LA MAR CIÑE A LA NOCHE EN SU REGAZO...
La
mar ciñe a la noche en su regazo
y la noche a la mar; la luna,
ausente;
se besan en los ojos y en la frente;
los besos dejan
misterioso trazo.
Derrítense después en un abrazo,
tiritan
las estrellas con ardiente
pasión de mero amor, y el alma
siente
que noche y mar se enredan en su lazo.
Y se baña en
la oscura lejanía
de su germen eterno, de su origen,
cuando
con ella Dios amanecía,
y aunque los necios sabios leyes
fijen,
ve la piedad del alma la anarquía
y que leyes no son
las que nos rigen.
Horas serenas del ocaso breve,
cuando la
mar se abraza con el cielo
y se despierta el inmortal anhelo
que
al fundirse la lumbre, lumbre bebe.
Copos perdidos de
encendida nieve,
las estrellas se posan en el suelo
de la noche
celeste, y su consuelo
nos dan piadosas con su brillo leve.
Como
en concha sutil perla perdida,
lágrima de las olas
gemebundas,
entre el cielo y la mar sobrecogida
el alma
cuaja luces moribundas
y recoge en el lecho de su vida
el poso
de sus penas más profundas.
Miguel de Unamuno
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