martes, 17 de julio de 2012

EN LA RIBERA





No mereces de mi alma un suspiro 
ni siquiera una lágrima en mis ojos,
sin embargo, a merced de tus antojos 
va el espejo de agua en que me miro.


Me susurran las lágrimas del sauce,
muy lejos de tu influjo, en el remanso, 
su sombra es caricia en mi descanso 
que aletarga el fluido de tu cauce. 

Anulas mis reflejos cristalinos,
aunque firme mi lecho en sus vaguadas 
va inventando sosiegos anodinos.

Y tú me precipitas por cascadas
que convierten mi agua en remolinos 
y me alzas en espumas irisadas.


Teresa Sanchez Martín

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