A LUIS
CERNUDA, AIRE DEL SUR BUSCADO EN INGLATERRA
Rafael Alberti
Si el
aire se dijera un día:
—Estoy cansado,
rendido
de mi nombre... Ya no quiero
ni mi
inicial para firmar el bucle
del
clavel, el rizado de la rosa,
el
pliegecillo fino del arroyo,
el
gracioso volante de la mar y el hoyuelo
que
ríe en la mejilla de la vela...
Desorientado,
subo de las blandas,
dormidas
superficies
que
dan casa a mi sueño.
Fluyo
de las paradas enredaderas, calo
los
ciegos ajimeces de las torres;
tuerzo,
ya pura delgadez, las calles
de
afiladas esquinas, penetrando,
roto y
herido de los quicios, hondos
zaguanes
que se van a verdes patios
donde
el agua elevada me recuerda,
dulce
y desesperada, mi deseo...
Busco
y busco llamarme
¿con
qué nueva palabra, de qué modo?
¿No
hay soplo, no hay aliento,
respiración
capaz de poner alas
a esa
desconocida voz que me denomine?
Desalentado,
busco y busco un signo,
un
algo o alguien que me sustituya
que
sea como yo y en la memoria
fresca
de todo aquello, susceptible
de
tenue cuna y cálido susurro,
perdure
con el mismo
temblor,
el mismo hálito
que
tuve la primera
mañana
en que al nacer, la luz me dijo:
—Vuela.
Tú eres el aire.
Si el aire se dijera un día eso...

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