Pintura de Edvard Munch
Campanas que al pasado que no pasa
le dais lengua de bronce, peregrino
que una vida descanso aquí, en mi casa, os oigo me llamáis; de mi camino
vuelvo la vista al cielo donde abrasa
a las nubes el sol y allí adivino
lo que antes de ser fui, cuando mi masa
era parte del ígneo torbellino.
Al cerrar la oración nada hace sombra
a su hermano de al lado, los recelos
con la luz mueren, muere el ciego brío
de la ciega batalla y en la alfombra
de Dios se abren las flores de los cielos
de que cae la esperanza cual rocío.
Miguel de Unamuno
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