"Sumérgete en el océano de emociones tejido por palabras, donde cada verso es un eco del alma y cada estrofa es un viaje hacia la profundidad del corazón: Bienvenido al santuario de la poesía, donde los sueños danzan entre líneas y los sentimientos florecen en cada palabra."

jueves, 23 de mayo de 2013

NOCTURNO DEL HUECO



Para ver que todo se ha ido, 
para ver los huecos y los vestidos, 
¡dame tu guante de luna, 
tu otro guante perdido en la hierba,
amor mío!

Puede el aire arrancar los caracoles 
muertos sobre el pulmón del elefante 
y soplar los gusanos ateridos 
de las yemas de luz o las manzanas.

Los rostros bogan impasibles 
bajo el diminuto griterío de las yerbas 
y en el rincón está el pechito de la rana 
turbio de corazón y mandolina.

En la gran plaza desierta 
mugía la bovina cabeza recién cortada 
y eran duro cristal definitivo 
las formas que buscaban el giro de la sierpe.

Para ver que todo se ha ido 
dame tu mudo hueco, ¡amor mío! 
Nostalgia de academia y cielo triste. 
¡Para ver que todo se ha ido!

Dentro de ti, amor mío, por tu carne, 
¡qué silencio de trenes bocarriba!
¡cuánto brazo de momia florecido! 
¡qué cielo sin salida, amor, qué cielo!

Es la piedra en el agua y es la voz en la brisa 
bordes de amor que escapan de su tronco sangrante. 
Basta tocar el pulso de nuestro amor presente 
para que broten flores sobre los otros niños.

Para ver que todo se ha ido. 
Para ver los huecos de nubes y ríos. 
Dame tus manos de laurel, amor. 
¡Para ver que todo se ha ido!

Ruedan los huecos puros, por mí, por ti, en el alba 
conservando las huellas de las ramas de sangre 
y algún perfil de yeso tranquilo que dibuja 
instantáneo dolor de luna apuntillada.

Mira formas concretas que buscan su vacío. 
Perros equivocados y manzanas mordidas. 
Mira el ansia, la angustia de un triste mundo fósil 
que no encuentra el acento de su primer sollozo.

Cuando busco en la cama los rumores del hilo 
has venido, amor mío, a cubrir mi tejado. 
El hueco de una hormiga puede llenar el aire, 
pero tú vas gimiendo sin norte por mis ojos.

No, por mis ojos no, que ahora me enseñas 
cuatro ríos ceñidos en tu brazo, 
en la dura barraca donde la luna prisionera 
devora a un marinero delante de los niños.

Para ver que todo se ha ido 
¡amor inexpugnable, amor huido! 
No, no me des tu hueco, 
¡que ya va por el aire el mío!
¡Ay de ti, ay de mí, de la brisa! 
Para ver que todo se ha ido.


Federico Garcia Lorca

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