"Sumérgete en el océano de emociones tejido por palabras, donde cada verso es un eco del alma y cada estrofa es un viaje hacia la profundidad del corazón: Bienvenido al santuario de la poesía, donde los sueños danzan entre líneas y los sentimientos florecen en cada palabra."

lunes, 11 de enero de 2016

EL VIEJO


Estoy triste, no sé de ti.
sé que estás sólo, así lo has querido,
ya las arrugas se te notan,
ya el viento de la nostalgia te golpea.


Estás viejo, sí que lo estás,
luces a veces cansado,
ensimismado, oculto de ti,
te escondes sin saberlo,
lloras en silencio.


Solo, como el viejo cedro,
erguido, indoblegable,
curtido en el campo, en la vida misma,
sólo con tus volutas de humo,
danzando y danzando detrás de ti.


Viejo, mi querido viejo,
ya la piel la tienes marchita,
de tanto amar, querer y renegar,
de trabajar, sí, de tanto trabajar,
pero sigues ahí,
terco, inexpugnable,
huyendo no se de quien,
quizás del sabor del triunfo,
o la derrota, más triunfos que derrotas.


Y te irás así, sólo,
cargado de nostalgias,
sin haber terminado tu tarea en esta tierra,
partirás de repente y yo sin saberlo,
y lo harás embelesado de esa tierra,
Santa Cruz, de donde saliste para no volver.


Te fuiste a la costa y te aburriste,
dejaste todo, el mar, la gente,
el calor, el trópico,
para refugiarte en otra tierra,
en otras miradas, otros amaneceres.


Y te fuiste cargado de nostalgia,
sin mirar atrás, sin querer volver,
te fuiste, viejo, mi querido viejo,
como huyendo de ti mismo,
como ignorando el pasado,
o intentando vivir otros tiempos,
otras épocas, otras gentes,
otras circunstancias.


Y me dejaste triste,
sí que lo hiciste,
lloré, se me desgarró el alma,
mi corazón se apretujó,
lloré, lloré y lloré,
hasta que se agotaron las lágrimas,
hasta que no supe de ti.


Ignoro que otros brazos te arropan,
que otras sonrisas escuchas,
que otros cantos de sirena,
de pájaros, ríos, escuchas,
lo cierto es que estoy aquí,
contándote mis penas, triste, desvalido.


Ya no tiene caso que te añore,
Ni que distraiga tus sentimientos,
que desee tu estadía cerca a mi.


De repente, no, no tiene caso,
o puede ser mi capricho,
mi añoranza, la que hace añorarte,
desear que estés aquí,
que me tomes de la mano,
y que, juntos, caminemos por el campo,
y escuchemos la música de la tierra,
y aspiremos el sabor a mangos y pepinos.


Oye, y porqué contestas en monosílabos?
acaso te aburre conversarme?
o es que prefieres la risa cantarina,
de esos ríos, esos robles, esos cedros,
del cafetal en flor, de los sembríos de maíz,
de las vacas que pacen, discretamente.


No quiero aburrirte de repente,
por amarte, quererte, añorarte,
no quiero que estés sólo,
eternamente sólo, apesadumbrado,
nostálgico, reencuentrate contigo mismo,
vuelve como el cordero fiel de la leyenda,
grita, clama, pide, exige.


Pero no vuelvas si no quieres,
pero no me olvides,
ni olvides que te quiero,
que te extraño,
y que tu paso cansado me duele,
como me duele.


Quisiera ser la tierra que pisas,
el aire que respiras,
la sangre que corre por tus venas,
esos brazos extendidos al aire.


Ojalá y pudiera volver a ser niño,
para decirte tantas cosas,
para amarte en silencio,
pisar tus huellas,
subirme sobre tus hombros.


Ojalá y pudiera volver hacerlo,
para sentir de nuevo tus brazos,
para abrazarte, y, de repente,
reencontrarnos, ser amigos,
recorrer mundo, ver a través de tus ojos,
y respirar el aire que respiras.


Ojalá y pudiera,
pero estoy triste. 




Jose Luis Castillejos Ambrocio

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