Me despojé del cerco de las cosas
que tapaban mis ojos con un velo
impidiéndome ver, y mariposas
volaron a millares por el cielo.
Imaginé la vida contemplando
primaveras de miel, suaves y rosas,
que construyeron tardes cadenciosas
de momentos que el alma fue libando,
y para huir sin más del aire frío
imaginé mañanas adornadas
con el frescor caliente del estío,
de las praderas aterciopeladas,
soñando los silencios de mis noches,
como sueñan las flores perfumadas
al adornar los valles con sus broches
en los alegres velos de las hadas.
Y así me despedí de los temores,
pues mientras siga recitando el río
y en el campo haya gotas de rocío
adornando de espejos los alcores,
mientras el sol modele los colores
del fuego sin igual de los ponientes
y tras las tardes de sopor, ardientes,
un ábrego cristal bese las flores,
mientras la luz se acerque a mi ventana
inundando mi estancia de poesía,
cada tarde abrirá en otra mañana,
cada noche será otro mediodía.
Luis Calama Rodriguez
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