EL
DAÑO
Te
he hecho daño, alma mía,
he
desgarrado tu alma.
Entiéndeme.
Todos
saben quién soy,
pero
ese Soy
es
además un hombre
para
ti.
En
ti vacilo, caigo
y
me levanto ardiendo.
Tú
entre todos los seres
tienes
derecho
a
verme débil.
Y
tu pequeña mano
de
pan y de guitarra
debe
tocar mi pecho
cuando
sale al combate.
Por
eso busco en ti la firme piedra.
Ásperas
manos en tu sangre clavo
buscando
tu firmeza
y
la profundidad que necesito,
y
si no encuentro
sino
tu risa de metal, si no hallo
nada
en qué sostener mis duros pasos,
adorada,
recibe mi tristeza y mi cólera,
mis
manos enemigas
destruyéndote
un poco
para
que te levantes de la arcilla,
hecha
de nuevo para mis combates.
Pablo Neruda
EL
POZO
A
veces te hundes, caes
en
tu agujero de silencio,
en
tu abismo de cólera orgullosa,
y
apenas puedes
volver,
aún con jirones
de
lo que hallaste
en
la profundidad de tu existencia.
Amor
mío, qué encuentras en tu pozo cerrado?
Algas,
ciénagas, rocas?
Qué
ves con ojos ciegos,
rencorosa
y herida?
Mi
vida, no hallarás
en
el pozo en que caes
lo
que yo guardo para ti en la altura:
un
ramo de jazmines con rocío
un
beso más profundo que tu abismo.
No
me temas, no caigas
en
tu rencor de nuevo.
Sacude
la palabra mía que vino a herirte
y
déjala que vuele por la ventana abierta.
Ella
volverá a herirme
sin
que tú la dirijas
puesto
que fue cargada con un instante duro
y
ese instante será desarmado en mi pecho.
Sonríeme
radiosa
si
mi boca te hiere.
No
soy un pastor dulce
como
en los cuentos de hadas,
sino
un buen leñador que comparte contigo
tierra,
viento y espinas de los montes.
Ámame,
tú, sonríeme,
ayúdame
a ser bueno.
No
te hieras en mí, que será inútil,
no
me hieras a mí porque te hieres.
Pablo Neruda
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