Madrugada,
hora cero.
Resucito en tinieblas y espero
mientras oigo el rocío caer
allá lejos al amanecer.
Madrugada
de ceniza.
Por afuera la noche agoniza
y retumba un oscuro tambor
en el fondo de mi corazón.
Alba de olvido,
vuelvo quizás
de un país entre sueños perdido
donde siempre me quieres hablar
con las mismas palabras del mar.
Madrugada,
hora cero.
Esperaba olvidarte y te quiero.
Centinela de la eternidad
mi dolor no descansa jamás.
Maria Elena Walhs
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