En
espacios desmedidos,
playa
extensa, solitaria.
El
mar inspira, expira,
su
respiración de agua.
Cuando
al fin se despereza,
la
luz se despliega plana
al
mirador de los ojos
donde
se desborda el agua,
donde
el corazón se expande
sobre
la piel de la playa.
Al
pie del acantilado, luz,
luz
que en el mar se baña,
la
tierra le tira besos
con
labios verde esmeralda,
Dios
se mira en el espejo
azul
de cielo en el agua.
Pleamar
suelta compuertas
que
yo he de volver mañana
para
que nadie profane
la
virgen arena blanca.
Pero
si nunca regreso,
oh
mar y sé que me llamas,
volveré
a leer los versos
de
mis huellas olvidadas,
envolveré
mis silencios
en
cobertores de algas
y
dormiré sobre hierba
soñando
con marejadas.
Cuando
la tarde me borre
la
silueta desdichada,
oh
infinito, rompe fuerte
tu
aliento sobre la playa
que
yo olvidaré mis pasos
y
escribiré sobre el agua.
Teresa
Sanchez Martín
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