viernes, 29 de mayo de 2015

CLAROSCURO

 
En el dintel del cielo llamó por fin la esquila.

Tumban las carrasqueñas voces de los arrieros
que el eco multiplica por cien riscos y oteros,
donde laten bandadas de pañuelos en fila...


El humo de las chozas sube en el aire lila;
las vacas maternales ganan por los senderos;
y al hombro sus alforjas, leñadores austeros,
tornan su gesto opaco a la tarde tranquila...


Cerca del Cementerio —más allá de las granjas—,
el crepúsculo ha puesto largos toques naranjas.


Almizclan una abuela paz de las Escrituras


los vahos que trascienden a vacunos y cerdos...


Y palomas violetas salen como recuerdos
de las viejas paredes arrugadas y oscuras.






Julio Herrera Reissig

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