A fuerza de
distancia,
de distancia,
ajada fue
quedándose la tierra,
arañada profundo
por canales,
distancia que no
reconoce huella.
A fuerza de
distancia,
de distancia,
se hundieron a
plomo las palmeras,
se erigieron
extensos eriales
donde amante la
sombra de la higuera.
A fuerza de
distancia,
de distancia,
se fueron los oasis
sepultando,
se abrieron por
flores solo piedras,
se volvieron las
aguas llanto amargo.
A fuerza de
distancia,
de distancia
hubo sal donde
paraíso hubiera
y no se puso freno
a la distancia,
allá,
cuando llovieron las arenas.
Teresa
Sanchez Martín
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