distancia
en el cuadro los términos reparte;
aquí mi juventud, allá mi infancia
y entre las dos, la pátina del arte...
La azul diafanidad de la distancia.
Ese tono del tiempo, que completa
lo que en el lienzo deja la pintura,
hace rugoso el cutis de asceta,
y a la tez de la virgen da frescura
ese tono del tiempo que completa.
Pulimento y matiz del mármol terso
es en la vieja estatua, y melodía
en la cadencia rítmica del verso
dTambién el alma tiene lejanías;
hay en la gradación de lo pasado
una línea en que penas y alegrías
tocan en el confín de lo soñado:
también el alma tiene lejanías.
En esos horizontes de olvido
la sujeción de la memoria pierdo
y no sé dónde empieza lo fingido
y acaba lo real de mi recuerdo
en esos horizontes del olvido.
La azul diafanidad de la distancia
en el cuadro los términos reparte;
aquí mi juventud, allá mi infancia
y entre las dos, la pátina del arte...
La azul diafanidad de la distancia.
Ese tono del tiempo, que completa
lo que en el lienzo deja la pintura,
hace rugoso el cutis de asceta,
y a la tez de la virgen da frescura
ese tono del tiempo que completa.
Pulimento y matiz del mármol terso
es en la vieja estatua, y melodía
en la cadencia rítmica del verso
donde adquiere la antigua poesía
pulimento y matiz del mármol terso.
Color de las borrosas lontananzas
es del alma en los vagos horizontes,
donde envuelve recuerdos y esperanzas
en el azul de los lejanos montes
color de las borrosas lontananzas.onde adquiere la antigua poesía
pulimento y matiz del mármol terso.
Color de las borrosas lontananzas
es del alma en los vagos horizontes,
donde envuelve recuerdos y esperanzas
en el azul de los lejanos montes
color de las borrosas lontananzas.
Francisco A. de Icaza
sábado, 6 de enero de 2018
AZUCENAS EN CAMISA
Venid a oír de rosas y azucenas
la alborotada esbelta risa
Venid a ver las rosas sin cadenas
las azucenas en camisa
Venid las amazonas del instinto
los caballeros sin espuelas
aquí al jardín injerto en laberinto
de girasoles y de bielas
Una música en níquel sustentada
cabellos curvos peina urgente
y hay sólo una mejilla acelerada
y una oropéndola que miente
Agria sazón la del febril minuto
todo picado de favores
cuando al jazmín le recomienda el luto
un ruiseñor de ruiseñores
Cuando el que vuelve de silbar a solas
el vals de «Ya no más Me muero»
comienza a perseguir por las corolas
la certidumbre del sombrero
No amigos míos Vuelva la armonía
y el bienestar de los claveles
Mi corazón amigos fue algún día
tierno galope de corceles
Quiero vivir La vida es nuevo estilo
grifo de amor grifo de llanto
Girafa del vivir Tu cuello en vilo
yo te estimulo y te levanto
Pasad jinetes leves de la aurora
hacia un oeste de violetas
Lejos de mí la trompa engañadora
y al ralantí vuestras corvetas
Toman las nubes a extremar sus bordes
más cada día decisivos
Y a su contacto puéblense de acordes
los dulces nervios electivos
Rozan mis manos dádivas agudas
lunas calientes y dichosas
Sabed que desde hoy andan desnudas
las azucenas y las rosas
Gerardo Diego
viernes, 5 de enero de 2018
CARTA
El palomar de las cartas
abre su imposible vuelo
desde las trémulas mesas
donde se apoya el recuerdo,
la gravedad de la ausencia,
el corazón, el silencio.
Oigo un latido de cartas
navegando hacia su centro.
Donde voy, con las mujeres
y con los hombres me encuentro,
malheridos por la ausencia,
desgastados por el tiempo.
Cartas, relaciones, cartas:
tarjetas postales, sueños,
fragmentos de la ternura,
proyectados en el cielo,
lanzados de sangre a sangre
y de deseo a deseo.
Aunque bajo la tierra
mi amante cuerpo esté,
escríbeme a la tierra
que yo te escribiré.
En un rincón enmudecen
cartas viejas, sobres viejos,
con el color de la edad
sobre la escritura puesto.
Allí perecen las cartas
llenas de estremecimientos.
Allí agoniza la tinta
y desfallecen los pliegos,
y el papel se agujerea
como un breve cementerio
de las pasiones de antes,
de los amores de luego.
Aunque bajo la tierra
mi amante cuerpo esté,
escríbeme a la tierra,
que yo te escribiré.
Cuando te voy a escribir
se emocionan los tinteros:
los negros tinteros fríos
se ponen rojos y trémulos,
y un claro calor humano
sube desde el fondo negro.
Cuando te voy a escribir,
te van a escribir mis huesos:
te escribo con la imborrable
tinta de mi sentimiento.
Allá va mi carta cálida,
paloma forjada al fuego,
con las dos alas plegadas
y la dirección en medio.
Ave que sólo persigue,
para nido y aire y cielo,
carne, manos, ojos tuyos,
y el espacio de tu aliento.
Y te quedarás desnuda
dentro de tus sentimientos,
sin ropa, para sentirla
del todo contra tu pecho.
Aunque bajo la tierra
mi amante cuerpo esté,
escríbeme a la tierra
que yo te escribiré.
Ayer se quedó una carta
abandonada y sin dueño,
volando sobre los ojos
de alguien que perdió su cuerpo.
Cartas que se quedan vivas
hablando para los muertos:
papel anhelante, humano,
sin ojos que puedan serlo.
Mientras los colmillos crecen,
cada vez más cerca siento
la leve voz de tu carta
igual que un clamor inmenso.
La recibiré dormido,
si no es posible despierto.
Y mis heridas serán
los derramados tinteros,
las bocas estremecidas
de rememorar tus besos,
y con su inaudita voz
han de repetir: te quiero.
Miguel Hernandez
jueves, 4 de enero de 2018
POEMA
Y ahora, aquí está frente a mí.
Tantas luchas que ha costado,
tantos afanes en vela,
tantos bordes de fracaso
junto a este esplendor sereno
ya son nada, se olvidaron.
Él queda, y en él, el mundo,
la rosa, la piedra, el pájaro,
aquéllos , los del principio,
de este final asombrados.
¡Tan claros que se veían,
y aún se podía aclararlos!
Están mejor; una luz
que el sol no sabe, unos rayos
los iluminan, sin noche,
para siempre revelados.
Las claridades de ahora
lucen más que las de mayo.
Si allí estaban, ahora aquí;
a más transparencia alzados.
¡Qué naturales parecen,
qué sencillo el gran milagro!
En esta luz del poema,
todo,
desde el más nocturno beso
al cenital esplendor,
todo está mucho más claro.
Pedro Salinas
miércoles, 3 de enero de 2018
EL CUERPO ES EL MEJOR AMIGO DEL HOMBRE
Las horas no han pasado, todavía,
y está mañana lejos igual a un arrecife
que apenas distingo.
Tú no sientes
cómo el tiempo se adensa en esta habitación
con la luz encendida, como está fuera el frío
lamiendo los cristales...Qué desprisa,
en mi cama esta noche, animalito,
con la simple nobleza de la necesidad,
mientras que te miraba, te quedaste dormido.
Así pues, buenas noches.
Ese país tranquilo
cuyos contornos son los de tu cuerpo
da ganas de morir recordando la vida,
o de seguir despierto
—cansado y excitado— hasta el amanecer.
A solas con la edad, mientras tú duermes
como quien no ha leído nunca un libro,
pequeño animalito: ser humano
—más franco que en mis brazos—,
por lo desconocido.
Jaime Gil de Biedma
martes, 2 de enero de 2018
CANCIÓN DE ANIVERSARIO
Porque son ya seis años desde entonces,
porque no hay en la tierra, todavía,
nada que sea tan dulce como una habitación
para dos, si es tuya y mía;
porque hasta el tiempo, ese pariente pobre
que conoció mejores días,
parece hoy partidario de la felicidad,
cantemos, alegría!
Y luego levantémonos más tarde,
como domingo. Que la mañana plena
se nos vaya en hacer otra vez el amor,
pero mejor: de otra manera
que la noche no puede imaginarse,
mientras el cuarto se nos puebla
de sol y vecindad tranquila, igual que el tiempo,
y de historia serena.
El eco de los días de placer,
el deseo, la música acordada
dentro en el corazón, y que yo he puesto apenas
en mis poemas, por romántica;
todo el perfume, todo el pasado infiel,
lo que fue dulce y da nostalgia,
¿no ves cómo se sume en la realidad que entonces
soñabas y soñaba?
La realidad —no demasiado hermosa—
con sus inconvenientes de ser dos,
sus vergonzosas noches de amor sin deseo
y de deseo sin amor,
que ni en seis siglos de dormir a solas
las pagaríamos. Y con
sus transiciones vagas, de la traición al tedio,
del tedio a la traición.
La vida no es un sueño, tú ya sabes
que tenemos tendencia a olvidarlo.
Pero un poco de sueño, no más, un si es no es
por esta vez, callándonos
el resto de la historia, y un instante
—mientras que tú y yo nos deseamos
feliz y larga vida en común—, estoy seguro
que no puede hacer daño.
Jaime Gil de Biedma
lunes, 1 de enero de 2018
AMOROSA ANTICIPACION
FELIZ AÑO A TODOS POR SEGUIDME HACIENDO POSIBLE QUE ESTE MODESTO BLOG SE LEA EN TODO EL MUNDO Y DAR A CONOCER LA POESIA:
GRACIAS.
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Ni la intimidad de tu frente clara como una fiesta
ni la costumbre de tu cuerpo, aún misterioso y tácito y de niña,
ni la sucesión de tu vida asumiendo palabras o silencios
serán favor tan misterioso
como el mirar tu sueño implicado
en la vigilia de mis brazos.
Virgen milagrosamente otra vez por la virtud absolutoria del sueño,
quieta y resplandeciente como una dicha que la memoria elige,
me darás esa orilla de tu vida que tú misma no tienes,
Arrojado a quietud
divisaré esa playa última de tu ser
y te veré por vez primera, quizá,
como Dios ha de verte,
desbaratada la ficción del Tiempo
sin el amor, sin mí.
Jose Luis Borges
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