Las carabelas volvieron
porque cambiaron los vientos,
y enrolado a mi destino
fui marinero del tiempo.
Se me secaron los ojos
y enmudecido el aliento,
un rayo de sol sereno
escondí dentro del pecho.
Alas ligeras partieron
en vientos que regresaron
y flotaron mis nostalgias
hacia costas de otro lado.
Pues pertenezco a los otros;
los que vinimos sin nada,
excepto las ilusiones
y algo de ropa usada.
Soy hijo de otros soles
y barro de otra tierra;
mi nombre es extranjero,
mi estirpe de raza fiera.
Amo, siento, sufro, lloro,
y mis pies pisan en esta;
mas si mis lágrimas corren
mojan la tierra nuestra.
Y comí de los mendrugos
que los demás despreciaron,
por la mísera moneda
que sin pudor me pagaron.
Pues di los mejores años
a la tierra que no es mía,
para llegar a viejo
con ausencias reprimidas.
Que los frutos de mis canas
nunca falten en mi mesa,
porque aquí dejo la vida
y los que siguen empiezan.
Soy de los otros y estoy
matando mis ilusiones;
vine sin ser invitado
a tierra de gladiadores.
Y quizá alguien recuerde
este verso agradecido
que le dejo a las Españas
en pago por lo vivido.
Carlos Oyague Pàsara
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