"Sumérgete en el océano de emociones tejido por palabras, donde cada verso es un eco del alma y cada estrofa es un viaje hacia la profundidad del corazón: Bienvenido al santuario de la poesía, donde los sueños danzan entre líneas y los sentimientos florecen en cada palabra."

sábado, 15 de junio de 2013

PASA Y SIGUE



Uno va, viene y vuelve, cansado de su nombre;
va por los bulevares y vuelve por sus versos,
escucha al corazón que, insumiso, golpea
como un puño apretado fieramente llamando,
y se sienta en los bancos de los parques urbanos
y ve pasar la gente que aún trata de ser alguien.
Entonces uno siente qué triste es ser un hombre.

Entonces uno siente qué duro es estar solo.
Se hojean febrilmente los anuarios buscando
la profesión poeta -¡ay, nunca registrada!-.
Y entonces uno siente cansancio, tiempo lento y cargado.

Quisiera que escuchárais las hojas cuando crecen,
quisiera que supiérais lo que es abirse al aire
creyendo que uno colma de evidencia el instante
con su golpe de savia y ascendencia situada,
quisiera que pesárais después de tanto esfuerzo
que esa gloria y sorpresa fueron luz, fueron nada.

Lloraríais conmigo la lágrima o la estrella,
lloraríais verdades de temblor transparente,
caeríais como gotas de lo espeso afligido
y en lo pálido y liso diminutos tambores
sonarían al paso de los números neutros
como largos sumandos de implacable cansancio.

Lloraríais, y ¡ay! lloro, yo, plural, yo, horadado,
desalmándome lento, sintiendo ya los huesos
que, sueltos se golpean, y al fin, desencajados,
baten, baten, avenian -polvo y paja- mi vida.

Lloraríais si viérais, cómo pienso en vosotros.
Lloraríais, y ¡ay lloro!, lluevo amén mi fatiga.
Da miedo ser poeta; da miedo ser un hombre
consciente del lamento que exhala cuando existe.

Da miedo decir alto lo que el mundo silencia.
Mas ¡ay! es necesario, más ¡ay! soy responsable
de todo lo que siento y en mi se hace palabra,
gemido articulado, temblor que se pronuncia.
Pensadlo: Ser poeta no es decirse a sí mismo.

Es asumir la pena de todo lo existente,
es hablar por los otros, es cargar con el peso
mortal de lo no dicho, contar años por siglos,
ser cualquiera o ser nadie, ser la voz ambulante
que recorre los limbos procurando poblarlos.
A través de mi pasa: Yo irradio transparente,
yo trasmito muriendo, yo sin yo doy estado
al hombre que si mira parece que algo exige,
y simplemente mira, me está siempre mirando,
y esperando, esperando desde hace mil milenios
que alguien pronuncie un verso donde poder tenderse.

Sonámbulos acuden a mí los que no saben
si sufren o si sólo por no muertos del todo
aún siguen suspirando sin encontrar su forma,
su expresión absoluta, su descanso y mi olvido.

Y como quien conjura fantasmas yo pronuncio
palabras en que dejo de ser quien soy por ellos.
Cuando grito, no grita mi yo para decirse.

Cuando lloro, quien llora dentro de mi es cualquiera,
y es tan sólo en los otros donde vivo de veras.

Mis cantos son los cantos rodados que un mansa
corriente milenaria suaviza y uniforma,
y el murmullo del agua los va deletreando.

¡Oh jóvenes poetas!, mirad, estoy llamando,
hundido en ese fondo que aún no ha sido expresado
de los muertos y el muerto que yo sumo al fracaso.
Decid lo que no supe, lo que nadie aún ha dicho.

Yo cumplí lo que pude, pero todo fue en vano,
y hoy me siento cansado -perdonadme- cansado.
No me hagáis más preguntas. Cantad cara al mañana
lo común de la sangre, lo perpetuo y corriente.

No, al solo yo atenidos, pensáis que vuestra muerte
es la muerte sin vuelta y el fin de vuestro anhelo.

Mientras haya en la Tierra un solo hombre que cante,
quedará una esperanza para todos nosotros. 


Gabriel Celaya

No hay comentarios:

Publicar un comentario