Esas nubes amadas se hacen al fin estatua.
Si acaricio, doy forma
y, en el azul, desnuda como una diosa antigua,
estás tú, sólo bella.
Mas si viene la noche,
si una brisa te envuelve dulcemente asfixiante,
vuelves al mar confuso donde tomaste origen,
ola fresca y sonora que rompe alegremente,
toda alzada, y luego
ancha y derramada
como una madre llega ya al fin de las palabras,
sonríe piadosa.
Gabriel
Celaya
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