"Sumérgete en el océano de emociones tejido por palabras, donde cada verso es un eco del alma y cada estrofa es un viaje hacia la profundidad del corazón: Bienvenido al santuario de la poesía, donde los sueños danzan entre líneas y los sentimientos florecen en cada palabra."

domingo, 27 de noviembre de 2011

Don Manuel


Aqui  os traigo este relato: es la historia de un hombre que sentia un cariño muy especial hacia las gentes de su Aldea





El ruido rítmico de las tijeras de podar rompía la paz de la tarde otoñal, aquí y allí los sarmientos caían bajo la diestra mano del experto podador, con el fin de dejar las brocales mas fuertes, para que otros brotes, jóvenes surgiesen en su lugar. Era el ritmo de la vida y en cada estación se sucedía.
Dionisio alzó la vista al sol que ya se escondía. Estaba cayendo la tarde, pronto anochecería, tenia que recoger por hoy se acabo el trabajo, mañana sera otro día. Para ir a casa tenia que andar un buen trecho, pues otro medio de volver no tenía, se hecho las alforjas al hombro y empezó a caminar. Su casa estaba cerca, apenas media legua, iba canturreando canciones del lugar, así se le hacia el camino mas corto. Tenia prisa por llegar para ver a su mujer e hijos, para poder jugar con ellos antes de que se fueran a acostar.
Enseguida divisó el pueblo, su casa ya la ve, en la puerta su mujer con los hijos que en cuanto lo ven echan a correr, se abalanzan a sus brazos, lo besan y le dicen que quieren jugar con él. El los abraza y los besa por doquier, se va con ellos de la mano a buscar a su mujer.
Ya en la casa se reúnen en la mesa los tres, mientras la madre orgullosa, les prepara la cena, tiene prisa, para sentarse con ellos también, son humildes pero no les falta que comer.
Hacia las cuatro de la madrugada Dionisio se despierta sobresaltado, oye gritos en la calle, los vecinos no paran de correr gritando, ha muerto don Manuel.
Don Manuel nació en Sevilla en 1901, era el primogénito de una familia adinerada, su padre diputado del Partido Liberal en el gobierno de Praxedes Mateo Sagasta.
Su padre le dejo en herencia todas las tierras de labranza de Jarilla, una aldea de 150 habitantes, en la que había pasado parte de su juventud escondido, de las tropas fascistas en la guerra civil en la casa del Abuelo de Dionisio. Por sus ideas políticas, era militante del partido de Pablo Iglesias.
Don Manuel no tenia hijos. Enviudo con 65 años, se volvió a casar en segundas nupcias con una mujer 30 años menor que el. Pasaba largas temporadas en su casa de la aldea, se encontraba muy a gusto con la familia de Dionisio, al que quería como a un hijo, no en vano había sido su padrino. Lo tenia en mucha estima, de hecho era el encargado de todas sus propiedades, se ocupaba, tanto de las tierras, como de la casa, para que todo estuviera en orden. Ademas se encargaba de que no les faltara trabajo a ningún vecino. Don Manuel solo quería que sus tierras las trabajaran ellos como si fueran suyas, no le importaba, si sembraban o ponían plantas, lo único que quería es que las gentes de la aldea vivieran sin agobios y que fueran felices, el dinero no le importaba. Con su sueldo de catedrático y con las rentas que tenia en Sevilla, le sobraba para vivir sin agobios.
Dionisio estaba en su casa sentado junto a su mujer, acababan de venir de Sevilla del entierro de Don Manuel, cuando el cartero llamo a su puerta,- Dionisio, te traigo un Certificado de un notario de Sevilla,- le firmo cogió el sobre y volvió a la mesa con su mujer,- ¿de quien es la carta Dionisio?- del notario de Don Manuel, me tengo que presentar en su despacho el día veintitrés de este mes, -¿que querrá?- no se mujer pero habrá que ir a ver.
Dionisio, reunió a todos los vecinos en la iglesia. Una vez estuvieron todos sentados les dijo: “Don Manuel nos a dejado todas las tierras que tiene en la aldea menos su casa, que sera para su mujer, con la condición que nadie puede vender. El que no las quiera trabajar las deja sin ningún tipo de compensación. Las tierras que queden libres se le darán a los jóvenes que no se marchen de la aldea”.
De vuelta a casa con su mujer del brazo y sus hijos delante de ellos correteando, estaba feliz pues temía que la viuda vendiera las tierras, pero Don Manuel les había hecho el mejor regalo que uno puede recibir.

Les había regalado una vida.

sueco



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