NO
SÓLO EL FUEGO
Ay
sí, recuerdo,
ay
tus ojos cerrados
como
llenos por dentro de luz negra,
todo
tu cuerpo como una mano abierta,
como
un racimo blanco de la luna,
y
el éxtasis,
cuando
nos mata un rayo,
cuando
un puñal nos hiere en las raíces
y
nos rompe una luz la cabellera,
y
cuando
vamos
de nuevo
volviendo
a la vida,
como
si del océano saliéramos,
como
si del naufragio
volviéramos
heridos
entre
las piedras y las algas rojas.
Pero
hay
otros recuerdos,
no
sólo flores del incendio,
sino
pequeños brotes
que
aparecen de pronto
cuando
voy en los trenes
o
en las calles.
Te
veo
lavando
mis pañuelos,
colgando
en la ventana
mis
calcetines rotos,
tu
figura en que todo,
todo
el placer como una llamarada
cayó
sin destruirte,
de
nuevo,
mujercita
de
cada día,
de
nuevo ser humano,
humildemente
humano,
soberbiamente
pobre,
como
tienes que ser para que seas
no
la rápida rosa
que
la ceniza del amor deshace,
sino
toda la vida,
toda
la vida con jabón y agujas,
con
el aroma que amo
de
la cocina que tal vez no tendremos
y
en que tu mano entre las papas fritas
y
tu boca cantando en invierno
mientras
llega el asado
serían
para mí la permanencia
de
la felicidad sobre la tierra.
Ay
vida mía,
no
sólo el fuego entre nosotros arde,
si
no toda la vida,
la
simple historia,
el
simple amor
de
una mujer y un hombre
parecidos
a todos.
Pablo
Neruda
No hay comentarios:
Publicar un comentario