Como
golpea tu ausencia
cuando
evoco tus pasos por la casa,
tus
huellas en mi alcoba,
mi
cotidiano empeño de tenerte.
Puedo
palpar la luz de cada amanecer
con
su luna desierta y congelada,
tu
voz de agua
fluyendo
por mi sangre
de
magnolia encendida,
tu
sombra fugitiva
que
tejes y destejes,
por
la escalera anónima
que
hasta ti me conduce.
Puedo
esperarte desvelada
en
la noche profunda,
sembrar
el horizonte
de
voces que te nombran
desde
mis sueños desolados.
Penetrar
en un círculo etéreo
de
niebla y lejanía
de
polvo inerte y blanco
donde
mi soledad de nieve
habita
el más remoto sitio
de
tu alma.
Allí
donde tu imagen
en
constante reflejo del silencio,
memoria
impresa en el espejo.
Cristina
Maya
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