viernes, 7 de noviembre de 2025

Imagen de Antonio Gala


ALARGABA LA MANO Y ME TOCABA

Antonio Gala

 

Alargaba la mano y te tocaba.

Te tocaba: rozaba tu frontera,

el suave sitio donde tú terminas,

sólo míos el aire y mi ternura.

Tú moras en lugares indecibles,

indescifrable mar, lejana luz

que no puede apresarse.

Te me escapabas, de cristal y aroma,

por el aire, que entraba y que salía,

dueño de ti por dentro. Y yo quedaba fuera,

en el dintel de siempre, prisionero

de la celda exterior.

La libertad

hubiera sido herir tu pensamiento,

trasponer el umbral de tu mirada,

ser tú, ser tú de otra manera. Abrirte,

como una flor, la infancia , y aspirar

su esencia y devorarla. Hacer

comunes humo y piedra. Revocar

el mandato de ser. Entrar. Entrarnos

uno en el otro. Trasponer los últimos

límites. Reunirnos…..

Alargaba la mano y te tocaba.

Tú mirabas la luz y la gavilla.

Eras luz y gavilla, plenitud

en ti misma, rotunda como el mundo.

Caricias no valían, ni cuchillos,

ni cálidas mareas. Tú, allí, a solas,

sonriente, apartada, eterna tú.

Y yo, eterno, apartado, sonriente,

remitiéndote pactos inservibles,

alianzas de cera.

Todo estuvo de nuestra parte, pero

cuál  era nuestra parte, el punto

de coincidencia, el tacto

que pudo ser llamado sólo nuestro.

Una voz, en la calle, llama y otra

le responde. Dos manos se entrelazan.

Uno en otro, los labios se acomodan;

los cuerpos se acomodan. Abril, clásico,

se abate, emperador de los encuentros.

¿Esto era amor? La soledad no sabe

qué responder: persiste, tiembla, anhela

destruirse. Impaciente

se derrama en las manos ofrecidas.

Una voz en la calle….Cuánto olor,

cuánto escenario para nada. Miro

tus ojos. Yo miro los ojos tuyos;

tú, los míos: ¿esto se llama amor?

Permanecemos. Sí, permanecemos

no indiferentes, pero diferentes. Somos

tú y yo: los dos, desde la orilla

de la corriente, solos, desvalidos,

la piel alzada como un muro, solos

tú y yo, sin fuerza ya, sin esperanza.

Idénticos en todo,

sólo en amor distintos.

La tristeza, sedosa, nos envuelve

como una niebla: ése es el lazo único;

ésa  la patria en que nos encontramos.

Por fin te identifico con mis huesos

en el candor de la desesperanza.

Aquí estamos nosotros: desvaídos

los dos, borrados, más difíciles,

a punto de no ser….¿Amor es esto?

¿Acaso amor es esta no existencia

de tanto ser? ¿Es este desvivirse

por vivir? Ya desangrado

de mí, ya inmóvil en ti, ya

alterado, el recuerdo se reanuda.

Se reanuda la inútil existencia….

Y alargaba la mano y te tocaba. 

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