Hoy salí temprano de casa. Contemplé Largamente el azul limpio
brillante de un cielo despejado de nubes y pájaros y pensé en la magnífica
jornada que tenía por delante. me dirigí, sin más dilación, a mi objetivo, el
árbol aquel de copa pequeña pero suficientemente espesa, ése que se
encuentra al final del paseo. Cruzar la calle constituía la primera etapa de la
prueba, para ustedes quizá no sea tanto, pero para mí, de natural lento, y
con demasiados años a la espalda, es una tarea ardua y costosa, una suerte
de heroicidad cuando se consigue con éxito.
Pero hoy no era mi día. Avancé despacio, ya sabes, con la mirada fija
en el otro lado de la calle y, cuando ya casi podía tocar la acera y estaba a
punto de lograr mi hazaña sentí sobre mi cuerpo débil la materia caliente
del neumático, lo noté hundiéndose contra mí y aún tuve tiempo de
pensar:''¡Qué dura es la vida para un caracol de ciudad!''.
Ana Alicia García
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