"Sumérgete en el océano de emociones tejido por palabras, donde cada verso es un eco del alma y cada estrofa es un viaje hacia la profundidad del corazón: Bienvenido al santuario de la poesía, donde los sueños danzan entre líneas y los sentimientos florecen en cada palabra."

lunes, 29 de febrero de 2016

AMOR EN EL RECUERDO


Ya dora el suave terciopelo
de los campos sembrados,
reposan inertes los arados
y la tierra abraza al cielo. 


La vereda de gris plata
se muestra y se esconde,
jugando a ser duende,
entre el cardo y la mata. 


Vieja encina polvorienta,
levanta tu brazo al cielo
mientras que por el suelo
esparces bellotas magenta. 


Allá, entre el bosquecillo,
una fina cinta de bronce
se retuerce en su cauce
orlada de tono amarillo. 


En las ramas, calla el ave,
y enmudece la cigarra,
hasta parece que la tierra
nos hurta su cara grave. 


Son las horas del silencio,
en las que tan solo truenan
y todo el paraje lo llenan,
gemidos de corazón necio. 


Sollozos apenas sofocados
que queman como soles
hasta los retoños nobles
de mis amores soñados. 


Vida prendida en la rama,
ilusiones apenas florecidas,
lágrima de agua bendecida
huida del amor del que ama. 


Ya todo es ahora silencio,
solo me queda el recuerdo
de ese amor que te guardo,
al que idolatro y reverencio. 


Ya dora el suave terciopelo
de los campos sembrados,
reposan inertes los arados
y la tierra abraza al cielo. 




Juan Luis Alba

domingo, 28 de febrero de 2016

CANCEL


Estaba allí, exacto, sin hora,
a toda hora, en el sitio asignado,
existiendo en la existencia pasajera. 


¿Dónde está ahora, cuando vencido
el tiempo de tocar corriendo,
deslumbrado por el sol del juego,
acosa el tiempo de escribir su nombre? 


Nombres y cosas pertenecen a países diferentes. 

Nacieron en distintas edades.
Las cosas fueron primero.
Hay cosas creadas después.

¿Era la casa tan grande, tan desconocida,
que en ella, al recordar, se perdían
las palabras que estuvieron ligadas a las cosas? 


¿Y las cosas permanecían, sin nombre,
manifiestas, persistentes
en la memoria? 


Cosas y nombres, sueltos, nublados.
Damos vuelta en la memoria
a términos inmateriales, a formas innominadas,
dueños de un espacio que nos abarca
y nos oculta.




Juan Liscano

sábado, 27 de febrero de 2016

DE TODAS MANERAS



Memoria apoderada del instante,
memoria que tiñes lo naciente,
memoria que te enseñoreas del vivir,
memoria alimentada con la eternidad
            que no era para ti,
tú me has creado,
no podré sostenerme sin tu peso,
pero me secuestras, tus rejas se extienden
            por mi cuerpo, no me dejas salir,
eres mi límite.


Necesito una cara para andar
entre la gente y es tuya.
Contigo no soy nada.

Sin ti no soy nada

Atención,
rosa
última
sagrada
alcanzable.


Por encima
de la pesadumbre,
la piedra cotidiana,
el desentendimiento usual.


Entrégate a ella
como a un verso hondo.




Rafael Cadenas

viernes, 26 de febrero de 2016

DESPUES DEL AMOR

 
No pudimos ser. La tierra
no pudo tanto. No somos
cuanto se propuso el sol
en un anhelo remoto.


Un pie se acerca a lo claro.
En lo oscuro insiste el otro.
Porque el amor no es perpetuo
en nadie, ni en mí tampoco.


El odio aguarda su instante
dentro del carbón más hondo.
Rojo es el odio y nutrido.


El amor, pálido y solo.


Cansado de odiar, te amo.
Cansado de amar, te odio.


Llueve tiempo, llueve tiempo.
Y un día triste entre todos,
triste por toda la tierra,
triste desde mí hasta el lobo,
dormimos y despertamos
con un tigre entre los ojos.


Piedras, hombres como piedras,
duros y plenos de encono,
chocan en el aire, donde
chocan las piedras de pronto.


Soledades que hoy rechazan
y ayer juntaban sus rostros.


Soledades que en el beso
guardan el rugido sordo.
Soledades para siempre.
Soledades sin apoyo.


Cuerpos como un mar voraz,
entrechocado, furioso.


Solitariamente atados
por el amor, por el odio.
Por las venas surgen hombres,
cruzan las ciudades, torvos.


En el corazón arraiga
solitariamente todo.
Huellas sin compaña quedan
como en el agua, en el fondo.


Sólo una voz, a lo lejos,
siempre a lo lejos la oigo,
acompaña y hace ir
igual que el cuello a los hombros.


Sólo una voz me arrebata
este armazón espinoso
de vello retrocedido
y erizado que me pongo.


Los secos vientos no pueden
secar los mares jugosos.


Y el corazón permanece
fresco en su cárcel de agosto
porque esa voz es el arma
más tierna de los arroyos:


«Miguel: me acuerdo de ti
después del sol y del polvo,
antes de la misma luna,
tumba de un sueño amoroso».


Amor: aleja mi ser
de sus primeros escombros,
y edificándome, dicta
una verdad como un soplo.


Después del amor, la tierra.
Después de la tierra, todo.



Miguel Hernandez

jueves, 25 de febrero de 2016

HORAS DE DANZA

 
Nada importa gastar medio día
Media noche
para llegar
hasta el hito que tienes
a dos millas de ti. 


Tal vez la magia del celuloide
en tu recordada mente de niña
te dio toda la fuerza
para impedir el desasosiego:
La vaharada sin ingenio ni fin. 


Sentías
sin llegar aún,
el vórtice retumbante
de los parajes.
Aventuras marinas
bajo el mismo techo
de tu pensamiento. 


El vuelo a través de las calles
de Agrabah
y por los simunes
de otros tantos Saharas. 


Tú, como nueva Aladina,
quisiste combatir a los supervillanos virtuales,
precisamente,
en el mundo
de la supervillanía no virtual. 


De repente,
cuan toque de varita
no mágica,
yo columbro esta arista escondida
por omnipresencia
de las verdes campiñas
por el azul lacustre
que te prestan al paso. 


Por el pinar agriado
(Como diría Juan Ramón)
por los soles de agosto,
y me lastimo. 


Pero tú bailabas
la danza de estas horas
y tu boca pronunciaba
vocablos florecidos,
palabras salvadoras. 


Entonces,
yo recogí mis costras.
Inmaculé el momento
y lavé el eterno reclamo
de otros días. 


Por eso, ahora...
Sólo pensando en ti
y en todos tus senderos
ansiosos de apertura,
admito: 


Nada importa gastar medio día
Media noche
para llegar
hasta el hito que tienes
a dos millas de ti. 





Luis Alvarez

miércoles, 24 de febrero de 2016

ALABA LOS OJOS NEGROS DE JULIA


¿Eva era rubia? No. Con negros ojos
vio la manzana del jardín: con labios
rojos probó su miel; con labios rojos
que saben hoy más ciencia que los sabios.


Venus tuvo el azur en sus pupilas,
pero su hijo no. Negros y fieros,
encienden a las tórtolas tranquilas
los dos ojos de Eros.


Los ojos de las reinas fabulosas,
de las reinas magníficas y fuertes,
tenían las pupilas tenebrosas
que daban los amores y las muertes.


Pentesilea, reina de amazonas;
Judith, espada y fuerza de Betulia;
Cleopatra, encantadora de coronas,
la luz tuvieron de tus ojos, Julia.

La negra, que es más luz que la luz blanca
del sol, y las azules de los cielos. 


Luz que el más rojo resplandor arranca
al diamante terrible de los celos.


Luz negra, luz divina, luz que alegra
la luz meridional, luz de las niñas,
de las grandes ojeras, ¡oh luz negra
que hace cantar a Pan bajo las viñas!




Ruben Dario

martes, 23 de febrero de 2016

A LO LEJOS


Tu vida viuda enjoyará aquel día...

En la gracia silvestre de la aldea
Era una llaga tu perfil arcano;
Insólito, alarmante sugería
El esmalte de espléndida presea
Sobre un pecho serrano.


Por boca de la abierta ventana suspiraba
Toda la huerta en flor, era por puro
Toda la aldea el cuarto asoleado;
¿Recuerdas?... Sobre mí se proyectaba,
Más mortal que tu sombra sobre el muro,
Tu solemne tristeza de extraviado...


Tus manos alargadas de tenderse al Destino,
Todopalidecidas de amortajar quimeras,
Parecían tocarme de muy lejos...


Tus ojos eran un infinito camino
Y crecían las lunas nuevas de tus ojeras;
En solo un beso nos hicimos viejos...


—¡Oh beso!... flor de cuatro pétalos... dos de Ciencia
Y dos iluminados de inocencia…


El cáliz una sima embriagante y sombría...


Por un milagro de melancolía,
Mármol ó bronce me rompí en tu mano
Derramando mi espíritu, tal un pomo de esencia.


Tu vida viuda enjoyará aquel día...
Mi nostalgia ha pintado tu perfil Wagneriano
Sobre el velo tremendo de la ausencia.




Delmira Agustini

lunes, 22 de febrero de 2016

LA OPINION


¡Pobre Carolina mía!
¡Nunca la podré olvidar!
Ved lo que el mundo decía
viendo el féretro pasar:
Un clérigo. Empiece el canto. 


El doctor. ¡Cesó el sufrir!
El padre. ¡Me ahoga el llanto!
La madre. ¡Quiero morir!
Un muchacho. ¡Qué adornada!
Un joven. ¡Era muy bella!
Una moza. ¡Desgraciada!
Una vieja. ¡Feliz ella!
—¡Duerme en paz!—dicen los buenos. 


—¡Adiós!—dicen los demás.
Un filósofo. ¡Uno menos!
Un poeta. ¡Un ángel más!




Ramon de Campoamor

domingo, 21 de febrero de 2016

BALADA DEL AMOR TARDIO


Amor que llegas tarde,
tráeme al menos la paz:
Amor de atardecer, ¿por qué extraviado
camino llegas a mi soledad?

Amor que me has buscado sin buscarte,
no sé qué vale más:
la palabra que vas a decirme
o la que yo no digo ya... 


Amor... ¿No sientes frío? Soy la luna:
Tengo la muerte blanca y la verdad
lejana... —No me des tus rosas frescas;
soy grave para rosas. Dame el mar... 


Amor que llegas tarde, no me viste
ayer cuando cantaba en el trigal...
Amor de mi silencio y mi cansancio,
hoy no me hagas llorar.




Dulce Maria Loinaz de Castillo

sábado, 20 de febrero de 2016

ME ENCUENTRO LLORANDO

 
Todavía no he podido comprender el de mi existir.

Camino y no se para donde,
Hablo pero soy mudo,
Miro pero no veo,
Oigo pero no escucho,
Toco pero no siento.


Prefiero estar solo pero tengo miedo.
Quiero compartir con otras personas
Pero nunca se que decir.


Abecés no se que hacer me siento
que me estoy asfixiando quisiera morir.


No se expresarme cuando pasa algo.
No tengo palabra para un amigo.


Tengo que repetir lo mismo dos y tres veces.


Tengo que preguntar lo mismo dos y tres veces.
Tengo que mirar lo mismo dos y tres veces.


Abecés la gente se ríe,
La gente mira y no ve a nadie.


Me encuentro llorando de nuevo...





Miguel A. Cera Jr

viernes, 19 de febrero de 2016

BLANCA ROSA


Corazón purpúrea
en la noche esbelta
embelleciendo el alba... desnuda
huye con el viento
Tu cabello de luna

Suave brisa
perlado tu rostro
lábil, angelical
como enamorado azul

Alma trémula
oye cautiva
los tambores
De tus ojos

Danza al palpitar
el corazón amado
Trinando, tiritando
como Rosado amanecer
quiere sentir tus labios. 


Agua de coral
Carmín encendido

Como un ciervo abreva
de un manantial

¡quiero beber  tu lecho
en las noches oscuras! 




Diego Martin Badillo

jueves, 18 de febrero de 2016

LAGRIMA TRES


Tren de fuego:
pájaro de ala humana injertada de piel,
asoleadora de agua y sal,
nave rompedora de arcos
donde la cicatriz es llamarada de frío.


Algún demonio ha llegado tarde,
triste clepsidra.


El Tren ensancha sus costillas,
rueda sobre dientes de hilo en hojas de pedernal,
la ciega estación se paraliza de soles jóvenes,
ángeles destronados en la guerra.


¿El demonio se dulcifica?,
tirador de astros,
plantas,
árboles,
golpeador trampero del viento;
desvirgador,
violador de espacios.




Francisco Azuela Espinoza

miércoles, 17 de febrero de 2016

ANTIFONIA

 
Ven, reina de los besos, flor de la orgía,
amante sin amores, sonrisa loca...
Ven, que yo sé la pena de tu alegría
y el rezo de amargura que hay en tu boca. 


Yo no te ofrezco amores que tú no quieres;
conozco tu secreto, virgen impura;
Amor es enemigo de los placeres
en que los dos ahogamos nuestra amargura. 


Amarnos... ¡Ya no es tiempo de que me ames! 

A ti y a mí nos llevan olas sin leyes.
¡Somos, a un mismo tiempo, santos e infames;
somos, a un tiempo mismo, pobres y reyes! 


¡Bah!  Yo sé que los mismos que nos adoran
en el fondo nos guardan igual desprecio. 


Y justas son las voces que nos desdoran...
Lo que vendemos ambos no tiene precio. 


Así, los dos: tú, amores, yo poesía,
damos por oro a un mundo que despreciamos...
¡Tú, tu cuerpo de diosa; yo, el alma mía!... 


Ven y reiremos juntos mientras lloramos. 


Joven quiere en nosotros Naturaleza
hacer, entre poemas y bacanales,
el imperial regalo de la belleza,
luz, a la oscura senda de los mortales. 


¡Ah! Levanta la frente, flor siempre viva,
que das encanto, aroma, placer, colores... 


Diles, con esa fresca boca lasciva...,
¡que no son de este mundo nuestros amores!

Igual camino en suerte nos ha cabido,
un ansia igual nos lleva que no se agota,
hasta que se confundan en el olvido,
tu hermosura podrida, mi lira rota. 


Crucemos nuestra calle de la Amargura
levantadas las frentes, juntas las manos... 


¡Ven tú conmigo, reina de la hermosura!
¡Hetairas y poetas somos hermanos!




Manuel Machado

martes, 16 de febrero de 2016

SONETO DEL AMOR VICTORIOSO

 
Ni el tiempo que al pasar me repetía
que no tendría fin mi desventura
será capaz con su palabra obscura
de resistir la luz de mi alegría,

ni el espacio que un día y otro día
convertía distancia en amargura
me apartará de la persona pura
que se confunde con mi poesía. 


Porque para el Amor que se prolonga
por encima de cada sepultura
no existe tiempo donde el sol se ponga. 


Porque para el Amor omnipotente,
que todo lo transforma y transfigura,
no existe espacio que no esté presente.




Francisco Luis Bernandez

lunes, 15 de febrero de 2016

ASI TE QUIERO

 
El día trece de julio
yo me tropecé contigo.

Las campanas de mi frente,
amargas de bronce antiguo,
dieron al viento tu nombre
en repique de delirio. 


Mi corazón de madera
muerto de flor y de nidos,
floreció en un verde nuevo
de naranjos y de gritos,
y por mi sangre corrió
un toro de escalofrío,
que me dejó traspasado
en la plaza del suspiro. 


¡Ay trece, trece de julio,
cuando me encontré contigo!

¡Ay, tus ojos de manzana
y tus labios de cuchillo
y las nueve, nueve letras
de tu nombre sobre el mío
que borraron diferencias
de linaje y apellido! 


¡Bendita sea la madre,
la madre que te ha parido,
porque sólo te parió
para darme a mí un jacinto,
y se quedó sin jardines
porque yo tuviera el mío! 


¿Quieres que me abra las venas
para ver si doy contigo?
¡Pídemelo y al momento
seré un clavel amarillo!
¿Quieres que vaya descalzo
llamando por los postigos?

¡Dímelo y no habrá aldabón
que no responda a mi brío! 


¿Quieres que cuente la arena
de los arroyos más finos?
Haré lo que se te antoje,
lo que mande tu capricho,
que es mi corazón cometa
y está en tu mano el ovillo;
que es mi sinrazón campana
y tu voluntad sonido. 


Nunca quise a nadie así;
voy borracho de cariño,
desnudo de conveniencias
y abroquelado de ritmos
como un Quijote de luna
con armadura de lirios. 


Te quiero de madrugada,
cuando la noche y el trigo
hablan de amor a la sombra
morena de los olivos;
cuando se callan los niños
y las mocitas esperan
en los balcones dormidos;
te quiero siempre: mañana,
tarde, noche... ¡por los siglos,
de los siglos! ¡Amén! Te
querré constante y sumiso,
y cuando ya me haya muerto
antes que llegue tu olvido,
por la savia de un ciprés
subiré delgado y lírico,
hecho solamente voz
para decirte en un grito:
¡Te quiero! ¡Te quiero muerto
igual que te quise vivo!




Rafael de Leon

domingo, 14 de febrero de 2016

A LOS CELOS

 
¡Oh niebla del estado más sereno,
Furia infernal, serpiente mal nacida!
¡Oh ponzoñosa víbora escondida
De verde prado en oloroso seno! 


¡Oh entre el néctar de Amor mortal veneno,
Que en vaso de cristal quitas la vida!
¡Oh espada sobre mí de un pelo asida,
De la amorosa espuela duro freno! 


¡Oh celo, del favor verdugo eterno!,
Vuélvete al lugar triste donde estabas,
O al reino (si allá cabes) del espanto; 


Mas no cabrás allá, que pues ha tanto
Que comes de ti mesmo y no te acabas,
Mayor debes de ser que el mismo infierno.




Luis de Gongora y Argote

sábado, 13 de febrero de 2016

A DON FRANCISCO GINER DE LOS RIOS



Como se fue el maestro, 
la luz de esta mañana
me dijo: Van tres días
que mi hermano Francisco no trabaja. 
 
¿Murió?... Sólo sabemos
que se nos fue por una senda clara, 
diciéndonos: Hacedme
un duelo de labores y esperanzas. 
 
Sed buenos y no más, sed lo que he sido
entre vosotros: alma. 
 
Vivid, la vida sigue, 
los muertos mueren y las sombras pasan; 
lleva quien deja y vive el que ha vivido.
 
¡Yunques, sonad; enmudeced, campanas! 

Y hacia otra luz más pura
partió el hermanó de la luz del alba, 
del sol de los talleres, 
el viejo alegre de la vida santa. 
 
... ¡Oh, sí!, llevad, amigos, 
su cuerpo a la montaña, 
a los azules montes
del ancho Guadarrama. 
 
Allí hay barrancos hondos
de pinos verdes donde el viento canta. 
 
Su corazón repose
bajo una encina casta, 
en tierra de tomillos, donde juegan
mariposas doradas... 

Allí el maestro un día
soñaba un nuevo florecer de España. 


Baeza, 21 de febrero de 1915


Antonio Machado

viernes, 12 de febrero de 2016

ARMONIA

 
Quise tocar el gozo primitivo,
batir mis alas, trasponer la linde
y volver, al origen, desde el fin de
mi juventud, para sentirme vivo.


Quise reverdecer el viejo olivo
de la paz, pero el alma se me rinde.


¿Quién es sin su dolor? ¿Quién que no brinde,
sin pena, su ayer libre a su hoy cautivo?


Y ¿quién se adueñará de la armonía
universal, si rompe, nota a nota,
grano a grano, el racimo, los acordes?


¿Quién se olvida que es cuna y tumba, día
y noche, honda raíz y flor que brota,
luz, sombra, vida y muerte hasta los bordes?




Jose Hierro

jueves, 11 de febrero de 2016

CABOTAJE


Junio se acerca, paso a paso de oro.
Llama con su aldabón de lluvia cálida.


Alguien deja en la mesa la copa de aguardiente
y la sombra de una manzana.


Pero no hay mano que la tome,
cuchillo que la parta para encontrarle dentro
una ventana abierta sobre aquel otro puerto,
sobre las calles de piedras azules,
sobre los cuerpos próximos,
sobre lo irrepetible e imposible.


¿Dónde estará la mano, la gaviota
que llegaba volando sobre el mar,
la boca con su zumo de quenepa,
las ojeras felices
que devolvían la felicidad?

El aguardiente tiene sabor a lágrima,
a sonrisa oxidada por la lejanía.


La manzana de sombra se disuelve
en la sombra del puerto —¿éste, aquél?, ¡quién lo sabe!
El aguardiente tiene sabor a nunca más

                                                            (Pasajes)

Vienen de San Lúcar, rompiendo el un agua
que no sabe si es mar o río,
si delfines azules que alguien vio un día
escondido en el cálido fanal materno.


He aquí un país de plata, de ala de brisa
de escamas del violeta que inventa el lirio
de calima, de vaho, ráfaga, ausencia,
de espectros que navegan a la deriva


Pronuncia aquí el silencio sílabas de humo.


Esto que ven los ojos es el reflejo,
en un espejo, de algo que aún no ha nacido,
un hervor sin materia donde instalarse


Vienen de San Lúcar, rompiendo el agua,
a la Torre del Oro, barcos de plata.


(Sevilla)
                                                           
A estas aguas le dieron su color
el óxido y la sangre.
La ría de Bilbao (léase el testimonio
de don José del Río Sainz,
«Pick», poeta del mar)
es dinamismo y es prosperidad,
humo, estrépito, hierro. (Y también muerte,
sudor y sufrimiento).


Te veo pasar, ría,
bello tu rostro de aguas arrugadas,
demacrado y ennoblecido
por los trabajos y los días,
e intento adivinar cómo serías
antes de que los hombres
depositaran sobre tu piel
fresca la lepra de sus almas.


(Ria de Bilbao)
                                                          
Algo ha ocurrido, o va a ocurrir muy pronto,
o está ocurriendo en este mismo instante.


(Sólo las olas saben el secreto,
sólo las olas,
y lo proclaman con sus arpas blancas,
con sus erguidos cánticos salobres,
silabeando con sus esmeraldas:
celeste enigma).


Arden las ascuas de la amanecida,
incendian las amarras del navío,
carne de llama congelada, piedra
parpadeante,


catedral que navega hacia otro tiempo,
hacia otro cielo, hacia otro reino extraño:
Se inclina sobre el agua, se contempla:
sueña que existe.


(Palma de Mallorca)

 

Jose Hierro

miércoles, 10 de febrero de 2016

DESOLACIÓN



La bruma espesa, eterna, para que olvide dónde
me ha arrojado la mar en su ola de salmuera.
La tierra a la que vine no tiene primavera:
tiene su noche larga que cual madre me esconde.

El viento hace a mi casa su ronda de sollozos
y de alarido, y quiebra, como un cristal, mi grito.
Y en la llanura blanca, de horizonte infinito,
miro morir intensos ocasos dolorosos.

¿A quién podrá llamar la que hasta aquí ha venido
si más lejos que ella sólo fueron los muertos?
¡Tan sólo ellos contemplan un mar callado y yerto
crecer entre sus brazos y los brazos queridos!

Los barcos cuyas velas blanquean en el puerto
vienen de tierras donde no están los que son míos;
y traen frutos pálidos, sin la luz de mis huertos,
sus hombres de ojos claros no conocen mis ríos.

Y la interrogación que sube a mi garganta
al mirarlos pasar, me desciende, vencida:
hablan extrañas lenguas y no la conmovida
lengua que en tierras de oro mi vieja madre canta.

Miro bajar la nieve como el polvo en la huesa;
miro crecer la niebla como el agonizante,
y por no enloquecer no encuentro los instantes,
porque la "noche larga" ahora tan solo empieza.

Miro el llano extasiado y recojo su duelo,
que vine para ver los paisajes mortales.
La nieve es el semblante que asoma a mis cristales;
¡siempre será su altura bajando de los cielos!

Siempre ella, silenciosa, como la gran mirada
de Dios sobre mí; siempre su azahar sobre mi casa;
siempre, como el destino que ni mengua ni pasa,
descenderá a cubrirme, terrible y extasiada.


Gabriela Mistral

martes, 9 de febrero de 2016

AL OÍDO DEL CRISTO



Cristo, el de las carnes en gajos abiertas;
Cristo, el de las venas vaciadas en ríos:
estas pobres gentes del siglo están muertas
de una laxitud, de un miedo, de un frío!

A la cabecera de sus lechos eres,
si te tienen, forma demasiado cruenta,
sin esas blanduras que aman las mujeres
y con esas marcas de vida violenta.

No te escupirían por creerte loco,
no fueran capaces de amarte tampoco
así, con sus ímpetus laxos y marchitos.

Porque como Lázaro ya hieden, ya hieden,
por no disgregarse, mejor no se mueven.
¡Ni el amor ni el odio les arrancan gritos!
 
Aman la elegancia de gesto y color,
y en la crispadura tuya del madero,
en tu sudar sangre, tu último temblor
y el resplandor cárdeno del Calvario entero,

les parece que hay exageración
y plebeyo gusto; el que Tú lloraras
y tuvieras sed y tribulación,
no cuaja en sus ojos dos lágrimas claras.

Tienen ojo opaco de infecunda yesca,
sin virtud de llanto, que limpia y refresca;
tienen una boca de suelto botón

mojada en lascivia, ni firme ni roja,
¡y como de fines de otoño, así, floja
e impura, la poma de su corazón!

¡Oh Cristo! El dolor les vuelva a hacer viva
l'alma que les diste y que se ha dormido,
que se la devuelva honda y sensitiva,
casa de amargura, pasión y alarido.

¡Garfios, hierros, zarpas, que sus carnes hiendan
al como se parten frutos y gavillas;
amas que a su gajo caduco se prendan
amas como argollas y como cuchillas!

¡Llanto, llanto de calientes raudales
renueve los ojos de turbios cristales
les vuelva el viejo fuego del mirar!

¡Retòñalos desde las entrañas, Cristo!
si ya es imposible, si tú bien lo has visto,
son paja de eras… ¡desciende a aventar!

Gabriela Mistral

lunes, 8 de febrero de 2016

AL LECTOR



Hay una gruta, misteriosa y negra,
donde resbala bajo mustias frondas,
un raudal silencioso que ni alegra
ni fecunda: ¡qué amargas son sus ondas!


Con qué impudor bajo esa gruta helada
mil flores abren su aterido broche...
¡nunca al beso de luz de la alborada!
¡siempre al ósculo negro de la noche!


Esa gruta es mi alma; y esa fuente
muda y letal, mi corrosivo llanto;
y esas flores, los versos que en mi mente
brotan al choque de fatal quebranto


Cierto es que hay ámbar y color y almíbar
en muchas de esas flores... mas te advierto,
que éstas esconden repugnante acíbar,
olor de cirio y palidez de muerto.




Julio Florez

domingo, 7 de febrero de 2016

ENTREGA

 
Ya van corriendo por tu piel
los cinco jinetes de mi mano,
ya la boca que expresa su amor
posa sus rosadas alas
sobre la palidez de tus senos,
y levantando el árbol de la pasión
se hunde en tu humedad caliente.


Es en el roce de piel contra piel
donde más que nunca te siento valiente,
firme, decidida, mujer de oscuridad
que me otorga su sagrado templo
sintiéndote toda temblar
bajo de mi mano la palma.


Pero mis labios, huérfanos de ti,
buscan los tuyos sin encontrar nada
y el corazón que quiere entrar
encuentra la puerta cerrada,
la muralla de tus labios detrás de la cual
guardas con celo tu alma.


Mas el éxtasis que se rompe
no oculta ya más nada.


Es amor puro y simple, corazón
entregado, requerido, gozado y sufrido,
abierto y herido por la mujer amada.




Fernando Garcia Aleixandre

sábado, 6 de febrero de 2016

MUCHACHA FEA ANTE EL ESPEJO


Tímidamente pregunto
por mi carne de nardo
a los hondos espejos de la noche,
en la soledad de las alcobas.


Como ríos inmóviles, naciendo de improviso,
la imagen desolada me devuelven,
en un oscuro grito sumergido:


(Mi quebrada cintura, el amplio abrazo,
que sostienen mis hombros;
mis duros besos, la mirada
de doliente tigresa
y este mi vientre estéril
que soporta su brío de mar encadenado.)


Los encajes marchitan sus frescas azucenas
entre olor de manzanas;
y los oscuros cuencos que contendrán mis senos
se esparcen como rosas quemadas en la espera.


¿Qué tonos violentos, qué descrinados potros
romperán con sus cascos mis helados cristales,
mi azorado silencio,
mi soledad, poblada de nieblas y rubores?


Me siento desvelada por manos de ceniza,
recorrida por tristes miradas compasivas,
evitada por sauces y ríos vigorosos
a quienes doy mi blanco desnudo palpitante.


Lejanas voces claman.
Cuerpos, como montañas, se golpean, se funden,
y su lava se vierte
sobre la vida ávida, fecundando sus brotes...


Rompen ríos de sangre sus oscuras cortezas,
y entre bosques, se buscan
y mezclan sus furiosos caudales enemigos
elevando a los cielos sus sangrientos despojos.


Y yo, sola, me busco
entre espejos siniestros;
sin encajes ni lágrimas, con mi triste desnudo
—¡Oh fealdad doliente!—,
saltándome a los labios
como un perro, en la triste soledad de mi alcoba...




Victoriano Cremer

viernes, 5 de febrero de 2016

ASI TE QUIERO

 
El día trece de julio
yo me tropecé contigo.

Las campanas de mi frente,
amargas de bronce antiguo,
dieron al viento tu nombre
en repique de delirio. 


Mi corazón de madera
muerto de flor y de nidos,
floreció en un verde nuevo
de naranjos y de gritos,
y por mi sangre corrió
un toro de escalofrío,
que me dejó traspasado
en la plaza del suspiro. 


¡Ay trece, trece de julio,
cuando me encontré contigo!

¡Ay, tus ojos de manzana
y tus labios de cuchillo
y las nueve, nueve letras
de tu nombre sobre el mío
que borraron diferencias
de linaje y apellido! 


¡Bendita sea la madre,
la madre que te ha parido,
porque sólo te parió
para darme a mí un jacinto,
y se quedó sin jardines
porque yo tuviera el mío! 


¿Quieres que me abra las venas
para ver si doy contigo?
¡Pídemelo y al momento
seré un clavel amarillo! 


¿Quieres que vaya descalzo
llamando por los postigos?

¡Dímelo y no habrá aldabón
que no responda a mi brío! 


¿Quieres que cuente la arena
de los arroyos más finos?
Haré lo que se te antoje,
lo que mande tu capricho,
que es mi corazón cometa
y está en tu mano el ovillo;
que es mi sinrazón campana
y tu voluntad sonido. 


Nunca quise a nadie así;
voy borracho de cariño,
desnudo de conveniencias
y abroquelado de ritmos
como un Quijote de luna
con armadura de lirios. 


Te quiero de madrugada,
cuando la noche y el trigo
hablan de amor a la sombra
morena de los olivos;
cuando se callan los niños
y las mocitas esperan
en los balcones dormidos;
te quiero siempre: mañana,
tarde, noche... ¡por los siglos,
de los siglos! ¡Amén! Te
querré constante y sumiso,
y cuando ya me haya muerto
antes que llegue tu olvido,
por la savia de un ciprés
subiré delgado y lírico,
hecho solamente voz
para decirte en un grito:
¡Te quiero! ¡Te quiero muerto
igual que te quise vivo!




Rafael de Leon

jueves, 4 de febrero de 2016

A DAFNE, EN SUS DIAS.



A aquella airosa andaluza
que en las riberas de Cádiz
es, por lo negra y lo hermosa,
la esposa de los cantares;

a la que en el mar nacida
la embebió el mar de sus sales,
cada ademan una gracia,
cada palabra un donaire;

ve volando, pensamiento,
y al besar los pies de Dafne,
dila que vas en mi nombre
a tributarle homenajes.


Hoy son sus alegres días;
mira cuál todo la aplaude;
menos fuego el sol despide,
más fresco respira el aire.


Los jazmines en guirnaldas
sobre su frente se esparcen;
los claveles en su pecho
dan esencias más süaves.


Y ya que yo, sumergido
en el horror de esta cárcel,
ni aun en pensamiento puedo
alzar la vista a su imagen,


rompe tú aquestas prisiones
y vuela allá a recrearte
en el raudal halagüeño
de su sabroso lenguaje.


Verás andar los amores
como traviesos enjambres,
ya trepando por sus brazos,
ya escondiéndose en su talle,


ya subiendo a su garganta
para de allí despeñarse
a los orbes deliciosos
de su seno palpitante.


Mas cuando tanto atractivo
a tu placer contemplares,
guárdate bien, no te ciegues
y sin remedio te abrases.


Acuérdate que en el mundo
los bienes van con los males,
las rosas tienen espinas
y las auroras celajes.


Vistiola, al nacer, el cielo
de aquella gracia inefable
que embelesa los sentidos
y avasalla libertades.


Los ojos que destinados
al Dios de amor fueron antes,
para que en vez de saetas
los corazones flechase,


a esa homicida se dieron
negros, bellos, centellantes,
a convertir en cenizas
cuanto con ellos alcance.


Y cuentan que Amor entonces
dijo picado a su madre:
«pues esos ojos me ciegan,
yo quiero ciego quedarme.


»Venza ella al sol con sus rayos;
pero también se adelante
en su mudanza a los vientos,
en su inconstancia a los mares».


Y fue así. Las ondas leves
que van de margen en margen,
los céfiros que volando
de flor en flor se distraen,


no más inciertos se miran
en sus dulces juegos, Dafne,
que tú engañosa envenenas
con tus halagos fugaces.


Dime, ¿aún se pinta el agrado
en tu risueño semblante,
y respiran tus miradas
aquella piedad süave


para con ceño y capricho
desvanecerla al instante,
trocar la risa en desvío
y el agasajo en desaires?


Y dime, a los que asesinas
con tan alevosas artes,
¿los obligas aún, crüel,
a consumirse y que callen?


Mas no importa: que padezcan
los que en tu lumbre se abrasen;
que tú, con sólo mirarlos,
harto felices los haces.


Yo también, a no decirme
la razón que ya era tarde,
y a presumir en mis votos
el bello don de agradarte,


te idolatrara, tú fueras
la mayor de mis deidades.
¿Pero quién es el que amando
no anhela porque le amen?


De amigo, pues, con el nombre
fue forzoso contentarme;
pero de aquellos amigos
que en celo y fe son amantes...


Basta, pensamiento; vuelve,
vuelve ya de tu mensaje,
y una sonrisa a lo menos
para consolarme trae.




Manuel Jose Quintana

miércoles, 3 de febrero de 2016

A UN RECIEN NACIDO

 
Naciste arrugado, triste, sucio, casi desperdicio;
ya no me cabe duda,
antes de llegar al mundo
te pusiste a pensar y envejeciste.


Después, con tu mañana al hombro,
era ya inevitable
tu doloroso viaje de raíces.


Sin embargo, tu equipaje de carne y huesos
no es —y tú lo sabes— lo más pesado;
tú has llegado a la tierra
con algo de tornillo esperado, con algo
de ventana hacia adentro,
todos los hombres
buscan su cara en tu llanto,
buscan su luz en tu noche.


Anciano de un minuto,
dame tu experiencia, dame las exactitudes
de tus veloces duendes genitales,
dame
tu imperdonable viaje,
tu mirada capaz de lavar un delito.


Habla conmigo,
que yo aún no he hablado con el hombre.




Manel del Cabral

martes, 2 de febrero de 2016

EL HIJO DE LA ESPUMA


Jardín vedado, la neblina cesa.
El traje de la novia se percata
de la luz que sostiene un río de plata.
Antes del mar, combato la tristeza


del esclavo. Y el árbol se desata
en levedad, en  luna, en sutileza.
Busca nueva raíz en lo que empieza:
el loor de la Virgen que me acata


como criatura deseosa, herida.
Desde niño, columbro que se anida
en la piel de las horas en proceso


de mundo cenital. Acepto el vino.
Jardín vedado, en ti se abre el camino:
el hijo de la espuma para el beso.





Francisco Matos Paoli

lunes, 1 de febrero de 2016

SOMBRAS BLANCAS

 
Sombras frágiles, blancas, dormidas en la playa,
Dormidas en su amor, en su flor de universo,
El ardiente color de la vida ignorando
Sobre un lecho de arena y de azar abolido.


Libremente los besos desde sus labios caen
En el mar indomable como perlas inútiles;
Perlas grises o acaso cenicientas estrellas
Ascendiendo hacia el cielo con luz desvanecida.


Bajo la noche el mundo silencioso naufraga;
Bajo la noche rostros fijos, muertos, se pierden.


Sólo esas sombras blancas, oh blancas, sí, tan blancas.


La luz también da sombras, pero sombras azules.




luis Cernuda