"Sumérgete en el océano de emociones tejido por palabras, donde cada verso es un eco del alma y cada estrofa es un viaje hacia la profundidad del corazón: Bienvenido al santuario de la poesía, donde los sueños danzan entre líneas y los sentimientos florecen en cada palabra."

viernes, 31 de agosto de 2018

EL ELEGIDO

Un año antes del día, designado era
El mancebo sin tacha, cuyo cuerpo,
Perfecto igual en proporción que en alma,
Mantenían en delicia, y aprendía
A tañer flautas, cortar cañas de humo,
Recoger flores, aspirando su aroma,
Con gracia cortesana a expresarse y moverse.


Estaba luego su jornada exenta
De otro cuidado, e iba, ocioso y libre,
Por la espalda la cabellera oscura,
Ornado de guirnaldas y metales
El cuerpo, como el de un dios ungido,
Y a su paso los otros en honor le tenían
Hasta besar la tierra que pisaba.


Veinte días antes del día, desnuda ahora
La piel de los perfumes, afeites y resinas,
El cabello cortado como aquel de un guerrero,
Las galas ya trocadas por más simple atavío,
Puro en el cuerpo como puro en la mente,
Cuatro doncellas bajo nombres de diosas
Para acceso carnal destinadas le eran.


Cinco días antes del día, las finales
Fiestas le aderezaban, en jardines
De la ciudad, el campo, la colina y el lago,
Por cuyas aguas iba la falúa entoldada,
Con él y sus mujeres, para darle consuelo
Antes de desertarle, y en la ribera opuesta
Quedaba sólo al fin, sin afectos ni bienes.


Sobre cada escalón, en la pirámide del llano,
Cada una de las flautas tañidas por el gozo,
Rotas entre sus dedos, iban cayendo,
Hasta alcanzar el templo de la cima,
A cuyo umbral estaba el sacerdote:
Como una de sus cañas, allí, rota la vida,
Quedaba en su hermosura para siempre.




Luis Cernuda

jueves, 30 de agosto de 2018

COMO LEVE SONIDO


Como leve sonido:
hoja que roza un vidrio,
agua que acaricia unas guijas,
lluvia que besa una frente juvenil;

Como rápida caricia:
pie desnudo sobre el camino,
dedos que ensayan el primer amor,
sábanas tibias sobre el cuerpo solitario;

Como fugaz deseo:
seda brillante en la luz,
esbelto adolescente entrevisto,
lágrimas por ser más que un hombre;

Como esta vida que no es mía
y sin embargo es la mía,
como este afán sin nombre
que no me pertenece y sin embargo soy yo;

Como todo aquello que de cerca o de lejos
me roza, me besa, me hiere,
tu presencia está conmigo fuera y dentro,
es mi vida misma y no es mi vida,
así como una hoja y otra hoja
son la apariencia del viento que las lleva.




Luis Cernuda

martes, 28 de agosto de 2018

RECUERDOS

Recuerdos de otros tiempos
que fuisteis míos,
hoy son recuerdos...

Madera vieja, techos altos encalados,
azoteas soleadas y herramientas de
orfebre con herrumbre.

Casa familiar de antaño, del pueblo
con casas blancas y bajas.

Pan, leche fresca desde el umbral.
La penumbra y aliento frío en la garganta
de habitaciones sin puertas.

Y en el salón oscuro, la vieja toda enlutada
sentada en la mecedora.

Su reloj se había parado, sólo un susurro al hablar
y las profundas arrugas de la cara.

—¡anda a jugar al taller!

Taller familiar con olor a pino que se
moría en el olvido.
Para mi, todo un mundo a descubrir.
Pajarillos enjaulados y virutas en el suelo
de un ataúd que pudieron ser. Y la escalera
de piedra enmohecida que nunca supe a qué conducía.

Yo quería reencarnarme en ese hombre y
sentirme parte de mi imaginación.
Porque yo siempre estaba solo, ¿solo?
Era un niño igual que yo el que me acompañaba en mi silencio
vivido que encerraba aquella casa. Es el hombre mismo
hecho conmigo «el que camina a mi lado sin yo verlo».



Enrrique Adrados Maestre

miércoles, 1 de agosto de 2018

SOLEARES

Pintura de Edvard Munch


Desde que te conocí,
nunca tan lejos te viera,
nunca tan lejos te ví.


Soleá de los espejos,
que si lejos, que si cerca,
que si cerca, que si lejos.


Me arranco por soleares.
Tengo soledad de tí,
pero tú, ni te compares.


Para ver bien cómo eras
—a la distancia precisa—
cómo eras, pero de veras,
me vine a esta costa brava.


Y eras como yo te quise,
como yo me figuraba.


Soledad de soledades
¿y todo soledad? No.
Yo canto por soledades.


Y el cantar ya es compañía,
cerré un momento los ojos
y era tu voz la que oía.


Allá van mis soleares
por encima de los montes,
por encima de los mares.
Hasta llegar a la luna,
a la esquina de una calle
con una reja moruna.


La luna llena de espejos,
para burlarme de cerca,
para llamarme de lejos.



Gerardo Diego