"Sumérgete en el océano de emociones tejido por palabras, donde cada verso es un eco del alma y cada estrofa es un viaje hacia la profundidad del corazón: Bienvenido al santuario de la poesía, donde los sueños danzan entre líneas y los sentimientos florecen en cada palabra."

miércoles, 16 de noviembre de 2011

La Otra Generacion del 27



la conocida como “Otra generación del 27”, según la denominación que le dio uno de sus integrantes, José López Rubio, y que estaría integrada por los humoristas discípulos de Ramón Gómez de la Serna.


PERFILES AUTOBIOGRÁFICOS DE LA OTRA
GENERACIÓN DEL 27 (LA DEL HUMOR)

JOSÉ ROMERA CASTILLO


El dramaturgo José López Rubio, uno de los componentes del grupo -muerto en
marzo de 1986, titulaba su discurso de ingreso en la Real Academia Española, el 5 de
junio de 1983, La otra generación del 27. Otros miembros también se han referido al
asunto, como Miguel Mihura al hablar de un grupo de humoristas nuevos ("Jardiel
Poncela, Edgar Neville, José López Rubio, Jacinto Miquelarena, Antonio Robles, Manuel Lázaro, y los dibujantes K-HITO, Tono, Bagaría, Francisco López Rubio"), o Tono al sostener que fue "nuestra generación una verdadera generación precursora, que todavía se están riendo de nosotros".
 Por lo tanto, un ramillete de escritores se agrupaba, desde entonces, bajo un nuevo marbete literario. El conjunto de escritores, que surgió paralelamente a la denominada generación -o grupo- del 27, se caracterizaría, sobre todo, por el empeño en la renovación del humoren sus diversas manifestaciones- español, tanto en la literatura en general como en el teatro en particular, a través de sus comedias y colaboraciones periodísticas, así como por la relación de la mayoría de ellos con
Hollywood, la meca del cine. A los escritos autobiográficos que produjeron (o que trataron sobre) algunos de sus componentes van dedicadas las páginas que siguen.

Algunos renovadores del humor se sinceran

Miguel Mihura Santos

Mihura nacido en Madrid en 1905 y muerto en 1977-, fundador de las revistas La Ametralladora en 1937 y, después de la guerra, de La Codorniz publicaciones que revolucionaron el humor español, es el componente de la generación que nos ha dejado una obra autobiográfica, Mis memorias, escritas en 1948, en las que el insigne dramaturgo hace un repaso muy particular y sarcástico de su vida. La esencia de la obra se sintetiza perfectamente en la solapa de la contraportada, en la que se lee:

MIS MEMORIAS (1948) es un libro desternillante, hilarante, mondante, inteligente, estrafalario, gordo, sublime, cimero, mágico, rocambolesco, paradigmático, irónico, sarcástico, anacrónico, codornicesco, importante, carpetovetónico, simpático, magalómano, formidable, poético, sentimental, chirigotero, jacandoroso, lujurioso, mnemotécnico, numismático, redondo, guapo, matritense, agradable, lunático, recomendable, acalambrado, respetable, esperado, bárbaro,imponente, alucinante, consolador, sabático, jaranero, lúdico, fenomenal, estupendo, glamuroso, irrepetible, encomiable, afable, asombroso, plausible, mono y libro. ¡El desmiguen! ¡La karaba!...


Edgar Neville

Edgardo Neville y de Romrée, nacido en Madrid el 28 de diciembre de 1899 y muerto el 23 de mayo de 1967-, conde de Berlanga del Duero, escribió una "Pequeña autobiografía", subtitulada "Carta a Ramón Gómez de la Serna", que se incluyó solamente en la primera edición de 1929, según era habitual en la colección de la editorial madrileña Biblioteca Nueva en la que se publicó la novela, Don Clorato de Potasa, que "había aparecido con anterioridad en El Sol, en los folletones que el autorenviaba desde Hollywood, donde había ido a pasar unas vacaciones cuando era primer secretario de Embajada en Washington", con ilustraciones de Frank Alpresa. El pequeño relato prosigue María Luisa Burguera "se reduce a unos breves acercamientos a algunas etapas, cronológicamente ordenadas, de la vida del autor; de ahí su insuficiencia para observar una totalidad.. el texto sería un apunte sobre una posible e inicial autobiografía".
Pero recientemente la citada investigadora ha dado a conocer unas inéditas Notas autobiográficas. Recuerdos infantiles, una selección de 25 folios, escritos a máquina, de los 48 que articulan el conjunto, dictados a su secretaria Isabel Vigliola de Mingote, que son de gran interés tanto biográfica como literariamente.


Enrique Jardiel Poncela

Jardiel Poncela nacio en Madrid el 15 de julio de 1901 y muerto el 18 de febrero de 1952, gran renovador del humor en el teatro y la novela, nos ha dejado referencias a sí mismo, además de en la publicación de su teatro en unas recopilaciones de textos cortos y dispersos, aparecidos con anterioridad en diversas publicaciones: la primera, El libro del convaleciente (Inyecciones de alegría para hospitales y sanatorios); y la segunda, Exceso de equipaje. Mis viajes a Estados Unidos. Monólogos. Películas. Cuentos y cinco kilos más de cosas, continuación de la anterior. En la dedicatoria de este último volumen, dirigida a su editor José Ruiz-Castillo, Jardiel prometía la publicación de unas memorias, que no llegó a escribir: "Le debía a usted dice, querido Ruiz Castillo, una larga dedicatoria, y se la reservaba para estamparla al frente del tomo de memorias titulado: Sinfonía en mí, que deseo dar lo más pronto posible a la imprenta para explicación y resumen de los primeros cuarenta años de mi vida.

Antonio de Lara Gavilan

El polifacético Antonio de Lara Gavilán, Tono nacio el 22 de septiembre de 1896, en Jaén, y muerto, en Madrid, el 4 de enero de 1978, tampoco ha dejado una obra específicamente autobiográfica, aunque en algunos textos el reflejo del yo es claramente manifiesto y no sólo por los títulos de los mismos: Diario de un niño tonto Automentirografía sobre todo, ¡Viva yo! Historia larga de una vida corta y Memorias de mí. Tono, en el apéndice de la última obra citada, traza unas pinceladas de sí mismo: "Cuando la guerra, cambié el lápiz por la pluma, sin dejar el lápiz completamente... durante bastante tiempo, además de mi colaboración en La Ametralladora, que dirigía Mihura, y mi trabajo como subdirector de la revista Vértice, publiqué tres o cuatro caricaturas diarias en los periódicos Unidad y La Voz de Guipúzcoa, de San Sebastián; Hierro, de Bilbao, y Fe, de Sevilla". Para después señalar que, junto con Mihura, hizo sus primeras crónicas y proseguir a continuación: "esta colaboración fue luego ampliada, y allí, en el café Raga, hicimos nuestra primera y última colaboración teatral, titulada Ni pobre ni rico, sino todo lo contrario".


A la conquista de Hollywood

Como es bien sabido, nuestro siglo el XX- ha sido el siglo del cinematógrafo y "el cine fue algo más que una nueva forma de arte que se popularizó en los años veinte. Fue, antes que nada, el nuevo par de ojos que la humanidad necesitaba para poder ver la nueva realidad urbana. El cine no se limitaba a captar un objeto, sino a transformarlo e incluso interpretarlo para el espectador". Pues bien, en esta otra generación del 27 el otro grupo, el auténtico, se decantó también por el cine, hay un hecho destacado que conviene resaltar: me refiero a las experiencias que algunos de sus componentes tuvieron con la Meca del cine.
En efecto, a raíz del estreno el 6 de octubre de 1927 de The Jazz Singer (El cantante de jazz), de Alan Crosland, la primera película sonora, la era del cine hablado se iniciaba y la industria cinematográfica al no contar todavía con el sistema de doblaje necesitó rodar varias versiones de la misma película en distintos idiomas.Un grupo de españoles e hispanoamericanos acudieron a la llamada.
Como es bien sabido, de la mano de Edgar Neville, amigo de Charles Chaplin, los españoles (Enrique Jardiel Poncela, José López Rubio, Tono, Mihura no pudo desplazarse por estar enfermo, Vicente Blasco Ibáñez, Josep Carner el Fu-Manchú catalán-, etc.) entraron en Hollywood, al principio de la década de los treinta. Pese a la opinión inicial de Edgar Neville, el impulsor del reto:

El cine hablado es un hecho. Mecánicamente es maravilloso. Pero artísticamente ha matado la bonita interrogación que tenía el cine mudo. El mudo es cine para gente con imaginación. El hablado es cine para explicar lo mismo que el mudo a las personas que carecen de ella.

Sobre esta aventura cinematográfica de nuestros dramaturgos, en general, y de otros personajes relacionados con el cine, en particular, la bibliografía es amplia.
A este respecto, conviene consultar el relato del crítico de la revista Triunfo, Jesús García de Dueñas, ¡Nos vamos a Hollywood!, un libro planteado en forma de diccionario, o como su autor lo define de "papeletas para una provisional enciclopedia de cineastas españoles en Hollywood", que contiene una información rigurosa con un sentido crítico al sostener que si bien de la emigración de nuestros hombres y mujeres a la ciudad del cine, "no salieran obras maestras, ni que aparte, de Conchita Montenegro y, en menor medida, María Alba ninguno de ellos hiciera una carrera fulgurante al otro lado del Atlántico, lo cierto es que la peculiar diáspora constituyó una de esas aventuras que vale la pena conocer, en la medida de su propia gratuidad realmente ejemplar". Aventura cinematográfica que resultaría muy beneficiosa para la innovación de algunas técnicas en su posterior producción teatral.
Pero para tener una información de primera mano es decir más autobiográfica es necesario traer a colación el volumen de Álvaro Armero, Una aventura americana.
Españoles en Hollywood con más de 200 ilustraciones, donde recoge según se dice en el prólogo "fragmentos procedentes de artículos, crónicas, críticas, memorias, biografías y entrevistas", realizadas en la época y otras hechas por el autor a los supervivientes además de otros textos, dando como resultado una crónica fragmentaria de la presencia de un grupo de españoles -autores teatrales y guionistas (Neville, López Rubio, Jardiel Poncela, etc.), actores (Julio Peña, José Nieto, la Montenegro, la Ladrón de Guevara, la Bárcena, etc.), etc. Que vivieron este cambio en los estudios californianos.
En este volumen nos encontramos algunos fragmentos autobiográficos. Por lo que a nuestros dramaturgos se refiere, en primer lugar aparece José López Rubio con varios segmentos de entrevistas de Armero, en las que el escritor granadino había nacido en Motril (Granada), el 13 de diciembre de 1903, da cuenta de su experiencia como guionista en la capital del cine, a la que acudió en compañía de Eduardo Ugarte con quien había escrito la obra teatral De la noche a la mañana, en 1927, y con la que debutó en los escenarios españoles, volviendo a España en 1940 para quedarse realizando cine y teatro con los autores de su grupo. En "Versiones hispanas", narra su labor como guionista; en "Encuentro con Chaplin", cuenta su primer contacto con el director mítico recordando que él, junto con Neville y Eduardo Ugarte, hicieron un pequeño papel en la película Luces de la ciudad, en una secuencia que sucedía en las calles de Nueva York; en "La nostalgia del aceite” rememora, treinta años después, su paso por la Meca del cine; en "Hollywood, la ciudad que no existe", describe el origen del lugar y en "Una presentación original", narra su llegada a Hollywood.
Edgar Neville, que llegó al lugar mítico en unas vacaciones como Agregado de la Embajada española en Washington, fue el promotor de esta aventura americana.
Posteriormente sería contratado por la Metro para la que hizo una fabulosa versión española de The big house (El presidio), continuando en España, desde 1931, su prolífica actividad artística. Pues bien, de Neville, Armero trae a colación un extracto de la entrevista de Marino Gómez Santos, contenida en su libro Doce hombres de letras, "Un fin de semana en el rancho de W. R. Hearst" y "Contratado por la Metro" ; así como una crónica, "Desde Hollywood, 'cine parlante'" de Enrique Jardiel Poncela que fue en dos ocasiones a Hollywood: la primera, desde septiembre de 1932 a mayo de 1933 y la segunda, de julio de 1934 a abril de 1935, Armero reproduce "Octubre rojo" , de su obra Dos farsas y una opereta y "Película de la ciudad de las películas", de Exceso de equipaje.
De Gregorio Martínez Sierra nacido en Madrid en 1881 y muerto en 1947, que había acudido a Hollywood en 1931, junto con la actriz Catalina Bárcena, donde permaneció hasta 1935 para rodar varias películas, se reproduce "Contra el nacionalismo", un extracto de la entrevista de Florentino Hernández Girbal.
Los estudios de la Metro Goldwyn Mayer contrataron como adaptadores de la producción hispana a dos guionistas que quedaron inéditos. Uno de ellos fue Antonio de Lara, Tono que solamente llegó a escribir los diálogos de La fruta amarga, de quien se trae a colación un extracto de la entrevista de Félix Centeno, que contiene: "La ciudad perfumada", donde evoca su llegada a Hollywood, junto a su mujer, el 8 de noviembre de 1930; "Luz y zanjas”, donde recoge la impresión que le
produjo ver las luces puestas junto a las zanjas; "Un perro de 800 dólares", donde narra la compra del animal que luego se traería a Madrid y "La importancia de ser español en California", donde da cuenta de la ayuda que le prestaron dos policías al averiarse su coche. El otro fue Luis Buñuel, de quien se reproduce "Un acto de subversión", un pasaje de sus memorias, Mi último suspiro, en el que cuenta el destrozo del árbol de Navidad en la casa de Tono, en la Navidad de 1930, estando presente Charles Chaplin.
Finalmente, del maestro indiscutible del humor de la otra generación del 27 uno de los grandes cultivadores de lo autobiográfico, con esa obra maestra que es Automoribundia (1888-1948), Ramón Gómez de la Serna que nunca estuvo en Hollywood se edita un pequeño y sarcástico texto, "Morirse en Hollywood", tomado de Cinelandia, donde expone la disimulación de la muerte en la Meca del cine .
Otras referencias autobiográficas. Además de las propias referencias más o menos autobiográficas que hemos visto, es preciso acudir a otros testimonios de personajes que tuvieron alguna relación con los componentes del grupo.

Ámbito cinematográfico

Después de su paso por Hollywood, los dramaturgos volvieron a España y muchos de ellos siguieron cultivando y teniendo relación con el mundo del cine. Así, por ejemplo, sabemos que Neville, diplomático desde 1922, tras su paso por Hollywood como ha evocado Andrés Trapiello en Las armas y las letras. Literatura y guerra civil (1936-1939) había rodado "películas en España y había tratado a un gran número de directores y actores, y que la guerra le sorprendió en zona republicana. Al poco tiempo salió a Francia y desde aquí se incorporó a los nacionales, que le encomendaron una sección de cinematografía, con la que iba rodando escenas del frente y de las ciudades tomadas, aunque recalase a menudo en la ciudad del norte" [San Sebastián]. Pues bien, sobre Neville, se pueden encontrar referencias esclarecedoras en el volumen de Dionisio Ridruejo, Casi unas memorias, en donde da cuenta de que al acceder a la Dirección General de Propaganda cargo que ostentó hasta 1940 se rodeó pronto de escritores e intelectuales: a Laín Entralgo que ha relatado su experiencia en Descargo de conciencia (1930-1968) y Hacia la recta final, le confió las publicaciones; a Tovar, la radio; a Luis Escobar, el teatro, etc. Al rememorar aquel momento según Trapiello, Ridruejo afirma: "El equipo, a pesar de o a causa de los muchos matices incorporados, funcionó bien, con muy pocas tensiones y con una considerable alegría. Si digo que aquel núcleo (¡nada menos que de propaganda!) fue el menos sectario de cuantos se constituyeron durante la guerra, quizá alguien estime que idealizo mi pasado a la luz de mi presente. Pero creo lo que digo y todos cuantos frecuentaron mi despacho (de D'Ors a Foxá, de Montes a Neville, de Manuel Machado a Zunzunegui o Samuel Ros, que tardó algunos meses en aparecer) encontraron en él, si no me engaño, el centro raro donde era posible hablar de todo sin recelos ni precauciones".
También sobre su actividad cinematográfica, conviene detenerse en ¡Novio a la vista! (1954), de Edgar Neville como guionista, J. Luis Colina, Juan Antonio Bardem y Luis García Berlanga. Por ello, qué mejor fuente de información que recurrir a las conversaciones con el cineasta de Antonio Gómez Rufo, Berlanga contra el poder y la gloria, una especie de memorias dialogadas.

Espacio teatral

Sobre el mundo teatral, en el que estos autores del grupo tuvieron una destacada presencia, hay que reseñar el amargo diario de Max Aub, La gallina ciega la primera edición española donde el escritor recoge las impresiones de su primer viaje a España en 1969 y arremete contra la obra teatral de Neville y López Rubio.
Para las representaciones de las piezas dramáticas de los autores que aquí tratamos, conviene consultar los relatos vivenciales de diversos intérpretes, como, por ejemplo, los dos volúmenes memorialísticos del popular actor y director de teatro, cine y televisión además de dramaturgo (Las bicicletas son para el verano), narrador (El viaje a ninguna parte, El mal amor, El vendedor de naranjas, El ascensor de los borrachos, Premio Espasa de Humor, 1993) y guionista Fernando Fernán Gómez, nacido en Lima, en 1921.
El tiempo amarillo; así como su recopilación de artículos, aparecidos originariamente en La Vanguardia y El País Semanal, bajo el título de Desde la última fila. Cien años de cine.
Fernán Gómez, por ejemplo, evoca en este volumen su relación con Edgar Neville, en "El dandy en la taberna" (págs. 253-256), donde certeramente deja plasmado el destino final del grupo: Ya hacía años que Jardiel Poncela había muerto en pésimas circunstancias, prácticamente en la ruina. Su teatro estaba olvidado. Sus novelas habían padecido casi veinte años de prohibición. La nueva juventud no sabía quién era. El maestro de todos ellos, el genial Ramón, el gran poeta de la prosa castellana, automoribundeaba de limosna en el exilio. Mihura manifestaba públicamente su descorazonamiento porque la joven crítica censuraba el aburguesamiento del antiguo revolucionario teatral. Sin pretenderlo mucho, había ganado dinero. No encontraba motivos para trabajar. Tono, el ángel del grupo, seguía siendo un 'chistoso'. Se había pasado en el teatro la costumbre del repertorio, y las comedias no se reponían. Títulos y nombres de autores se quemaban en el olvido. De las películas de Edgar Neville nadie hablaba. Nadie las veía. A la joven crítica dividida entonces entre romanos y moscovitas le tenían sin cuidado. Edgar volcó su vitalismo en las tierras más insólitas.
Descubrió la pintura al óleo. Pincel en mano se pasaba horas frente a los lienzos. Pintaba muy deprisa. Acababa un cuadro y empezaba otro. A la edad en que el marqués de Bradomín se lamentaba de no haber sabido renunciar al amor para realizar grandes obras, asediado Edgar por los fantasmas crueles de la pasión, descubrió la poesía lírica. Publicó dos o tres libros de endechas, delgados como lágrimas. El dandy llevaba flores a la tumba de su cinismo.
Como también los testimonios de personas relacionadas con el teatro y el cinecomo, por ejemplo, los de los actores Adriano Domínguez Fernández, Memorias de un actor, Enrique Borrás, José Crespo; la escritura memorialística de las actrices MaríaAsquerino, Memorias, Mary Carrillo, Narraciones y memorias y Sobre la vida en el escenario, Ana Mariscal pseudónimo de Ana María Rodríguez Arroyo, Cincuenta años de teatro en Madrid, María Luisa Ponte Mancini, Contra viento y marea: memorias de una actriz, etc. Asimismo, son de gran interés los escritos del crítico teatral, discutido e inteligente, Alfredo Marqueríe nacido en Mahón, en 1907, y muerto en Minglanilla, en 1974, En la jaula de los leones (Memorias y crítica teatral), El teatro que yo he visto y, sobre todo, Personas y personajes. Memorias informales.

Mundo editorial

Para la relación de estos escritores con el ámbito editorial, conviene consultar de José Ruiz Castillo Basala, Memorias de un editor. El apasionante mundo del libro, en las que relata la aventura de Biblioteca Nueva, fundada en 1917, donde, en su segunda etapa, publicaron como hemos visto Neville, Jardiel Poncela y Tono.

Más testimonios

Finalmente, me referiré a algunos otros escritos memorialísticos sobre el citado grupo. El primero, se debe a la pluma del periodista César González Ruano Garrastazu de la Sota desaparecido en 1965, del que se recuperan sus Memorias: mi medio siglo se confiesa a medias. El segundo, contiene las crónicas del también periodista Marino Gómez Santos, Crónica del Café Gijón. Y el tercero el que quisiera destacar, pertenece a Francisco Umbral, quien ha realizado una recreación de cómo ha sido vista la otra generación del 27, por un escritor heterodoxo, en uno de sus libros autobiográficos, todo lo sui generis que se quiera, Las palabras de la tribu (De Rubén Darío a Cela).
El volumen, como señala Umbral en el prólogo, "se acoge al género de memorias porque en él hay de todo: teoría, ensayo, anécdota, biografía, bibliografía, semblanzas, retratos personales y literarios, etc. Pese a todo lo cual yo no creo que sea un libro misceláneo, sino una lectura atenta, subjetiva, parcial, constructiva y deconstructiva, de la literatura española del siglo XX" empieza con Rubén Darío y acaba en Cela. En estas memorias literarias al estilo de, Los libros de mi vida, de Henry Miller, Umbral dedica una sección a "El 27 del humor", fragmentada en diversos capítulos: "Sobre el humor", "Jardiel Poncela no estás debajo de un almendro", "Miguel Mihura, sin sombrero de copa", "Tono Dadá" y "Neville y los demás".
La lista de testimonios podría seguir como, por ejemplo, la ya citada Historia de una tertulia, de Antonio Díaz Cañabate, pero ya es hora de terminar...

Final

Como se puede colegir de lo anteriormente expuesto, para el estudio de los autores dramaturgos, sobre todo de este otro 27 de la denominada también la otra generación del 27 he querido reivindicar sin desdeñar otras fuentes documentales, la utilización del filón informativo y documental que proporciona la escritura autobiográfica pese a los problemas que ésta puede plantear (olvidos, inexactitudes, exageraciones, etc.) como una varilla más del abanico no la única en la reconstrucción de un periodo de nuestro
panorama literario y teatral, pleno de humor y, en definitiva, de renovación artística.

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