Es la hora primera.
Del oriente
llega el sol.
La luna,
despojada de los oros
de la noche,
baja lenta hacia el poniente
que la espera tras la raya
del horizonte.
Sobre el bajo continuo
de la orilla,
las olas desenvuelven,
una a una,
la música que traen
desde tan lejos
como el tiempo
y es un son, y otro son
y mil más sones,
acompasadores, repetidos,
derramados en la arena.
Los pájaros marinos
inauguran
sus vuelos,
raudos algunos, otros
pausados,
caen al agua, certeros,
se levantan, se alejan,
los esfuma por fin
la resolana.
Poco a poco se oyen
voces, ecos, un canto.
La brisa, jardinera,
salpica de azahares
el vivo azul del mar.
Neira Delmar
No hay comentarios:
Publicar un comentario