La
más bella niña
de nuestro lugar,
hoy viuda y sola,
ayer por casar,
viendo que sus ojos
a la guerra van,
a su madre dice,
que escucha su mal:
de nuestro lugar,
hoy viuda y sola,
ayer por casar,
viendo que sus ojos
a la guerra van,
a su madre dice,
que escucha su mal:
Dejadme
llorar
orillas del mar.
orillas del mar.
Pues me distes,
madre,
en tan tierna edad
tan corto el placer
tan largo el pesar,
y me cautivastes
de quien hoy se va
y lleva las llaves
de mi libertad,
en tan tierna edad
tan corto el placer
tan largo el pesar,
y me cautivastes
de quien hoy se va
y lleva las llaves
de mi libertad,
Dejadme
llorar
orillas del mar.
orillas del mar.
En llorar
conviertan
mis ojos, de hoy más,
el sabroso oficio
del dulce mirar,
pues que no se pueden
mejor ocupar,
yéndose a la guerra
quien era mi paz,
mis ojos, de hoy más,
el sabroso oficio
del dulce mirar,
pues que no se pueden
mejor ocupar,
yéndose a la guerra
quien era mi paz,
Dejadme
llorar
orillas del mar.
orillas del mar.
No me pongáis
freno
ni queráis culpar,
que lo uno es injusto,
lo otro por demás.
Si me queréis bien,
no me hagáis mal,
harto peor fuera
morir y callar,
ni queráis culpar,
que lo uno es injusto,
lo otro por demás.
Si me queréis bien,
no me hagáis mal,
harto peor fuera
morir y callar,
Dejadme
llorar
orillas del mar.
orillas del mar.
Dulce madre
mía,
¿quién no llorará,
aunque tenga el pecho
como un pedernal,
y no dará voces
viendo marchitar
los más verdes años
de mi mocedad?
¿quién no llorará,
aunque tenga el pecho
como un pedernal,
y no dará voces
viendo marchitar
los más verdes años
de mi mocedad?
Dejadme
llorar
orillas del mar.
orillas del mar.
Váyanse las
noches,
pues ido se han
los ojos que hacían
los míos velar;
váyanse y no vean
tanta soledad,
después que en mi lecho
sobra la mitad,
pues ido se han
los ojos que hacían
los míos velar;
váyanse y no vean
tanta soledad,
después que en mi lecho
sobra la mitad,
Dejadme
llorar
orillas del mar.
orillas del mar.
Luis de Gongora y
Argote
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