¿Qué azul me queda?
¿En qué oro y en qué rosa me detengo,
qué dicha se hace miel entre mi boca
o qué río me canta frente al pecho?
Es la hora de la hiel, la hora morada
en que el pasado, como un fruto acedo,
sólo me da su raso deslucido
y una confusa sensación de miedo.
Se me acerca la tierra del descanso
final, bajo los árboles erectos,
los cipreses aquellos que he cantado
y veo ahora en guardia de los muertos.
Amé, ay Dios, amé a hombres y bestias
y sólo tengo la lealtad del perro
que aún vigila a mi lado mis insomnios
con sus ojos tan dulces y tan buenos.
Juana Ibarbourou
Bonita poesía, mezcla de " luces y sombras", sencilla transparente, sin demasiadas complejidades técnicas, donde la poetisa, señala en forma clara, el " paso del tiempo ", de una juventud de " oro y rosas " a un acontecer " deslucido y morado ". Resalta la sensación de miedo a la vejez, más que a la muerte ( hora morada ), misteriosa y solitaria, expresando maravillosamente, el cruce del puente, hacia el descanso, que los años le acerca y pintando una realidad, que a todos de alguna manera nos alcanza, con la sutil y cálida compañía del fiel amigo y guardián, que nos acompaña, en horas inciertas de desolación y abandono de personas...
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