Va cayendo el telón, uno a uno se apagan
inexorables
focos; la oscuridad invade
los asientos donde hace unos instantes
rientes espectadores aplaudían.
los asientos donde hace unos instantes
rientes espectadores aplaudían.
Algunos se resisten a marcharse,
se refugian al fondo de la sala.
Más que oír, adivinas sus voces; más que ver,
el brillo de sus ojos.
Ha caído el telón y estás tan solo.
No te entregues ahora al verdadero llanto
que nadie observará, pues te queda la música
de sus nombres, te quedan las palabras.
Enciéndelas: su
fuego de artificio
disipará el amargo sabor de la tiniebla
tal si otra vez volvieras a la vida.
disipará el amargo sabor de la tiniebla
tal si otra vez volvieras a la vida.
Cuando se apaguen ellas, se habrá apagado el sol.
Aureliano Cañadas
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