Puedes
sentarte a observarla,
verter tus ojos al mar
o bien vararte en la orilla
para que la próxima pleamar te una a ella.
Si es así, en ella me encontrarás
saciando mi deseo de ser ola
para subir bien alto
allá donde se besa al viento
y sus dedos trenzan melenas blancas.
Quiero ser ola,
agua cíclica de perenne regreso,
curtir pieles de anzuelo,
sonreírle nocturno al voyeurismo del faro
arrastrarme hasta las profundidades
donde encontraré el caminar de mi pueblo.
Si es así, si se cumple
mi deseo de ser ola
me sumergiré preguntándome —confuso,
revolcado, oscuro— la justificación de mi venida,
buscaré el tapón desde donde desaguar
praderas de poseidonia, refugio enmarañado
de los misterios que nos llevan a ser ola
o adiós a la vida.
verter tus ojos al mar
o bien vararte en la orilla
para que la próxima pleamar te una a ella.
Si es así, en ella me encontrarás
saciando mi deseo de ser ola
para subir bien alto
allá donde se besa al viento
y sus dedos trenzan melenas blancas.
Quiero ser ola,
agua cíclica de perenne regreso,
curtir pieles de anzuelo,
sonreírle nocturno al voyeurismo del faro
arrastrarme hasta las profundidades
donde encontraré el caminar de mi pueblo.
Si es así, si se cumple
mi deseo de ser ola
me sumergiré preguntándome —confuso,
revolcado, oscuro— la justificación de mi venida,
buscaré el tapón desde donde desaguar
praderas de poseidonia, refugio enmarañado
de los misterios que nos llevan a ser ola
o adiós a la vida.
Seré cómplice de Yemanjá
cuando le entregue, envueltos en mi manto
de silencio, aves migratorias a la deriva
flotando entre algas de desarraigo.
Seré ola y testigo
del beso en la frente
de la última de las madres.
Adrián
Ballester Cerezo
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