martes, 11 de noviembre de 2025

Imagen: Soledad

 

ALMA Y CUERPO

Miguel de Unamuno 

Enamorada de su cuerpo tu alma,

y por nupcial amor unimismados,

no como a cárcel al morir dejóla,

con el suspiro de quien queda libre,

sino como a un hogar en que se ansía

dejarse vivir siempre en la costumbre

que es la dicha. De raíz insondable

fue el sollozo postrero, la rotura

de la carne vencida y del espíritu

que se hizo carne. Se siguió el silencio.

Y al callar todo con silencio íntimo,

quedó en tinieblas todo; luz es música,

y, ¡ay del que ver creyendo no oye! Tu alma

sobre tinieblas frías recostada,

de la agonía descansando, mira

su compañero cuerpo, al que ha dejado

de la cruz en las garras, de los clavos

pendiente, y al mirarlo se entristece

de amor más vivo que la vida. ¿Cómo

sin él podrá tomar el Sol? ¿La lumbre

dónde prender podrá? ¿Dónde la mano

del Padre eterno encontrará asidero

para apuñarlo? Y al temor oscuro

de, sin vaso, fundirse en las tinieblas

y perderse cual viento libre, ansía

recogerse en su cuenca—carne y hueso—,

añora de su cuerpo la hermosura,

buscando ella, infinita, deslindarse;

las lindes quiere de su coto; ¡quiere

dentro de él abarcándose vivir! 

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