"Sumérgete en el océano de emociones tejido por palabras, donde cada verso es un eco del alma y cada estrofa es un viaje hacia la profundidad del corazón: Bienvenido al santuario de la poesía, donde los sueños danzan entre líneas y los sentimientos florecen en cada palabra."

viernes, 20 de enero de 2012

Poemas de Aleixandre




               ADOLESCENCIA

Vinieras y te fueras dulcemente,
de otro camino
a otro camino. Verte,
y ya otra vez no verte.
Pasar por un puente a otro puente.
—El pie breve,
la luz vencida alegre—.
Muchacho que sería yo mirando
aguas abajo la corriente,
y en el espejo tu pasaje
fluir, desvanecerse.

A DON LUIS DE GÓNGORA

¿Qué firme arquitectura se levanta 
del paisaje, si urgente de belleza, 
ordenada, y penetra en la certeza 
del aire, sin furor y la suplanta?
Las líneas graves van. Mas de su planta 
brota la curva, comba su justeza 
en la cima, y respeta la corteza 
intacta, cárcel para pompa tanta.
El alto cielo luces meditadas 
reparte en ritmos de ponientes cultos, 
que sumos logran su mandato recto.
Sus matices sin iris las moradas 
del aire rinden al vibrar, ocultos, 
y el acorde total clama perfecto.


 A FRAY LUIS DE LEÓN

¿Qué linfa esbelta, de los altos hielos 
hija y sepulcro, sobre el haz silente 
rompe sus fríos, vierte su corriente, 
luces llevando, derramando cielos?

¿Qué agua orquestas bajo los mansos celos 
del aire, muda, funde su crujiente 
espuma en anchas copias y consiente, 
terso el diálogo, signo y luz gemelos?

La alta noche su copa sustantiva 
—árbol ilustre— yergue a la bonanza, 
total su crecimiento y ramas bellas.

Brisa joven de cielo, persuasiva, 
su pompa abierta, desplegada, alcanza 
largamente, y resuenan las estrellas.


 ACABA

En volandas,
como si no existiera el avispero,
aquí me tienes con los ojos desnudos,
ignorando las piedras que lastiman,
ignorando la misma suavidad de la muerte.
¿Te acuerdas? He vivido dos siglos, dos minutos,
sobre un pecho latiente,
he visto golondrinas de plomo triste anidadas en ojos
y una mejilla rota por una letra.
La soledad de lo inmenso mientras media la capacidad de una gota.
Hecho pura memoria,
hecho aliento de pájaro,
he volado sobre los amaneceres espinosos,
sobre lo que no puede tocarse con las manos.
Un gris, un polvo gris parado impediría siempre el beso sobre la tierra,
sobre la única desnudez que yo amo,
y de mi tos caída como una pieza
no se esperaría un latido, sino un adiós yacente.
Lo yacente no sabe.
Se pueden tener brazos abandonados.
Se pueden tener unos oídos pálidos
que no se apliquen a la corteza ya muda.
Se puede aplicar la boca a lo irremediable.
Se puede sollozar sobre el mundo ignorante.
Como una nube silenciosa yo me elevaré de mí mismo.
Escúchame. Soy la avispa imprevista.
Soy esa elevación a lo alto
que como un ojo herido
se va a clavar en el azul indefenso.
Soy esa previsión triste de no ignorar todas las venas,
de saber cuándo, cuándo la sangre pasa por el corazón
y cuándo la sonrisa se entreabre estriada.
Todos los aires azules...
No.
Todos los aguijones dulces que salen de las manos,
todo ese afán de cerrar párpados, de echar oscuridad o sueño,
de soplar un olvido sobre las frentes cargadas,
de convertirlo todo en un lienzo sin sonido,
me transforma en la pura brisa de la hora,
en ese rostro azul que no piensa,
en la sonrisa de la piedra,
en el agua que junta los brazos mudamente.
En ese instante último en que todo lo uniforme pronuncia la palabra:
ACABA.

                                                                                          Vicente Aleixandre
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