A Lazo y al resto de niños desahuciados
Tan sólo de tu propio llanto eres dueñoy ya te atreves a señalar al mundo
con tu minúsculo dedo.
Vienes del Kurdistán,
acarreando un corazón roto
a pesar de tus escasos 56 días
y tienes la fuerza suficiente
para sostener esa bomba de vida averiada.
No se si me mueve la paz
o el repentino deseo de encontrarla
—dulcísima criatura—
pero sé que son verdad la vida
y la noche que te cruzó el desierto.
Llegas al Madrid de los milagros
—tronco de aire—
gracias a la enferma justicia del azar,
con la vida en un hilo.
En esta ciudad de corazones necrosados,
de arterias podridas, traicionadas,
o habitantes sin espíritu,
bien sabemos que, como tú,
allí quedaron tantos otros niños anónimos
esperando que esa justicia casual les señale.
¿Abrirás tú el bisturí del mundo,
ese que no sabe cortar verdades,
si acaso cerrar bocas incómodas?
Bernardo Bersabe
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