Tengo
unas medias blancas de encaje que me pongo
cuando me visto el
traje negro de los recuerdos.
Son unas medias finas, hambrientas
de fantasmas
que hacen juego con pájaros interiores,
oscuros.
Las piernas, penetradas por estas bocas
blancas,
levemente se abren con signos vegetales.
Los hilos
amanecen mi piel,
brotan, perdiéndose,
entre los
elevados pensamientos más íntimos.
En derredor: imágenes de
ocupación pelviana,
soberbias latitudes desde el puente
atestiguan
la entraña y las enaguas levantadas al vuelo.
¡Qué
holgada está la tela de la falda de flores,
la rodilla suavísima
con olor a naranjas!
Por los muslos se agrandan los dibujos
henchidos,
son copos invisibles calcinando altas cumbres.
Me
infunden sobresaltos, me clavan dulces flechas,
tan finas son las
mallas que saltan los engarces
y hasta el ocre desierto los poros
me rezuman
feroces destinos, presagios entreabiertos.
Siento
flores y manos crecer entre las piernas
y más arriba el
musgo
tapando el azulón vellón de la albufera.
No podía
ponerme estas medias sabiendo
la gracia que se esconde, generosa
en tu boca.
Espomosas persisten, sin causa me rodean,
temibles
de tu roce, sin fatiga,
explorando
cuando me visto el traje negro de los recuerdos.
Son unas medias finas, hambrientas de fantasmas
que hacen juego con pájaros interiores, oscuros.
Las piernas, penetradas por estas bocas blancas,
levemente se abren con signos vegetales.
Los hilos amanecen mi piel,
brotan, perdiéndose,
entre los elevados pensamientos más íntimos.
En derredor: imágenes de ocupación pelviana,
soberbias latitudes desde el puente atestiguan
la entraña y las enaguas levantadas al vuelo.
¡Qué holgada está la tela de la falda de flores,
la rodilla suavísima con olor a naranjas!
Por los muslos se agrandan los dibujos henchidos,
son copos invisibles calcinando altas cumbres.
Me infunden sobresaltos, me clavan dulces flechas,
tan finas son las mallas que saltan los engarces
y hasta el ocre desierto los poros me rezuman
feroces destinos, presagios entreabiertos.
Siento flores y manos crecer entre las piernas
y más arriba el musgo
tapando el azulón vellón de la albufera.
No podía ponerme estas medias sabiendo
la gracia que se esconde, generosa en tu boca.
Espomosas persisten, sin causa me rodean,
temibles de tu roce, sin fatiga,
explorando
Guau! Vaya, vaya, el arte de esta brillante escritora ISLA CORREYERO, nacida en MIAJADAS, (CACERES- EXTREMADURA ), sensual, sexual, misteriosa, altanera, con aires de " mujer fatal ". Qué descubrimiento he tenido leyendo su biografía y algo de sus poemas. Me encanta como escribe. Un texto con mucha fuerza, poético y provocativo, lleno de vitalidad. Es una invitación a contemplar un cuadro de situación íntimo, que nos motiva a descubrir sus sensaciones físicas, vía la seducción, a los efectos de disfrutar y jugar con la imaginación, su sugerente poesía.
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